lunes, 30 de diciembre de 2013

ENTREVISTA A SANTIAGO ALBA RICO

 
 
Es filósofo, arabista y escritor
 
"La izquierda debe trabajar por la hegemonía cultural, pero desde el islam e incluso desde el islamismo"
 
Entrevista al filósofo y escritor Santiago Alba Rico, tres años después de que comenzaran los movimientos de la "primavera árabe", la situación en Siria y Libia sigue siendo dramática. Colaborador entre otros medios de DIAGONAL, analiza en esta entrevista el estado de estos procesos.
 
¿En qué situación se encuentra Libia? Resulta difícil encontrar información sobre lo que está ocurriendo en el país tras el derrocamiento de Gadafi.
Sí, Libia está un poco olvidada. Incluso está olvidada por los propios Estados Unidos y por los propios países europeos que intervinieron militarmente para ayudar a derrocar a Gadafi. Libia se encuentra en una situación de caos donde es muy difícil construir un estado o una sociedad civil como consecuencia precisamente de la dictadura de Gadafi. En 44 años no fue capaz de generar una sociedad civil formada política y culturalmente ni de proporcionar servicios sanitarios o académicos. Gadafi dedicó sus 44 años de dictadura a negociar su supervivencia con los jefes tribales, cuando se había presentado tras derrocar al rey Idris como una figura progresista que iba a convertir Libia en un estado independiente y soberano. Hoy el Estado solo existe formalmente, y no controla la mayor parte del territorio. Se calcula que pueden estar armadas unas 250.000 personas, que es una barbaridad si se tiene en cuenta que la población de Libia es de tres millones y medio de habitantes. Es decir, que aproximadamente el diez por ciento de la población está armada. Son estas milicias las que controlan el territorio. En contra de lo que se piensa, y aunque en todo el mundo árabe el yihadismo o el islamismo radical próximo a al-Qaeda está recuperando terreno, en Libia la mayor parte de estas milicias no están alineadas ideológica o religiosamente. Son milicias locales que intentan negociar su participación en el poder con un gobierno central muy débil. Ahora mismo en Bengasi hay una situación de enfrentamiento muy fuerte entre la institución militar que representa al estado central en Bengasi y Ansar al Sharía, un grupo islamista radical próximo a al-Qaeda.
Hasta hace pocos días Libia no contaba con policía ni ejército. En Trípoli la milicia de Misrata, una de las más potentes, respondió a una manifestación con disparos; incluso con disparos de baterías antiaéreas, matando casi a 50 personas. Después de eso el gobierno llegó a un acuerdo para que esta milicia se replegara y permitiera entrar a un ejército que no sabe muy bien a quién representa ni de dónde ha salido. Hay que recordar que, al contrario de lo que ocurrió en Egipto o en Túnez, en Libia las elecciones no las ganaron la rama local de los Hermanos Musulmanes. Quienes llegaron al gobierno fueron los liberales --el grupo de Yibril--, y son ellos quienes están teniendo dificultades para controlar la situación. En cualquier caso, frente a lecturas muy reduccionistas, hay que decir que no son Estados Unidos o las potencias europeas quienes gobiernan Libia. Y que si bien hay un crecimiento importante del islamismo yihadista, no es cierto que domine el país.
En esta situación, la producción de petróleo se ha reducido al diez por ciento respecto a la época de Gadafi porque estas milicias lo primero que hacen es ocupar las refinerías, incluso minorías como la amazigh.
¿Y qué papel han jugado esas minorías en el derrocamiento de Gadafi?
Han jugado un papel fundamental. De hecho la batalla de Trípoli no la decidió exactamente la OTAN, sino que la decidieron los amazigh procedentes de Nafusa, quienes ya llevaban muchos meses combatiendo contra los partidarios de Gadafi con medios muy precarios. Estas milicias en cuanto liberaron zonas del régimen, crearon escuelas, editaron periódicos... Gadafi decía del pueblo amazigh lo mismo que decía Golda Meir sobre el palestino, que "no existía". Era lógico entonces que los amazigh apoyaran desde el principio el derrocamiento del régimen.
 
¿En qué situación se encuentra Libia? Resulta difícil encontrar información sobre lo que está ocurriendo en el país tras el derrocamiento de Gadafi.
Sí, Libia está un poco olvidada. Incluso está olvidada por los propios Estados Unidos y por los propios países europeos que intervinieron militarmente para ayudar a derrocar a Gadafi. Libia se encuentra en una situación de caos donde es muy difícil construir un estado o una sociedad civil como consecuencia precisamente de la dictadura de Gadafi. En 44 años no fue capaz de generar una sociedad civil formada política y culturalmente ni de proporcionar servicios sanitarios o académicos. Gadafi dedicó sus 44 años de dictadura a negociar su supervivencia con los jefes tribales, cuando se había presentado tras derrocar al rey Idris como una figura progresista que iba a convertir Libia en un estado independiente y soberano. Hoy el Estado solo existe formalmente, y no controla la mayor parte del territorio. Se calcula que pueden estar armadas unas 250.000 personas, que es una barbaridad si se tiene en cuenta que la población de Libia es de tres millones y medio de habitantes. Es decir, que aproximadamente el diez por ciento de la población está armada. Son estas milicias las que controlan el territorio. En contra de lo que se piensa, y aunque en todo el mundo árabe el yihadismo o el islamismo radical próximo a al-Qaeda está recuperando terreno, en Libia la mayor parte de estas milicias no están alineadas ideológica o religiosamente. Son milicias locales que intentan negociar su participación en el poder con un gobierno central muy débil. Ahora mismo en Bengasi hay una situación de enfrentamiento muy fuerte entre la institución militar que representa al estado central en Bengasi y Ansar al Sharía, un grupo islamista radical próximo a al-Qaeda.
Hasta hace pocos días Libia no contaba con policía ni ejército. En Trípoli la milicia de Misrata, una de las más potentes, respondió a una manifestación con disparos; incluso con disparos de baterías antiaéreas, matando casi a 50 personas. Después de eso el gobierno llegó a un acuerdo para que esta milicia se replegara y permitiera entrar a un ejército que no sabe muy bien a quién representa ni de dónde ha salido. Hay que recordar que, al contrario de lo que ocurrió en Egipto o en Túnez, en Libia las elecciones no las ganaron la rama local de los Hermanos Musulmanes. Quienes llegaron al gobierno fueron los liberales --el grupo de Yibril--, y son ellos quienes están teniendo dificultades para controlar la situación. En cualquier caso, frente a lecturas muy reduccionistas, hay que decir que no son Estados Unidos o las potencias europeas quienes gobiernan Libia. Y que si bien hay un crecimiento importante del islamismo yihadista, no es cierto que domine el país.
En esta situación, la producción de petróleo se ha reducido al diez por ciento respecto a la época de Gadafi porque estas milicias lo primero que hacen es ocupar las refinerías, incluso minorías como la amazigh.
¿Y qué papel han jugado esas minorías en el derrocamiento de Gadafi?
Han jugado un papel fundamental. De hecho la batalla de Trípoli no la decidió exactamente la OTAN, sino que la decidieron los amazigh procedentes de Nafusa, quienes ya llevaban muchos meses combatiendo contra los partidarios de Gadafi con medios muy precarios. Estas milicias en cuanto liberaron zonas del régimen, crearon escuelas, editaron periódicos... Gadafi decía del pueblo amazigh lo mismo que decía Golda Meir sobre el palestino, que "no existía". Era lógico entonces que los amazigh apoyaran desde el principio el derrocamiento del régimen.
 

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