ARTÍCULO: NO A LA GUERRA NUCLEAR
El peligro de una guerra nuclear.
Estas últimas semanas voces muy autorizadas y de diverso signo están llamando la
atención sobre la posibilidad de que la prolongación de la guerra en Ucrania o Palestina y
el Líbano pueda derivar en una guerra nuclear.
El Papa Francisco en declaraciones a los periodistas ha señalado la necesidad de que el
conflicto de Ucrania debe de tener una salida negociada, si se quiere evitar el desastre
mundial, y que ambas partes tienen por igual la responsabilidad de negociar; incluso hizo
uso de términos populares para expresar que no es adecuado considerar las dos partes
en términos de “Caperucita y el lobo”.
Noam Chomsky, uno de los científicos de mayor preocupación por los problemas mas
graves de la humanidad actual, viene insistiendo en que si no se toma conciencia de la
situación real será difícil evitar que estalle la guerra atómica. Hace pocos días, en una
entrevista televisiva, Chomsky insiste en la gravedad de la situación por la falta de
conciencia de los ciudadanos sobre ella. Para él “el verdadero problema del mundo es
como impedir que salte por los aires”, y señala que “la población en general no sabe lo
que está ocurriendo y ni siquiera sabe que no lo sabe” .
Estamos en una situación en la que mas que discutir sobre los motivos para la guerra que
expresan cualesquiera de los gobiernos, o bloques en disputa por la hegemonía, lo
urgente, lo mas importante es la toma de conciencia del peligro de una guerra nuclear.
Hace ya sesenta y siete años, “en julio de 1955, Bertrand Russell y Albert Einstein
(quizás las dos mentes de mayor capacidad de nuestra época) hicieron público un
extraordinario llamamiento a los habitantes del mundo, en que les pedían que “dejaran de
lado” el furor que le inspiraban muchos temas y se considerasen “meros miembros de una
especie biológica que ha tenido una historia extraordinaria y cuya desaparición ninguno
podemos desear” La alternativa que se le planteaba al mundo era “descarnada,
espantosa e ineludible: ¿Pondremos fin a la raza humana, o renunciará la humanidad a la
guerra”?
Este vaticinio continua siendo absolutamente real en la actual situación de prolongación
hacia lo nuclear de la guerra en Ucrania.
¿Cómo es posible que los gobiernos de la Unión Europea y los “poderes ocultos”(como un
amigo, catedrático europeo de economía, llama a los grandes poderes económicos y
mediáticos) prefieran la guerra, incluso la nuclear, antes sentarse de nuevo a negociar con
Rusia, China y los grandes países como la India, Sudáfrica y mas de medio mundo que
dicen no a la Guerra y sí a la negociación?. Me llama la atención de que en la guerra en
Ucrania actual no sepamos los muertos y mutilados que se están dando: ni los ucranianos
ni los rusos saben cuántos son su muertos o desaparecidos. Mientras tanto se pide, se
exige a sus ciudadanos su disposición incondicional de defender a una patria que
realmente no les pertenece.
Valga la reflexión que se hace el historiador Gabriel Jackson, en su libro “Civilización y
barbarie en la Europa del SXX”:
“Soy personalmente incapaz de creer que factores “objetivos”- como depresiones
económicas o sufrimientos en tiempo de guerras- basten para explicar las
monstruosidades cometidas en nuestro siglo...Es la absoluta desvalorización de la
naturaleza humana, la instrumentación y el pragmatismo absolutos en el trato de los seres
humanos, lo que caracteriza fenómenos tales como el nazismo, el stalinismo , o
actualmente el fascismo ultra. El problema fundamental es ,pues, encontrar ciertas
nuevas bases para preservar el concepto de que la vida humana es sagrada”...”por
razones elementales de supervivencia tenemos que encontrar vías de motivar a tanta
gente como sea posible, para provocar efectos pacíficos; y tenemos que impedir a los
otros el acceso a armas letales” (G. Jackson 1997).
Los ciudadanos europeos estamos obligados, por puro interés vital,a demandar a Europa
y Estados Unidos que abran negociaciones con Rusia y China, y en las Naciones Unidas ,
para parar esta guerra y tomar medidas de desarme nuclear a nivel mundial.
Soy de una generación, nacida en 1936, quizás la única en la historia de España que
hemos tenido la inmensa suerte de no vivir bajo una guerra. He tenido sin embargo ver
las consecuencias de miles de niños muertos o heridos por las consecuencias de uso del
uranio empobrecido cuyos cuerpos eran muñecos retorcidos y irreconocibles, apretados
en el seno de sus madres. Tuve esa experiencia terrible en Irak , en Siria, y ahora se está
dando en Palestina, con mas de 10.000 niños destrozados por las bombas israelitas. Lo
que vemos en la televisión no es la realidad real, sino maquillada y seleccionada.
Ya no es por nosotros , los mayores, sino por la gente joven, por nuestras hijas y nietos,
por lo que nos atrevemos a decir: no a la guerra, y unamos nuestras voces no a la guerra
nuclear
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