lunes, 24 de marzo de 2025

Cisjordania, de las incursiones y los desplazamientos a la ocupación .Mauricio Morales .naiz.eus


 Un niño camina por una de las calles destruidas en las áreas cercanas al campamento de refugiados de Tulkarem. (Mauricio MORALES)

  
Cisjordania, de las incursiones y los desplazamientos a la ocupación
Mauricio Morales
naiz.eus, 11 de marzo de 2025

Al comienzo del Ramadán, en las horas previas al «iftar» –la comida al atardecer con la que se rompe el ayuno–, el zumbido constante de los drones israelíes invade el cielo de Jenin. Su sonido cubre y supera al de los vehículos de los vecinos que salen para comprar y regresar a sus hogares.

Las calles, que en estas fechas solían estar llenas y con los comercios abiertos, permanecen en su mayoría desiertas y en silencio. Un hombre que ha salido a uno de los pocos cafés abiertos en la ciudad explica que «es mejor llegar temprano a casa, por la situación», en alusión a la ocupación militar del campo de refugiados y a las violentas incursiones que continúan en otras partes de la ciudad.

Los tiroteos dentro del campo son diarios y, curiosamente, casi sincronizados al amanecer. Las entradas del campo están ahora bloqueadas por barricadas de escombros levantadas por los bulldozers blindados D9 del Ejército israelí, algunos de los cuales permanecen en su interior junto a tres tanques de guerra Merkava.

Cada vez son más los que se arriesgan a entrar al campo de refugiados para tratar de llegar a sus casas y recuperar las pertenencias que dejaron atrás cuando fueron forzados a huir apenas con lo puesto.

La incursión militar continúa. A principios de marzo, en el barrio oriental de Jenin, una columna de vehículos israelíes entró al barrio, levantando el asfalto, rompiendo tuberías de agua, destruyendo fachadas de edificios y disparando un cohete RPG contra un apartamento donde se encontraba un combatiente palestino buscado por los israelíes.

Antes de volar el apartamento, matando al combatiente, los soldados israelíes dieron solo dos minutos a los residentes para evacuar el edificio, amenazando con destruirlo con todos dentro. Al salir, los habitantes fueron atados y obligados a arrodillarse en un patio cercano, donde recibieron golpes e insultos. Después de diez horas detenidos, los dejaron atados con bridas y se retiraron.

Cerca de esa casa, un francotirador israelí hirió en el muslo a Jihad Alwhne, un joven de 25 años que murió desangrado en la calle sin poder ser trasladado ni recibir ayuda médica, ya que nada entra ni sale durante las incursiones militares.

Además de estas dos muertes, las calles destruidas y el apartamento en llamas, los soldados israelíes dejaron un cuchillo clavado en un sofá en la vivienda de una familia, y revolvieron las habitaciones, tirando al suelo y destruyendo parte del mobiliario.

«No es la primera vez que los soldados entran a nuestra casa durante una incursión», denuncia Mohammad Mustafa Sadi, de 38 años, padre de dos niñas de 3 y 9 años. Por eso, cuando comenzó la incursión, huyeron de su casa y solo regresaron una vez que los soldados se retiraron del barrio. Pero la gente no se rinde.

Horas después de la salida de las fuerzas israelíes, los vecinos se organizan para limpiar, reconstruir sus casas y tratar de recuperar su barrio y su comunidad.

Demoliendo hogares en tulkarem
A unos 60 kilómetros de Jenin, en Tulkarem, los soldados demolieron 28 edificios en el campo de refugiados de Nur Shams.
En las periferias de los barrios de Nur Shams y Tulkarem, algunas personas se aferran a su tierra; el Ejército aún no les ha obligado a abandonar sus hogares. Viven entre los escombros dejados por las incursiones, con el alcantarillado roto, la falta de agua y el miedo constante por las noches, cuando los soldados patrullan las calles, a veces golpeando las puertas entre risas e insultos, mientras se escuchan las explosiones que anuncian más demoliciones.

En una casa en las afueras del campo de Tulkarem, algunos niños salen a la calle y se asoman por la ventana de un edificio con la fachada completamente destruida y las marcas de balas en las casas vecinas. En él viven tres familias con diez menores en edad escolar.

Sin embargo, los cuatro colegios que gestionaba la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (Unrwa) están cerrados; las niñas y niños están teniendo clases en línea a través de plataformas digitales, pero no todos cuentan con dispositivos adecuados o conexión a Internet para seguir las clases.

Un grupo de mujeres que lograron acceder a sus casas salen nerviosas, con la respiración agitada tras haber logrado recoger algunas pocas pertenencias sin cruzarse con soldados ocupantes.

Sin previo aviso, el mando israelí en Tulkarem da permiso por unas horas para que la gente –los que logran enterarse a tiempo– pueda volver al campo, llegar a sus casas caminando y sacar lo que puedan cargar con sus manos.

Según la Unrwa, esta operación a gran escala del Ejército ha generado «el mayor desplazamiento de población desde la guerra de 1967», con más de 40.000 personas que se han visto obligadas a huir.


...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

30 de marzo: DÍA DE LA TIERRA PALESTINA