RAÍLES DE SANGRE
DAVID LOPATEGI, MILITANTE DE EUSKAL HERRIAK KAPITALARI PLANTO!
Cuando las instituciones vascas no
cumplen y el gran capital va a lo suyo, al negocio, es el momento de la gente,
de la solidaridad entre pueblos y de activar los mecanismos de presión popular
a nuestro alcance para evitar que un nuevo atropello ocurra en Palestina.
2020/11/03
En el 2006 se estrenaba la película
"Diamantes de Sangre". Esta ponía de relieve el caso de los diamantes
obtenidos en zonas de guerra mediante prácticas de esclavitud y
semi-esclavitud, bajo el liderazgo de grandes empresas con sede en territorios
alejados de dichas zonas en conflicto, Congo en este caso.
El film español "El cuaderno de Sara" también abordó el caso del
coltán, mineral imprescindible y omnipresente en todos los aparatos
tecnológicos actuales, especialmente en los teléfonos móviles. La reserva de
este bien se encuentra fundamentalmente también en países empobrecidos por el
Norte Global.
Sin entrar a valorar la calidad artística de estas películas, ambas reflejan la
cruda realidad de territorios y países donde la vulneración de los derechos
humanos es un fenómeno sistemático de manos de grandes y no tan grandes
empresas transnacionales que, en alianza con las instituciones públicas, hacen
negocio a costa de la vida de miles de personas. A su vez, trasladan a las
personas espectadoras su responsabilidad ética como consumidoras, invitándolas
a cuestionarse el origen y el impacto de los productos que adquiere.
Así, los representantes de estas empresas transnacionales aparecen reflejados a
través de personajes sin escrúpulos a los que la vida –de las pobres, por
supuesto– y los derechos humanos no supone obstáculo alguno en sus ansias de
poder y de dinero. Personajes con los que cuesta empatizar y que a la salida
del cine pensamos que no son más que mera retórica, recursos cinematográficos
para hacer la trama más dramática. Sin embargo, estos existen, y los tenemos
bien cerca. Aquí en Euskal Herria, sin ir más lejos, tenemos unas cuantas.
Muchas de ellas son abanderadas de instituciones y partidos políticos a la hora
de ensalzar el modelo empresarial vasco y su política de internacionalización.
Algunas, posiblemente, serán las grandes beneficiadas en el reparto de los
fondos europeos para paliar el impacto económico de la covid-19.
Quizá estas corporaciones no comercien con diamantes ni con coltán, pero no
solo a estos ámbitos se les aplica la primacía de los derechos humanos. También
a la construcción trenes, tranvías y raíles. Hablamos en este caso obviamente
de CAF, empresa vasca que ha accedido a la construcción de vagones para el
tranvía que unirá ilegalmente Jerusalén con los asentamientos de colonos en
territorios ocupados de Palestina. Al parecer, CAF no tiene inconveniente en
hacer negocio y sacar provecho de situaciones de genocidio y de apartheid,
participando en un proyecto que atravesaría territorio palestino y supondría
una herramienta más en la confiscación y ocupación de tierras palestinas con la
consecuente expulsión de las personas que residen en ellas. Se salta así, a la
torera, el derecho humanitario y el marco internacional de los derechos
humanos.
CAF, como toda gran empresa, sólo mira por su cuenta de resultados. Por eso, se
alía con Israel y le ofrece sus servicios y experiencia para que el Estado
sionista avance en su plan de ocupación de territorio y expulsión de población
en Palestina. CAF no tiene reparos en que el proyecto sionista del Gran Israel
se desplace sobre raíles vascos, sobre raíles de sangre –palestina para que no
quepa duda– siempre que eso ayude a engordar sus beneficios. Afortunadamente,
CAF no es sólo su dirección ni su junta. CAF también son sus personas
trabajadoras que, en un ejemplo de solidaridad de clase e internacionalista
rechazan y resisten desde dentro a esta ilegalidad internacional.
Esto no es una película. Sus protagonistas son reales: son los millones de
palestinos y palestinas que ven como empresas de todo el planeta tratan
de hacer negocio con su sufrimiento, con la vulneración de derechos a las que
se ven sometidas a diario gracias a la impunidad con la que Israel actúa ante
la pasividad de la comunidad internacional y con la complicidad del poder
corporativo.
Pasividad y mirar hacia otro lado es lo que también hace el Gobierno Vasco en
este caso, con un ejercicio de cinismo político en el que ante una clara
incongruencia entre las políticas de dos de sus departamentos, prefiere
alinearse con el gran capital representado por CAF y el Estado terrorista de
Israel antes que ponerse del lado de los derechos humanos. Es lo que ocurre
entre su «Estrategia Marco de Internacionalización 2020: Estrategia Basque
Country», donde Israel aparece como socio preferente, y su «Marco de
referencia para la coherencia de políticas para el desarrollo», en el que se
afirman cosas como que «el Gobierno Vasco asume que la Coherencia de Políticas
para el Desarrollo ha de ser una referencia básica para la acción de gobierno,
tanto en lo que afecta a las estrategias de desarrollo internas como en lo que
se refiere a la acción exterior o a la relación entre ambos asuntos».
Cuando las instituciones vascas no cumplen y el gran capital va a lo suyo, al
negocio, es el momento de la gente, de la solidaridad entre pueblos y de
activar los mecanismos de presión popular a nuestro alcance para evitar que un
nuevo atropello ocurra en Palestina. Es por eso, que desde la Plataforma
Kapitalari Planto! invitamos a sumarse a la movilización en solidaridad con
Palestina y contra la participación de CAF en la construccion del tranvia de
Jerusalem convocada en Gasteiz el proximo 28 de noviembre.
Juntas por los pueblos, hagamos descarrilar el tren de los railes de sangre del
apartheid! No seremos complices de la colonización
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