martes, 14 de enero de 2014

Algo Personal


           
De mi parte no recibirá una lágrima: las gasté todas viendo los regueros de sangre que dejaba por donde pasaba. Es más, supongo que recibirá muy pocas lágrimas del mundo entero, a pesar de las declaraciones que hagan a propósito de tu muerte. Conmovidos por la muerte de Mandela, la de Sharon ha sido casi un alivio, aunque ningún dignatario internacional lo diga. No creo que nadie le tuviera la más mínima estima, la verdad, pues tenía la habilidad de recordar a cada uno que tienen un patio trasero donde, de una u otra forma, han cometido crímenes similares a los suyos y no podían criticarle ni condenarle, so pena de que saliera a la palestra el pasado de cada uno de ellos. Eso le contestó a Jacques Chirac cuando, al poco tiempo de la masacre del campo de refugiados de Jenin,  Sharon se presentó en el palacio del Elíseo diciéndole que estaba leyendo la historia de la batalla de Argel y admiraba la contundencia de la represión que había llevado a cabo como oficial militar del ejército francés. Similar mensaje llevaba a cada uno de los mandatarios occidentales que, presionados por la opinión pública se veían en la obligación de llamar al orden al asesino Sharon. Pero nadie pudo. ¿Le iba a llamar la atención Vladimir Putin con la que había liada en Chechenia?; ¿Estados Unidos con Iraq y su permanente intervención en América Latina?; ¿ Gran Bretaña que había sido el soporte “ético” y económico del apartheid en Sudáfrica? Mierda de mandatarios occidentales. Sharon los ponía ante sus propios espejos. Eso es lo malo de tener un pasado turbio, que no se puede borrar de un plumazo, ni convertirnos en demócratas y defensores de los derechos humanos como si tal cosa. (1)
Sharon se paseaba con libertad por Europa, a sabiendas de que todos los dirigentes europeos tenían algo que ocultar en su pasado o en su presente. Igual le daba que Terje Roed Larsen, enviado de Naciones Unidas dijera que lo ocurrido allí era “moralmente repugnante”. Bien sabía que alguna vez le agradecerían sus servicios los mismos que en ese momento le condenaban. De hecho Sharon puso en marcha en Jenin una nueva guerra de guerrillas basada en la construcción de un espacio de penetración alternativo, a través de las propias redes de viviendas, que ha sido estudiado con detenimiento por muchos países, especialmente por Estados Unidos (que lo desarrolló después en Iraq). Así lo explica Eyal Weizman en su libro “A través de los muros” (2). Un ensayo sobre las formas de guerras urbanas inauguradas por Sharon en Jenin.
Pero aparte de las nuevas formas de guerra, Sharon inaugura una nueva etapa en el mundo: la etapa de la impunidad de Israel. Desde su gobierno Israel ha aprendido a justificarse de tal forma y a hacer oidos sordos de tal forma y a presionar de tal manera al resto de los gobiernos del mundo, que ha conseguido su silencio y su ceguera, la normalización de Israel en el mundo, y hasta el cambio de la legislación interna de diversos países, como el nuestro, para que sus militares y políticos responsables de crímenes de guerra se vayan de rositas de este mundo sin haber pagado ni siquiera con la vergüenza de la condena. Sharon ha hecho tambalear el derecho internacional y se hizo con colaboradores que legislaban para hacer de sus  crímenes parte de una “guerra santa” contra el infiel, el mismo que, según él, había atacado a las Torres Gemelas y por eso Israel, se convirtió de la noche a la mañana en la primera frontera de Occidente a defender.
El 11 de septiembre de 2001 Sharon se encontró con la gran oportunidad de convertirse en el bueno de la película, simplemente asimilando situaciones, espacios y ataques que no eran asimilables de ninguna forma y cuya sola comparación implicaban una criminal lectura de la historia, un plumazo a la ocupación, como si no fuera eso el origen de todos los conflictos. Sharon, que avanzaba como un tanque contra los campos de refugiados palestinos, contra las ciudades palestinas y contra el derecho internacional; Sharon que avanzaba sin pedir perdón por los muertos que dejaba en el camino obligó a la Comunidad Internacional a aceptarle y a respetarle, y el que otrora fuera terrorista ultranacionalista se convirtió en un jefe de estado respetado. Sharon cuyo logro más grande ha sido que tanto Naciones Unidas como todo el cuerpo legislativo internacional sean considerados por la ciudadanía mundial como papel mojado, algo de lo que ya nada se puede esperar.  A partir de ahí se puede construir otra cosa, pero pensando en los intereses de los poderosos. O no construir nada, y así dejar a la interperie de dictadores y asesinos a los pueblos del mundo. Un logro, sí.
Ante toda esta absoluta y absurda normalización y aceptación de los crímenes de Israel, la sociedad civil no le quedó otra que organizarse de forma masiva y al margen de los gobiernos, dado que, estaba claro que no se podía contar con ellos. Así que en cierta forma, le debemos a Ariel Sharon el movimiento BDS, es decir, que el asesino que pudo comprar el silencio del mundo entero fue el origen de una de las herramientas más poderosas de la sociedad civil: el Boicot. Ayer en Sudáfrica, hoy en Palestina, si bien el BDS ( Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel) surge una vez que Sharon ya yace en su “lecho de muerte” tiene su origen en este bestial asesino y en la impunidad en la que situó a Israel y que permanence hasta el día de hoy.
Pero hoy ante la muerte de un asesino nos tenemos que felicitar por el éxito del BDS, por los importantes logros en todos los ámbitos y por el daño que le está haciendo a la imagen de un país cuyo interés es venderse como la única “democracia” en Oriente. Sí, Sharon, es la horma de tu zapato, es lo que tu has construido, es lo que Israel se merece hoy, el país construido a tu imagen y semejanza: el BDS será el jarabe amargo que tomarán los que, como tu, solo entienden de amarguras ajenas.
Por tu culpa he muerto mil veces. Me has aislado de mis amigos, me has encerrado en una celda, he visto el dolor y la muerte de muy cerca. Y no he podido hacer casi nada por pararte. Por tu culpa he sentido vergüenza de mirar a los palestinos a los ojos; vergüenza al no encontrar unas palabras de consuelo. Tu eres el artífice de este estado criminal. Mueres hoy pero desde el mismo límite de las piedras que cubren tu tumba verás brotar el BDS, una primavera de justicia que pondrá las cosas en su sitio. Que te vaya bien por el infierno.
(1) Robert Fisk, en su libro “La Gran Guerra por la Civilización” detalla el diálogo entre Chirac y Sharon tras la “batalle de Jenin” y la operación “Escudo Defensivo”.
(2) Eyal Weizman, “A través de los Muros” Editorial: Errata Naturae, 2012.
Cristina Ruiz-Cortina es Presidenta de la Asociación Al-Quds de Solidaridad con los Pueblos del Mundo Árabe.
 Encuentra el artículo original en
 http://cristinarcs.wordpress.com/2014/01/13/algo-personal/

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