jueves, 15 de octubre de 2015

Por culpa de Netanyahu, puede haber Intifada: Aumentan los muertos y heridos, sobre todo palestinos

Recrudeció el conflicto palestino-israelí. Hay muertos y heridos por ambas partes, pero muchísimos más del lado palestino. El fondo del asunto es el mismo: le niegan a los palestinos el derecho a vivir y rezar en su tierra, y tener su estado. 

Desde el último día de septiembre se agudizó el conflicto de palestinos e israelitas. Esta vez la reacción de los palestinos fue ante la prohibición de Benjamin Netanyahu de acceder a orar a la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén. Allí está la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar sagrado de los musulmanes, pero los judíos tienen allí su Monte del Templo, lo que da lugar a conflictos.
El cierre temporal para los musulmanes, decretado "manu militari" por el premier israelí, fue el detonante de un conflicto que ya venía recibiendo combustible para arder. La protesta masiva de los palestinos fue reprimida en forma brutal y ocasionó muertos y heridos entre los pobladores de barrios del este de Jerusalén, zona árabe anexada ilegalmente por Israel.
En el interín, hubo actos de desesperación de los palestinos, que usaron cuchillos para atacar a israelitas en Jerusalén y Raanana, cerca de Tel Aviv, o embistieron con sus autos a quienes esperaban el colectivo. Allí también se reportaron muertos y heridos israelitas, además de los atacantes, que terminaron fallecidos o graves en el hospital, luego de ser baleados por fuerzas de seguridad y linchados por "la gente".
La paranoia de los israelitas fue tal que en algún caso se acuchillaron entre sí, confundiéndose con palestinos. Ambos pueblos tienen un tronco semita en común. De allí algunas posibles confusiones, sobre todo cuando hay miedo, cayó el sol y alguna prenda de vestir resulta equívoca...
Hasta el momento hubo 30 muertos y 1.450 heridos palestinos, y 4 muertos y una veintena de heridos israelitas. Estas proporciones sintonizan con el balance de la incursión sionista contra Gaza, entre julio y agosto de 2014: 2.300 palestinos muertos, mayoría civiles, con 12.600 viviendas destruidas por los bombardeos, y 61 israelitas muertos, de los cuales 57 eran soldados y sólo cuatro civiles (dos trabajadores extranjeros).
Derechos menoscabados
Este año y por vez primera Palestina pudo ondear su bandera en un sitio adyacente a Naciones Unidas, pero aún sigue siendo observador. Tiene el reconocimiento como estado de 132 países y ha hecho méritos más que suficientes para convertirse en miembro número 194 de la ONU, pero esa membresía se demora más de la cuenta.
La explicación está en los compromisos que EE UU tiene con Tel Aviv y el poder de veto norteamericano en el Consejo de Seguridad. Y eso que quien gobierna en Ramallah, sede de la Autoridad Nacional Palestina, es Mahmud Abbas, más que moderado. Ni siquiera tienen la excusa de que el presidente fuera alguien más radicalizado como Ismail Haniyeh, de Hamas.
Hubo varias negociaciones de paz entre Abbas y Netanyahu, con patrocinio estadounidense. Terminaron en ruidosos fracasos, por la negativa israelí de conceder en cuestiones básicas que reclama su contraparte. A saber, la paralización de las colonias ilegales en la zona árabe de la Ciudad Santa y en Cisjordania. Esta condición esencial es desoída, pues se autorizan más enclaves de colonos fundamentalistas en tierra palestina, con unidades militares israelitas.
Otra reivindicación palestina es el levantamiento del bloqueo total que castiga a Gaza desde 2007, luego que el año anterior esa franja pasara a ser gobernada por Hamas al ganar las elecciones palestinas.
Desde entonces hubo tres ofensivas sionistas con bombardeos e invasiones propiamente dichas (2008-2009, 2012 y 2014), con miles de víctimas civiles y una destrucción tremenda de viviendas e infraestructura. Reparar eso con ayuda internacional supone levantar el bloqueo para que pasen los materiales y muchos productos para la vida de casi 2 millones de personas que viven allí, encerrados entre la frontera con Israel y Egipto (ambas cerradas) y el mar. La armada israelita controla todo en la costa, incluso la pesca, e impide llegada de ayuda. Eso se vio dramáticamente en 2010 al atacar a la "Flotilla de la paz" y asesinar a 9 solidarios turcos.
De levantar ese bloqueo, Netanyahu no quiere ni oír hablar. La cantidad de camiones con materiales que deja pasar a Gaza son muy pocos. Decenas de miles de afectados no tienen adonde vivir. Los refugios, escuelas y hospitales de la ONU siguen colapsados.
Y si estos dos asuntos siguen sin solución (colonizaciones ilegales y bloqueo a Gaza), el tercer punto y políticamente más trascendente para los palestinos corre ese mismo y triste destino: el derecho a un estado con capital en Jerusalén oriental. Esto implicaría devolver Cisjordania, levantar el bloqueo a Gaza y reintegrar la parte árabe de lo que Israel considera una ciudad sola y eternamente suya.
Castigos colectivos
El actual derramamiento de sangre, comenzado el último día de setiembre, no ha movido al gobierno israelí ni un centímetro de su beligerancia total contra los palestinos.
Su respuesta ha sido militarizar aún más Jerusalén y alentar a que los ciudadanos porten armas a la vista, con la excusa de disuadir posibles ataques. Esa manera de "subir la vara" pero sin solucionar los motivos de fondo del conflicto puede llevar a los palestinos a armarse con algo más que cuchillos para expresar su rebeldía.
Entre las medidas a estudio por Netanyahu figura impedir que los pobladores de la zona árabe de Jerusalén entren libremente al resto de la ciudad. El ministro de Seguridad Pública Gilad Ardan fue quien propuso "ordenar un cierre en los barrios árabes de Jerusalén Este y también que los ciudadanos reciban permisos para portar armas personales".
Esa locura de castigo colectivo lo único que tendría de positivo ante el mundo sería blanquear que Jerusalén oriental no pertenece a Israel. Es parte de otro país. Justamente, de Palestina.
Es tal el desprestigio del primer ministro, aun ganando las elecciones de mayo pasado, que la última encuesta del diario Yediot Ahronot reveló que la mayoría confía en otros sionistas para vencer a los palestinos. Son políticos ubicados aún más a la derecha del premier, como el ex canciller Avigdor Lieberman y el ministro de Educación, Naftali Bannett. Lieberman es un neonazi que en los años de mayor conflicto con Gaza sugirió arrojarles una bomba atómica, con lo que demostró dos cosas: que Israel tiene esa clase de munición y que estaría dispuesto a usarla contra un pueblo que no tiene armas nucleares.
¿Tercera Intifada?
Luego de las protestas palestinas del "Día de la Ira", el 13 de octubre, no hay visos de que el conflicto vaya a decaer, teniendo en cuenta la dura posición del gobierno israelí, la ausencia de negociaciones y la tolerancia cómplice de la comunidad internacional. Ésta parece tener otras prioridades: la situación de Siria y Ucrania, la crisis de refugiados, la lucha contra el ISIS, la próxima conferencia en París sobre el cambio climático, la crisis de Brasil, el Sínodo de obispos y la carta de 13 cardenales conservadores a Francisco, etc.
Y no es que esos asuntos sean intranscendentes, pero lo de Medio Oriente es muy importante y viene de lejos: desde 1967 cuando Israel anexó territorios; desde 1993 cuando comenzó un régimen de autonomía palestina que en cinco años terminaría en el estado propio; desde 2005 si se arranca con el fin de la Segunda Intifada; desde 2014 si se cuenta el final de la última invasión a Gaza, etc.
Es hora de que las Naciones Unidas haga cumplir a Israel las muchas resoluciones adoptadas, para que vuelva a sus fronteras de 1967, lo que obligaría no sólo a devolver a los palestinos los territorios ya nombrados sino también a Siria las alturas del Golán y al Líbano la zona de granjas.
Como en principio la ONU seguirá votando a las cansadas alguna resolución pero no la llevará a la práctica, es previsible que los palestinos sigan con su heroica resistencia, incluso pueden llevarla a nueva altura.
En esta materia hubo una Primera Intifada (rebelión) entre 1987 y 1993, luego una Segunda Intifada entre 2000 y 2005, donde murieron más de 3.000 palestinos. La primera fue básicamente de multitudes armadas con piedras, en la segunda también hubo acciones guerrilleras de Al Fatah, FDPL, FPLP y Hamas.
Aunque la ANP de Abbas no plantea ya que esté en marcha la Tercera Intifada, el sector de Hamas si lo hace. "La Tercera Intifada de los palestinos se encuentra en camino y seguirá con firmeza hasta la liberación de Al-Quds y la Mezquita Al-Aqsa", informó la agencia palestina Alresalah, citando declaraciones de Ismail Haniye.
Esa perspectiva combativa es respaldada por presos políticos de Al Fatah, como Marwan Barghuti. En carta reciente que difundió EFE, alentó la lucha para la liberación de Palestina. "No puede haber negociaciones sin un claro compromiso israelí para retirarse por completo del territorio palestino ocupado en 1967, el fin de las políticas coloniales, reconocimiento de los derechos inalienables del pueblo palestino", afirmó. En 2000 Barghuti fue artífice de la Intifada II, pero dos años más tarde fue capturado por Israel, siendo condenado a 5 cadenas perpetuas y 40 años de prisión. Lleva trece años preso, en condiciones muy duras, pero desde la cárcel, no ha claudicado. Así de íntegros son los palestinos.
Fuente: Emiliano Marín, Diario La Arena - Argentina

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