jueves, 14 de diciembre de 2017

B'Tselem acusa a las fuerzas israelíes de intimidar a menores palestinos

La organización israelí B'Tselem dijo hoy que los arrestos y detenciones de menores palestinos por parte de las fuerzas de seguridad israelíes "son parte de la rutina de la ocupación y del estado de violencia organizado que Israel impone sobre los palestinos en los territorios ocupados". 

B'Tselem aseguró en un comunicado que estas acciones "suelen ir acompañadas de violencia física y abuso verbal" y como ejemplo difundió un vídeo de ayer en el que se ve cómo varios guardias de la Policía de Fronteras tratan de meter por la fuerza en un jeep militar a tres niños de entre 7 y 8 años.
Los menores jugaban entre el campo de refugiados de Aida, en Belén, y la Tumba de Raquel, a las afueras de la ciudad cisjordana, donde se producían enfrentamientos entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en el marco de la escalada de tensión que generó la declaración de Donald Trump al reconocer Jerusalén como capital de Israel.
La grabación, de Jamal Abu Sifan, uno de los voluntarios que colaboran con Betselem, muestra cómo en un momento dado los guardias retienen a los niños e intentan que entren en un vehículo, ante lo que algunos de los residentes reaccionan y consiguen que les liberen.
Micky Rosenfeld, portavoz de la Policía israelí, de la que depende la Guardia de Fronteras, expuso a Efe que los menores "estaban involucrados en los disturbios en la zona".
"Una vez más, podemos ver que Betselem está publicando información errónea, engañosa y poco fiable", denunció el portavoz.
En el contexto de los disturbios de los últimos días se ha hecho viral una fotografía de Fawzi al Junaidi, un joven palestino de 16 años que, con los ojos vendados, es escoltado por casi una veintena de soldados que le han arrestado bajo la acusación de participar en protestas y tirar piedras, recogió Al Yazira en su página web.
Fuente: Agencia EFE

Palestina solicitará a la ONU el estatus de miembro de pleno derecho en la organización

El presidente palestino, Mahmud Abás, declaró que solicitará al Consejo de Seguridad de la ONU el estatus de miembro de pleno derecho en las Naciones Unidas tras la decisión de EEUU de reconocer Jerusalén como capital israelí. 

"Pasaremos al procedimiento de anulación de esta decisión y solicitaremos a la ONU que la anule o reconozca a Palestina como miembro de pleno derecho", dijo al término de la cumbre de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI) en Estambul.
Abás subrayó que EEUU violó las condiciones de objetividad e imparcialidad en el conflicto palestino-israelí con lo cual ya no puede ser parte del proceso de resolución.
El presidente palestino enfatizó que todo el mundo islámico debe apoyar a Palestina en el tema de Jerusalén.
La Casa Blanca anunció el pasado 6 de diciembre que reconocía a Jerusalén como capital israelí y trasladaría allí la embajada estadounidense desde Tel Aviv.
La medida, aplaudida por Israel, fue condenada por la mayoría de los países musulmanes y generó críticas de otros Estados e instituciones internacionales.
Además provocó multitudinarias protestas entre los palestinos y las fuerzas israelíes.
Fuente: Sputnik - Mundo

Israel reprime en Hebron protestas contra decisión de Trump

Los heridos por la represión en Palestina ya superan los 1.700. Rige en la nación ocupada una huelga general contra la decisión de Trump de aceptar a Jerusalén como capital israelí. 

La comunidad internacional considera que el estatus de Jerusalén Este debe ser definido en un acuerdo con los palestinos. | Foto: teleSUR
La represión de Israel contra las protestas en Palestina ha dejado más de 1.700 heridos, mientras que en Turquía cierran el encuentro de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI) con un llamado al respeto de las normas internacionales respecto a Jerusalén. 
Actualmente, rige una huelga general en todas las zonas del país, en rechazo a la decisión de Donald Trump de aceptar a Jerusalén como capital israelí y trasladar la embajada de Estados Unidos a esa ciudad.  
Las protestas en Hebron se mantienen y las ocupantes fuerzas de seguridad israelí, siguen usando métodos represivos y munición real contra los manifestantes. 


Trump decidió reconocer a Jerusalén como capital de Israel, pese al rechazo de la comunidad internacional, ratificado este miércoles al cierre de la OCI. 
En 1967 durante la Guerra de los Seis Días, Israel se anexionó Jerusalén Este, una acción declarada sin validez legal por la comunidad internacional, debido a que los palestinos reclaman esa ciudad como su capital histórica, dentro de la lucha por ser reconocidos como un Estado autónomo.
Asimismo, Israel considera que Jerusalén, con los barrios orientales que reclaman los palestinos, es su capital.
Fuente: TeleSur

Agentes israelíes infiltrados israelíes reprimen una manifestación en Cisjordania

Agentes de las fuerzas de seguridad israelíes, infiltrados entre los manifestantes palestinos, dispersaron abruptamente este miércoles en la Cisjordania ocupada una protesta contra el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel por parte de Estados Unidos, constataron unos periodistas de la AFP. 

Policías israelíes infiltrados arrestan a unos manifestantes palestinos el 13 de diciembre de 2017 en Ramala, Cisjordania. Foto: AFP
Decenas de palestinos se manifestaban en una concentración de unas 150 personas, frente al puesto de control de Bet El, cerca de Ramala, cuando una granada antidisturbios explotó y un puñado de hombres que parecía estar entre los manifestantes desenfundaron sus armas y dispararon al aire, según las imágenes de un camarógrafo de la AFP.
Soldados israelíes que se mantenían a distancia comenzaron a cargar corriendo o abordo de vehículos, obligando a huir a los manifestantes. Las imágenes del camarógrafo y del fotógrafo de la AFP muestran la detención de tres palestinos.
Con la tradicional kufiyya palestina, el pasamontañas e incluso, al menos uno de ellos, con la bandera palestina alrededor de la frente, los agentes infiltrados pasaban desapercibidos entre los manifestantes.
Las fuerzas israelíes recurren a estos agentes, conocidos con el nombre de "Mustaribine" (literalmente "los que se disfrazan de árabes"), para detener a manifestantes durante las protestas en Cisjordania o Jerusalén.
Estos "mustaribines" son judíos, áraboisraelíes, drusos o beduinos, hablan árabe como los palestinos y son parecidos físicamente. Suelen mezclarse entre la multitud e incluso lanzan piedras contra los soldados.
Tres palestinos resultaron heridos durante los altercados en el puesto de control de Bet El, indicaron fuentes médicas.
Desde el anuncio el 6 de diciembre del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer Jerusalén como capital de Israel, las manifestaciones -relativamente limitadas en su conjunto- se repiten a diario en los Territorios Palestinos.
La mayor parte de la comunidad internacional nunca reconoció Jerusalén como capital del Estado hebreo y considera que su estatuto debe ser negociado.
Fuente: Agencia AFP

Amiram Levin: 'Israel debe expulsar a los palestinos en la siguiente guerra'

Un miembro del partido laborista israelí, Amiram Levin, afirma que los israelíes deben ‘expulsar’ a los palestinos en la siguiente guerra. 

Soldados israelíes cerca del campo de refugiados de Al-Arrub, en la ciudad cisjordana de Al-Jalil (Hebrón), 10 de diciembre de 2017.
“Daremos (a los palestinos) una zanahoria en forma de Estado y, si no lo aceptan, los destruiremos”, dice Levin en una entrevista publicada este miércoles por el diario Maariv, en la que considera que el régimen de ocupación necesita implicarse en “negociaciones” que no lo lleven a “readmitir las fronteras del 67”.
En la guerra de los Seis Días, que tuvo lugar en aquel año, el también exgeneral de las fuerzas de guerra israelíes (IDF, por sus siglas en inglés) cree que los israelíes “fueron demasiado buenos”, pero aun así insiste en la necesidad de rechazar las fronteras anteriores.
Levin critica al ejército israelí, donde ha servido durante 33 años, por esa supuesta bondad excesiva. A su juicio, las IDF han “olvidado cómo ganar” y, en lugar de buscar objetivos, “no hacen nada más que engordar”.
En lugar de seguir así, considera el laborista, el régimen israelí debe expandir su control sobre ciertas aéreas de la ocupada Cisjordania para limitar el territorio que podría controlar un futuro Estado palestino independiente.
“He dicho en reiteradas ocasiones en el pasado que la próxima vez que tengamos una guerra ya no permanecerán aquí. Los echaremos al otro lado del río Jordán. Así debemos luchar”, sentencia el exgeneral.
Esta entrevista se publica en un momento de alta tensión y de riesgo de escalada de violencia en los territorios ocupados palestinos por la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de reconocer Al-Quds (Jerusalén) como “capital” de Israel y desplazar la embajada estadounidense a esa ciudad.
La medida proisraelí del inquilino de la Casa Blanca ha desencadenado una ola de protestas en numerosas ciudades de todo el mundo y, sobre todo, en los territorios palestinos ocupados.
Fuente: Hispan TV

Trump en Jerusalén: una declaración de guerra

«No hay probablemente ninguna otra causa en el mundo que concite un apoyo tan mayoritario a escala planetaria como la Palestina». «Esta simpatía general es directamente proporcional a la indiferencia u hostilidad de la mayor parte de los gobiernos del mundo, incluidos árabes y musulmanes». «La decisión de Donald Trump nos recuerda la existencia de Palestina como dolor «universal» y como eje de un acuerdo interestatal contra la justicia»

-Gracias por el muro, Trumpiñata.
-Bibi, sabes que tú y tu país siempre seréis mi primer amor
Mural del artista australiano Lushsuxen en Belén
Sobre la incendiaria declaración de Donald Trump, en la que reconoce Jerusalén como capital del Estado de Israel, se me ocurren tres reflexiones rápidas.
La primera tiene que ver con la irrelevancia –y nulidad histórica– de las reclamaciones de justicia. No hay probablemente ninguna otra causa en el mundo que concite un apoyo tan mayoritario a escala planetaria como la palestina. No sólo en el mundo árabe y musulmán, donde se discrepa ásperamente sobre Siria o Bahrein y, desde luego, sobre los malhadados y silenciados saharauis, pero nunca sobre Palestina; no sólo en las regiones que sufrieron la colonización y sufren ahora los rigores de la economía global capitalista. También las poblaciones de Europa sienten en general simpatía por los palestinos y horror por los desmanes de la ocupación israelí. Es una simpatía transversal, no ideológica, que en España, más que en ningún otro país de la UE, engloba a una mayoría abrumadora. Más allá de las razones concretas en cada caso –religiosas, nacionalistas, culturales u otras– esta cuasi unanimidad ilumina la desigualdad del mal llamado “conflicto” y su vicio de raíz, así como la inclinación natural de los seres humanos a defender siempre a los más débiles. El relato bíblico de David y Goliat forja para siempre la estructura narrativa de esta natural “alineación con el bien” de los humanos normales. La relación de fuerzas entre Israel y Palestina es tan desigual, el desprecio israelí por la vida de los palestinos –su bravuconería goliatesca– es tan ofensiva para la sensibilidad que todos percibimos como una incoherencia narrativa su dolorosa duración en el tiempo, sin que una honda reparadora venga a poner fin a la injusticia.
Porque esta es la excepcionalidad del caso palestino. No es sin duda el pueblo que más ha sufrido en la historia ni el que más tiempo ha sufrido. Lo que no tiene quizás precedentes es la simpatía mayoritaria que genera entre los pueblos del mundo y el hecho escandaloso de que esta simpatía general sea directamente proporcional a la indiferencia u hostilidad de la mayor parte de los gobiernos del mundo, incluidos los gobiernos árabes y musulmanes que dicen defender su causa. Hay un acuerdo popular que reclama justicia para Palestina y un acuerdo interestatal que se la niega, discordancia visiblemente ignominiosa en un orden mundial que se pretende fundado en la carta de las Naciones Unidas y en el Derecho internacional. Ningún atropello histórico ha hecho más daño a la ONU y su credibilidad que la ocupación israelí de Palestina; ninguno ha contribuido tanto a la desesperanza democrática de los pueblos que luchan contra dictaduras o contra invasiones extranjeras. En su pequeñez paciente y heroica, Palestina cobija esta gigantesca y dolorosa potencia simbólica: revela el fracaso estrepitoso, siempre actual, del orden jurídico internacional y la desamparada desnudez potencial de todos los pueblos del planeta.
En este sentido la decisión de Trump, tras meses de silenciosa erosión en los que los “palestinos” visibles parecían vivir en otros países, nos recuerda la existencia de Palestina como dolor “universal” y como eje de un acuerdo interestatal contra la justicia. Ese acuerdo interestatal en favor de Israel, sin el cual el presidente estadounidense no habría podido hacer su declaración, implica a los EEUU como vanguardia desde 1967, pero también a Europa desde mucho antes, al menos desde 1916, como promotor histórico del sionismo y sus consecuencias: un orden colonial aún vigente en el que Israel es el gemelo conflictivo de los regímenes que Occidente ayudó a establecer o protegió en la región: Arabia Saudí desde su nacimiento o Egipto desde 1973 –piezas centrales– son tan “israelíes” como “palestinos” son las víctimas de sus desmanes. Lo mismo puede decirse de todas esas dictaduras –de Siria a Bahrein– que han seguido tratando a sus ciudadanos como Israel trata a los palestinos –si no peor– mientras abandonan de hecho Palestina a su suerte. La Liga Árabe ha sido, y sigue siendo tras la derrotada sacudida revolucionaria de 2011, la sucursal colonial de este acuerdo interestatal contra todos los “palestinos” –palestinos o no– de la región.
La segunda reflexión tiene que ver con las variables históricas de este acuerdo contra la justicia. De la misma manera que no hay que olvidar que EEUU se convirtió tarde en el máximo aliado de Israel, hay que recordar que –al contrario de lo que pretende cierto antiimperialismo sumario– sí importa quién gobierna en Washington. Ni la posición de EEUU en Oriente Próximo es hoy la misma que hace veinte años ni Obama y Trump son iguales. La declaración sobre Jerusalén del presidente tuitero se inscribe en una impugnación total de la política de Obama, quien entendió con realismo trágico –y aceleró– la decadencia imperial de EEUU, sobre todo en Próximo Oriente, y trató de aminorar los daños con una combinación de omisiones y concesiones: es en ese marco donde se inscriben las negociaciones nucleares con Irán y el consecuente alejamiento de Arabia Saudí e Israel, que acusaron el golpe.
El reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel no es una chifladura. Más allá de que Trump sea –por desgracia– el único gobernante del mundo que cumple sus promesas electorales, hay que insistir en que ese gesto es coherente con el restablecimiento intensificado, en un contexto inadecuado, de la política estadounidense neocón de la época Bush. La intensidad se la da la personalidad de Trump; la tragedia adicional el contexto. Tras las revoluciones derrotadas de 2011, con varias guerras civiles en activo (Libia, Siria, Yemen) y en un bastidor geopolítico volátil y fluctuante dominado por Irán y Rusia, EEUU trata de “regresar” a Oriente Próximo realineándose con Arabia Saudí e Israel; es decir, alimentando ocupaciones, invasiones, guerras y conflictos que no podrá controlar y cuyas víctimas, como siempre, serán mayoritariamente “palestinas” plebeyas (y de paso algunos plebeyos estadounidenses y europeos que sufrirán las consecuencias del terrorismo renovado). Obama fue una maldición para Siria, porque se la entregó, junto con Iraq, a los rusos y los iraníes, pero evitó o retardó otros males; Trump es una maldición para los sirios y además para toda la región y para el mundo entero, incluidos los propios EEUU.
La tercera reflexión tiene que ver con las “líneas rojas” que Trump, al parecer, ha cruzado. Algunos dicen que, después de todo, la Jerusalén ocupada era de hecho la capital de Israel, que sobre el terreno no cambia nada, que su declaración es puramente “simbólica”. Eso es verdad, a condición de que tengamos en cuenta lo que quiere decir “simbólico” en este caso (o en todos los casos: ¿podemos representarnos lo que hubiera significado un reconocimiento estadounidense de la “república catalana”?). No olvidemos que los palestinos, privados de todo su territorio por la ocupación y colonización israelí (como prefiere llamarla Ilan Pappé), no pueden ya disputar otro territorio que los “símbolos”. Y no me refiero a los símbolos religiosos, frágil nitroglicerina que Trump y Netanyahu quieren hacer estallar, sino a los nombres de las cosas; a la “formalidad”; a las leyes internacionales como último suelo patrio al que aferrarse.
Es muy importante. No se trata de que el reconocimiento de Jerusalén como capital sea ilegal. Todo es ilegal en Palestina desde hace 70 años. Es ilegal la ocupación de territorio no incluido en el injusto reparto original; son ilegales las colonias; es ilegal el muro; es ilegal el bloqueo de Gaza; es ilegal la prohibición de retorno de los refugiados. Todas estas ilegalidades han sido tácitamente consentidas, cuando no promovidas bajo cuerda, por esa alianza interestatal contra la justicia encabezada desde 1967 por EEUU. Por lo demás, también lo sabemos, no había ningún “proceso de paz” en curso o ninguno digno de ese nombre; y la solución de los dos Estados estaba muerta desde Oslo. No se trata de esto. Decíamos más arriba que la potencia “simbólica” de Palestina residía en su poder para revelar el fracaso, siempre actual, del orden jurídico internacional, pretendidamente pacífico, democrático y de derecho, surgido de la segunda guerra mundial. Trump, asumiendo públicamente –formalmente, simbólicamente– la ilegalidad que hasta ahora EEUU se había limitado a consentir, asume como un hecho ese fracaso, declara en Palestina el fin material de ese orden y el establecimiento de un “estado de naturaleza” o “de guerra” en el que el Estado de Israel se yergue, incluso formalmente, como el único Estado posible, pasado, presente y futuro, en la tierra de Palestina. Todos sus predecesores sabían muy bien lo que estaba en juego y evitaron con prudencia este paso; y no es una exageración hablar de una nueva Nakba para los palestinos. Trump ha robado a los palestinos su última tierra: el nombre de Al-Quds, la legalidad nombrada y siempre escamoteada. Trump ha matado el nombre mismo de la paz y todos pagaremos las consecuencias.
Un medio satírico francés escribía: “Trump apoya la solución de dos Estados: uno judío y otro americano”. Por desgracia la región crepita de estados: estados fallidos, estados a punto de fallar, estados demasiado exitosos, estados armados hasta los dientes por Europa y EEUU. No sé si podemos medir lo que significa que Palestina vuelva de pronto al centro de la atención de este modo y en este contexto. Decía al principio que casi todo el mundo apoya a o simpatiza con Palestina. Esto quiere decir que en Oriente Próximo gente muy distinta, con proyectos muy diferentes, están de acuerdo contra Israel y su empresa colonial en pleno siglo XXI. Los yihadistas tienen razón en Palestina, Hamas tiene razón en Palestina, los nacionalistas árabes tienen razón en Palestina, Irán y Hizbullah –ocupantes de Siria y asesinos de “palestinos” sirios– tienen razón en Palestina; como la tiene la gente normal que quiere un poco de justicia social y democracia en Palestina y en toda la región. Que una Palestina ya sin esperanza, en el nuevo avispero regional, se convierta otra vez en el campo de batalla donde se combaten asesinos que tienen razón y asesinos que no la tienen deja fuera de juego definitivamente las aspiraciones de paz, democracia real y justicia social expresadas hace siete años. Ese es el verdadero acuerdo interestatal que Israel y Arabia Saudí, mientras les hacen la guerra, han firmado con sus enemigos.
¿Quien gana? Únicamente Israel, al que sólo le preocupa el tiempo, y –a corto plazo– las otras “dictaduras árabes”, incluidas la rusa y la iraní, enconadas en la nueva “geopolítica del desastre”. ¿Quién pierde? Por supuesto los palestinos, expuestos de nuevo a las balas y bombardeos israelíes y alejados como nunca de su sueño de liberación, pero también –pues Palestina es el símbolo y la matriz de todo orden, existente o futuro– la posibilidad de un nuevo acuerdo interestatal fundado en el respeto a los Derechos Humanos y, por lo tanto, en la descolonización completa de Oriente Próximo. No sirve de nada decirlo, salvo porque las palabras son también reales: Europa, responsable original de este desastre y que pagará caras las consecuencias, no hará nada en esta dirección.
Fuente: Cuarto Poder
Fecha de publicación del artículo original: 10/12/2017
Fuente: Santiago Alba Rico, Tlaxcala

Israel no da tregua y vuelve a atacar con cazas la Franja de Gaza

La aviación militar de Israel vuelve a realizar un ataque aéreo contra la Franja de Gaza, en medio de una tensión creciente en los territorios palestinos. 

Un caza F-16 de la fuerza aérea de Israel durante maniobras militares en territorios palestinos.
Las fuerzas de guerra del régimen de Israel afirmaron que sus cazas bombardearon a última hora del martes posiciones en el enclave costero, en respuesta al lanzamiento de un cohete desde Gaza que cayó en el sur de los territorios palestinos ocupados.
“En respuesta (…) las fuerzas aéreas de Israel atacaron el campamento militar de Hamas en el sur de la Franja de Gaza”, reza el comunicado del ejército israelí.
Por el momento no ha habido reporte alguno por parte de los palestinos sobre las posibles víctimas y los daños materiales ocasionados por el ataque israelí.
Horas antes, las fuerzas israelíes activaron las sirenas antiaéreas en las localidades que bordean la Franja de Gaza, sobre todo la ciudad israelí de Ascalón, a raíz de un supuesto ataque con proyectiles.
Las agresiones de Israel se producen en momentos de alta tensión a lo largo de los territorios palestinos, generada después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, reconociera, el pasado 6 de diciembre, a la ocupada ciudad de Jerusalén como la capital del régimen israelí y, que por tanto, trasladará ahí la embajada de EE.UU. desde Tel Aviv.
Desde entonces, han sido casi diarios los ataques aéreos y artilleros israelíes contra la bloqueada Franja de Gaza. Los israelíes responsabilizan a Hamas de todos los lanzamientos de cohetes desde Gaza.
El mismo martes, dos gazatíes murieron como consecuencia de los ataques israelíes contra la ciudad de Beit Lahia, en el norte de Gaza.
La polémica decisión de Trump ya ha sido condenada por casi todos los países árabes y también otros aliados de Washington, así como organismos internacionales, que sostienen que destruye cualquier posibilidad de paz entre los palestinos e israelíes, además de advertir de las “peligrosas” consecuencias que conllevará esta decisión.
Fuente: Hispan TV

La Organización para la Cooperación Islámica reconoce a Jerusalén como capital de Palestina

El organismo ha condenado la decisión "ilegal" de la Administración estadounidense acerca de la capitalidad israelí de Jerusalén. 

Este miércoles, los países miembros de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) han declarado a Jerusalén como la capital de Palestina, informa Al Arabiya. Además, el organismo ha reconocido a Palestina como Estado soberano y ha instado a EE.UU. a que se retire del proceso de paz del conflicto palestino-israelí.
La decisión ha sido tomada durante la cumbre extraordinaria del organismo convocada por el presidente turco en Estambul (Turquía) para abordar la cuestión del reconocimiento por parte de EE.UU. de Jerusalén como la capital de Israel.

En su declaración conjunta final de la cumbre, la OCI "declara a Jerusalén Este como la capital del Estado de Palestina y llama a todos los países a reconocer al Estado de Palestina y a Jerusalén Este como su capital ocupada".
ondenado la decisión "ilegal" de la Administración estadounidense acerca de la capitalidad israelí de Jerusalén, según informa el diario turco Hurriyet.
La OCI se compone de 57 países de población musulmana, incluyendo a Palestina.
La tensión en Oriente Próximo se ha agudizado en los últimos días a raíz de la decisión de Donald Trump de reconocer la ciudad de Jerusalén como capital de Israel, lo que ha desatado una ola de protestas en Palestina. El movimiento Hamás incluso acaba de proclamar el inicio de la tercera intifada en respuesta a la decisión del presidente de EE.UU.
Ver video aquí
 
Fuente: RT Actualidad

lunes, 11 de diciembre de 2017

JERUSALEN: PALABRAS DE LA OCUPACIÓN



Santiago González Vallejo
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe
Con motivo de la noticia de que el Gobierno Trump de Estados Unidos ha decidido trasladar la embajada de dicho país desde Tel Aviv a la Jerusalén ocupada, reconociéndola como capital de Israel, he consumido varias emisiones o lecturas supuestamente informativas sobre esta cuestión.
Destaco varias palabras repetidas y que en lugar de transmitir informativamente lo que ha ocurrido o el contexto en el que insertar el nuevo hecho denotan una toma de posición, alejada de la equidistancia o de la reclamada neutralidad.
Así, destaco, se han repetido las palabras conflicto, territorio disputado y seguridad.
Las dos primeras son eufemismos para no decir ‘ocupación’. ¿Les es tan difícil a los medios pronunciar esta palabra?. Ya se vió en la reciente visita de Estado del Presidente de Israel, Reuven Rivlin, a España, donde hubo una entrega institucional vergonzosa de las diferentes autoridades al representante de un Estado ocupante que continua una guerra por la eliminación del pueblo palestino delante de nuestros ojos. Nuestras autoridades de todo tipo, no hicieron gestos, ni discursos reclamando la preeminencia del derecho internacional sobre las políticas supremacistas israelíes, que no se denunciaron. Miles de informes internacionales, muchos de ellos anuales, recogen de forma patente la ocupación militar israelí y sus leyes supremacistas, las expropiaciones, los robos, el presidio, la expulsión de millones de refugiados…pero los medios informativos y sus libros de estilo y la contaminación de toda una propaganda sistemática continúan con la palabra ‘conflicto’ para evitar mirarse en el espejo de su podredumbre y en muchos casos de complicidad.
¿Territorios en disputa?

La nueva expresión que desde hace tiempo los propagandistas israelíes repiten y que ha sido ‘comprada’ por los medios de comunicación y los ‘expertos, analistas y comentaristas’ es ‘territorios en disputa’. Ya no basta que esos expertos sean coetáneos de cuando se produjeron los hechos últimos de la ocupación, o que esos informes que están a disposición pública divulguen y amplíen datos de la infamia, para quien quiera leerlos y asimilarlos. Hablan de Jerusalén o de Hebrón o de casi cualquier sitio, como los Altos del Golán, de territorios en disputa. Pero nunca se referirán a Nazareth, Yafo, Acre o las 500 ciudades palestinas destruidas por la ocupación como territorios en disputa. Toda Jerusalén está ocupada. Ni siquiera han leído las Resoluciones de las Naciones Unidas. Dan por buena la reescritura de la historia promovida por los sionistas. No se quieren acordar que primero los israelíes ocuparon Jerusalén oeste. Después en 1967 la ocupó totalmente. A continuación expropió las tierras y viviendas alrededor del término municipal y dentro del casco de Jerusalén Este, con gobernantes laboristas o del likud, llenándolas de colonias. Para, por penúltimo paso, anexionar esas colonias a la ciudad de Jerusalén, revocando los permisos de residencia y trabajo de jerosolimitanos palestinos, para cambiar el porcentaje de población autóctona y colonos sionistas y separando Jerusalén Este de la continuidad territorial palestina. Claro, que el dinero hace mucho. Por ejemplo, la empresa del Giro italiano que cobrará 12 millones de euros para promocionar esa visión colonial y hacer tres etapas ciclistas que empezarán en Jerusalén Oeste.
Pero hay más. La empresa pública española, INECO, facilitará el transporte entre las colonias que rodean a la ciudad y la colonizada Jerusalén. Eso no está en disputa para el ministerio de Exteriores y Cooperación español, que tampoco tiene nada que decir con los acuerdos entre España e Israel, en política de seguridad, y así vamos a la tercera palabra. ¡Por algo el Ministerio del Interior israelí, una de las instituciones de la seguridad israelí, el que ordena el presidio palestino, se puso en Jerusalén Este, zona doblemente ocupada palestina!
¡Seguridad! ahí, hasta los ‘diplomáticos’ han ‘comprado’ esta palabra, que va para concepto y precepto. Es decir, justificaría más expropiaciones y expulsiones para la mejor seguridad… de los ocupantes. Nadie habla de seguridad de los palestinos, de la seguridad de los refugiados palestinos, de los niños, mujeres y hombres presos y su seguridad, de los pescadores y la seguridad de pescar en las aguas de Gaza, o de los campesinos que no pueden llegar a sus campos, o la seguridad de los transeúntes que no la tienen excluidos de carreteras o caminos segregados o cortados por un Muro que corta la continuidad de los territorios ocupados de Jerusalén, A, B, C y los de toda la Palestina histórica.
Llega la deformación informativa a que el refuerzo de tropas israelíes en los territorios ocupados, tras la proclamación estadounidense de la capitalidad israelí para esta Jerusalén, en Televisión Española se diga que es para mejorar la ‘seguridad’, en lugar de decir que es para aumentar la represión o que lo hacen para mantener el incumplimiento del derecho internacional. ¡Y después no comprenden que se reclame al gobierno español el embargo comercial de armas con los países ocupantes y violentos!.
Se constriñe el concepto de seguridad al querido por el ocupante, el control de territorio, la disposición del mismo, de la vida y hacienda de las personas que todavía malviven en los territorios ocupados, no al derecho de una vida digna, con paz y justicia para la población ocupada que nunca debiera serlo, si hubiera seguridad y justicia.

Setenta años de complicidad de la ONU con el apartheid en Palestina

Más de seis mil presos políticos, cinco millones de refugiados en campos en el mundo árabe, millares en la diáspora o sometidos a la ocupación y el racismo deshumanos. Esa es la situación de los palestinos después de 70 años de la recomendación hecha por la Asamblea General de las Naciones Unidas, presidida por el brasileño Osvaldo Aranha, de división de su territorio en un Estado judío y uno árabe, sin consulta a los habitantes locales. 

En aquel fatídico 29 de noviembre de 1947, el organismo internacional entonces recién creado –oriundo de la Liga de las Naciones pos Segunda Guerra Mundial– daría señal verde a una de las mayores injusticias de la era contemporánea: la limpieza étnica en Palestina, que culminaría en la creación de Israel el 15 de mayo de 1948 (la nakba, catástrofe para los árabes), consolidando el proyecto sionista de constitución de un Estado homogéneo de mayoría judaica. Doce días después de la recomendación de la ONU –que proponía conceder cerca de 50% de Palestina a un movimiento colonial– comenzaron las masacres y expulsiones en aldeas palestinas. En pocos meses, dos tercios de la población se tornó refugiada, un total de 800.000 habitantes nativos, con la destrucción de más de 500 aldeas, como señalan varios historiadores. Desde entonces, la sociedad palestina permanece fragmentada; las familias, divididas y dispersadas por el mundo, impedidas de encontrarse en su propia tierra, la Palestina ocupada.
Incluso luego de varias olas de inmigración de judíos, oriundos sobre todo de Europa del Este y Central, iniciadas por el movimiento sionista de finales del siglo XIX, en 1947 los judíos no constituían 30% del total de la población; la mayoría era musulmana, pero había también cristianos y posiblemente no religiosos. Había desde siempre una minoría de judíos palestinos. Israel, a partir de su colonización, transformaría definitivamente aquella tierra en que no había distinción por credo o etnia. En su lugar, [establecería] un régimen de apartheid institucionalizado, que perdura.
Con la bendición de las grandes potencias –y el esfuerzo decisivo de diplomacias de países como el Brasil, que en la época vislumbraba la aproximación con el nuevo imperialismo (los Estados Unidos)–, el Estado que hoy se autodenomina judío fue creado en 78% de la Palestina histórica. Incluso violando la ya injusta Resolución 181 de la ONU (relativa a la división), esta no hizo nada, a pesar de contar con decenas de observadores en el lugar. La excepción fue el emisario Conde Folke Bernadotte, que propuso la revisión de la división del país en dos partes y el retorno incondicional de los refugiados palestinos. Habiendo llegado a Palestina el 20 de mayo de 1948, fue asesinado por sionistas en setiembre del mismo año, conforme escribe el historiador israelí Ilan Pappé en La limpieza étnica de Palestina, “cuando repitió su recomendación en el informe final que presentó a la ONU”.
La organización no solo “cajoneó” y relegó el documento a sus archivos como siguió a los Estados Unidos y la Unión Soviética bajo Stalin (los primeros en reconocer a Israel), así como varios otros países, incluso el Brasil en la primera fila. Bajo esa “política” y al servicio del imperialismo, la ONU no titubeó en admitir a Israel como Estado miembro menos de un año después de la nakba (el 11 de mayo de 1949) y frente a un escenario alarmante de millares de refugiados. En el mismo año, creó la UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para la asistencia de esa población, que fue obligada a instalarse en tiendas minúsculas, con condiciones precarias, en campos por el mundo árabe. En lugar de apurarse en presentar una solución para el problema al cual contribuyó decisivamente, la ONU pasaría –por intermedio de su agencia– a contabilizar y registrar a esos palestinos, que enfrentaban largas filas para retirar su parca e insuficiente parcela de “ayuda humanitaria”. Como cuenta mi padre, Abder Raouf, en Al Nakba – un estudio sobre la catástrofe palestina (Editora Sundermann), que se tornó refugiado de la aldea de Qaqun en 1948, a los 13 años de edad, esa ayuda correspondía a un dólar por mes para cada palestino.
“Era distribuido por mes 1 kg de fríjol, 1 kg de harina, un pedacito de jabón, 200 g de aceite de soja. Cada familia, nosotros por ejemplo, tenía cinco [hijos], más mi madre y mi padre; entonces, llegábamos allá, hacíamos una fila para recibir aquel mínimo de mantenimiento para matar el hambre”, describe.
El 11 de diciembre de 1948, las Naciones Unidas emiten la Resolución 194 que es reivindicada como importante documento de reconocimiento del derecho legítimo e inalienable de retorno de todos los que fueron expulsados de sus tierras y de compensación por sus pérdidas. De nuevo, relegada a sus archivos, sin ninguna aplicación práctica.
En 1967, Israel ocupó militarmente, durante la llamada Guerra de los Seis Días, el 22% restante de Palestina, o sea, Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental. Esa es la única parcela de territorio que la ONU considera territorio ocupado ilegalmente. En la propuesta de los dos Estados, esa sería la parte destinada a los palestinos. Una legitimación inaceptable de la limpieza étnica inaugurada con sus auspicios y su complicidad veinte años antes.
Desde entonces, son centenas de resoluciones de las Naciones Unidas condenando a Israel por la violación de los derechos humanos y la colonización ilegal de tierras, y, vale repetir, ningún hecho efectivo.
Oslo, una “Segunda Nakba”
La “alternativa” de los dos Estados recomendada por la ONU y alardeada hoy por el mundo como “apoyo a los palestinos” pasó a ser aceptada formalmente por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1988. Creada el 28 de mayo de 1964, bajo el liderazgo de Yasser Arafat, esta dejó de lado, así, su reivindicación histórica, que constaba en su Carta de Principios, de formación de un Estado único palestino, laico, libre y democrático, no racista, por lo tanto, la derrota del proyecto sionista.
El punto se inflexión se dio al final de la primera Intifada palestina (levante popular), iniciada en 1987, cuando se firmaron, en setiembre de 1993, los Acuerdos de Oslo entre la OLP e Israel, con la intermediación de los Estados Unidos. En esa oportunidad, Oslo fue absolutamente exitoso en su propósito enmascarado de contener la resistencia bajo el falso manto de la paz y la coexistencia. Firmando el reconocimiento mutuo entre la OLP e Israel y creando la Autoridad Nacional Palestina (ANP), los acuerdos se basaron en la tal propuesta de dos Estados.
La idea difundida al mundo era que el control del 22% [de territorio palestino] ocupado en 1967 pasaría a manos de los palestinos gradualmente. Inicialmente, Cisjordania se mantendría dividida en áreas A (bajo administración de la ANP, equivalente a 18%), B (mixta, entre Israel y la ANP, 22%), y C (bajo control militar exclusivamente sionista (60%). Un año después, como complemento, se firmaron los Protocolos de París, que sellaron la consecuente cooperación de seguridad de la ANP con Israel; en otras palabras, la Autoridad Palestina pasó a administrar la ocupación, reprimiendo la resistencia palestina.
La cuestión económica es clave en este proceso: cualquier fondo, importación o exportación por parte de la ANP, desde entonces está sujeto a la supervisión israelí, que aseguró el control sobre la circulación en tierra, mar y sobre las fronteras. Fruto de este proceso, surgió una nueva burguesía en la Palestina ocupada, atada al proyecto sionista, como explica el especialista en Economía Política, Adam Hanieh. En esa pacificación con dependencia económica integral de la ANP, el resultado no podría ser otro: normalización de relaciones por parte de esa nueva clase capitalista palestina, en medio del apartheid y la ocupación.
Aun cuando a partir de entonces algunos palestinos hayan apoyado esa propuesta –no por hallarla justa sino por no ver otra salida–, otros, no por casualidad, se refieren a esa ocasión como una “segunda nakba” y una rendición por parte de la OLP. El intelectual palestino Edward Said denunció de inmediato el acuerdo, denominándolo “Tratado de Versalles de la causa palestina”. No podría haber estado más acertado.
Con la ANP como gerente de la ocupación, como señala la periodista Naomi Klein en su libro La doctrina de choque – el ascenso del capitalismo de desastre, Israel vio facilitada la ampliación de su proyecto: entre 1993 y 2000, el número de colonos israelíes se duplicó. Hoy son 600.000 en Cisjordania.
Como demuestra la autora, Oslo fue un punto de inflexión en una política que siempre tuvo en su base la limpieza étnica de los palestinos. Desde 1948 hasta entonces, había cierta interdependencia económica, la cual fue interrumpida. “Todos los días, cerca de 150.000 palestinos dejaban sus casas en Gaza y en Cisjordania para limpiar las calles y construir autopistas en Israel, al mismo tiempo que agricultores y comerciantes llenaban camiones con productos para vender en Israel y en otras partes del territorio”, describe Klein en su obra. Luego de los Acuerdos de 1993, el Estado judío se cerró a esa mano de obra que desafiaba el proyecto sionista de exclusión de esa población.
Simultáneamente, Israel pasó a presentarse, en las palabras de la periodista, “como una especie de shopping center de tecnologías de seguridad nacional”. En su libro, la autora afirma que a finales de 2006, año de la invasión israelí al Líbano, la economía del Estado sionista, basada fuertemente en la exportación militar, se expandió vertiginosamente (8%), al mismo tiempo que se acentuó la desigualdad dentro de la propia sociedad israelí, y las tasas de pobreza en los territorios palestinos ocupados en 1967 alcanzaron índices alarmantes (70%).
“Campos de la paz”
La solución de los dos Estados también es promovida por la llamada “izquierda” sionista, que se presenta al mundo como el “campo de la paz”. “En otras partes del mundo, eso significaría por lo menos una preocupación acentuada con los grupos social y económicamente desfavorecidos en una dada sociedad. El campo de la paz en Israel se ha concentrado enteramente en las maniobras diplomáticas desde la guerra de 1973, un juego que tiene poca relevancia para un número creciente de grupos”, dice Ilan Pappé en Historia de la Palestina moderna.
En reseña sobre la publicación “Falsos profetas de la paz”, de Tikva Honig-Parnass, el Ijan (Red Internacional de Judíos Antisionistas) demuestra que históricamente la “izquierda” sionista estuvo tan alineada con el proyecto de colonización de Palestina como la derecha. “Como ese libro muestra, desde antes de la fundación del Estado de Israel, la izquierda sionista habló demasiadas veces la lengua del universalismo, mientras ayudaba a crear y mantener sistemas jurídicos, gobiernos y el aparato militar, que permitieron la colonización de tierras palestinas”.
La raíz de esa izquierda está en el llamado “sionismo laborista”, constituido en el inicio de la colonización, de fines del siglo XIX e inicios del XX. Sus miembros reivindicaban la aspiración de principios socialistas y cultivaban, como informa el texto del Ijan, deliberadamente esa falsa idea. Los diarios de los laboristas de la época demuestran su intención no declarada: asegurar la “transferencia” de los habitantes nativos (árabes no judíos en su mayoría, como ya fue mencionado) para afuera de sus tierras y la inmigración de judíos venidos de Europa para colonizar Palestina: un eufemismo para limpieza étnica. “En uno de sus momentos más francos, David Ben-Gurion, principal dirigente de ese grupo y jefe del movimiento laborista sionista (que se tornaría primer ministro de Israel en 1948), confesó en 1922 que ‘la única gran preocupación que domina nuestro pensamiento y actividad es la conquista de la tierra, a través de inmigración en masa (aliá). Todo el resto es solo una fraseología’.” El artículo cita todavía otra observación de Honig-Parnass: “En el 20° Congreso Sionista, en 1937, Ben-Gurion defendió la limpieza étnica de Palestina (…) para abrir camino a la creación de Estado judío”.
Independientemente de autodenominarse de “izquierda”, de “centro” o de “derecha”, el sionismo visaba la conquista de la tierra y del trabajo, que sería exclusivo a los judíos. Para tanto, la central sindical israelí Histadrut –aún existente y cimiento del Estado colonial, propietaria de empresas que explotan palestinos– tuvo un papel central, y su fortalecimiento es defendido por sionistas de “izquierda”. En otras palabras, la diferencia entre los laboristas y los revisionistas (como Netanyahu) es que los últimos eran –y continúan siendo– más francos. Incluso la idea de un Estado palestino mínimo para paralizar la resistencia es del padre del sionismo revisionista, Zeev Jabotinsky. Él publicó en ruso, en el año 1923, un artículo titulado “The Iron Wall” (“La muralla de hierro”), en el que desmitifica posibles diferencias en relación con los objetivos de la “izquierda” y de la “derecha” sionista, denunciando la retórica de los primeros. A pesar del declarado desprecio que alimentaba por los palestinos, en otras palabras, dice claramente: como ocurrió con todos los colonizados, los árabes son un pueblo vivo y, mientras tengan un mínimo de esperanza de librarse de la colonización de sus tierras, van a luchar por eso. Él propone cercar a los palestinos con una muralla de hierro de fuerza militar judaica para que, entre los “moderados”, no se vislumbre ninguna alternativa a no ser aceptar las migajas del colonizador. Cualquier semejanza con Oslo y la ANP no son meras coincidencias.
El único partido que hoy se autodenomina sionista de izquierda es el Meretz, creado en los años de 1990. Como señala Ilan Pappe en La historia moderna de Palestina, el nuevo grupo de “palomas pragmáticas” surgió de la fusión del “movimiento de derechos civiles de Shulamit Aloni, un partido liberal de línea dura llamado Shinui (“Cambio”), y el partido socialista Mapam”. El autor agrega: “Pragmatismo en ese caso significaba una veneración típicamente israelí de seguridad y discusión, no un juicio de valor sobre la paz como concepto preferido, ni simpatía por el problema del otro lado del conflicto ni reconocimiento de su propio papel en la creación del problema”.
La “izquierda” sionista sigue con su señuelo, su “canto de sirena”. Irguiéndose a favor de la paz intenta apagar o justificar la nakba. Racionaliza la afirmación de la naturaleza democrática de un Estado judío y defiende la lógica de “separados pero iguales”. O sea, las mismas migajas a los palestinos, propugnadas por la ONU, por buena parte de sus Estados-miembros (136 de los 193) e incluso por la izquierda mundial.
La idea de dos Estados como única salida, si no bastase nacer injusta por no contemplar a la totalidad de pueblo palestino –ahí incluida la mayoría, que está fuera de sus tierras, y los 1,5 millones que viven en los territorios de 1948 (hoy Israel) y son sometidos a leyes racistas–, se tornó absolutamente inviable frente al avance de la colonización y del apartheid israelíes sobre todo pos Oslo. Los 1,8 millones de palestinos en Gaza viven en un cerco deshumano desde hace diez años y una crisis humanitaria agravada luego de los sucesivos bombardeos israelíes y las masacres. Cisjordania y Jerusalén Oriental se encuentran totalmente segregadas y lo que hay es un territorio recortado, sin conexión entre una ciudad y la otra. Carreteras exclusivas que interconectan los asentamientos se han ampliado también en los territorios ocupados militarmente en 1967.
Hoy, pensar en esa propuesta sería semejante a legitimar el régimen institucionalizado de apartheid, con un Estado dividido en bantustanes, sin ninguna autonomía, en menos de 20% del territorio histórico de Palestina. Esa “solución” está enterrada, como reconocen especialistas en el tema del porte de Ilan Pappé, y es menester desenmascarar su significado.
Solución justa
En ocasión del 29 de noviembre, cuando se celebra el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, instituido por la ONU en 1977 para recordar la fecha en que legitimó la colonización criminal que siguió, es preciso fortalecer en todo el mundo campañas centrales como la del BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) a Israel, e ir más allá: levantar la bandera de la única posibilidad de justicia. O sea, un Estado palestino único, laico, democrático, no racista, con derechos iguales para todos y todas y, así, el fin del proyecto sionista.
Para fortalecer esta bandera, es urgente una alternativa a los viejos dirigentes. Una alternativa que contribuya para la organización y unificación de los trabajadores palestinos y movimientos de vanguardia de la juventud, a partir de una dirección revolucionaria consecuente. Caminos para la Palestina libre, que, a diferencia de lo que se intenta mostrar al mundo, no pasa por las instituciones tradicionales como la ONU, sino por transformaciones profundas en todo el mundo árabe y la caída de sus regímenes dictatoriales aliados al imperialismo. Esa vía es posible y se mantiene abierta.
Traducción: Natalia Estrada.
Fuente: Soraya Misleh, Kaos en la Red

Los palestinos de América Latina y el Caribe condenan las maniobras de Trump sobre Jerusalén ocupada

En Declaración Pública, la COPLAC refundada recientemente en Santiago de Chile, rechaza las maniobras de Trump y cualquier acto o decisión que vulnere la legalidad internacional. 

DECLARACIÓN PÚBLICA 

Ante el reciente anuncio del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, de trasladar la embajada de su país en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén, la Confederación Palestina de América Latina y del Caribe (COPLAC), y en representación de las comunidades palestinas reunidas recientemente en Santiago de Chile, viene en declarar lo siguiente:
1. Rechazamos en los términos más enérgicos el reconocimiento que hace Estados Unidos a la anexión unilateral e ilegal de la Ciudad Santa efectuada por el Estado ocupante, que la ha declarado como su capital eterna e indivisible.
2. Creemos que con esta posición, Estados Unidos, ha tomado definitivamente partido por la limpieza étnica, la usurpación territorial y la colonización de los territorios palestinos, el apartheid y la judaización forzada de toda Palestina y Jerusalén Oriental, todo ello en desmedro de los derechos del Pueblo Palestino y en contravención a lo establecido por la Legislación Internacional.
3. Corroboramos el hecho de que Estados Unidos no debe oficiar más de supuesto mediador del llamado “conflicto palestino-israelí”, toda vez que ha hecho suya en su totalidad la posición de una de las partes respecto de uno de los aspectos más delicados, cual es la situación de Jerusalén. Ha tomado claro partido por el agresor en desmedro de la víctima y con ello se ha auto descalificado para continuar con la mal llamada mediación.
4. Afirmamos que la decisión constituye un golpe mortal al Derecho y a la misma razón de ser de la ONU, puesto que consagra el uso de la fuerza como fuente generadora de derechos, lo que constituye un riesgo gravísimo para la paz mundial.
5. Hacemos un llamado a los pueblos de América Latina y el Caribe, a los pueblos del mundo, a las organizaciones internacionales, a los partidos políticos y a todos los amantes de la paz y de la justicia, no sólo a solidarizar con el Pueblo Palestino, sino que a rechazar categóricamente la decisión de Estados Unidos, que en nada contribuye a la paz, ni al término de la ocupación israelí, ni mucho menos ayuda a la estabilidad en la Región.
6. Manifestamos que mantenemos intacta nuestra esperanza de concretar un Estado Palestino libre y soberano, con Jerusalén Este como su capital, y que la única vía para lograrlo consiste en apoyar el trabajo de la sociedad civil internacional y palestina presionando a Israel y sus instituciones cómplices, para acabar con esta opresión.
Confederación Palestina de América Latina y del Caribe (COPLAC)
Santiago, 6 de diciembre de 2017
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English Vesion 

PUBLIC DECLARATION 

In light of the recent announcement by the President of the United States of America, Donald Trump, to move the U.S. embassy from Tel Aviv, Israel to Jerusalem, the Palestinian Confederation of Latin America and the Caribbean (COPLAC), and on behalf of the Palestinian communities recently gathered in Santiago, Chile,comes to declare the following:
1. We reject in the strongest terms the recognition that the United States makes to the unilateral and illegal annexation of the Holy Land by the occupying State, which has declared it as its eternal and indivisible capital.
2. We believe that with this position, the United States has definitely taken a stand for ethnic cleansing, territorial usurpation, and colonization of the Palestinian territories, apartheid and the forced Judaization of all of Palestine and East Jerusalem, all to the detriment of the rights of the Palestinian People and in contravention of what is established by the International Legislation.
3. We corroborate the fact that the United States should not officiate as an alleged mediator of the so-called "Israeli-Palestinian conflict", since it has fully endorsed the position of one of the parties regarding one of the most sensitive aspects, which is the current situation in Jerusalem. With the recent announcement, the United States has clearly chosen to side with the aggressor to the detriment of the victim, and thereby has disqualified itself to continue the so-called mediation.
4. We affirm that the decision constitutes a mortal blow to the law and to the very raison d'être of the United Nations, since it consecrates the use of force as a generating source of rights, which constitutes a grave risk for world peace.
5. We call on the people of Latin America and the Caribbean, the people of the world, international organizations, political parties, and all those who love peace and justice, not only to stand in solidarity with the Palestinian people, but also to categorically reject the decision of the United States, which in no way contributes to peace, nor the end of the Israeli occupation, much less helps stability in the Region.
6. We declare that we remain intact our hope of achieving a free and sovereign Palestinian State, with East Jerusalem as its capital, and that the only way to achieve this is to support the work of international and Palestinian civil society by pressing Israel and its complicit institutions to end this oppression.
Confederación Palestina de América Latina y el Caribe (COPLAC),  
Santiago, December 6th, 2017.
PalestinaLibre.org

Jerusalén, ¿víctima de un demente o de un nuevo Hitler?

Según Barak Obama, 'un nuevo Hitler podía surgir en América'. Un Hitler que cuenta con impresionante poder militar, atómico y económico, que desprecia la legalidad y relativiza y naturaliza la injusticia y las aberraciones, las propias y las de sus amigos y socios. Nuevamente, los palestinos y Jerusalén ocupada han sido víctimas de este personaje. ¡Algunos lo califican de demente, Obama teme que sea algo parecido a Hitler! 

Trump, hoy por hoy es símbolo de ilegalidad y exacerbación de conflictos, que claramente atenta contra la paz y la estabilidad mundial. La gravedad de los actos de Trump, llevó al anterior presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, a insinuar que Trump sería el nuevo “Hitler” de América.
La decisión de Trump de reconocer a Jerusalén ocupada como parte y capital de Israel, atenta contra todos, absolutamente todos los estamentos del derecho y la legalidad internacionales. Aquí no caben otras interpretaciones, opiniones o bien distintos puntos de vista.
Jerusalén, según todas las resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas, ONU y los dictámenes del Consejo de Seguridad, es una ciudad ocupada por Israel, no es parte de Israel.
En este sentido, es impresionante la manipulación por parte de algunos medios de información, en especial aquellos ligados a intereses económicos: Para minimizar los efectos de las aberraciones de Trump, desvían la atención y no van al meollo del tema: “La ilegalidad” cometida. Tratan de diluir y relativizar el tema mediante entrevistas y opiniones de los destinos bandos como si las opiniones y creencias están por encima del derecho internacional y son mas importantes que las resoluciones y dictámenes de las instancias de justicia que el mundo entero ha establecido para abordar y solucionar los conflictos. ¡Aquí, los dictámenes y sentencias del tribunal no tienen validez alguna, lo que opina el “delincuente” condenado es mucho más importante!
Por otro lado, y a pesar que la decisión de Trump sobre Jerusalén ha causado un rechazo unánime por parte de toda la comunidad internacional, los medios “tendenciosos” enfocan las noticias como si fueran peleas o disputas de bandos iguales, no de una potencia militar ocupante y un pueblo bajo ocupación, centrándose las imágenes y la TV en la incontrolada violencia callejera que habitualmente causa rechazo y desvía la atención de la gente de lo principal: La violación de la legalidad, el desprecio de Trump e Israel por el derecho internacional y las resoluciones de la ONU y el Consejo de Seguridad y la imposición de la injusticia por la fuerza de las armas. Maliciosamente, ocultan la realidad sobre la ocupación militar de Palestina y de Jerusalén y no mencionan en absoluto la opresión sin precedentes y el Apartheid que la población palestina sufre, hechos denunciados e informados a diario por todas, absolutamente todas las organizaciones humanitarias del mundo incluyendo las propias organizaciones israelíes. En este caso, simplemente están “naturalizando” los crímenes y las aberraciones y son verdaderos cómplices de estas atrocidades.

Corresponsal de PalestinaLibre.org en Jerusalén Ocupada

Petición de orden europea de detención y entrega contra Benjamin Netanyahu

Ante la visita a Bélgica, este lunes 11 de diciembre, del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, para entrevistarse con autoridades de la UE, los abogados de Rumbo a Gaza, han dirigido un escrito al Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional pidiendo la reapertura de actuaciones y la emisión de una orden europea de detención y entrega contra él por el caso del Mavi Marmara, y sea puesto a disposición de la justicia española. 

“Las víctimas tienen el derecho a que se imparta justicia y que los gobiernos nacionales cumplan su obligación y no apoyen al presunto criminal o hagan doblez política para con el poderoso”, ha denunciado Laura Arau, una de las personas demandantes.
Los hechos se remontan al año 2010 cuando, siendo Netanyahu Primer Ministro la Armada israelí asaltó violentamente en aguas internacionales el barco turco Mavi Marmara, integrante de la Flotilla de la Libertad, resultando asesinados diez pasajeros del buque así como decenas de personas heridas. Rumbo a Gaza presentó entonces una querella en la Audiencia Nacional por delitos de lesa humanidad (con detención ilegal, tortura y deportación) cometidos en el asalto, ya que tres de los pasajeros, Laura Arau, David Segarra y Manuel Tapial, son de nacionalidad española. Paralelamente el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas emitió un informe al respecto concluyendo que los hechos referidos eran constitutivos de crímenes de guerra.
“Después de siete años seguimos peleando para que se haga justicia. No consentimos que Israel siga gozando de total impunidad. Acciones como las de Trump, que ha declarado Jerusalén capital de Israel; o de la Corte Penal internacional, que aunque afirma que hay una base razonable para creer que las Fuerzas de Ocupación israelíes cometieron crímenes de guerra, considera que la situación no es suficientemente grave para abrir una investigación; no solo nos desprotegen a nosotros y a los palestinos sino que les hace cómplices de las vulneraciones de derechos humanos que Israel sigue cometiendo en Palestina”, concluye Arau.
Existiendo indicios racionales de criminalidad por parte de varios dirigentes israelíes, entre ellos Netanyahu, pero al no encontrarse en territorio español el caso se encuentra archivado provisionalmente tras el cambio en España de la ley de jurisdicción universal. Al visitar Bélgica, Netanyahu se encontraría en territorio Schengen lo cual permitiría la reapertura del caso. Es por ello esta petición de emisión de la orden europea de detención y entrega contra el dirigente israelí.
Más información sobre el caso en el apartado ‘la lucha legal’ de la web de Rumbo a Gaza.
Fuente: Rumbo a Gaza

Vídeo: un agente israelí intenta estrangular a un niño palestino

En un acto violento y brutal, un agente de la policía israelí intenta estrangular a un niño palestino de 9 años detenido en protestas antiisraelíes. 

En un vídeo publicado este domingo se puede ver cómo un policía del régimen de Israel detiene e intenta estrangular a un niño palestino en la parte oriental de la ocupada ciudad de  Jerusalén (Al-Quds).
El hecho ha tenido lugar durante las manifestaciones celebradas en la ciudad santa contra el reciente anuncio del presidente de EE.UU., Donald Trump, de reconocer a Al-Quds como la capital de este régimen usurpador.
La polémica decisión del inquilino de la Casa Blanca ha provocado numerosas protestas palestinas, las cuales fueron reprimidas brutalmente por las fuerzas israelíes. Medios locales confirman la muerte de al menos dos palestinos en Gaza, mientras que en la ocupada Cisjordania tres personas perdieron la vida y cientos resultaron heridas en demostraciones similares.

Fuente: Hispan TV