Lo que eufemísticamente llamamos a veces “desproporción” de la respuesta israelí forma parte también de esta rutina constituyente. Esa “desproporción” sirve, desde luego, para ocultar la ocupación. La idea misma de “desproporción”, como la de “venganza”, presupone una acción agresiva anterior, siempre primera, la del enemigo al que se responde. Pero al mismo tiempo la “desproporción”, como he escrito otras veces, se justifica a sí misma, se “carga de razón” y parece tanto más legítima cuantos más medios emplea y más víctimas deja. Es tanta la “desproporción” militar que ella misma señala, con sus bombas de racimo y sus nubes de humo, una desproporción moral u ontológica: la que separa la justa sed de justicia o, al menos, de venganza, propia de los israelíes, cuyo mal se mantiene así en las fronteras de lo humano, y la inhumanidad inexplicable, gratuita y chapucera de los palestinos.
Santiago Alba Rico
miércoles, 9 de julio de 2014
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