martes, 31 de octubre de 2023

"El espejismo de Oslo: frustración, ocupación y ‘apartheid" .JOSÉ ABU-TARBUSH E ISAÍAS BARREÑADA |


 [Nota del CSCA: Esta foto famosa, sobre la firma de los Acuerdos de Oslo, en los jardines de la Casa Blanca, con Clinton y Yasir Arafat, la Fundación Rabin no la quiso exhibir junto a otras 50 fotografías en la exposición dedicada al centenario de Isaac Rabin en el aeropuerto de Tel Aviv. Una forma de reescribir la historia por parte de esa Fundación y buen ejemplo de la situación ideológica dominante en Israel]

El espejismo de Oslo: frustración, ocupación y ‘apartheid

En Oslo, Israel logró una vía para continuar la ocupación por otros medios. Hoy la realidad de un solo Estado plantea el dilema de otorgar plenos derechos de ciudadanía o ahondar el ‘apartheid’.
Política Exterior, 215.  

6 de octubre de 2023

A principios de los años noventa del siglo pasado pareció abrirse una ventana de oportunidad política para la resolución de uno de los conflictos de ocupación colonial más longevos y enquistados en la sociedad internacional. Tras varias décadas de enfrentamientos, en la que se contabilizan cuatro guerras árabe-israelíes (1948-49, 1956, 1967 y 1973), junto a sucesivas confrontaciones asimétricas entre el ejército israelí y las milicias palestinas en Jordania y en Líbano, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e Israel firmaban la Declaración de Principios en Washington, el 13 de septiembre de 1993. Se sellaba así una agenda de negociaciones, proyectada a lo largo de cinco años, que trascendió en el lenguaje político y mediático de la época por la denominación más genérica de los Acuerdos de Oslo, referencia que incluiría toda una serie de pactos a partir de entonces.

Semejante escenario era resultado de una coyuntura favorable, configurada por toda una serie de cambios registrados en el espacio local/nacional, regional e internacional; junto a los diferentes cálculos estratégicos de los actores implicados. En la esfera local/nacional, a finales de 1987, después de dos décadas de la ocupación militar israelí de los territorios palestinos de la franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este en 1967, se produjo el estallido de la primera Intifada (1987-1993). Este amplio movimiento popular de resistencia y desobediencia civil invirtió la imagen tradicional del conflicto: Israel pasó de ser el pequeño David rodeado de Estados árabes hostiles para transformarse en el gigante Goliat como potencia militar y colonial de una sociedad ocupada, desarmada y, aun así, víctima indócil y desafiante de su dominio.

Las mismas fuerzas armadas que habían vencido a varios ejércitos árabes en el campo de batalla eran incapaces de imponer su orden en los territorios palestinos ante la desobediencia del pueblo ocupado. Si bien el gobierno israelí terminó retomando la iniciativa mediante una fuerte represión, el agotamiento de la sublevación y la división del movimiento social palestino, lo cierto es que el paisaje político había cambiado de manera radical con el amplio rechazo a la ocupación militar. Todo indicaba que la situación no volvería a ser igual que antes del levantamiento, y nadie garantizaba que después de un tiempo de quietud no volvería a producirse otra movilización colectiva de protesta.

La imagen exterior de Israel se había deteriorado, y no ofrecía más respuesta que la represión brutal. Las imágenes de sus soldados quebrando los huesos de los jóvenes palestinos dieron la vuelta al mundo. El oasis de democracia que proyectaba en Oriente Próximo se había transformado en un pantano en el que se hundían sus supuestos valores liberales. La sociedad israelí se había dividido entre los partidarios y detractores de la ocupación. Entre su clase política la diferencia era más matizada. En contraste con el sector ultraconservador e inmovilista del Likud, el laborista era más partidario de asumir el desafío y acometer algunos cambios, sin explicitar su compromiso sobre la dimensión o alcance de los mismos.

En el espacio regional, la tendencia predominante desde la guerra de 1967 era la del repliegue de los Estados árabes a sus fronteras nacionales evitando otra confrontación árabe-israelí (la última se había producido en 1973). Mientras en la retórica oficial árabe se sostenía la centralidad de la cuestión de Palestina en la región, la zona del golfo Arábigo/Pérsico acaparaba cada vez mayor atención. Así se puso de manifiesto con la emergencia de la revolución iraní en 1979, la guerra irano-iraquí entre 1980 y 1988; y, en particular, la invasión iraquí de Kuwait en el verano de 1990, con la consiguiente restitución de la soberanía kuwaití en 1991 por la coalición internacional liderada por Estados Unidos, con el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU.

Por último, en la arena internacional, después de cuatro décadas y media de tensión bipolar, la Guerra Fría había concluido y la distensión tomó el relevó en las relaciones entre ambas superpotencias. Ante sus acuciantes problemas internos y una nueva concepción de las relaciones internacionales, la Unión Soviética de Mijaíl Gorbachov (1985-1991) se fue replegando del espacio internacional hasta su desaparición a finales de 1991. Unos meses antes, en octubre de ese mismo año, Moscú había acompañado a Washington en la convocatoria de la Conferencia de Paz de Madrid para Oriente Próximo.

 

La pérdida de una oportunidad histórica y única

En este nuevo escenario, de expectante optimismo, se logró sentar a las partes implicadas en el conflicto en torno a una mesa de negociación. Pero más allá de este acontecimiento, las conversaciones abiertas en Madrid dieron lugar a varias rondas negociadoras con resultados limitados. En opinión de Zbigniew Brzezinski, se perdió una oportunidad histórica y única. EEUU careció de la audacia que exigía el momento, con una coyuntura, poder y prestigio muy favorable para explicitar e imponer sus criterios de resolución, sin permitir el desafío de las partes; y concretar sus parámetros en la opción de los dos Estados, con un Estado palestino desmilitarizado, sin permitir la expansión israelí más allá de las fronteras de 1967, tampoco el retorno de los refugiados palestinos (a los territorios de 1948), junto a la división y reparto de Jerusalén.

En el interregno de Madrid (1991) a Oslo (1993) se produjeron dos acontecimientos importantes. Primero, el relevo del gobierno israelí del ultraconservador Isaac Shamir (1986-1992) por el del laborista Isaac Rabin (1992-95) en coalición con Meretz y Shas, junto al apoyo exterior de los partidos árabes Hadash y el Demócrata Árabe. Y segundo, el giro estratégico en la posición negociadora de la OLP mantenida hasta entonces en el canal oficial, abierto en Madrid y continuado en Washington, con la apertura de otro en Oslo, paralelo, secreto y directo con Israel. Además de adoptar la diplomacia secreta, de tan nefasto legado en la región, el principal problema residió en las limitaciones y deficiencias de los acuerdos alcanzados. Ciertamente, el gobierno que encabezaba Rabin mostraba una mayor predisposición a negociar de la que carecía el de Shamir, pero la ambigüedad, inconcreción y ausencia de un compromiso explícito no fue menos significativa.

 «La OLP cedió su carta más preciada, el reconocimiento de Israel, sin obtener una contrapartida equivalente»

 Así quedó reflejado en las cartas de intercambio entre Rabin y Yasir Arafat. Mientras la OLP reconocía el derecho a la existencia de Israel, el gobierno israelí solo reconocía a la OLP como legítimo representante del pueblo palestino, sin mayor compromiso con el derecho palestino a la autodeterminación ni el fin de la ocupación. La OLP cedió su carta más preciada hasta entonces, el reconocimiento de Israel, pero sin obtener una contrapartida equivalente, con el reconocimiento israelí del proclamado Estado palestino en 1988. Entonces, sobre la base jurídica de la resolución 181 (II) de la Asamblea General de la ONU del Plan de Partición de Palestina, el Consejo Nacional Palestino (equivalente a un Parlamento en el exilio) proclamó la independencia del Estado palestino, ciñéndose a un espacio territorial incluso inferior al previsto en dicha resolución, reducido a las fronteras anteriores a la guerra de 1967. Cabe recordar que esa resolución, de 1947, en la que se preveía el establecimiento de dos Estados, fue la misma en la que se amparó la proclamación de la independencia de Israel en 1948.

Inspirados en los Acuerdos de Camp David de 1978, los de Oslo no denunciaban la ocupación israelí, ni la necesidad de concluirla; tampoco garantizaban el derecho palestino a la autodeterminación, ni a un Estado independiente, ni el retorno de los refugiados; y, en suma, no definían el objetivo final de este proceso –supuestamente– transitorio. Por el contrario, los asuntos más trascendentales quedaban relegados al tramo final de las negociaciones: refugiados, Jerusalén, asentamientos coloniales, fronteras y, en definitiva, el estatuto final de los territorios. Dicho en otros términos, mientras en Oslo Israel veía reconocido por la OLP su derecho a existir en paz y seguridad en las fronteras del 78% de la Palestina histórica, los derechos palestinos a disponer del 22% restante de su territorio iban a ser objeto de negociación.

 

Falaz ‘ambigüedad constructiva’

La indefinición de los Acuerdos de Oslo suscitaba interpretaciones diferentes e, incluso, contrapuestas. Los palestinos esperaban que el resultado final del proceso se concretaría en el fin de la ocupación israelí y el establecimiento de un Estado palestino independiente y soberano. Por su parte, los sucesivos gobiernos israelíes solo buscaban desactivar la confrontación armada y retener lo máximo de lo adquirido; a lo sumo, estaban dispuestos a otorgar una autonomía administrativa a la población y admitir una entidad subestatal subordinada, tutelada y dependiente de sus exigencias territoriales, de seguridad, políticas e ideológicas. A su vez, esta falaz “ambigüedad constructiva” dejaba la definición concluyente de todo el proceso en manos del actor más fuerte que, dada la profunda asimetría de poder entre las partes, recaía sobre Israel en calidad de potencia ocupante y dominante.

Las diferencias entre ambos actores se extendieron también a sus cálculos estratégicos. La OLP se adentró en Oslo desde la debilidad y por debilidad. Sin un debate previo en el seno del movimiento nacional, ni transparencia en el proceso de toma de decisiones, cada vez más reducido a un círculo estrecho en torno a Arafat, sin los tradicionales pesos y contrapesos de otros históricos dirigentes que fueron paulatinamente asesinados en la mayoría de los casos, como Abu Yihad (Khalil al Wazir) o Abu Iyad (Salah Khalaf), números dos y tres respectivamente de la OLP. El temor a que la dirección palestina en el exterior fuera marginada e, incluso, reemplaza por el liderazgo emergente en los territorios ocupados a raíz de la Intifada o bien a que algún Estado árabe alcanzara un acuerdo previo con Israel también pareció contribuir a esa decisión. Unido a cierta ingenuidad, impericia y asesoramiento desacertado, una interpretación precipitada y errática de los cambios en la escena regional e internacional llevó a la central palestina a adentrarse en un proceso negociador sin garantías ni respaldo internacional seguro alguno.

Por su parte, Israel advirtió en Oslo una oportunidad para intentar resolver el dilema al que se enfrentó su ocupación desde el primer momento: agenciarse los beneficios territoriales (expansión, recursos naturales, ampliación de fronteras, profundidad estratégica) sin asumir los costes de administrar su población (conceder derechos de ciudadanía). Hacerse con la máxima geografía palestina a la vez que con la mínima demografía palestina posible ha sido una pauta reiterada por el movimiento sionista primero y, luego, por Israel.

 «La dinámica de Oslo permitió a Israel una salida del aislamiento internacional en el que se había adentrado durante la primera Intifada»

 Oslo escenificó nuevamente este comportamiento con el establecimiento de una autonomía palestina a modo de gobierno interino, la Autoridad Palestina (AP), en 1994. Su ámbito de actuación se limitaba a la administración civil, con un alcance territorial muy restringido y fragmentado en tres áreas. La zona A, donde ejerce la administración y seguridad interna, comprende las ciudades palestinas, agrupa a más del 50% de la población y constituye el 18% del territorio ocupado (excluido Jerusalén Este). La zona B, donde ejercita la administración y comparte con Israel la seguridad, reúne los núcleos rurales, con algo más del 40% de la población y el 20% del territorio. Por último, la zona C, sin competencias palestinas, que ostenta exclusivamente Israel, está constituida por el resto del territorio que, habitado por el 1% de la población palestina y la totalidad de los colonos, además de Jerusalén Este, posee una superficie del 62%.

Paralelamente, la dinámica de Oslo ofrecía a Israel una salida del aislamiento político y diplomático en el que se había adentrado durante la primera Intifada; además de una mejora de su imagen exterior y ampliación de sus relaciones exteriores, retomándolas con los Estados que las habían suspendido e iniciándolas con los que no las tenían hasta entonces. Durante estos años de la posguerra fría, Israel vio revalorizado su papel geoestratégico en la región de Oriente Próximo a tenor de su estrecha alianza con EEUU y sus intervenciones militares en la región (Afganistán e Irak) a raíz de los atentados del 11-S. Del mismo modo, experimentó un notable incremento de su poder, situándose entre las primeras 15 potencias mundiales, según algunas calificaciones internacionales; y también de su riqueza, a caballo de la globalización neoliberal y la revolución en las tecnologías de la información y comunicación, convirtiéndose en un referente mundial en tecnología cibernética, especialmente en materia de seguridad y militar, experimentada, a modo de laboratorio, en el control de los territorios palestinos y el de su población.

 «De los 200.000 colonos de la época de Oslo se ha pasado a 750.000, implantados en 200 asentamientos»

Pero, sobre todo, Oslo constituyó para Israel una cortina de humo para seguir con su escalada colonizadora. Solo cabe remitirse a los hechos. Mientras en la esfera exterior mantenía la ficción del proceso de paz, con la contención o neutralización de las críticas, en los territorios palestinos (Jerusalén Este incluido) siguió su colonización desde los inicios de Oslo. Entonces el número de colonos rondaban los 200.000, cifra que se han incrementado hasta los 750.000 de la actualidad, implantados en 200 asentamientos, a los que se suman más de 200 colonias de vanguardia a la espera de su legalización por el gobierno israelí, junto a 136 zonas, destacamentos y bases militares. A todo ello hay que sumar las carreteras de circunvalación, que conectan todos esos bloques de colonias, puestos avanzados y áreas militares con las autopistas y vías israelíes, actuando como cuñas de fragmentación que sortean las ciudades y aldeas palestinas, al mismo tiempo que las asfixian y las aíslan unas de otras. Unido a los numerosos puestos de control, vallas eléctricas y el muro construido a lo largo de unos 600 kilómetros de los 721 proyectados, separando a familias, tierras de labranza, propiedades, centros de trabajo, escuelas y hospitales, entre otros servicios. La franja de Gaza está sometida a una variante aún más sofisticada, la de la ocupación exterior y el bloqueo desde 2007, extremando las condiciones de vida hasta niveles inimaginables.

El paisaje de los territorios se ha transformado en pequeños guetos y bantustanes, donde se recluye a su población, con el aislamiento de sus núcleos urbanos y rurales, restricciones de la circulación, atentados contra la propiedad y la dignidad de las personas. Esta escalada colonizadora se acompaña de medidas punitivas ante la resistencia de la población nativa: expropiación de tierras, demolición de casas, estado de sitio, castigos colectivos, asesinatos, encarcelamientos, detenciones prolongadas sin juicio, torturas, incursiones y secuestros en las áreas autónomas palestinas. En síntesis, la ocupación ha creado en los territorios palestinos la cárcel más grande de la tierra, como afirmaba el historiador israelí Ilan Pappé. Si los primeros años del proceso de Oslo fueron una sucesión de acuerdos, cumplimientos parciales y retrocesos, desde el año 2000 la situación se caracteriza por la ruptura de cualquier lógica de cooperación. Israel toma unilateralmente las medidas que le conviene y las impone por la fuerza. Recurriendo a la violencia contra civiles que protestan o se sublevan.

 

Solución de los dos Estados: retórica cómplice

Tres décadas después de Oslo, el balance es desolador. La situación de los territorios palestinos ocupados es mucho peor que antes de dichos acuerdos. El panorama político se ha ensombrecido con un incremento de la violencia estructural inherente a la ocupación militar y colonial, como se ha manifestado en las sucesivas agresiones militares registradas desde entonces, en particular en la bloqueada y castigada franja de Gaza; sin olvidar las más recientes incursiones en Nablus y Yenín, junto a los progromos protagonizados por los colonos israelíes en varios pueblos palestinos. En lugar de aligerar y acabar con la ocupación, los sucesivos gobiernos israelíes la han reforzado y perpetuado desde entonces, al mismo tiempo que han imposibilitado deliberadamente la implementación de un mini-Estado palestino con continuidad territorial, cohesión demográfica y viabilidad económica.

A pesar de que desde 1994 existe una administración palestina, sin soberanía y dependiente de la ayuda internacional, que insiste en ser reconocida como Estado desde 2011, la opción de los dos Estados ha desaparecido del horizonte político como paradigma de resolución. Los dirigentes israelíes no ocultan su abierta oposición, tanto en sus declaraciones como en sus políticas coloniales. Cierto que todavía sigue siendo la opción que mayor apoyo posee en numerosas cancillerías y foros internacionales, pero no es menos cierto que no deja de ser más un ejercicio de retórica política que realmente efectivo, cuando no cómplice con el actual statu quo. En numerosos Estados se advierte una manifiesta incoherencia política entre las posiciones adoptadas en materia de política exterior y su ejecución. El ejemplo más evidente es el de EEUU, que asumió los auspicios y mediación internacional de este proceso sin guardar la imparcialidad requerida; al contrario, se ha mostrado como un mediador parcial y deshonesto. Otros actores internacionales, como la Unión Europea, tampoco han estado a la altura de sus responsabilidades ni de las circunstancias. Además de la tendencia a la dispersión y fragmentación de la política exterior de sus Estados miembros, Bruselas ha limitado su papel más al ámbito asistencial y económico que al político, ha sido más un pagador que un jugador, sin equilibrar ni compensar la mediación internacional y la asimetría de poder. En suma, Israel ha tenido la capacidad para mantener y ampliar su asentamiento en territorio palestino sin rendición de cuentas, al tiempo que equipara la resistencia palestina al terrorismo, y todo ello con la pasividad y la connivencia de la comunidad internacional.

No es una mera paradoja o simple coincidencia que cuando mayor consenso político y jurídico existía en la sociedad internacional para resolver este prolongado conflicto mediante la opción de los dos Estados, Israel haya imposibilitado política, territorial y económicamente el establecimiento de un mini-Estado palestino independiente y soberano. Si entonces, cuando se sellaron los Acuerdos de Oslo, el contexto parecía todavía posible (aunque no exento de dificultades) para establecer un mini-Estado palestino, hoy en día ese paisaje ha desaparecido por completo y también la posibilidad de esa hipotética estatalidad. Tres décadas después, las condiciones políticas, materiales, territoriales, económicas y demográficas en las que se planeaba la estatalidad palestina han sido objeto de una significativa y deliberada transformación.

Es de temer que en Oslo Israel advirtió una vía para continuar la ocupación por otros medios. De cambiar algo para que todo siguiera igual. La cooptación de una élite política nativa que se acomodara a las exigencias israelíes siempre fue una constante de los diferentes gobiernos de ocupación. Después de décadas de confrontación, los cambios mencionados propiciaron una coyuntura favorable para la resolución de esta prolongada ocupación colonial. Paradójicamente, Israel encontró en una OLP muy debilitada la predisposición a asumir la administración civil de la población con la expectativa de ver el fin de la ocupación y el establecimiento de un Estado palestino, sin garantías ni contrapesos internacionales que velaran por ese cumplimiento.

Si bien Israel sorteó mediante esta artimaña el dilema de asumir las ganancias territoriales sin pagar peaje (administración de la población y concesión de la ciudadanía), lo cierto es que su escalada colonizadora y el impedimento de la opción de los dos Estados han llevado a Israel a un nuevo dilema: aceptar la realidad que ha construido sobre el terreno de un solo Estado y, por tanto, otorgar los derechos de ciudadanía a toda la población existente entre el río Jordán y el mar Mediterráneo, o bien, por el contrario, continuar con su actual política etnocrática y de apartheid.

De nuevo, cabe preguntarse cómo puede pretenderse la paz sin justicia. ●


lunes, 30 de octubre de 2023

Stop al cerco de Gaza. Manuel García Fonseca

 

El gueto de Gaza. Lidón Soriano Infolibre.es, 27 de octubre de 2023


 El gueto de Gaza

Lidón Soriano
Infolibre.es, 27 de octubre de 2023 

La elección de las palabras y la utilización de las mismas es harto importante a la hora de comunicar, lo saben bien quienes las utilizan para trasmitir hechos o ideas, fundamentalmente políticos y periodistas. De hecho, Kapuscinsky ya decía que “las guerras siempre empiezan antes de que se oiga el primer disparo, comienzan con un cambio de vocabulario en los medios”.

La RAE, en una de sus acepciones, define gueto como: “Situación o condición marginal en que vive un pueblo, una clase social o un grupo de personas” y me parece una buena definición para describir la forma de vida que sufre la población de la franja de Gaza. Sin embargo, esta situación de marginalidad no comenzó para ellos el 7 de Octubre de 2023, sino hace 75 años.

Tras la primera guerra árabe israelí en 1948, miles de palestinos y palestinas se refugiaron en la franja de Gaza escapando de las masacres cometidas por el ejército del, recién creado, Estado de Israel. Posteriormente sufrió la guerra de 1967 en la que Israel ocupó los territorios palestinos (ocupación que continúa a día de hoy) y la del 73, dando cobijo a más población refugiada.

Tras la primera intifada, en 1993, Israel rodeó con un muro y alambradas la Franja de Gaza, pero no es hasta el fin de la segunda intifada en 2005, año en que se evacúa a los israelíes que vivían en colonias en el interior de la Franja, cuando la situación se torna de marginal a infernal, sufriendo brutales ataques:

- 2006 Operación lluvias de verano (405 palestinos asesinados frente a 11 israelíes)

- 2008 Operación plomo fundido (1.400 palestinos asesinados frente a 14 israelíes, 4 de ellos por fuego amigo (es decir, se mataron entre ellos mismos)

- 2012 Operación pilar defensivo (133 palestinos asesinados, no se reportan bajas israelíes)

- 2014 Margen protector (2.310 palestinos asesinados frente a 71 israelíes). La oficina coordinadora de ayuda humanitaria de la ONU estimó que el 70% son civiles y la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, denunció que los ataques efectuados por el ejército israelí sobre Gaza podrían constituir crímenes de guerra.

Sin embargo, una vez más, Israel quedó impune.

Hay dos hechos en la historia contemporánea en los que parte de una población o una población entera ha sido completamente sitiada, racionando o directamente, impidiendo la entrada de agua, alimentos, combustible, medicamentos y todo aquello necesario para la vida. El primero es el cerco al gueto de Varsovia en el que vivían 400.000 personas y que duró 2 años y 6 meses. El segundo y más brutal, el sitio a Leningrado, ciudad en la que vivían unos 3 millones de personas, que duró 2 años y 4 meses y fue tan brutal que es considerado por algunos historiadores como un genocidio por intentar que miles de civiles murieran de inanición de forma deliberada.

La franja de Gaza, como hemos comentado, está cercada y amurallada con 6 puertas de acceso que sólo controla Israel: una para ropa, otra para alimentos, otra: materiales varios, otra para medicamentos, destacando en esta que Israel prohíbe la entrada de equipos de radioterapia, condenando, de facto, a muchos gazatíes con cáncer a una muerte segura.

Israel no solo controla qué entra en la franja, también controla la movilidad de las personas a través de los pasos de Erez (norte) y Rafah (en el sur). Controla y limita la movilidad tanto de gazatíes como de internacionales, ejerciendo como brutales carceleros de la, considerada por muchos historiadores, mayor prisión a cielo abierto del mundo. Una enorme cárcel con un tamaño de 365 Km2 donde sobreviven hacinadas 2.300.000 personas, la mayor densidad poblacional del planeta, de las cuales el 80% ya es refugiada, es decir, ya fueron expulsados de sus pueblos y ciudades en 1948, sufriendo el robo de sus tierras, casas, cultivos, de su forma de vida.

Como he comentado al principio, la elección de las palabras es muy importante cuando se quiere transmitir una idea y la Franja de Gaza se asemeja más a un gueto que a una cárcel. En una cárcel tienes derecho a visitas, a recibir regalos, a recibir educación, a recibir la atención médica que necesitas.

En la Franja de Gaza, no.

Por tanto, la Franja de Gaza puede ser considerado el mayor gueto de la historia moderna. En este caso dura ya 23 años y en muchos momentos ha sido sitiada por completo impidiendo la entrada total de agua, alimentos, combustible, medicamentos, etc., así como la salida o entrada de cualquier persona. Particularmente brutales están siendo estos últimos 17 días, durante los cuales Israel no solo ha impedido la entrada de ayuda humanitaria a una población ya empobrecida, ya sitiada, ya invisibilizada, sino que la ha bombardeado con todo tipo de armamento, incluido el fósforo blanco como denuncian organismos internacionales como Human Rights Watch. Han bombardeado, una vez más, escuelas, hospitales, infraestructuras civiles, han masacrado familias enteras, han asesinado a mujeres pariendo en la calle por no poder llegar al hospital más cercano, han asesinado a hombres, mujeres, ancianos y niñas que llegaban a zonas delimitadas por los israelíes como seguras y también a quienes decidieron no marcharse de sus casas por no tener a dónde ir, han bombardeado durante horas, sin parar, sin permitirles huir del gueto infernal en el que han sido encerrados. Su objetivo, como en el sitio a Leningrado, es matar o dejar morir de hambre y sed a la población civil.

Todas estas acciones devastadoras y salvajes son, en realidad, la ejecución de otra fase del plan colonizador trazado por el sionismo en 1897, por el cual se van haciendo con más territorio, expulsando a la población nativa palestina de su tierra. Este plan fue definido por el historiador israelí Ilan Pappe como la limpieza étnica de Palestina.

Sin duda, todos estos castigos colectivos, según la Ley de los conflictos armados que incluye entre otras a las Convenciones de Ginebra y la Convención de la Haya, constituyen no sólo un Crimen de guerra, sino que está tipificado como Crimen de Lesa Humanidad.

Indiscutiblemente, también fueron crímenes de lesa humanidad el brutal sitio a Leningrado y el execrable cerco al gueto de Varsovia, en ambos casos los atacantes fueron las fuerzas de ocupación nazis. En este caso, los salvajes ataques y cerco a la Franja de Gaza también están siendo llevados a cabo por fuerzas de ocupación pero, en este caso, por las fuerzas de ocupación del Estado de Israel.

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Lidón Soriano es Coordinadora de Brigadas a Palestina.


viernes, 27 de octubre de 2023

LA MOVILIZACIÓN DE SOLIDARIDAD CON PALESTINA CONTINUA


 


Nombres reales de las aldeas robadas y los asentamientos ilegales del perímetro de Gaza Perla Issa Palestine Studies



 
Nombres reales de las aldeas robadas y los asentamientos ilegales del perímetro de Gaza

Perla Issa
Palestine Studies, 25 de octubre de 2023

Blog: Genocidio en Gaza

Si uno lee las noticias occidentales procedentes de Israel, probablemente creerá que Kfar Azza, Be'eri, Erez, Nahal Oz y los demás asentamientos que rodean Gaza son "lugares idílicos", "trocitos de paraíso, trocitos de cielo" y "pequeñas comunidades agrícolas".

 Lo que falta en esta imagen, lo que falta en la gran mayoría de las noticias occidentales sobre el genocidio que se está desarrollando en Gaza, es que estos "trozos de paraíso" están construidos en tierras robadas, robadas por los sionistas al pueblo palestino mediante la violencia. Y que la población palestina lleva más de 75 años apiñada y enjaulada en un pequeño rincón de sus tierras originales. Eso es lo que actualmente se llama la Franja de Gaza. Alrededor del 80% de la población de Gaza son refugiados, refugiados de lo que hoy se llama el perímetro de Gaza. A medida que la resistencia palestina aumentaba con los años, a medida que los palestinos, generación tras generación, han intentado romper la jaula y regresar a sus hogares, esa jaula se ha ido haciendo cada vez más estrecha.

 Así es como los residentes israelíes de estas "comunidades agrícolas" -alrededor de 50.000 personas que viven en 1.038 kilómetros cuadrados de tierras robadas (los consejos regionales de Sha'ar HaNegev, Eshkol y Sdot Negev)- han podido durante años vivir, prosperar, formar familias, cenar, bañarse en piscinas, bailar, cantar y celebrar la "unidad y el amor" en grandes conciertos a pocos kilómetros de donde viven más de 2.100.000 personas en 365 kilómetros cuadrados, usurpadas de sus tierras, sometidas a la humillación diaria, empobrecidas y enjauladas a propósito, sin poder moverse, vivir, pescar en el mar y, desde luego, sin poder celebrar la "unidad y el amor". "

 Un simple vistazo a los mapas de Google pone esta realidad a la vista. ¿Cómo puede existir una realidad urbana así? Una densidad de población de 5.753 personas por kilómetro cuadrado junto a una densidad de población de 48 personas por kilómetro cuadrado. ¿Puede haber alguna duda de que para mantener una realidad así durante décadas es necesario aplicar una enorme cantidad de violencia diaria para evitar cualquier desbordamiento?

 


 Captura de pantalla de Google Maps de la Franja de Gaza y sus alrededores, que muestra la gran disparidad de densidad urbana entre las zonas palestinas y las controladas por Israel. Tomada el 16 de octubre de 2023. La imagen utilizada como cabecera de este artículo, sin embargo, es un mapa histórico de 1948 de Palestine Open Maps.

 Los palestinos viven esta realidad a diario, mientras que los israelíes, que viven en "lugares idílicos", pensaban que podían permitirse olvidarla. Pensaron que podían permitirse el lujo de olvidar cómo llegaron a vivir en esa misma tierra.

 Recordemos aquí esta realidad.

 En un proyecto de historia oral de entrevistas con combatientes sionistas, la verdad se dice simple y llanamente. Michael Cohen, de la Brigada del Néguev de las Fuerzas de Ocupación israelíes (formada a partir del Palmach, la fuerza de combate de élite de la Haganá) explica en un vídeo grabado cómo la brigada expulsó a los palestinos en octubre de 1948 de lo que "hoy se llamaría el Perímetro de Gaza. Es todo el sector occidental que limita con la actual Franja de Gaza". Explica que "expulsar fue fácil". Que la mayoría de los palestinos "no tenían planes de hacernos daño" pero que "no podíamos permitirnos, nosotros, como ejército y los asentamientos [judíos] que nos rodeaban, dejar asentamientos árabes en nuestra vecindad. Los echamos".

 Explica cómo en muchos lugares, los palestinos se marcharon sin luchar: "En una o dos ocasiones, hubo algún tipo de resistencia, incluso con armas de fuego. Pero eso era raro... ¡El Néguev estaba limpio de pueblos!". Pero con el tiempo los soldados se dieron cuenta de que la gente que habían expulsado volvía y que "era difícil acabar el trabajo con ellos". Explica que tuvieron que bloquearlos, "¡bloquear significa disparar a matar!". En sus propias palabras: "Así que en ese caso lo vi con mis propios ojos, no sólo lo vi con mis propios ojos, también lo hice. La expulsión era algo que había que hacer y se hizo".

 Efectivamente, se produjo una expulsión violenta, pero la violencia engendra violencia. A través del testimonio de Cohen podemos ver cómo la resistencia palestina fue cambiando y adaptándose en respuesta a la violencia israelí. Los aldeanos y beduinos pasaron de la coexistencia amistosa, a la aquiescencia, a la resistencia no violenta regresando tranquilamente a sus tierras, pero una vez enfrentados a la fuerza letal, recurrieron a la resistencia armada, empezaron a atacar carreteras y a plantar minas. La respuesta israelí fue más violencia, demolieron casas palestinas e incendiaron campos obligando a la población a huir de nuevo. Cohen explica cómo colocaban explosivos y "derribaban las casas de un solo golpe". Explica, además: "La demolición [de las casas] y/o la quema de los campos, no fue algo puntual durante la deportación, fue un proceso".

 Avri Ya'ari, de la Haganá, explica en otro vídeo grabado cómo expulsaron a los habitantes de Huj (هوج), un pueblo palestino situado a 2,5 kilómetros del actual asentamiento israelí de Sderot y a 6,5 kilómetros de la Franja de Gaza; donde Ariel Sharon construyó un rancho. A través del testimonio de Ya'ari nos hacemos una idea de la gran desproporción de fuerza entre las fuerzas armadas israelíes y los palestinos y de nuevo vemos cómo la población palestina era pacífica.

 Ya'ari: Estaba Huj ... pero las relaciones con ellos eran muy buenas ...

 Entrevistador: La población árabe, ¿cuándo abandonó la zona?

 Ya'ari: Cuando se les dijo. [Risas]

 Entrevistador: ¿Qué quieres decir?

 Ya'ari: Les dijeron que se fueran.

 Entrevistador: ¿Quién se lo dijo?

 Ya'ari: El ejército, las Fuerzas de Defensa Israelíes. En ciertas etapas... ¿cómo decirlo? Despejaron la zona de árabes. A los habitantes de Huj, que habían sido muy amistosos y luego sufrieron terriblemente en los campos de refugiados, les dijeron que volverían en dos o tres semanas.

 De hecho, los palestinos intentan regresar desde entonces por todos los medios a su alcance. Por lo tanto, si quieres ayudar a poner fin a la violencia, a dar paso a la paz y la seguridad para palestinos e israelíes, reconoce en qué tierras se han construido los asentamientos israelíes y llámalos por su nombre, su verdadero nombre. En la siguiente tabla hay una lista de algunos de los asentamientos que rodean Gaza y las correspondientes tierras palestinas en las que se han construido, ya sean ciudades, aldeas o tierras tribales.

 

Asentamiento israelí

Nombre de la ciudad palestina despoblada sobre la que está construido el asentamiento israelí correspondiente

Nombre de la aldea palestina despoblada en la que está construido el asentamiento israelí correspondiente

Nombre de la tierra tribal despoblada en la que está construido el asentamiento israelí correspondiente

Notas adicionales del autor

Ashkelon

 

Al-Majdal (المجدل)

Al-Jura (الجورة),

Al-Khisas (الخصاص),

Ni'ilya (نعليا)

 

Construido en las tierras y huertos del pueblo

Zikim

 

Hirbiya (هربيا)

 

Construido en los huertos de cítricos del pueblo

Karmiya

 

Hirbiya (هربيا)

 

Construido en los huertos del pueblo

Mavqiim

 

Barbara (بربرة)

 

Construido en el pueblo y sus huertos

Erez

 

Dimra (دمرة)

 

 

Sderot

 

Najd (نجد)

 

 

Mefalsim

Wadi ez Zeit de la ciudad de Gaza

 

 

 

Kfar Aza

Barrio turcomano de la ciudad de Gaza

 

 

 

Nahal Oz

Waqf Esh Sheikh Zarif de la ciudad de Gaza (وقف الشيخ ظريف)

 

 

 

Sa'ad

Barrio Jdeide de la ciudad de Gaza

 

 

 

Alumin

Barrio turcomano de la ciudad de Gaza

 

 

 

Be'eri

 

 

Wuhaitat al Tarabin (الوحيدات ترابين) clan de las tierras de la tribu Tarabin (ترابين)

 

Re'im

 

 

Ghawali al-Zari'i (غوالي الزريعي) clan de las tierras de la tribu tarabín (ترابين)

Construido junto a las antiguas ruinas de Tell Jamma (تل جمة) en el valle de Gaza

Kisufim

 

 

Tierras de Abu Khammash (ابو خماش) clan de la tribu tarabín (ترابين).

 

En HaShlosha

 

Ma'in Abu Sitta village (معين ابو ستة), Umm Tina hamlet (ام تينة)

Parte del clan árabe al Ghawali (عرب الغوالي) de la tribu tarabín (ترابين).

Umm Tina es descrita en un proyecto de historia oral por un antiguo aldeano como "tierra fértil que se extiende hasta donde alcanza la vista, amplia y espaciosa, con huertos de almendros y campos de trigo, cebada, lentejas, sandías y melones... un país maravilloso."

Nirim

 

Ma'in Abu Sitta village (معين ابو ستة),

Parte del clan árabe al Ghawali (عرب الغوالي) de la tribu tarabín (ترابين).

Construido sobre las ruinas de la antigua escuela del pueblo

Nir Oz

 

Ma'in Abu Sitta village (معين ابو ستة),

Parte del clan árabe al Ghawali (عرب الغوالي) de la tribu tarabín (ترابين).

Construido sobre los huertos del pueblo

Magen

 

Ma'in Abu Sitta village (معين ابو ستة), Abu Tailakh (أبو تيلخ) and Abu Nuqeira (ابو نقيرة) hamlets

Parte del clan Arab al Ghawali (عرب الغوالي) de la tribu Tarabin (ترابين).

Construido sobre los huertos del pueblo, engullendo el santuario del jeque Nuran (مقام الشيخ نوران ) y el manantial de Abu Qurayda (بئر أبو قريدة)

Ami'Oz,

Zohar,

Ohad,

Mivtahim,

Yesha

 

Umm ‘Ajwe  (أم عجوة) and Tell Rabiya (تل رابية) hamlets

Parte del clan Najmat (نجمات ) de la tribu Tarabin (ترابين).

 

Sde Nitsan,

Talmei Eliyahu

 

Karm ‘Aqel (كرم عقل)

Parte del clan Najmat (نجمات ) de la tribu Tarabin (ترابين).

 

Holit

 

El-Buhdari hamlet (كرم البهداري)

Parte del clan Najmat al-Kassar (نجمات القصار) de la tribu Tarabin (ترابين).

Construido en los huertos del pueblo

Peri-Gan,

Sede-Avraham, Deqel,

Talme-Yosef,

Avshalom,

Yated,

Yevul

 

El-Ahmar (كرم الاحمر) and El-Khilawi (كرم الخلاوي) hamlet

Pertenece al clan Najmat al-Kassar (نجمات القصار) de la tribu Tarabin (ترابين).

Construido en los huertos de la alde

Nota del editor: Esta lista no es exhaustiva. No dude en ponerse en contacto directamente con el autor en perla@palestine-studies.org. También puede buscar recursos adicionales como All That Remains: The Palestinian Villages Occupied and Depopulated by Israel in 1948, la Enciclopedia Interactiva de la Cuestión Palestina (sección Lugares), Palestine Open Maps, Palestine Remembered y The Return Journey (Atlas) para más información sobre la historia de los pueblos destruidos y despoblados en toda Palestina.