sábado, 31 de agosto de 2013

SIRIA Y LA NECESIDAD DE QUE SU PUEBLO DICTE SU FUTURO

Comité de Solidaridad con la Causa Árabe


www.nodo50.org/csca

En la dinámica de las primaveras árabes, un proceso no finalizado de toma de conciencia, participación y transiciones en búsqueda de una vida democrática, surgió la primavera siria.
 
El régimen dictatorial que gobierna Siria desde decenios, con sucesión ‘republicana’ incluida, que controla el aparato del Estado y su economía, no quiso ceder al pueblo las llaves de su autodeterminación y la represión, siempre existente, se agudizó.
 
Por supuesto, Siria, como cualquier Estado, tiene un rol geoestratégico. Pero ese rol no debe ser un elemento que impida la crítica al régimen que con mano asesina lo gobierna. Siria no está en el bando occidental. Tampoco en el bando del respeto de los derechos humanos y democráticos. Mantiene una oposición formal a la ocupación israelí y de apoyo a la causa palestina. Pero esa coartada no debe servir para ocultar que esa posición no es la prioridad de su política y que sirve instrumentalmente para mantener en vigor un aparato represivo interior, para beneficio de la estabilidad del régimen, con la excusa del enemigo exterior. Salvando las distancias y para explicar la posición del CSCA ante el régimen sirio, de que se le debe de combatir, sería como si al franquismo, por su posición contraria a Israel, no se le hubiera debido combatir y destruir. El rol estratégico sirio no tiene bula para ensañarse contra el pueblo sirio.
 
Después de que la oposición siria de forma pacífica fuera duramente reprimida, empezó el paso de la violencia armada, la llegada de los servicios de información de todas las potencias y satrapías posibles y el trasvase de un conflicto interno a un campo de intervención donde muchos más agentes que los propios sirios –con asimetrías en el uso de la violencia armada- intervienen.
 
De unos planteamientos de forzar una conferencia de paz entre los sujetos sirios en Ginebra, en el año 2012, los agentes exteriores a los propios sirios, en función de la coyuntura de avances y retrocesos militares o violentos, pero siempre suministrando armas a los contendientes, se ha llegado a la actual situación, en que potencias occidentales amenazan en intervención directa, armada para destruir a un bando (y de paso su rol).
 
Las potencias occidentales se escandalizan de un supuesto ataque con armas químicas del régimen sirio, no contrastado, obviando la utilización de esas armas químicas de su aliado israelí –que tampoco ha ratificado la Convención de Armas Químicas- en diversos episodios de ataques a la población inerme de la palestina Gaza.
 
Por todo ello, el CSCA considera que hay que oponerse al diktak de las potencias occidentales y rechazar la política criminal que quieren imponer. Inclusive los instrumentos que tiene para reordenar el mundo bajo sus intereses, OTAN y bases militares, algunas en nuestro país.
Apoyar una Conferencia de Paz entre los agentes sirios que busque un marco de convivencia democrática.
Resituar a la ocupación israelí sobre territorios árabes como el elemento que incide en la inestabilidad política e injusticia en esa parte del mundo.
 

jueves, 22 de agosto de 2013

Los chicos de Hares pueden pasar el resto de sus vidas en la cárcel

 
 
“Imagínese que usted está confinado a un pequeño pedazo de tierra, teniendo a la vista un territorio mucho más extenso, que no puede tocar. Su casa está en un campo de refugiados, rodeado de elegantes conjuntos de viviendas construidas por y para los extranjeros que se apoderaron de su territorio sin previo aviso ni permiso.
Los intrusos, asentados sobre colinas que les permiten espiar hacia su casa, están protegidos por uno de los ejércitos más poderosos del mundo, pues sus tanques, misiles y helicópteros le son suministrados por el mayor poder militar del planeta. Y los soldados restringen fuertemente sus movimientos dentro de su propio territorio.
También someten a su familia a revisaciones aleatorias en los puestos militares ubicados a lo largo de la carretera, en los que ustedes se ven obligados a presentar sus documentos y, a veces, a desvestirse y quedar en ropa interior. Por la noche, sin previo aviso, los soldados pueden entrar a su casa y arrestar a sus hijos en edad escolar. De hecho, lo hacen a menudo.
Una vez que finalmente usted averigua adónde los llevaron, puede que tengan que enfrentar cargos o no. Si no son procesados, los tribunales militares pueden mantenerlos detenidos indefinidamente. Si son incriminados, las posibilidades de que sean declarados inocentes son de 1 en 400.
Imagine que usted vive en tal lugar, en una tierra que durante mucho tiempo había soñado que  algún día sería un país soberano, pero que ahora está fragmentada en numerosos pequeños enclaves que lo mantienen confinado. ¿Qué haría usted?
Y si decide resistir, ¿cómo lo haría?”
María Landi (fuente Al Jazeera)


El contexto: a la sombra de Ariel

Durante el mes de marzo, como parte del equipo de International Women’s Peace Service (IWPS), estuve viviendo en Salfit, una región (distrito o provincia) de Palestina que no conocía. Salfit está en Cisjordania, casi a la misma altura de Nablus pero hacia el oeste, muy cerca de la Línea Verde. Es una región de paisajes montañosos y deslumbrantes; el verde de Salfit revela por sí solo lo que los israelíes descubrieron hace mucho tiempo: allí están las tierras más fértiles y la mayor abundancia de agua. No es de extrañar, pues, que en Salfit esté ubicado Ariel, el bloque de colonias judías ilegales más grande de toda Palestina (junto con el anillo que rodea a Jerusalén).

La presencia de Ariel y las colonias vecinas (Revava, Qiryat Netafim y Barqan) trastornó toda la vida palestina de la región donde se implantó, en 1978. La población de Salfit perdió gran cantidad de tierras que fueron confiscadas por el Estado sionista para construir las colonias ilegales y su área municipal. Y junto con ellas vinieron las medidas “de seguridad” que siempre van asociadas a las colonias: barrera de separación, carreteras y líneas de transporte público de uso exclusivo de los colonos, presencia permanente del ejército isaelí, restricciones y obstáculos a la libertad de movimiento palestino, etc.

 
http://mariaenpalestina.wordpress.com/2013/08/14/los-chicos-de-hares-pueden-pasar-el-resto-de-sus-vidas-en-la-carcel/
 


EGIPTO. Todos en contra de la democracia

Santiago Alba Rico



Es difícil no considerar legítimas las protestas de los HHMM y no admirar su coraje y resistencia; y es difícil justificar el golpe de Estado de un ejército que en pocos días ha matado a casi mil personas. Pero por muy difícil que resulte, ése parece el camino elegido, a derecha e izquierda, por las fuerzas políticas locales e internacionales y por los medios de comunicación de todo el mundo. Las protestas vagas y las llamadas a la “autocontención” y al “diálogo” por parte de la UE y los EEUU se conjugan con los titulares de los periódicos y las televisiones, que convierten una y otra vez a los HHMM en sujetos gramaticales de las frases –y en fuente material de los “disturbios”- mientras que la feroz represión y las víctimas de la misma aparecen como complementos circunstanciales o consecuencias colaterales.
 
El País escribe, por ejemplo: “Los islamistas mantienen su desafío a pesar de la represión”, en un ejercicio sutilísimo de contaminación lingüística en virtud del cual los manifestantes partidarios del presidente derrocado y de su partido legal se convierten en “islamistas” (término fatalmente marcado por asociaciones injuriosas y criminalizadoras) y la feroz represión de los golpistas, actores responsables de las matanzas, comparece casi como una mera adversidad atmosférica (“mantienen su desafío a pesar de la lluvia o del calor”). El titular de La Vanguardia, clon de los de otros muchos medios españoles, redacta por su parte: “El Viernes de la Ira desata un nuevo baño de sangre”, como si –una vez más- los partidarios de Mursi fueran los responsables, y no las víctimas, de las masacres policiales. Aunque el colmo de la sofisticación manipuladora corresponde a un gran periodista francés, Serge Michel, corresponsal de Le Monde en Egipto, quien responde a las preguntas de los lectores confirmando –a su pesar- que los manifestantes no tienen armas, salvo piedras y cócteles molotov, para asegurar enseguida que “esa es precisamente la estrategia de los HHMM: dejarse matar para hacerse pasar por las víctimas”.
 
No hay nada lo bastante difícil cuando se ha decidido ignorar la realidad y doblarla a favor de un proyecto suicida. Repugna sin duda ver a los defensores de la democracia –los hipócritas y los sinceros, los que aceptaron a regañadientes la salida de Moubarak y los que la pidieron a gritos por su carácter dictatorial- engañarse ahora a sí mismos y hacer concesiones a los militares fascistas en nombre del “mal menor” o del “despotismo ontológico” de los islamistas. Todo “demócrata” encuentra alguna vez en su vida alguna excepción que merece –o exige- abandonar los principios; alguna “causa mejor” en nombre de la cual estaría permitido secuestrar presidentes, suspender constituciones, detener, torturar y asesinar rivales políticos; y que permitiría incluso llamar a eso “democracia”. Esa “causa mejor”, la que reúne por fin a la derecha y a la izquierda por encima o por debajo de la “lucha de clases”, es la islamofobia. Contra los HHMM todo está permitido, porque son los causantes pasados, presentes y futuros de todas las tiranías y todos los abusos. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, simulen lo que simulen, llevan en su seno la “dictadura”. Mejor adelantarse e imponer nosotros la nuestra, aunque ello lleve a una renovación agravada del ciclo ya conocido de represión, radicalización, terrorismo y despotismo.
 
Quizás era una ingenuidad pensar que las revoluciones árabes podían “normalizar políticamente” la región a través de una democracia formal que visibilizase al menos la verdadera relación de fuerzas. Pero mucho más ingenuo es creer que la violación de los principios y las reglas que hemos defendido hasta ahora pueden garantizar mejor su aplicación. Cuando no se tiene ni la fuerza militar ni el apoyo popular suficiente para alcanzar el “socialismo”, la izquierda debía haber comprendido que la única manera de vencer a los HHMM era precisamente defender la democracia frente a los que –desde fuera y desde dentro- la han impedido durante décadas y que ahora, mientras unos pisan el acelerador y otros al menos el embrague, vuelven a adueñarse de la Historia. Si no por principio (lo que sería deseable), debían haberlo hecho como “estrategia”. Ayudar al más fuerte y más malo a volver al poder es una de las “astucias” más candorosamente suicidas a las que he asistido en mi vida.
 
No me gusta, en todo caso, llamar a las cosas con nombres livianos si tienen aristas duras. No me gusta dibujar alas de mariposa a los cocodrilos. Y no estoy dispuesto a aceptar que nuestros “dobles raseros” y nuestros “maquiavelismos” asesinos están al servicio de una causa mejor que las de los imperialistas o los terroristas. Defender la democracia significa enfrentarse a muchos enemigos: unos que matan sin reglas, como las instituciones financieras y los acuerdos comerciales; y otros que matan contras las reglas, como Pinochet y Gadafi y la CIA. Pero esas reglas –DDHH, democracia, Estado de Derecho- deben ser el motor y el objetivo de cualquier proyecto emancipador de izquierdas en cualquier lugar del mundo.
Nunca hubo la menor oportunidad para una revolución socialista en el mundo árabe; la izquierda que apoyó la llamada “primavera árabe” lo hizo en nombre de la dignidad y contra las dictaduras, convencida en apariencia de que dictadura significa arbitrariedad, imperio de la mafia y no de la ley, privatización de la soberanía, represión y tortura y asesinato de los ciudadanos. No podemos engañarnos. En Egipto ha habido un golpe de Estado tan infame y sangriento como los más nefandos de América Latina, y en sus primeras horas ha hecho más víctimas que el de Pinochet en el mismo tiempo.
 
Con el estado de emergencia en vigor, suspendidos todos los derechos, detenidos o asesinados todos los que se resisten, en Egipto hay una dictadura militar. Mursi y sus partidarios tienen no sólo la legalidad: también la razón y la justicia de su parte. Una izquierda digna de ese nombre debería denunciar sin parar esta dictadura, como denunció las de Moubarak, Ben Ali o Bachar Al-Assad, y apoyar, por principio, aunque no necesariamente con simpatía, a los valientes que se enfrentan a ella en la calle, solidarizándose con sus víctimas y sus familias. Los partidarios de Mursi están haciendo lo mismo que hicieron –hicimos- en 2011 contra Moubarak, Ben Ali o Gadafi. Y si hay un sector del pueblo que apoya a Al-Sissi, también lo había a favor de Moubarak, de Ben Ali y del Assad. E incluso suponiendo que los miles de partidarios de los HHMM no formen parte del pueblo (porque forman parte de un “complot terrorista”, la misma cantinela de todos los dictadores en todas las épocas de la historia, la misma de Gadafi, Ben Ali, Assad, Saleh, Moubarak, etc.), hay que decir que los pueblos –como los individuos- unas veces aciertan y otras se equivocan. Aciertan cuando derrocan a un dictador y se equivocan cuando lo restablecen. Una dictadura es siempre una dictadura, la defienda quien la defienda; y un golpe de Estado es siempre un golpe de Estado, por muchos millones que lo apoyen.
 
En Egipto hubo una revolución democrática en 2011 y la posibilidad de una lenta revolución social. Abortando la primera, se ha detenido también la segunda. No es difícil prever lo que viene: con guerra civil o no, la confrontación y radicalización es segura; la dictadura también. Las revoluciones árabes dejaron fuera de juego a los dictadores y a Al-Qaeda al mismo tiempo. Los dictadores y Al-Qaeda vuelven también de la mano. Hubo una oportunidad para la democracia y para la izquierda. Pero la propia izquierda ha preferido entregar su oportunidad a los militares y los talibanes. Quizás sin su colaboración habría ocurrido de todos modos. Pero entonces al menos tendrían la razón, la democracia y el coraje de su parte, tres capitales que nos harán falta en el futuro.
 
A pesar de la izquierda, quizás una democracia o democracita se salve en Túnez. El horror de Egipto, las concesiones de Nahda y el papel metapolítico del sindicato UGTT (el equivalente en fuerza del Ejército egipcio) pueden llevar a un acuerdo entre las fuerzas políticas con la conservación de la Constituyente y un gobierno de Unión Nacional como fundamentos. Pero no es seguro. Si así ocurriera, Túnez se convertiría en una islita en la región, más o menos inofensiva, pero un buen ejemplo, en todo caso, una vez pasada esta resaca de populismo golpista postmoderno. Pero no es seguro: no obstante algunas voces lúcidas y sensatas, la confluencia de intereses entre la derecha recedista, la izquierda radical y los yihadistas de Chaambi proyectan sobre el país la amenaza de un revolcón en el oleaje anti-ikhuani de la región. Sería terrible. Porque parafraseando a mi admirado amigo Sadri Khiari, no hay ningún “lado bueno” para retroceder hacia la dictadura y el oscurantismo.
 
Santiago Alba Rico es escritor y filósofo


LAS 10 GRANDES MENTIRAS SOBRE ISRAEL


Michel Collon, periodista e investigador de los medios de comunicación, nos informa sobre la manipulación sionista y el plan de colonización de Israel...

 Michel Collon, Animador del sitio web http://www.michelcollon.info, Responde a los grandes mitos que sirven para justificar a Israel y su política.
 

 
Michel Collon acaba de publicar el libro "Israel, hablemos de ello" donde se recogen veinte entrevistas a Chomsky, Ramadan, Gresh, Sand, Pappe y todos los mejores analistas del conflicto´. Preparando el libro "Israel, hablemos de ello", preguntamos a las gente en Bruselas, al azar, ¿Qué sabía de Israel y de su historia? La respuesta era catastrófica. Había una gran ignorancia del público y yo creo que esa ignorancia no se debe al azar. Hace más de sesenta años que los medios de comunicación europeos, que se dicen los "mejores del mundo", "que informan al pueblo" y, sin embargo, el público no sabe lo esencial. Yo creo que se debe a una operación de propaganda israelí, realizada con ayuda de los grandes medios y yo lo he resumido en las 10 grandes mentiras mediáticas que justifican a Israel.

La primera gran mentira mediática es que se dice que Israel fue creada en reacción al genocidio de los judíos en 1940-1945. Esto es totalmente falso. En realidad, este es un proyecto colonial que estaba ya previsto. Es en el Congreso de 1897, cuando el movimiento nacionalista judío decide colonizar Palestina. En ese momento el colonialismo estaba en auge. Ellos piden ayuda a las potencias coloniales, porque se dan cuenta que necesitan una protección. Primero al imperio turco, pero no muestran interés. Luego al imperio Británico que sí estaba muy interesado en tener colonos instalados en medio del mundo árabe, entre la parte Este y Oeste, que quería debilitar al pujante Egipto y quería controlar el Canal de Suez, el camino hacia la India que tiene muchas riquezas. Después Estados Unidos tomará el relevo por la cuestión del Petróleo. Por tanto, la creación de Israel no es algo de 1940-1945, sino más bien fruto de un proyecto colonial. Hay que recordar que en esa época las potencias coloniales se reparten África como un pastel, en la Conferencia de Berlín de 1885 se la reparten entre Inglaterra, Francia, Bélgica, Portugal, España y Alemania, allí no es invitado ningún africano. Se trata, pues, de una época colonial e Israel es un proyecto colonial. Así es.

Los judíos regresan a la tierra que les fue arrebatada por el Imperio Romano en los años 70 d.C. Esto es un mito absoluto, porque yo he entrevistado en el libro al historiador Schlomo Sand y él ha hablado con arqueólogos e historiadores de Israel y todos ellos dicen que no hubo éxodo ni retorno; en conjunto la población se quedó allí, el grueso de la población se quedó allí, pero no hubo éxodo, el grueso de la población se quedó allí. Esto tiene dos consecuencias: La primera es que, en el fondo, los descendientes de esos judíos que vivieron en la época de Jesucristo, son los palestinos que viven ahí hoy y, la segunda, es que si no hubo gente que marchó ¿Quiénes son entonces esos que dicen que retornan? En realidad, son los convertidos: europeos del Este y del Oeste, magrebíes... Son los que se han convertido al judaísmo en distintos momentos y por diferentes razones, pero no el pueblo judío. Y como dice Sand el pueblo judío no existe como tal, pues no hay una misma historia, ni una misma cultura, ni una misma lengua. Sólo comparten una misma religión, pero la religión no es un pueblo; no se habla de pueblo cristiano o musulmán, así que tampoco de pueblo judío.

El tercer gran mito: es que no es tan grave que hayan colonizado esa tierra porque, aquello era un desierto y estaba vacío. Eso es también una absoluta mentira. Los testigos de la época, de finales del Siglo XIX, dicen que Palestina era un océano de trigo, había cultivos, exportaciones, por ejemplo, a Francia. Producción de jabón, de aceite, de las famosas naranjas. Y cuando los colonos británicos y después los judíos vienen a instalarse a Palestina a partir de 1920, los campesinos palestinos se niegan a darles sus tierras y hay revueltas, huelgas generales, manifestaciones con numerosos muertos. Hasta una guerrilla Palestina. Lo que ha destruido todo esto ha sido la enorme represión que ha ejercido el ocupante británico, primero, y sionista después.


lunes, 19 de agosto de 2013

La hora sudafricana ha sonado para el movimiento de liberación palestino

Liliana Córdova Kaczerginski
Miembro fundador de la Red Judía Antisionista Internacional IJAN
 
 
Hija de supervivientes de la II Guerra Mundial, lleva a cabo una intensa lucha, tanto en el plano teórico de la investigación como en el práctico, para desenmascarar la verdadera naturaleza colonial y excluyente del proyecto sionista del Estado de Israel.
Alejandro Fierro. Madrid
12/08/13
(publicado en Diagonal)
Sionismo, judaísmo, Israel… Son conceptos que se difunden mezclados, ¿acaso de una forma interesada?
Estos conceptos no son fácilmente entendibles, ya que el proyecto sionista fue concebido y realizado por personas judías. El sionismo es una doctrina política, mientras que el judaísmo es una religión, una cultura, una identidad… Como muchas doctrinas, el sionismo pretende ser hegemónico, en su caso a lo que se refiere al colectivo judío. Además, una vez proclamado el Estado de Israel, sus autoridades comienzan a hacer un uso intercambiable de los conceptos. Por ejemplo, hablan en nombre del pueblo judío cuando son el Gobierno de Israel, elegido por su ciudadanía. El colectivo judío fuera de de Israel es mucho mayor y no elige a sus representes en ese país. Hablar en nombre de tanta gente que está por doquier, destacando su vínculo étnico con los antiguos hebreos –sin ningún fundamento científico, como prueban historiadores y arqueólogos- y vehiculando así una historia vernácula que lleva hasta el Antiguo Testamento, da una narrativa de legitimidad al proyecto sionista.
¿Por qué es necesario que las personas judías se posiciones en un grupo específico contra el antisionismo, como la Red Internacional Judía Antisionista (IJAN por sus siglas en ingés) en lugar de integrarse en organizaciones propalestinas ya formadas?
No es necesario, pero sí adecuado. Hay personas judías que sienten la necesidad de expresar su identidad y están horrorizadas de que se las confunda con los criminales sionistas. El movimiento de solidaridad se enriquece cuando es variopinto. Ahora, por ejemplo, hay un colectivo de jóvenes árabes por Palestina que se formó en Francia. Además, el aparente oxímoron judío-antisionista tiene una carga potente que nos gusta.
En los 60 usted viaja a Israel, toma conciencia de la realidad de la ocupación y se posiciona contra el sionismo. ¿Cómo fue esa experiencia de ruptura?
No fue nada fácil. Evidenciar el engaño de la narrativa sionista, aquello de ‘una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra’, fue traumático. Me sentí víctima de una manipulación, de un abuso. La ruptura social era inevitable, aunque felizmente no tuve que sufrir ninguna ruptura familiar. Son periodos de enajenación hasta que se encuentran nuevas referencias y vínculos acordes a otra visión.
El Holocausto es la gran coartada para la impunidad de Israel. Ustedes hacen una lectura diferente, como han demostrado en un texto reciente equiparando el levantamiento del Gueto de Varsovia con el bloqueo a la Franja de Gaza
Prefiero el término más amplio de ‘genocidio’, antes que Holocausto, no para suavizar lo atroz, sino para incluirlo en su debido paradigma junto a los genocidios gitano, armenio, indoamericano y el lento genocidio de la población palestina. El genocidio judío no debe ser aislado de los otros genocidios de la historia. La educación sionista quiere imprimirle a cualquier precio un sello de especificidad para que no sea comparable con nada debido a su crueldad y extensión.
De esta forma se culpabiliza al mundo y a los árabes, sobre todo al pueblo palestino, por ese crimen inigualable. Como integrante de la IJAN denunciamos el ‘nunca más’ solo para los míos y apoyamos el ‘nunca más’ para nadie. En cualquier caso, yo diría que el mayor crimen de la humanidad ha sido el comercio transatlántico de esclavos africanos durante tres siglos, donde casi la mitad de estas personas moría antes de llegar
¿Tiene IJAN una postura definida sobre el debate territorial de Palestina: dos estados, uno israelí y otro palestino, un estado binacional, un estado único…?
IJAN, como grupo integrante del movimiento global de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra el Estado de Israel, apoya las demandas del Comité Nacional Palestino de Boicot (BNC): el derecho inalienable del pueblo palestino a la autodeterminación y el respeto al Derecho Internacional. De acuerdo a esto, Israel tiene que poner fin a la ocupación y colonización de todas las tierras árabes y desmantelar el Muro; tiene que reconocer los derechos fundamentales y la igualdad absoluta de las personas palestinas con ciudadanía israelí, y, finalmente, tiene que respetar, proteger y favorecer el derecho de los refugiados palestinos a volver a sus hogares y propiedades, tal y como establece la resolución 194 de Naciones Unidas. En cuanto a la perspectiva estatal, no hay una postura unánime con tal de que los derechos inalienables sean respetados. Mi visión personal es que la autodeterminación palestina no podrá lograrse sin el desmantelamiento del estado sionista israelí.
¿Qué papel puede jugar un grupo específicamente judío como IJAN en la Campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones BDS contra Israel, sobre todo en su difusión entre personas y firmas judías?
Mi objetivo político no es ‘convertir’ a personas judías, bautizándolas a los Derechos Humanos universales, sino establecer un debate para que afloren las contradicciones entre la ética y el régimen colonial. Si estas personas se adhirieran en masa a la campaña de BDS, a través de IJAN o de cualquier otro grupo, sea judío o no, querrá decir que estamos ya ante un movimiento masivo integrado por activistas de múltiples orígenes que están indignados con el sistema opresor que nos rige a nivel global.
Tras casi ocho años de aplicación, ¿en qué fase se encuentra la Campaña de BDS?
Estoy en esta campaña desde sus inicios en 2004, con aquel primigenio llamamiento de la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural a Israel PACBI para llevar a cabo un boicot universitario. Estamos en una etapa en la que el movimiento comienza a adquirir legitimidad ante la evidente impunidad de Israel para sabotear durante 20 años las negociaciones con la Organización para la Liberación de Palestina. La hora sudafricana ha sonado para el movimiento de liberación palestino. La resistencia popular volverá a jugar un papel primordial, junto a las primaveras árabes, confrontando los proyectos de normalización con el régimen sionista y el imperialismo destructor de la unidad regional. El aislamiento internacional del sistema institucional racista de  Israel basado en la supremacía del colectivo humano dominante es un complemento fundamental para la emancipación del pueblo originario del control colonial.

domingo, 18 de agosto de 2013

Después de hoy, qué musulmán volverá a creer en las urnas?

 
Robert Fisk
Partidarios del depuesto presidente Mohammed Mursi huyen de los tiroteos que emprendieron contra ellos las fuerzas de seguridad de Egipto, durante los enfrentamientos ocurridos en el distrito de Ciudad Nasr de El CairoFoto Ap
 
 
El crisol egipcio se ha roto. La unidad de Egipto, ese aglutinamiento incluyente, patriótico y esencial que había impedido a la nación desmoronarse desde el derrocamiento de la monarquía en 1952 y el mandato de Nasser, se ha disuelto entre matanzas, tiroteos y la furia de este miércoles en la represión a la Hermandad Musulmana. Cien muertos, o 200 o 300 mártires. El saldo no implica ninguna diferencia: para millones de egipcios el camino de la democracia ha quedado destruido entre fuego y brutalidad. ¿Qué musulmán que busque un Estado basado en su religión volverá a confiar en las urnas?
Esta es la verdadera historia del actual baño de sangre. ¿A quién le sorprende que los simpatizantes de la Hermandad Musulmana enarbolaran Kalashnikovs en las calles de El Cairo? ¿O que quienes apoyan al ejército y a su gobierno interino en las zonas de clase media de la capital también hayan tomado sus armas y respondido a los tiroteos? Esto no es la Hermandad Musulmana contra el ejército, pero con esa mendacidad tratarán de describir esta tragedia los gobernantes occidentales.
La violencia de este miércoles ha creado una cruel división en la sociedad egipcia que tardará años en sanar: entre izquierdistas y laicos, cristianos coptos y musulmanes sunitas de los poblados, entre el pueblo y la policía, entre la Hermandad. Las iglesias incendiadas eran el inevitable corolario de este terrible estallido.
En Argelia en 1992, en El Cairo en 2013, y quién sabe qué ocurrirá en Túnez en las siguientes semanas o meses. Los musulmanes que llegaron al poder de manera justa y democrática, gracias al voto del pueblo, han sido arrojados de ese poder. ¿Y quién puede olvidar el malvado bloqueo a Gaza cuando los palestinos votaron democráticamente para que Hamas los gobernara? No importa cuántos errores cometió la Hermandad en Egipto ni qué tan promiscuo o arrogante fue su mandato; el presidente democráticamente electo, Mohamed Mursi, fue derrocado por el ejército. Se trató de un golpe de Estado, como bien lo describió John McCain en su momento.
Por supuesto que la Hermandad Musulmana desde hace tiempo debió moderar su amour propre y mantenerse dentro de los límites de la seudodemocracia permitidos por el ejército egipcio, no porque esto fuera justo o aceptable, sino porque la otra alternativa era volver a la clandestinidad, a los arrestos a la media noche, a la tortura y al martirio. Éste ha sido el papel histórico de la Hermandad, con periodos de vergonzosa colaboración con las fuerzas británicas que ocuparon Egipto y con las dictaduras militares que gobernaron el país.
El regreso a la oscuridad que ya se anuncia tiene sólo dos resultados posibles: que la Hermandad se extinga en medio de una atroz violencia o que triunfe, en un futuro distante. Que el cielo guarde a Egipto de un destino que lo convierta en una autocracia islamita.
Las llamas ya hacían su venenoso trabajo este miércoles antes de que el primer cadáver fuera sepultado. ¿Puede Egipto evitar una guerra civil? ¿Podrá el leal ejército egipcio hacer desaparecer a la terrorista Hermandad Musulmana? ¿Qué hay de quienes se manifestaban antes del derrocamiento de Mursi? Tony Blair fue sólo uno de los que hablaron del inminente caos al expresar su apoyo al general Abdul Fattah al Sisi. Cada incidente violento en Sinaí, cada pistola en las manos de la Hermandad Musulmana será usada para convencer al mundo de que la organización, lejos de ser un pobremente armado pero muy bien organizado movimiento islamita, es el brazo derecho de Al Qaeda.
 
La historia podría adoptar otra visión. Ciertamente será difícil explicar cómo es que varios miles, quizás hasta millones, de egipcios liberales y educados continuaron dando su total y más profundo apoyo a un general que dedicó mucho del tiempo que siguió al derrocamiento de Mursi a justificar que el ejército practicara pruebas de virginidad de las mujeres que protestaban en la plaza Tahrir. Al Sisi será puesto bajo mucha presión en los próximos días. Siempre se le consideró amistoso hacia la Hermandad, aunque esta idea bien puede ser un mito provocado por el hecho de que su esposa siempre lleva un velo negro que sólo deja descubiertos sus ojos.
Muchos intelectuales de clase media que han respaldado al ejército tendrán que meter sus conciencias en una botella para justificar los actos que ocurrirán en un futuro.
Esperemos, también, la acostumbrada retahíla de preguntas como: ¿significa esto el fin del Islam político? Por el momento, así es. La Hermandad no está con ánimo de hacer más experimentos con la democracia, lo cual pone a Egipto en un peligro inmediato, pues la falta de libertad provoca violencia.
¿Se convertirá Egipto en una nueva Siria? Eso es poco probable. Egipto no es un Estado sectario y nunca lo ha sido, ni siquiera con su 10 por ciento de población cristiana, y tampoco es inherentemente violento. Nunca experimentó salvajes levantamientos como los de los argelinos contra los franceses, ni insurgencias como la siria, libanesa y palestina contra los mandatos británico y francés.
Muchos fantasmas estarán cabizbajos y avergonzados este día, como el día que participaron en la gran revuelta de abogados de 1919, por dar un ejemplo, o el fantasma de Saad Zaghloul y del general Muhammad Neguib, cuyas exigencias revolucionarias de 1952 son similares a las de la gente que se reunió en la plaza Tahrir en 2011.
Sí, algo murió en Egipto este miércoles. No la revolución, porque en todo el mundo árabe los pueblos conservan la noción íntegra, aunque ensangrentada, de que sus países pertenecen al pueblo y no a sus líderes. ¿Ha muerto la inocencia, como ocurre en toda revolución? No. Lo que expiró este día fue la idea de que Egipto es la madre eterna de la nación árabe, el ideal nacionalista, la pureza con la que Egipto se consideraba la madre de su pueblo. Porque las víctimas pertenecientes a la Hermandad, así como para la policía y los simpatizantes del gobierno, también eran hijos de Egipto, pero nadie lo creyó así. Se han convertido en terroristas, el enemigo del pueblo. Y esa es la nueva herencia de Egipto.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca

Ocupación y complicidad

El Escorial, Madrid. 14 AGO 2013




publicado en el periódico "El País"
(Sobre las "negociaciones" entre Palestina e Israel)

Se vuelve a hablar de negociaciones entre el Gobierno israelí y líderes palestinos. Contemporáneamente, los israelíes toman medidas para incrementar las colonias sionistas en los Territorios Ocupados y, sin cambiar sus “leyes” de detención administrativa y el resto de las del apartheid, liberan algunas decenas de presos palestinos. Algunos son acusados de haber matado israelíes hace más de 20 años, antes incluso de las “negociaciones” de Oslo de 1993.
¿Cuántos israelíes que han matado a palestinos están en la cárcel? ¿Cuántos acusados de crímenes de guerra han pasado por cualquier juzgado, aunque sea fuera de sus fronteras?
Los israelíes han liberado ya a cientos y miles de presos de palestinos periódicamente. Una y otra vez han vuelto a llenarse sus cárceles con nuevos y antiguos presos palestinos. Las colonias avanzan. La Unión Europea, Estados Unidos, Rusia, el incomprensible Cuarteto del que forma parte una secuestrada Naciones Unidas, miran para otro lado con el desplazamiento de los árabes israelíes, con los bantustanes de Cisjordania, sin hablar de la ribera occidental del Jordán, el bloqueo de Gaza al que se ha unido los golpistas egipcios, etcétera.
Esas conversaciones con una correlación de fuerzas tan desigual y un Cuarteto velador de las mismas, con una promiscua indiferencia a una ocupación y a las leyes del apartheid, solo conduce a una distracción sobre la falta de toma de responsabilidad y a la complicidad con la ocupación. Todos lo sabemos. ¿Quieren que los ciudadanos se hagan también cómplices o se hastíen de ese drama y así hacer legal la fuerza de la conquista?—

Santiago González Vallejo. Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.

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