sábado, 24 de marzo de 2012

PALESTINA. GUÍA de lecturas. Biblioteca de Pumarín-Gijón Sur

Guía de lectura sobre Palestina elaborada por la Biblioteca del centro Municipal Pumarín-Gijón Sur con motivo de la EXPOSICIÓN "Historia de Palestina a través del humor gráfico" que se mostrará en dicho centro entre el 29 de Marzo y el 19 de Abril de 2012, organizada por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.


Todo es posible, salvo la revolución


UN AÑO DEL INICIO DE LA REVUELTA EN SIRIA
Publicado en Gara el 17 de Marzo de 2012
Seis actores intentan hacer prevalecer sus intereses en Siria, donde amigos y enemigos, izquierda y derecha, rechazan una intervención mientras desean el fracaso de la revolución de un pueblo «irresponsable» que pide democracia y justicia social y que podría hacer saltar por los aires el orden regional.



Santiago ALBA RICO Filósofo
Cuando se cumple un año desde las primeras protestas en Deraa, puede decirse, con el escritor libanés Jalil Issa, que «todo el planeta está contra la revolución siria». Para comprender la situación, basta quizás con describir a los actores en orden de aparición en escena:
1. Una dictadura feroz transmitida por vía sanguínea que durante 42 años ha reprimido, encarcelado y torturado a su pueblo y que en la última década, además, lo ha empobrecido mediante políticas liberalizadoras que han puesto el 50% del PIB en manos del 5% de la población. Su alianza con Irán y Hizbulah y su beligerante retórica antiisraelí no deben hacer olvidar la ausencia de tensiones en la frontera con Israel ni la renuncia siria a reclamar los Altos del Golán; tampoco las declaraciones de Rami Majluf, el primo millonario de Al-Assad, el pasado mes de mayo a «The New York Times»: «no habrá estabilidad en Israel si no se logra la estabilidad en Siria». Durante meses, las manifestaciones han exhibido pancartas recordando el entreguismo del régimen: «Dispara contra Israel, no contra tu pueblo».
2. Un pueblo -o una buena parte de él- que pidió primero justicia, luego reformas, luego la caída del régimen y ha recibido siempre disparos, torturas y prisión como respuesta. Autoorganizado en las llamadas Coordinadoras Locales (tansiqat), durante meses reivindicó el carácter pacífico de las protestas, la unidad de la nación por encima de los sectarismos y el rechazo de toda intervención extranjera. Hoy miles de sirios siguen saliendo a la calle desarmados a protestar, pero la brutalidad del régimen y la respuesta militar del Ejército Libre de Siria (ELS) han cambiado la situación. Mientras la división sectaria extiende su sombra sobre el país, muchas de estas coordinadoras ciudadanas piden abiertamente una intervención exterior.
3. Una oposición dividida y que cada día se divide más, dominada por el Consejo Nacional Sirio, ya roto en pedazos y que solo Libia ha reconocido como «legítimo representante del pueblo sirio». Controlado desde el exilio por los Hermanos Musulmanes, la apuesta cada vez más impudorosa del CNS por la intervención militar destruye toda posibilidad de entendimiento con la Coordinadora Nacional en Defensa de la Democracia, el otro gran grupo opositor, liderado por Haythem Manaa y del que forman parte organizaciones y partidos marxistas y de izquierdas. Esta división hace que las tansiqat del interior confíen cada vez más en el ELS y menos en las organizaciones políticas.
4. Una serie de potencias globales y subpotencias regionales, siempre presentes en la zona, a las que la revolución siria ha obligado a modificar sus procedimientos de intervención. Están Qatar y Arabia Saudí, al mismo tiempo reñidos entre sí, que quieren a toda costa la intervención militar y tratan de imponerla a través del reaccionario Consejo de Cooperación del Golfo y de la inútil Liga Árabe.
Están EEUU y la UE, que no quieren la intervención y se resisten incluso a armar de manera pública a los rebeldes, pero que minan desde dentro el régimen -con la más que probable presencia de consejeros militares e instructores de la OTAN- mientras apuestan ya claramente por una «solución política», aliviados de la respuesta rusa y china en la ONU (que les ha permitido no hacer lo que no querían hacer y además desprestigiar a dos potencias rivales).
Está Turquía, que abandonó en abril su firme alianza con el Gobierno sirio para pasar a apoyar un «cambio de régimen» que se ajuste, en el marco de la llamada Primavera Árabe, a su nueva política exterior neootomana.
Está Israel, aterrorizado frente a la inestabilidad creciente y que satisface su deseo frustrado de atacar Irán bombardeando Gaza, forma contundente, pero menor, de recordar su existencia.
Pero están también China y Rusia, quienes sostienen al régimen de Al-Assad en defensa, no de la paz y la soberanía nacional, sino de sus propios intereses. Rusia arma al poderoso Ejército sirio y protege su única base naval del mediterráneo en Tartus, lo que le lleva a ser tan selectivo e hipócrita en su discurso como lo son EEUU y la UE: «Siria y Yemen son completamente distintos y los intereses de Rusia en Yemen también», justificó un diplomático ruso las decisiones casi contemporáneas de apoyar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Yemen y de vetar, en cambio, la relativa a Siria.
Y están finalmente Hizbulah e Irán, que no se limitan a prolongar la propaganda del régimen sobre la «conspiración exterior»; más allá del incuestionable asesoramiento directo, es también probable -como denuncia la web de la resistencia iraquí o el líder opositor sunní Ahmed Alwani- que Irán esté mandando a Siria milicias del aliado Ejército del Mehdi para apoyar militarmente la represión.
5. El ELS, constituido el pasado mes de noviembre a partir de desertores del Ejército sirio y todavía mal armado, pero cuya existencia misma marca un punto de no retorno en la evolución del conflicto. Nadie puede poner en duda el derecho a la autodefensa armada del pueblo sirio, pero la militarización de la revolución, como recuerda bien el opositor Michel Kilo, da razón a la propaganda de la dictadura, justifica el aumento de la represión y, sobre todo, desciviliza las protestas, que se convierten en el instrumento y no en el centro de la revolución. Junto al ELS, otros grupos armados, islamistas o seudoislamistas, estarían también operativos sobre el terreno, alimentando los resentimientos sectarios (suníes contra alauíes) y tiñendo los enfrentamientos de la ferocidad criminal propia de las luchas fratricidas.
6. Desde el principio y desde hace ya un año, unos medios de comunicación occidentales que han manipulado y tuneado la verdad (la dictadura y las protestas populares) para justificar o inducir una intervención militar; y unos medios de comunicación internos -la agencia SANA o la televisión Dunia- cuya propaganda infame ha sido clonada acríticamente por muchos de los medios llamados alternativos. Entre unos y otros, la sensatez ha encontrado un hueco muy pequeño, más bien en periódicos árabes (como «Al-Ajbar» o «Al-Quds»), donde el reconocimiento de la legitimidad de las luchas populares no ha impedido un verdadero debate sobre el papel de la oposición, los peligros de la militarización y la amenaza de la intervención imperialista.
Cuando se cumple un año del comienzo de la revolución siria, podemos decir que la revuelta original ha sido completamente rebasada por los demonios geoestratégicos que ha desencadenado. Como demuestran tanto las últimas declaraciones de Juppé o de Clinton como la posición de Rusia y China, o la misión de Kofi Annan y la reunión en Túnez de los llamados Amigos de Siria, si algunos buscan una voladura controlada del régimen nadie quiere una intervención y mucho menos que triunfe una revolución.
Todos están de acuerdo en que lo más conveniente es presionar a las partes para que negocien una transición consensuada que neutralice al mismo tiempo las amenazas del islamismo radical y las amenazas de la democracia verdadera. Todos están de acuerdo en que es mejor que mueran cinco, diez, quince mil personas antes que abrir la caja de los truenos. O como explica con amargura Yasin Al-Hajj Saleh, escritor marxista encarcelado durante años en las prisiones del régimen, la dictadura construyó durante cuatro décadas una especie de «sociedad-bomba» que no se puede «revolucionar» en favor de la libertad y la justicia sin hacer saltar por los aires todo el orden regional y quizás mundial. Entre tanto, esta lógica del país-bomba, aceptada por todos, de derechas y de izquierdas, ha llevado a Bashar Al-Assad a creer, quizás sinceramente, que matando, torturando y encarcelando a miles de personas está defendiendo la paz; y que cuantas más personas mate, torture o encarcele más y mejor está sirviendo a la causa de la humanidad. A eso se dedica con toda abnegación y disciplina.
Por el momento, un año después, la obstinación criminal del régimen y la intervención sorda de las potencias más reaccionarias del Golfo (tanto suníes como chiíes) está a punto de convertir a Siria en la tumba, al menos provisional, de la Primavera Árabe, en la fosa común del nuevo espíritu panárabe que ella había despertado y en el pudridero de la alianza panislámica surgida en la última década en torno a la resistencia palestina. ¿También quizás en la fuerza centrípeta de la descomposición regional y en el núcleo atómico de una nueva guerra mundial?
Si «Siria es un mundo reducido que lleva en sí todas las contradicciones del mundo en su conjunto», puede que haya que aceptar que las cosas no pueden ni deben ocurrir de otro modo; que hay pueblos, en efecto, a los que no se puede permitir que pidan democracia y justicia social; y que la paz mundial depende de un complicado juego de tetris en el que hay que estar todo el rato encajando diferentes dictaduras y diferentes intereses multipolares, procurando que los pueblos irresponsables no desbaraten los ajustes. Puede que esto sea así. Puede que la derrota de la revolución siria sea la mejor noticia que puede recibir el mundo en estos momentos.
Pero esta barbaridad de hecho -si aceptamos su facticidad- debería al menos obligarnos a reflexionar y a plantearnos una cuestión al mismo tiempo de programa y de principios. Si vivimos en un mundo tan endiabladamente frágil, tan atrozmente configurado, tan irracio- nalmente concebido que no admite compatibilidad alguna entre las demandas de los pueblos y la paz mundial; en un mundo tan impermeable a la política que en él la defensa de la razón común, la ética común y la justicia común solo pueden conducir a la catástrofe o incluso al apocalipsis; en un mundo hasta tal punto contradictorio en su raíz con la civilización misma que el único mínimo acuerdo que se puede alcanzar para garantizar la supervivencia del planeta es el de sostener una dictadura y sacrificar al pueblo que la combate; si vivimos, en fin, en un mundo así, tan tajantemente de derechas, tan del gusto de EEUU y sus aliados, en el que hay lugares donde no se puede y, aún más, no se debe defender ningún principio, ¿qué querrá decir ser de izquierdas? ¿Cuál es el programa de la izquierda para un mundo sin principios?
Si no hay ninguna manera, aquí y ahora, de defender la democracia y la justicia social en Siria, si lo mejor que podemos hacer (todos de acuerdo: Qatar, Arabia Saudí, Turquía, EEUU, la UE, Israel, China, Rusia, Irán, pero también Venezuela y Cuba) es abortar su revolución, ¿qué puede proponer la izquierda a los sirios? ¿La «estabilidad» anterior al 15 de marzo de 2011?
Puede que estemos ayudando a salvar el planeta. Puede. Ahora queda saber qué pinta la izquierda en un planeta así. Y queda explicárselo a los sirios que se están jugando la vida irresponsa- blemente, sin comprender los problemas que están generando con su coraje.

viernes, 23 de marzo de 2012

PALESTINA en su humor gráfico. EXPOSICIÓN

NAJI el ALI:  La  historia de Palestina a través de sus caricaturas.



Pulsa en la imagen para ver el catálogo de la exposición.

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Inauguración el Viernes, 30 de Marzo a las 12h. 


con la presencia de Pedro Rojo -arabista, director


de Al  Fanar y comisario de la exposición- y de


Said Diab Alí Mustafá, refugiado palestino 


residente en Jordania.


GUÍA de LECTURA sobre PALESTINA ofrecida por la Biblioteca de Pumarín-Gijón Sur


domingo, 18 de marzo de 2012

La monarquía marroquí. "Le roi predateur"



Ensayo en francés por  CATHERINE GRACIET y ÉRIC LAURENT
sobre el papel de la monarquía y los círculos próximos a "palacio" en la economía marroquí y la utilización de las riquezas del país con absoluta arbitrariedad.
Contando con un conocimiento directo de la realidad de Marruecos y con fuentes directamente relacionadas con los círculos del poder, describen como se lleva a cabo el saqueo del país.

jueves, 15 de marzo de 2012

GAZA EN CRISIS. N. Chomsky e Ilan Pappé


 Gaza en crisis.
 Noam Chomsky e Ilan Pappé reflexionan sobre las distintas formas de violencia que, desde hace más de sesenta años, Israel emplea con los palestinos. Sus voces, de las más autorizadas, poseen registros distintos: en Chomsky, Israel/Palestina es un epítome de la visión imperial del capitalismo estadounidense; para Pappé, historiador israelí, es materia de estudio y de supervivencia moral.
Según Chomsky, somos cándidos: siempre tendemos a "infravalorar la eficacia de la violencia", lo útil que es para el que la ejerce. Conforme a su análisis, el Estado de Israel se ha construido apostando una y otra vez por el expansionismo y la colonización frente a la seguridad. En los momentos decisivos (partición de 1947, guerra de 1967, invasión del Líbano en 1982, masacres de Gaza de 2008-2009) la brutalidad ha sido la estrategia israelí contra la "amenaza" de un acuerdo político. Los réditos de esta violencia han sido múltiples: confiscación imparable de territorios, limpieza étnica sostenida, política de hechos consumados, alienación de la ciudadanía israelí, militarización de la vida pública. Incluso en el plano de las relaciones internacionales Israel ha conseguido legalizar de facto su ejecutoria, gracias al apoyo de Estados Unidos.
 El libro, que va alternando capítulos de cada autor, no es precisamente monocorde. La apuesta ilusionada de Pappé por un Estado único, multiconfesional y multiétnico, de resonancias binacionales, que parta de la reparación histórica, moral y legal de la Nakba (la limpieza étnica de Palestina de 1948), no casa con el escepticismo general de Chomsky. Para Pappé, el problema no es sólo la negación de la Nakba histórica, sino su continua actualización, hoy manifiesta en la guetización de Cisjordania y en la mera idea del desplazamiento forzoso de los palestinos israelíes. Ante esta situación, Pappé se transforma en activista que explica y defiende los beneficios del boicot académico y económico a Israel. Chomsky, si acaso, confía en Gaza, en su historia de resistencia agónica, para que no se produzca el politicidio, el asesinato de Palestina como nación, que él, siguiendo al sociólogo israelí Baruch Kimmerling, pronostica.

miércoles, 14 de marzo de 2012

LAS REVOLUCIONES ÁRABES UN AÑO MÁS TARDE por Samir Amin

publicado el Miércoles 29 de febrero de 2012 por CEPRID


Las victorias electorales del Islam político en Egipto y en Túnez.
La victoria electoral de los Hermanos Musulmanes y de los Salafistas en Egipto (enero 2012) no es sorprendente. La degradación producida por la mundialización capitalista contemporánea ha provocado una inflación prodigiosa de las actividades llamadas “informales” que, en Egipto proveen los medios para sobrevivir a más de la mitad de la población (60% según las estadísticas). Los Hermanos Musulmanes están en muy buena posición para sacar provecho de esta degradación y perpetuar su reproducción. Su ideología simple proporciona legitimidad a esta economía primitiva de mercado/bazar. Los medios financieros fabulosos puestos a su disposición por los Gobiernos del Golfo [las monarquías petroleras, nota del traductor] permiten traducirla en medios de acción eficaces: adelantos financieros a la economía informal, acciones caritativas de acompañamiento (centros sanitarios y otros).
Con estos medios los Hermanos Musulmanes se implantan en la sociedad real y la colocan bajo su dependencia. Pero su éxito hubiera sido difícil si no hubiera respondido perfectamente a los objetivos de los Gobiernos del Golfo, de Washington y de Israel. Esos tres íntimos aliados comparten la misma preocupación: hacer fracasar la recuperación de Egipto. Porque un Egipto fuerte, erguido, significa el fin del triple hegemonismo: del Golfo (la sumisión al discurso de islamisación de la sociedad; de los Estados Unidos (un Egipto comprador y miserable queda sometido a su dominación) y de Israel (un Egipto impotente deja hacer en Palestina).
El aborto planificado de la “revolución egipcia” garantizará entonces la continuidad del sistema establecido desde Sadat, fundado en la alianza de los jefes del Ejército y del Islam político. Una revisión del reparto de los beneficios de esta alianza en beneficio de los Hermanos Musulmanes puede sin embargo resultar difícil.

La Asamblea Constituyente surgida de las elecciones de octubre de 2011 en Túnez estará dominada por un bloque de derecha que reunirá el partido islámico Ennahda y muchos cuadros reaccionarios hasta hace poco asociados al régimen de Ben Alí, siempre en sus puestos e infiltrados en los “nuevos partidos” bajo e nombre de “bourguibistas”. Unos y otros comparten la misma adhesión incondicional a la “economía de mercado”, tal como existe, es decir un sistema capitalista dependiente y subalterno. Francia y los Estados Unidos no piden otra cosa: “cambiar algo para que nada cambie”.
Sin embargo, dos cambios están a la orden del día. Positivo: una democracia política pero no social (es decir una “democracia de baja intensidad”) que tolerará la diversidad de opiniones, respetará más los “derechos humanos” y pondrá fin a los horrores policiales del régimen precedente. Negativo: una probable regresión de los derechos de las mujeres. Dicho de otra manera un retorno a un “bourguibismo” pluripartidario teñido de islamismo. El plan de las potencias occidentales, basado en el poder del bloque reaccionario comprador, pondrá fin a esta transición que se quería “corta” (lo que el movimiento aceptó sin medir las consecuencias) no dejando tiempo a las luchas sociales para organizarse y permitirá la instalación de la “legitimidad” exclusiva del bloque reaccionario comprador mediante elecciones “correctas”. El movimiento tunecino prácticamente se desinteresó de la política económica del régimen destituido, concentrando sus críticas sobre la “corrupción” del presidente y su familia. Muchos contestatarios, incluso “de izquierda” no cuestionaban las orientaciones fundamentales del modo de desarrollo implementado por Bourguiba y Ben Ali. El resultado era entonces previsible.
Es así que las mismas causas producen a veces los mismos efectos. ¿Qué pensarán y harán las clases populares en Egipto y en Túnez cuando verán que continúa inexorablemente la degradación de sus condiciones sociales, con su cortejo de desempleo y de precarización, probablemente agravada con las degradaciones suplementarias intensificadas por la crisis general de la mundialización capitalista? Es muy pronto para decirlo, pero no cabe obstinarse a ignorar que sólo la rápida cristalización de una izquierda radical que vaya mucho más allá de la reivindicación de elecciones correctas, puede permitir la reanudación de las luchas por un cambio digno de ese nombre. Corresponde a esa izquierda radical saber formular una estrategia de democratización de la sociedad que vaya mucho más allá que la simple realización de elecciones correctas, que asocie la democratización al progreso social, lo que implica el abandono del modelo de desarrollo existente, y que refuerce las iniciativas por una posición internacional independiente y francamente antiimperialista. No son los monopolios imperialistas y sus servidores internacionales (el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial del Comercio) que ayudarán a los países del Sur a salir del atolladero: la tarea será menos difícil orientándose hacia los nuevos interlocutores del Sur.
Ninguna de estas cuestiones políticas fundamentales parecen preocupar a los mayores actores políticos. Todo transcurre como si el objetivo final de la “revolución” fuera conseguir rápidamente que se celebren elecciones. Como si la fuente exclusiva de legitimidad del poder residiera en las urnas. Hay, sin embargo, una legitimidad superior: la de las luchas. Esas dos legitimidades están destinadas enfrentarse seriamente en el futuro.

¿Serán posibles en Argelia reformas dirigidas desde el interior?
Argelia y Egipto han sido, en el mundo árabe, los dos países de vanguardia en el primer “despertar del Sur” en la época de Bandung, del no Alineamiento y del despliegue victorioso de la afirmación nacional post-colonial, asociado a auténticas realizaciones económicas y sociales importantes y progresistas que auguraban hermosas posibilidades en el futuro. Pero después los dos países llegaron a un punto muerto para finalmente aceptar la “vuelta al redil” de los Estados y sociedades dominados por el imperialismo.
El modelo argelino dio signos evidentes de una consistencia más fuerte, lo que explica que haya resistido mejor su degradación ulterior. Por esa razón la clase dirigente argelina es heterogénea y está dividida entre quienes mantienen aspiraciones nacionales y quienes han adherido a la burguesía "compradora" (a veces esos dos componentes conflictivos se combinan en las mismas personas). En Egipto, por el contrario, la clase dominante se convirtió íntegramente, con Sadat y Mubarak , en burguesía compradora, carente de toda aspiración nacional.
Dos razones principales explican esta diferencia. La guerra de liberación en Argelia produjo, naturalmente, una radicalización social e ideológica. En cambio en Egipto el naserismo surge al final del período de expansión del movimiento iniciado por la revolución de 1919 que se radicaliza en 1946. El golpe de Estado –ambiguo- de 1952 es una respuesta al callejón sin salida en que se encuentra el movimiento. Por otra parte la sociedad argelina sufrió, con la colonización, enormes asaltos destructores. La nueva sociedad argelina, surgida de la reconquista de la independencia, no tenía nada en común con la de la época precolonial. Se había convertido en una sociedad plebeya, marcada por una muy fuerte aspiración a la igualdad.
Esta aspiración no se encuentra con la misma fuerza en ninguna otra parte en el mundo árabe, ni en el Maghreb ni en el Mashrek. Por el contrario, Egipto moderno se constituyó desde el comienzo (a partir de Mohamed Ali) por su aristocracia progresivamente convertida en “burguesía aristocrática” (o “aristocracia capitalista”). Esas diferencias generan otra, de evidente importancia, que se refiere al porvenir del Islam político. Como indica Hocine Bela lloufi (La democracia en Argelia: ¿reforma o revolución?, en curso de publicación) el Islam político argelino (el FIS), que mostró su faz horrible, fue derrotado. Ello no significa que el problema esté definitivamente resuelto. Pero la diferencia es grande con relación a la situación en Egipto, caracterizada por una sólida convergencia entre el poder de la burguesía compradora y el Islam político de los Hermanos Musulmanes.
De todas esas diferencias entre los dos países derivan posibilidades diferentes de respuesta a los actuales desafíos. Argelia me parece en mejor posición (o en posición menos mala) para responder a dichos desafíos, por lo menos en el corto plazo. Me parece que en Argelia existe todavía la posibilidad de reformas económicas, políticas y sociales controladas desde el interior . En cambio en Egipto la confrontación entre el “movimiento” y el bloque reaccionario “contrarrevolucionario” parece tender inexorablemente a agravarse.
Argelia y Egipto constituyen dos ejemplos paradigmáticos de la impotencia, hasta ahora, de las sociedades implicadas de hacer frente al desafío. Argelia y Egipto son dos países del mundo árabe candidatos posibles a la “emergencia”. Es evidente la responsabilidad principal de las clases dirigentes y de los sistemas de poder actuales en el fracaso de lograr dicha “emergencia”. Pero la de las sociedades, los intelectuales, la de los militantes de los movimientos en lucha debe también tomarse seriamente en cuenta.
¿Cabe esperar una evolución democrática pacífica en Marruecos? Lo dudo en la medida que el pueblo marroquí seguirá adhiriendo al dogma arcaico que no disocia la monarquía (de derecho divino: “amir el mouminine”) de la Nación, Esa es sin duda la razón por la cual los marroquíes no comprenden la cuestión saharaui : los nómades orgullosos del Sahara tienen otra concepción del Islam, que les prohíbe arrodillarse ante otro que no sea Allah, así sea el Rey.

El drama de Siria
El régimen de Bashar el Assad no es ni más ni menos que un régimen policial que acompaña la sumisión a las exigencias del “liberalismo” mundializado. La legitimidad de la rebelión del pueblo sirio es indiscutible. Pero la destrucción de Siria constituye el objetivo de los tres asociados que son Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita que movilizan con esa finalidad a los Hermanos Musulmanes y los proveen de armas. Su eventual victoria –con o sin intervención extranjera – tendrá como resultado el desmembramiento del país, la masacre de los alauitas, de los druzos y de los cristianos. Pero no importa. El objetivo de Washington y de sus aliados no es liberar a Siria de su dictador, sino de destruir el país, como no era liberar de Saddam Hussein a Irak, sino destruirlo.
La única solución democrática sería realizar reformas substanciales en beneficio de las fuerzas populares y democráticas existentes y que rehúsan dejarse enrolar por los Hermanos Musulmanes. Si el régimen se muestra incapaz de comprenderlo, nada impedirá que el drama continúe hasta su culminación. Es irónico ver que ahora el Sultán de Qatar y el Rey de Arabia Saudita son los campeones de la promoción de la democracia (en otros países). ¡Resulta difícil que la farsa vaya todavía más lejos!

La geoestrategia del imperialismo y la cuestión democrática
He querido demostrar en este libro que la despolitización ha sido decisiva en la ascensión del Islam político. Esta despolitización no es, por cierto, específica del Egipto nasserista. Ella ha sido la práctica dominante en todas las experiencias nacionales populares del primer despertar del Sur e incluso en las de los socialismos históricos una vez terminada la primera fase del hervor revolucionario. El denominador común ha sido la supresión de la práctica democrática (que yo no reduzco a la celebración de elecciones pluripartidarias), es decir el respeto de la diversidad de opiniones y de propuestas políticas y de su eventual organización.
La politización exige la democracia. Y la democracia solo existe cuando los “adversarios” gozan de libertad. En todos los casos su supresión, que origina la despolitización, es responsable del desastre ulterior. Que este adopte la forma de anacronismos (religiosos u otros) o de adhesión al consumismo y al falso individualismo promovido por los medios de comunicación occidentales, como fue el caso de los pueblos de Europa Oriental y de la ex URSS y como es el caso en otras partes no solamente de las clases medias (eventuales beneficiarias del desarrollo) sino también en el seno de las clases populares que, a falta de otra alternativa, aspiran también a beneficiarse aunque sea en muy pequeña escala (lo que es perfectamente comprensible y legítimo).
En el caso de las sociedades musulmanas, esta despolitización reviste la forma principal de vuelta (aparente) del islamismo. La articulación que asocia el poder del Islam político reaccionario, la sumisión “compradora” y la pauperización por la informatización de la economía de bazar no es específica de Egipto. Ella caracteriza a la mayor parte de las sociedades árabes y musulmanas hasta Paquistan y más allá. Esta misma articulación existe en Irán: el triunfo de la economía de bazar había sido señalada desde el comienzo como el principal resultado de la “revolución khomeinista”. La misma articulación poder islámico/economía de mercado de bazar devastó la Somalía, ahora borrada del mapa de naciones existentes (veáse mi artículo sobre la cuestión en el sitio Pambazuka 1/2/2011).

¿Qué se puede entonces imaginar si este Islam político asume el poder en Egipto o en otra parte?
Nos invaden los discursos tranquilizantes, de una increíble ingenuidad, sincera o falsa: Algunos dicen: Era fatal, nuestras sociedades están impregnadas por el Islam, se ha querido ignorarlo y se ha impuesto”. Como si el éxito del Islam político no se debiera a la despolitización y a la degradación social que se quiere ignorar. “Esto no es tan peligroso, el éxito es pasajero y el fracaso del poder ejercido por el Islam político llevará a que la opinión se aleje del mismo”. ¡Como si los Hermanos Musulmanes adhirieran al principio del respeto de los principios democráticos! Como aparentan creer en Washington, las “opiniones” fabricadas por los medios dominantes y la cohorte de “intelectuales” árabes, por oportunismo o ausencia de lucidez.
No. El ejercicio del poder por el Islam político reaccionario estará destinado a durar…¿50 años? Y mientras contribuirá a hundir en la insignificancia del tablero mundial a las sociedades que someterá, los “otros” continuarán avanzando. Al final de esta triste “transición” los países implicados se encontrarán en lo más bajo de la escala de la clasificación mundial.
La cuestión de la politización democrática constituye, en el mundo árabe como en el resto del mundo, el eje central del desafío. Nuestra época no es de avances democráticos sino de retrocesos. La centralización extrema del capital de los monopolios permite y exige la sumisión incondicional y total del poder político a las órdenes de aquél. La acentuación de los poderes presidenciales, aparentemente individualizados al extremo pero de hecho íntegramente sometidos a la plutocracia financiera, constituye la forma de esta deriva que aniquila el alcance de la difunta democracia burguesa (ella misma reforzada en su tiempo por las conquistas de los trabajadores) substituída ahora por la farsa democrática.
En las periferias los embriones de democracia, cuando existen, asociadas a regresiones sociales todavía más violentas que en los centros del sistema, pierden toda credibilidad.
El retroceso de la democracia es sinónimo de despolitización. Porque la democracia implica la afirmación en la escena de ciudadanos capaces de formular proyectos de sociedad alternativos y no solo la perspectiva de la “alternancia” (sin cambios) elecciones mediante.
Desaparecido el ciudadano sin imaginación creadora, lo sucede el individuo despolitizado que es un espectador pasivo de la escena política, un consumidor modelado por el sistema que se cree (equivocadamente) un individuo libre. Son tareas indisociables avanzar por los caminos de la democratización de las sociedades y de la repolitización de los pueblos.
Pero ¿por dónde comenzar? El movimiento puede iniciarse a partir de uno u otro de esos dos polos. Nada puede sustituir al análisis concreto de las situaciones concretas, en Argelia, en Egipto como en Grecia, en China, en el Congo, en Bolivia, en Francia o en Alemania.
A falta de progresos visibles en esa dirección el mundo entrará, como de hecho ya lo está, en una tormenta caótica asociada a la implosión del sistema. Entonces es de temer lo peor.
Samir Amin es director del Foro del Tercer Mundo.

martes, 6 de marzo de 2012

Tariq Alí: La mayoría de los sirios quiere que Asad se vaya

La mayoría del pueblo sirio quiere que el clan Assad se vaya. Entrevista Tariq Alí · · · · · 04/03/12 
publicado en SinPermiso

 El presidente Assad parece estar aferrado al poder en Siria. ¿Piensa que existe alguna hipótesis de que salga en un futuro próximo?
 Parece improbable que salga por voluntad propia. Necesita ser empujado. El pueblo sirio evidentemente está haciendo todo lo posible, dentro del país. Lo que es más peligroso son las presiones externas, especialmente en Estambul y de la OTAN, para intentar organizar una intervención. Eso sería desastroso y conduciría a un enorme baño de sangre. Mucho, mucho peor de lo que sucedió en Libia. La mejor forma sería la presión eterna de países que no son vistos como hostiles a Siria, como Rusia y China, y otros. Y es preciso que la presión se mantenga internamente. Es preciso decirle a Assad, en términos claros, que él tiene que irse, que si su padre derramó mucha sangre en Siria, él está haciendo lo mismo, que esta familia es inaceptable y que este país precisa de un gobierno nacional no sectario que prepare una nueva Constitución.

Entrevista en Sin Permiso

INFORME SOBRE LA SALUD EN PALESTINA


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Informe elaborado por los Comités de Trabajo por la Salud, HWC, y facilitado por Paco Ramos de Ecoloxistes n´Acción.

Raji Sounari, abogado palestino: "España puede liderar la respuesta europea y estar en el lado bueno de la historia"

  El abogado palestino Raji Sourani, durante su visita a España. — Sandra Barrilaro Raji Sounari, abogado palestino: "España puede lide...