viernes, 8 de abril de 2016

El asesinato a sangre fría de un activista palestino

Los medios, el régimen y la turba que se manifiesta y escribe en apoyo del soldado-verdugo del ejército terrorista de Israel, lo consideran un héroe. 

Ejecución a sangre fría: esto es lo que la cámara del voluntario palestino de B'Tselem grabó el jueves por la mañana en Hebrón. Dos jóvenes palestinos habían intentado apuñalar a un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel en el enclave judío de la ciudad, el barrio de Tel Rumeida. El soldado resultó levemente herido; sus compañeros dispararon a los atacantes y los hirieron. El video comienza con lo que sucedió después. Soldados, médicos y civiles israelíes se reúnen alrededor. Algunos ayudan a evacuar al soldado herido, pero nadie se acerca a los dos palestinos, tumbados en el suelo. Uno de ellos estaba moviendo ligeramente la cabeza, por lo que todavía estaba vivo en ese momento. Pero se puede ver claramente que ya no representaba ningún peligro. Algunos oficiales estaban hablando por teléfono; uno fue el que dio la orden.
El video muestra a uno de los soldados, que lleva un casco, hablando con el soldado a su lado. El segundo soldado dispara al terrorista en la cabeza a muy corta distancia. Nadie alrededor parecía particularmente alarmado por lo que acababan de ver. Un coche y una ambulancia maniobran para no atropellar el cuerpo del palestino muerto. La cámara enfoca a la cabeza, la sangre saliendo a borbotones y haciendo un reguero en la calle.

Nunca tantos aplaudieron un asesinato tan vil
Gideon Levy
La turba que se manifiesta y escribe en apoyo del soldado-verdugo en Hebrón lo considera un héroe. No es sólo una víctima, como el asesino convicto Roman Zadorov, por ejemplo, sino un héroe. E. A. - su nombre completo permanece bajo secreto de sumario - es un héroe popular por haber asesinado a un palestino moribundo. Por eso, no a pesar de ello.
Esto debe quedar claro. Tal vez por primera vez en la historia del estado, un crimen aberrante cuya única justificación obvia parece ser el odio a los árabes y el menosprecio de su vida, se ha convertido en un acto heroico. Un asesinato que no requería coraje, un acto cobarde de primer orden, se ha convertido en heroico a los ojos de las masas, simplemente porque acabó con un palestino muerto desangrándose en la calle, mientras expresaban su regocijo.
Nunca tantos han aplaudido un asesino tan vil. En la historia de las Fuerzas de Defensa de Israel ha habido un buen número de actos obscenos disfrazados de heroísmo - los ataques de represalia de la década de 1950, las actividades de la Franja de Gaza de la unidad de operaciones especiales Sayeret Rimon, las operaciones Plomo Fundido/Proteger la frontera - pero nunca un oscuro asesino fue alabado como un héroe. Shimon Bar Kojba, Meir Har-Zion, Yoni Netanyahu, Ehud Barak y ... E. A. ¿Quién puede volver a contar las impresionantes hazañas de Israel?
El racismo israelí ha alcanzado un nuevo pico. El asesinato en Tel Rumeida y la respuesta subsiguiente no son sino acontecimientos seminales. El racismo israelí previamente se había basado en la arrogancia del pueblo elegido, al que todo está permitido, que es el mejor y sabe mejor que nadie; en la manipulación sin fin de la percepción de víctima y perseguido; en la demonización de los árabes, que sólo quieren destruirnos; en su deshumanización, como si sus vidas no valieran nada; en la incitación, la negación, la represión y la mentira y en el poder militar formidable de Israel. Sobre estas bases hemos construido una sociedad racista, probablemente la más racista en el mundo hoy.
Ahora todo ello ha sido llevado a un nivel superior, o tal vez inferior. A todo lo anterior, ahora podemos añadir abiertamente sed de sangre - no adulterada, sin inhibiciones y sin disfraz.
Esta combinación de racismo y sed de sangre no sólo es repulsiva, también es volátil y peligrosa. Hay racismo en muchas sociedades, generalmente oculto y marginal. En Israel se ha convertido en norma, tal vez a la altura de la corrección política contemporánea, y combatirlo es considerado una traición.
Por otra parte, es dudoso que haya otra sociedad occidental cuyo racismo se acompañe de tal sed de sangre. Los blancos odian a los negros en los Estados Unidos y en Sudáfrica, los europeos odian a los refugiados, los cristianos odian a los musulmanes, pero no con tanta sed de sangre y criminalidad asesina. El grito de "Muerte a los árabes" se ha convertido en algo ferozmente práctico. E. A. es su ejecutor. Por eso está siendo aplaudido.
Estas son corrientes profundas difíciles de frenar. Se han instalado profundamente en los corazones de las personas, el resultado de décadas de incitación y de lavado de cerebro. Ni el castigo severo de E. A., que lo merece, ni la carta del Jefe del Estado Mayor a los soldados, recordándoles la ética del ejército, puede ser suficiente.
Pocos se han atrevido a enfrentarse a estas corrientes; la mayor parte de nuestro sistema lo apoya o ha capitulado ante ellas. Es suficiente ver como el fiscal militar se arrastra ante las turbas, retirando la acusación de asesinato por otra de homicidio por negligencia, e incluso esa está en duda. Los medios de comunicación, que saben lo que el público quiere, por supuesto se han sumado a la campaña de incitación. Se vende bien. De repente lo que pasó "no está claro", "no es definitivo". El video incrimina tanto como mil testigos y miríadas de pruebas, y la imagen sigue siendo "incierta". ¿Qué es lo que no está claro?
Y los políticos, que como de costumbre apoyan a las masas, guardan silencio o están paralizados por el miedo. El matón de Avigdor Lieberman, con Sharon Gal siguiéndole de cerca, y las turbas en la corte militar en Kastina son lo más israelí del momento. No hay nada que los detenga. Es dudoso que incluso valga la pena intentarlo.
Pero no se detendrán en Kastina. Después de los árabes vendrán los izquierdistas, los periodistas, los jueces y quién sabe quién más. Prepárense para el próximo héroe de Israel; ya está limpiando su arma.
La política de desprecio de las vidas palestinas
Amira Haas
A diferencia de las FDI, el municipio de Beit Shemesh se niega a aislar a E., el soldado de Hebrón, de la sociedad. Hizo público su nombre completo y su foto bajo el título de "Héroe de Israel" en una declaración de apoyo. Cada vez que la FDI está acorralada con los pantalones bajados, describe a soldado en cuestión en un caso aislado, vaya a ser sometido a juicio o perdonado. Se trata de un proceso que separa al individuo de la colectividad y de desconectar de los hechos, en los que el soldado es el reflejo de su ejército, y el ejército es el reflejo de su gobierno.
E. y el resto de los soldados, agentes de policía y guardias de seguridad que ejecutaron a mujeres y hombres jóvenes que era posible capturar con vida, fueron enviados para llevar a cabo misiones y sólo seguían órdenes: garantizar que el corazón de Hebrón permanece vacío de palestinos. Que los asentamientos se expandan. Hacer que los palestinos se comporten bien.
Y si algo va mal (y es filmado), el cerebro se olvida del dedo en el gatillo. De bajo rango, E. fue sometido a un consejo de guerra sobre el terreno, mientras que el comandante de alto rango de la Brigada Binyamin, comandante Israel Shomer, que disparó a un joven palestino bajo sospecha de arrojar piedras por la espalda, y que al hacerlo lo ejecutó sin juicio, ha sido eximido.
Un soldado que disparó y mató a una mujer y su hija en Gaza durante la Operación Plomo Fundido fue llevado a juicio, pero el comandante de la brigada que ordenó bombardear una casa, y al hacerlo provocó decenas de muertos y heridos de la familia Samuni, fue absuelto de toda culpa. El comandante de la Fuerza Aérea, que bombardeó decenas de casas con sus habitantes todavía dentro y mató a cientos de mujeres, ancianos y niños (el censor social borra el término "asesinato", con todos sus derivados, y la sustituye por "matar") , está exento de responder cualquier pregunta.
En comparación, el palestino es considerado automáticamente peligroso como individuo, porque es parte de un colectivo amenazante. Por eso está justificado matarlo, asesinarlo, eliminarlo y neutralizarlo. El miedo de Israel a la colectividad palestina tiene una chispa de sinceridad: la admisión de que les estamos causando una injusticia sistemática y organizada y es lógico que tengan la intención de hacernos daño a cambio. Pero esta candidez es de corta duración. El predicador de la mezquita de Al-Aqsa, que pidió que se maten judíos fue declarado culpable de incitación a la violencia, y de nada le sirvió alegar que estas son cuestiones de la ley coránica. Sin embargo, los autores judíos del libro "La Torá del Rey" (Torat Hamelech), que es una "discusión a partir de la ley religiosa judía de las condiciones bajo las cuales es permisible matar a un goy (no-judio)", no fueron llevados a juicio. Ellos, como todo el mundo sabe, son individuos marginales que murmuran palabras de la Torá entre sus barbas.
Diferenciar entre los pantalones caídos y los uniformes arrugados es un paso esencial en el escudo defensivo del ejército contra cualquier posibilidad de que se acuse a los militares y sus líderes uniformados o vestidos de civil de llevar a cabo crímenes sistemáticos y permanentes como política.
La política no es otra cosa que el desprecio por la vida de los palestinos, mientras se les mata, elimina o asesina. Desprecio por su vida, mientras todavía están vivos, mediante la demolición de sus casas, y no se les permite reconstruir sus barrios, en la separación de sus familias, en los barrios pobres de Jerusalén y Ramle y Lod, en borrar su historia, la ley de estado de sitio, el agua no potable, las tasas de pobreza y el empobrecimiento.
Centrándose en los soldados filmados o los jóvenes de las colinas, y la fluctuación entre perdonarles como individuos, y rechazarlos como individuos, nos hace olvidar que los resultados acumulativos de las acciones del sistema contra los palestinos son más destructiva y letales que todos los actos individuales.
El hecho de que durante 70 años hayan promovido el desprecio por la vida de los palestinos ha sido eficazmente aislado de la figura jurídica de "intencionalidad". No tenemos ninguna intención de hacerles daño, Dios no lo permita. Todo es por accidente. Y sin intención, no hay culpa ni castigo. Pero la intención se alimenta todos los días por los resultados. Y el municipio de Beit Shemesh lo sabe bien: la intención, no sólo el acto, es la de la colectividad judía-israelí.
Haaretz. Traducción: Enrique García para Sinpermiso
Fuente: Gideon Levy, Amira Haas, La Haine

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