Empresas españolas en riesgo de complicidad con genocidio: el papel de la universidad
Víctor
Alonso Rocafort, Alfonso Casani y Samer Hassan
elsaltodiario.com, 4 de julio de 2024
Gracias a la labor de
asociaciones de defensa de los derechos humanos, desde hace años se debate en
el ámbito jurídico internacional cómo prevenir y sancionar el genocidio cuando
las implicadas son grandes multinacionales del sector privado.
El pasado 20 de junio un procedimiento especial de Naciones
Unidas, formado por un amplio grupo de expertos de la institución,
como Francesca Albanese o el español Pedro Arrojo, emitió una seria advertencia a
las empresas implicadas en la política de ocupación y apartheid de Israel: se
están arriesgando a ser cómplices en la violación de derechos humanos y
crímenes de guerra, “posiblemente incluyendo genocidio”.
Naciones Unidas
identifica así una serie de compañías muy concretas que estarían suministrando
equipamiento militar a Israel en una invasión que, como ya concluyera
previamente la enviada especial de la
ONU, Albanese, podemos definir
de genocidio. Una denuncia complementada por la solicitud de arresto del primer
ministro israelí Benjamin Netanyahu por crímenes de guerra y contra la
humanidad, por parte del fiscal de la Corte de Justicia Internacional, Karim Khan. Entre estas
empresas estarían Boeing, Rolls-Royce, General Dynamics o Caterpillar.
Literalmente, desde Naciones Unidas se advierte: “Estas empresas, al enviar
armas, piezas, componentes y munición a las fuerzas israelíes, corren el riesgo
de ser cómplices de graves violaciones de los derechos humanos y del derecho
internacional humanitario”.
Y no termina
aquí. Esta comisión especial de Naciones Unidas ha estudiado los mecanismos por
los cuales se dota de apoyo a estas empresas para suministrar armas a Israel en
sus ataques indiscriminados contra la población civil, que han causado ya cerca
de 40.000 personas asesinadas. Así, ha fijado la mirada también en la
financiación necesaria para la fabricación y comercialización de este
armamento. “Se pide cuentas asimismo a las instituciones financieras que
invierten en estas compañías armamentísticas”, se afirma textualmente. Y a
continuación se nombran algunas, que no todas, de estas entidades bancarias y
financieras, como BlackRock, Bank of America o Citigroup.
Este paso
dado por Naciones Unidas reviste una gran importancia. Gracias a la labor de
asociaciones de defensa de los derechos humanos, desde hace años se debate en
el ámbito jurídico internacional cómo prevenir y sancionar el genocidio cuando
las implicadas son grandes multinacionales del sector privado. La definición de
genocidio incluida en la Convención de Ginebra de 1948, tomada como base del
Estatuto de Roma de la Corte de Justicia Internacional de 1998, habla de
“personas” responsables. Sin embargo, se argumenta que las empresas son
consideradas personas a efectos legales, tanto para tener derechos como la
libertad de expresión, como para ser responsables de crímenes. En todo caso, no
resulta fácil plasmar estas consideraciones en acciones concretas.
El gobierno
de España tiene la potestad de denegar las autorizaciones para exportar armas a
Israel; entre 2001 y 2021, España ha denegado tan solo cinco licencias, y ha
autorizado 557
El que fuera
el primer fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional (2003-2012), Luis Moreno-Ocampo, ya
manifestaba en su momento: “La experiencia demuestra que las atrocidades
masivas se cometen para obtener o conservar poder político o ventajas
financieras. Desbaratar el apoyo financiero o comercial de las organizaciones
que cometen estos crímenes es un aspecto fundamental de la obligación de la
Fiscalía de prevenir las atrocidades, tal y como establece el Estatuto de
Roma”.
En la misma
línea, el pasado 8 de mayo de 2024 el Ministerio de Derechos Sociales y
Consumo, dirigido por el ministro Pablo Bustinduy, solicitaba por carta a las empresas
españolas en Israel tomar medidas para no contribuir al genocidio en Gaza. El
ministro les solicitaba “evitar participar directa o indirectamente de las
graves violaciones de derechos humanos que está sufriendo el pueblo palestino”.
La solicitud se apoyaba en distintas resoluciones previas de Naciones Unidas (A /HRC/RES/17/4, A/HRC/RES/31/36), así como
en el Plan de Acción Nacional de Empresas y
Derechos Humanos aprobado por el gobierno español ya en 2017.
Recordemos por otra
parte que el gobierno de España tiene la potestad de denegar las autorizaciones
para exportar armas a Israel, previo informe vinculante de la Junta
Interministerial Reguladora del Comercio Exterior de Material de Defensa y
Doble Uso (JIMDDU), y en aplicación de los criterios de respeto a los derechos
humanos o preservación de la paz recogidos en el Código de Conducta de la Unión
Europea en materia de exportación de armas. Entre 2001 y 2021, España
ha denegado tan solo cinco licencias, y ha autorizado 557. Como
recuerda Olga Rodríguez, el camino
de las sanciones, el embargo de armas y la ruptura de relaciones es lo que
puede frenar las matanzas.
Bancos
españoles financiando armamento israelí
Varias
empresas españolas participan activamente en la financiación de armamento
israelí. El Banco Santander y el BBVA han estado financiando con más de 1.200 y
de 900 millones de dólares respectivamente actividades armamentísticas de la
empresa Boeing entre 2021 y 2023, como muestra el informe Inversiones insostenibles publicado el
pasado mes de febrero. Como denunciaba Pablo Elorduy desde
las páginas de El Salto: “A finales de enero de 2024, Estados Unidos e Israel
firmaron un acuerdo de ‘tamaño excepcional’, según fuentes de la administración
estadounidense, para el suministro de los F-15, F-35 y Apache suministrados por
Boeing y fabricados gracias a créditos de, entre otros, los principales bancos
españoles”.
En los
últimos meses hemos visto cada vez mayores voces pidiendo que se cortasen las
relaciones con el Banco Santander mientras prosiga financiando el genocidio
palestino
En dicho informe el Banco Santander aparece
también financiando con 779 millones de dólares las actividades armamentísticas
de Rolls-Royce, responsable de suministrar tanques al Ejército de Israel como
los que asaltaron varios hospitales en Gaza. Por su parte, el BBVA habría
ofrecido créditos armamentísticos por 62 millones de dólares a la misma
empresa, así como 346 millones a la armamentística General Dynamics, también en
la picota.
Como denunció Santiago González Vallejo tras
la Junta General de Accionistas del Banco Santander celebrada el pasado marzo,
esta entidad ha financiado asimismo con 857 millones de euros a otra empresa
denunciada por Naciones Unidas: Caterpillar. Sus proyectos de construcción y
seguridad contribuyen activamente a la colonización ilegal israelí a través de
la demolición de viviendas palestinas.
Tanto el BBVA
como el Santander financiaron con más de 500 millones a la mayor fabricante de armas francesa,
Thales, asociada para la fabricación de drones con las dos mayores
armamentísticas israelíes, Industria Aeroespacial Israelí (IAI) y Elbit
Systems. Las mismas entidades bancarias españolas se encuentran también entre
las financiadoras de proyectos
solares israelíes en asentamientos ilegales en Territorio
Ocupado Palestino del Valle del Jordán y en el desierto del Naqab/Nèguev.
Dado este
contexto, se plantea la legitimidad de detener toda colaboración con estas
entidades, mientras prosiga su implicación en la ocupación y el genocidio. Una
petición que ya está teniendo ecos en el mundo universitario, desde las
acampadas de estudiantes por Gaza a varias iniciativas del profesorado.
Así, en los
últimos meses hemos visto cada vez mayores voces pidiendo que se cortasen las
relaciones con el Banco Santander mientras prosiga financiando el genocidio
palestino. El pasado 26 de abril la
Junta de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad
Complutense de Madrid solicitó la suspensión de la cuenta bancaria con esta
entidad, de no retirarse esta financiación a la industria armamentística. El
Consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Emilio Viciana, reaccionó a
esta declaración pidiendo “sacar la política” de la Universidad. Casualmente,
es lo mismo que pide el código ético que rige en las
universidades israelíes, que limita gravemente la libre expresión y
el debate libre. Así, cualquier crítica al régimen colonial y de apartheid
establecido o al genocidio en curso se califica de “político”, no académico, y
por tanto no está permitido.
A pesar de la
advertencia de Viciana, 13 grupos de investigación de diversas universidades
públicas españolas y del CSIC, pertenecientes a la Red de Humanidades
Ecológicas (RHECO), se unieron a la demanda de la Facultad de Políticas y
Sociología de la UCM. Es más, el 18 de junio la Junta de la Facultad de
Humanidades, Comunicación y Documentación de la Universidad Carlos III de
Madrid solicitaba ir un paso más allá y romper toda relación con el Banco
Santander por estos hechos. No es sólo en España: en Reino Unido, los estudiantes
habían protestado para romper con Barclays Bank, también financiador de la
industria armamentística israelí. Y el pasado 13 de junio, la Universidad de Reading aprobó su
desinversión en Barclays y Bank of America.
Empresas
colaborando con el apartheid
Airbus es
otra empresa armamentística a la que se denuncia por sus vínculos con Israel, y
que, tras la adquisición de la armamentística española CASA, cuenta con parte
de su producción en España. Sin ningún reparo ante lo que está sucediendo en
Gaza, este mismo 15 de mayo de 2024 la compañía anunciaba un nuevo
desarrollo tecnológico en el dron militar Heron TP RPAS, desarrollado para el
gobierno alemán junto a Israel Aerospace Industries (IAI),
el mayor fabricante de defensa y exportador industrial de Israel. Esta
colaboración en torno al dron Heron lleva despertando protestas de la
sociedad civil desde hace años. Se ha denunciado asimismo que entre 2008 y
2021 Airbus ya había solicitado al gobierno británico una licencia de
exportación para suministrar armas y tecnología militar a Israel. Asimismo,
Airbus ha incluido en sus helicópteros los misiles Spike, fabricados
por la armamentística israelí Rafael Advanced Defense Systems, a quien se acusa de
probar su armamento en las ofensivas militares contra la población palestina.
Indra, por su
parte, ha sido denunciada por obtener contratos de millones de euros para la
instalación de peajes en territorio palestino ocupado
Igualmente,
la famosa empresa de impresoras y sistemas informáticos HP, con amplios
vínculos con las universidades españolas en la provisión de los mismos, también
se suma a esta lista negra. HP contribuye al mantenimiento del régimen de
apartheid contra la población palestina, proporcionando tecnología y
equipamiento al ejército y fuerzas de seguridad israelíes. En concreto, es el principal proveedor de ordenadores
al ejército israelí, y proporciona la tecnología para su sistema de
prisiones. Además, su tecnología es empleada en el funcionamiento del Sistema
AVIV, utilizado por la Autoridad de Población e Inmigración de Israel para
registrar el tráfico de población en los puestos fronterizos y mantener un
registro de la población palestina con ciudadanía israelí y aquella residente
en Jerusalén Este. Según el movimiento palestino BDS, este sistema
“constituye la espina dorsal de la segregación racial y el apartheid de
Israel”. De hecho, como explica el periodista Antony Loewenstein en su
libro El laboratorio palestino: “Palestina es
el laboratorio de Israel, es una nación ocupada a las puertas de su casa que
provee millones de personas subyugadas como laboratorio para los métodos de
dominación más precisos y efectivos"
Un estudio del pasado
mes de diciembre identifica hasta 28 empresas españolas con presencia en
Israel, de las que dependen 32 filiales en la zona. Grandes empresas como
Naturgy, Siemens Gamesa, Tous, Enel o Inditex tienen una presencia notable en
Israel en diversos sectores económicos del país.
Entre ellas,
destaca el ejemplo de Construcciones y Auxiliar de
Ferrocarriles (CAF), Comsa, TyPSA y GMV, que han sido señaladas por
diversos movimientos de protesta sindicales y
universitarios por participar en la construcción del llamado tren del apartheid en Jerusalén. Se
trata de un proyecto de infraestructura de transporte israelí a gran escala que
conecta, mediante unas líneas de tren ligero, la ciudad vieja con los
territorios ocupados de Jerusalén Este, asentamientos ilegales según la ONU. Este proyecto está supeditado a la
expropiación de tierras palestinas. El pasado 19 de junio la Universidad del
País Vasco anunciaba que no
firmará ningún nuevo acuerdo con la empresa CAF mientras continúe participando
en el proyecto del tren ligero de Jerusalén. Ante la presión de organizaciones
como Amnistía Internacional, Comsa anunció recientemente el
abandono del proyecto.
Indra, por su
parte, ha sido denunciada por
obtener contratos de millones de euros para la instalación de peajes en
territorio palestino ocupado o por vincularse a la mencionada armamentística
israelí IAI. Diversas organizaciones protestaron por este motivo en la Junta
General de Accionistas de Indra, celebrada el pasado 27 de junio, denunciando “sus vínculos con empresas
israelíes que se benefician de la ocupación y el genocidio en Palestina”.
La presión
social y académica es una palanca para que se dejen de financiar acciones
criminales. La historia, por fortuna, está llena de grandes ejemplos
Sin embargo,
otras empresas, como Airbus o GMV no han suscitado el mismo rechazo. Ambas
están invitadas a participar en un curso de verano de la
Universidad Complutense de Madrid este 11 de julio, lo que ya ha despertado las protestas de la comunidad
universitaria. Estas empresas poseen sendas cátedras en la
Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Sin ir más lejos, el vicerrector de
Estudiantes de esta Universidad, Miguel Ángel Gómez Tierno, que debería haber
sido el negociador con el estudiantado acampado y que se negó a ejercer ese
papel, figura precisamente como el director de la cátedra GMV.
El rector de
la UPM, Guillermo Cisneros, basa en cualquier caso el inmovilismo de la UPM en
todo lo relativo a Palestina en su temor a una demanda si cumplen con lo
acordado por la CRUE. En este caso le sirve de respaldo la acción de un lobby
sionista vinculado a la extrema derecha,
Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM), conocida por denunciar ayuntamientos en
el pasado, que el pasado octubre perdió su querella contra Ada Colau,
y que en las últimas semanas ha planteado denuncias en los tribunales contra
distintas universidades, como la de Granada o la Complutense, cuando avanzan cualquier mínimo
paso en lo acordado en mayo desde la CRUE.
Por mucho
lawfare que ejerzan lobbies de este tipo, es obvio que la defensa de los
derechos humanos nunca puede ser delito. Y ahí quien está dejando las cosas
cada vez más claras es Naciones Unidas.
Llamamiento a
la acción
Como firmante
del Convenio para la prevención y la sanción del delito de genocidio, aprobado
por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948 [94], en España un genocidio implica no
solo un crimen internacional sino también quebrantar la ley a nivel nacional. Y
como se afirmaba previamente, la ONU ve viable extender la responsabilidad
penal a instituciones o empresas colaboradoras.
Como afirmaba
en 2016 Michael J. Kelly:
“La
complicidad típica de las empresas en el genocidio consiste en suministrar al
genocida el equipo o el apoyo necesarios para llevar a cabo la atrocidad.
Piénsese en las empresas extranjeras que suministraron a Ruanda machetes para
matar a los tutsis o al régimen de Sadam en Iraq los componentes del gas
mostaza para masacrar a los kurdos (...) La amenaza de enjuiciamiento por
crímenes internacionales tendría un inmenso efecto disuasorio (...) La Corte
Internacional de Justicia decidió en el caso del genocidio de Serbia que los
Estados podían ser cómplices en la comisión de un genocidio. Ampliar ese
análisis para incluir a otras personas jurídicas, como las empresas
multinacionales, no sería una derivada excesiva”.
Hoy, en junio
de 2024, tras cerca de nueve meses de brutal ofensiva militar sobre Gaza;
después de que las instituciones internacionales hayan constatado la comisión de crímenes de guerra y contra la humanidad por
parte de Israel; de que la Corte de Justicia Internacional haya
reconocido el genocidio como plausible; de que la relatora de Naciones Unidas
lo haya certificado en un informe titulado Anatomía de un genocidio;
y de que Naciones Unidas haya advertido de la posibilidad de complicidad de las
empresas armamentísticas y sus financiadoras en delitos de violación de
derechos humanos tan graves como el genocidio; pensamos que es el momento de
que las universidades públicas españolas rompan todo vínculo con estas
compañías y entidades bancarias.
Se nos dirá
que no hay alternativa, que no van a lograr nada o que todas son iguales. Pero
ninguna de estas posibilidades es cierta. La inmensa mayoría de empresas de
este país no colabora con la política criminal israelí, y hay alternativas
bancarias mucho más éticas. La presión social y académica es una palanca para
que se dejen de financiar acciones criminales. La historia, por fortuna, está
llena de grandes ejemplos.
Por darle la
vuelta a los temores del rector de la UPM, mientras poco a poco las denuncias
locales de ACOM se vayan archivando, lo que en unos años es muy posible que nos
encontremos es que se sienten en el banquillo de la Corte de Justicia
Internacional determinadas personalidades del mundo empresarial y financiero
con quienes nuestras Universidades siguieron colaborando a pesar de las
advertencias. Este también sería otro ejemplo, esta vez fatídico, para la
historia.
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