viernes, 3 de noviembre de 2023

Los crueles experimentos de la industria armamentística israelí . Matt Kennard


 Los crueles experimentos de la industria armamentística israelí

Matt Kennard 
Intifada electrónica, Ramala 27 de diciembre de 2016


En la parte trasera del principal hospital de Ramala se encuentra la casa de Iyad Haddad, investigador de derechos humanos de 52 años. Su despacho es la fachada de un edificio decrépito y, a primera vista, parece una tienda de baratijas. Pero los objetos colocados sobre las mesas no son baratijas domésticas. De hecho, las superficies están abarrotadas de munición gastada, botes de gas lacrimógeno, balas de esponja y casquillos de bala.

Haddad lleva tres décadas documentando la violencia de las fuerzas israelíes que ocupan la tierra de su pueblo. Estas feas piezas de recuerdo son su testimonio de ese proceso.

Muchas de estas armas han sido disparadas contra manifestantes pacíficos que protestaban contra el muro y los asentamientos israelíes en Cisjordania ocupada. Los pueblos de Nilin, Bilin y Nabi Saleh llevan años organizando protestas periódicas. Para mi sorpresa, Haddad no aprueba esas manifestaciones.

"A veces nos utilizan para saber cómo utilizar cada tipo de arma", afirma. "Para mí, este tipo de actividades de los palestinos resultan útiles a los israelíes porque convierten esta zona en un laboratorio para probar sus armas, desarrollarlas y convertirla en una industria comercial para venderlas a otros países".

La idea de que la industria armamentística israelí se beneficia de la ocupación al disponer de una población cautiva en la que puede probar nuevo armamento está hoy ampliamente aceptada.

Israel prueba armas en Cisjordania y Gaza y luego las presenta como "probadas en combate" en el mercado internacional.

El bote de gas lacrimógeno de alta velocidad se ha probado a fondo en Bilin. En 2009, el arma mató a Bassem Abu Rahmah, un activista local desarmado que protestaba contra el muro que se adentraba en ese pueblo. A finales de 2011, otro manifestante, Mustafa Tamimi, fue asesinado en Nabi Saleh por un proyectil de gas lacrimógeno disparado a la cabeza.

Hay una sensación de cansancio en la voz de Haddad. "He visto cómo están desarrollando sus herramientas y su industria armamentística y las formas de tratar con la comunidad", dijo. "Y, en 30 años, no he oído ni una sola vez que haya algún tipo de rendición de cuentas para ningún soldado".

Pero él sigue. Debe continuar.

"Probado y vuelto a probar"
"El laboratorio de los territorios ocupados es donde las cosas se pueden afinar, se pueden probar, se pueden volver a probar", dijo Neve Gordon, profesor de política en la Universidad Ben-Gurion del Negev. "Pueden decir: 'Oye, esto lo ha usado el IDF [ejército israelí], debe de ser bueno'. Y eso ayuda a la comercialización de los productos".

Más tarde, en Ramala, me senté con Abdallah Abu Rahmah, coordinador del Comité de Lucha Popular contra el muro y los asentamientos en Bilin. Todos los viernes -desde hace una década- él y sus vecinos van al muro a protestar.

Por ello, han sido objeto de redadas nocturnas del ejército israelí. El propio Abu Rahmah ha sido detenido y encarcelado varias veces por Israel.

"Hay muchos informes sobre cuando ellos [los israelíes] han intentado vender productos militares y les han contado a los compradores sobre su uso en Bilin", dijo Abu Rahmah. "Cosas como el agua de mofeta, la utilizaron la primera vez en nuestro pueblo".

El agua de mofeta es un líquido de olor pútrido que se rocía a los manifestantes para que se dispersen. "Como Bilin es famoso, a veces vienen a nuestras acciones y graban vídeos y fotografías que muestran la eficacia de las armas para detener la acción", dijo Abu Rahmah.

Jeff Halper, autor de War Against the People (La guerra contra el pueblo), un libro sobre las industrias israelíes de armamento y tecnología de vigilancia dijo: "Israel ha mantenido la ocupación porque es un laboratorio de armas".

"Ahora bien, siempre ha habido tensión", añadió Halper, también fundador del Comité Israelí contra las Demoliciones de Casas. "Porque has tenido a la derecha que considera Cisjordania como Judea y Samaria y Gaza como Gush Katif y, por supuesto, Jerusalén Este. Así que lo quieren todo como parte de la tierra de Israel. Pero también hay otra parte, sobre todo los militares y los economistas, que dicen: "Esto es un laboratorio, un recurso para nosotros, y no deberíamos renunciar a él"".

Eitay Mack, abogado y activista de derechos humanos con sede en Jerusalén, plantea la posibilidad de que Israel utilice también a los palestinos como sujetos de prueba para empresas armamentísticas extranjeras.

Probando las balas de Estados Unidos
"En Jerusalén Este, los estadounidenses dan a Israel balas de esponja", dijo Mack. "Primero empezaron con una bala de esponja azul, pero luego decidieron -esta es su declaración- que como los palestinos llevaban mucha ropa, no era muy eficaz, así que la cambiaron por una bala de esponja negra [más potente], que causó enormes daños y hay docenas de palestinos que han perdido los ojos y otros órganos de su cuerpo".

Las balas de esponja negra son fabricadas por Combined Tactical Systems, una empresa con sede en Pensilvania que también suministra gas lacrimógeno a Israel.

El folleto de la empresa para estas balas contiene una nota de "precaución". Dice así: "Los disparos en la cabeza, el cuello, el tórax, el corazón o la columna vertebral pueden provocar lesiones graves o mortales".

Las tropas israelíes comenzaron a utilizar las balas negras en 2014.

La industria armamentística israelí está dominada por cuatro empresas: Israel Aerospace Industries, Elbit, Rafael e Israel Military Industries.

Más del 75 por ciento de todas las armas exportadas por Israel son fabricadas por las tres primeras de esas firmas. En 2015, el valor total de las exportaciones de armas de Israel ascendió a 5.700 millones de dólares.

El ataque a Gaza del año anterior permitió a Israel exhibir algunas de sus armas más recientes. Se informó, por ejemplo, de que el Hermes-900, uno de los drones de Elbit, hizo su "debut operativo" en ese asalto.

Israel destina más del 5% de su producto interior bruto al ejército. Eso significa que Israel gasta en el ejército una proporción de su renta nacional superior incluso a la de Estados Unidos, la única superpotencia mundial.

"La guerra vende armas"
Algunos veteranos del ejército israelí han desarrollado carreras como expertos en la industria armamentística.

Shlomo Brom es uno de ellos. General de brigada retirado, ahora trabaja en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv.

Le pregunté a Brom si es cierto que las empresas armamentísticas israelíes utilizan el hecho de que sus productos han sido probados en palestinos para hacer negocio a nivel internacional. "Por supuesto", respondió. "¿Por qué no?   Los [profesionales del] marketing intentan utilizar cualquier ventaja y si pueden utilizar la ventaja de que este sistema se probó operativamente y funcionó, por supuesto que lo utilizarán para el marketing".

Uzi Rubin, uno de los fundadores de Arrow, un programa israelí de misiles antibalísticos, es ahora investigador en el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos de la Universidad de Bar-Ilan, cerca de Tel Aviv.

Defendió la forma en que Israel ha comercializado sus armas como "probadas en combate".

"Es legítimo porque la guerra de Vietnam vendió muchas armas", dijo. "La guerra suele vender armas. Pero esto no quiere decir que Israel busque la guerra para vender armas".

Barbara Opall-Rome lleva varias décadas cubriendo Israel para DefenseNews, una revista comercial para fabricantes de armas. Defiende que Israel debería destinar más recursos a lo que ella llama "tecnologías menos letales".

En su opinión, la industria armamentística israelí debería pensar más allá de armas como el gas lacrimógeno y el agua sucia que ya está desplegando en Cisjordania.

"Hablo de utilizar el espectro electromagnético o microondas de alta potencia para marear a la gente", dijo. "Si estás mareado pierdes el equilibrio. Prefiero que la gente se maree y tenga diarrea en medio de una manifestación o vomite las tripas a que la maten".

Sus comentarios revelan mucho sobre la mentalidad sádica de los fabricantes de armas de Israel y sus promotores. Para ellos, los palestinos no son seres humanos dignos de respeto, sino sujetos de un cruel experimento tras otro.

Matt Kennard es director del Centro de Periodismo de Investigación de Londres. Es autor de Irregular Army: How the US Military Recruited Neo-Nazis, Gang Members and Criminals to Fight the War on Terror (Verso, 2012) y The Racket: A Rogue Reporter vs The American Elite (Zed, 2016). Su viaje a Palestina fue financiado en parte por el Pulitzer Center on Crisis Reporting.

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