lunes, 30 de junio de 2014

“Hay que apoyar el levantamiento del pueblo iraquí y no satanizarlo”

Báhira Abdultalif, escritora y traductora iraquí, fue entrevistada en el programa El Mundo en 24h del canal de RTVE 24h para analizar la realidad de su país. Abdulatif asegura que “Iraq no está en una guerra civil entre sunníes y chiíes, Iraq está en contra de un gobernador, Al Maliki, que es un déspota de corte sectario [...] Maliki está oprimiendo a seis provincias que se supone de mayoría sunní, segregándolos, excluyéndolos, a lo que hay que sumar decenas de miles de detenidos. Son gente que llevan un año y medio con sentadas pacíficas. A principio de este año Maliki decidió acabar con estas manifestaciones pacíficas diciendo que dentro de esas acampadas había terroristas. Después empezó a bombardear a estos civiles. Lo que está pasando en Mosul no se puede separar de todos estos episodios, llevan meses con manifestaciones pacíficas, con un guión parecido a lo que ha pasado en Siria”.Sobre el supuesto enfrentamiento entre chiíes y sunníes Báhira Abdulatif responde que “nunca ha existido porque están emparentados [...] Las zonas del sur de mayoría chií tampoco están de enhorabuena, sufren exactamente igual pero no están siendo perseguidos. No tienen ninguna mejora en sus vidas desde hace 11 años.” En cuanto a la composición de los combatientes asegura que los del Estado Islámico de Iraq y Levante son una minoría escasísima, el 5 ó 10%, se han infiltrado desde Siria. Cuenta que acaba de “hablar con un amigo de Mosul y me ha dicho que la cosa está tranquila, que el gobierno les ha cortado el agua y la luz. Muchos civiles han salido de la zona de Mosul porque ahora mismo Maliki está bombardeando esas zonas a ciegas. Hay mucha manipulación, no hay corresponsales extranjeros en esta zona del país, solo están en Bagdad. [...] Maliki usa la palabra mágica que abre todas las puertas: “terroristas”, sabe que en Occidente hay mucho pánico en cuanto se habla de esto. Se presenta como el garante, el luchador contra el terrorismo [...] Maliki ha visto que ha perdido el apoyo de los kurdos, de los propios miembros de la coalición chií: Al Hakim, Moqtada al Sáder… Para volver a ganar el apoyo de los chiíes les dice “cuidado que vienen los sunnitas, son yihadistas que os van a matar [...] Maliki está repartiendo armas [entre voluntarios chiíes] y 500$ a cada voluntario.” “Si los pueblos se levantan contra el gobernante es porque tienen una causa justa, los pueblos son sabios”. Como salida a la actual situación Abdulatif cree que “hace falta un proyecto patriótico que aglutine a todos, hay que apoyar el levantamiento del pueblo iraquí y no satanizarlo”.
Enlace a la entrevista completa aquí:
El pasado sábado 21 de junio Pedro Rojo, arabista con una extensa trayectoria vital y profesional en el mundo árabe, analiza en la Cadena Ser la actual situación en Iraq transcurridos doce días tras la caída de Mosul en manos de los combatientes que hasta el momento han conseguido mantener el control sobre amplias zonas desde el noroeste hasta el centro y oeste del país. Ante la pregunta de si se trata de una guerra civil o no, Rojo afirma que “no hay guerra civil, no hemos llegado a este estadio, si las cosas no cambian rápidamente podríamos llegar, pero ahora mismo lo que hay es un levantamiento popular en el que se ha insertado el ejército del Estado Islámico de Iraq y el Sham (ISIS o ISIL, en su acrónimo en inglés o Daesh en árabe), pero es básicamente un levantamiento que viene ya desde 2011 con manifestaciones populares que empezaron, incluso, en 2009 en el sur de Iraq, en Basora, pidiendo servicios y el fin de la corrupción. Ese fue el inicio de lo que estamos viviendo ahora”.
Respecto a cómo se han manipulado y caricaturizado las relaciones entre sunníes y chiíes tras la ocupación de 2003 para justificar el nuevo status quo y la situación actual, Rojo asegura que “lo que se está intentando vender desde 2003 y ahora mismo es eso, el miedo. Desde el gobierno de Maliki lo que se está diciendo es que viene al-Qaeda y los takfiristas. Pero para que nos hagamos una idea de los que está pasando ahora mismo en esas zonas hay que recordar lo sucedido en Samarra (donde en 2006 pusieron la bomba sobre la gran mezquita, un lugar santo chií muy importante), hace dos semanas, antes de que cayese Mosul, el ejército ISIS entró en Samarra, solos, sin ningún grupo rebelde, y tuvieron que salir porque, ese mismo día, las tribus defendieron esos lugares santos, las mismas tribus que están ahora yendo hacía Bagdad, porque ésta es una línea roja [...] ahora mismo Samarra sigue en poder del ejército iraquí de acuerdo con estas tribus, porque han dicho no queremos que esta gente explote el cisma sectario, volviendo a atacar los lugares santos, dando pábulo a los que, desde Maliki y las milicias chiíes, quieren vender esto como una guerra sectaria”.
Un sectarismo ajeno al Iraq previo a 2003 y que Pedro Rojo tuvo la oportunidad de visitar varias veces: “los que viajábamos a Iraq antes de la ocupación, nadie nos preguntábamos o preguntábamos a ningún iraquí si era sunní o chií. El 70% de los matrimonios antes de 2003 eran mixtos, ¿cómo puedes dividir una sociedad en la que el padre es sunní y la madre es chií?”. De hecho el padecimiento que sufre la población iraquí es generalizado y se extiende a las zonas consideradas feudos electorales del Maliki: “en el sur pasa exactamente los mismo, Basora es una ciudad miserable ahora mismo, ni siquiera han cuidado a los que se supone son su base popular, claro que hay un hartazgo total con este sistema político”.
En relación a la capacidad real de hacer frente a los terroristas, Rojo segura que “los únicos que van a ser capaces de expulsar al-Qaeda, Daesh o ISIL de esa zona son los propios iraquíes” recordándonos que “en 2008 tardaron 15 días en sacar al-Qaeda de al-Dura y de Adamiyya, y fueron ellos porque saben quiénes son [los terroristas], los iraquíes son los que controlan el terreno”, algo que no han sido capaces de controlar “ni EEUU ni Maliki en diez años”. Por otro lado, las opciones reales que tiene EEUU “son muy limitadas, ¿qué van hacer?, no consiguieron dominar el país cuando tenían 200 mil tropas sobre el terreno [...]. ¿Van a darles armas a Maliki que está luchando con Assad en Siria? ¿Van a entregar un F16 a un gobierno que está apoyando a Al Assad, cuyas milicias han tenido que volver a la carrera de Siria para defender Bagdad?”.
A pesar de que la terrible situación que ha llevado a tantos iraquíes a añorar épocas anteriores, durante los cuales había, al menos, estabilidad, servicios sociales y seguridad, Rojo nos invita a mirar hacia delante: “no es cuestión de mirar al régimen del Baaz, ni siquiera es lo que los propios baacistas están pidiendo [...]. En un encuentro que hubo el 10 de junio en la Cámara de los Lores (Londres), un grupo de la oposición iraquí presentó la propuesta [...] de un Iraq democrático, donde no haya sectarismo, donde haya una representación real. [...] Eso es lo que están pidiendo los rebeldes, el final de este sistema sectario impuesto por cuotas y manipulado por todas las potencias regionales e internacionales y que sean los propios iraquíes los que defiendan un sistema democrático plural y sin sectarismo”.
Enlace a la entrevista completa aquí:
* Báhira Abdulatif es escritora, traductora y fundadora de la editorial de difusión cultural en árabe El Aleph 2000, y Pedro Rojo, además de arabista es miembro de la CEOSI y presidente de la Fundación Al Fanar.

Fuente original: http://www.iraqsolidaridad.org/2014/06/no-es-una-guerra-civil-es-un-levantamiento-popular/

Iraq en la encrucijada.

Una vez más, desde décadas, las trágicas noticias sobre  Iraq ocupan por su extraordinaria gravedad las primeras páginas de los medios de información occidentales.
Y una vez más la versión de los medios españoles que más se ocupan del tema es parcial, sesgada, cuando no tendenciosa. Viene ocurriendo particularmente con las informaciones sobre el mundo árabe, aunque sucede lo mismo con otras informaciones internacionales, como las de América Latina, en especial las relativas a los gobiernos que optan por políticas contra el neoliberalismo económico.
 No solo en los espacios informativos, sino en las editoriales se reclama una nueva intervención norteamericana contra los islamistas que dominan algunas ciudades importantes y amenazan a Bagdad.
¿Son solo los islamistas los que se rebelan contra el gobierno del Sr Al Maliki y causan terribles daños a la población civil de las ciudades ocupadas?. Debe por tanto la intervención internacional (siempre acordada por las Naciones Unidas, para ser legal) apoyar al Sr Al Maliki y su gobierno?.

Las noticias que tenemos desde asociaciones de solidaridad son diferentes. Un hecho ampliamente compartido por órganos de opinión muy solventes, es que el actual gobierno de Iraq, y su presidente Sr Al Maliki no solo son una administración ineficaz, sino de una corrupción extrema, y de un extremo sectarismo no ya religioso, sino político, que les hace reprimir a la población civil, especialmente la sunni, de una manera feroz e inhumana. Hasta el punto que las poblaciones de diferentes credos religiosos o laicas prefieren inicialmente el dominio de las milicias islámicas. No deja de ser una situación significativa particularmente en Iraq donde Al Queda nunca había tenido existencia

Permítaseme una cita del New York Time del 13 de Junio, que proporciona una información más objetiva que la normal en medios españoles:
“Los eventos en los últimos días en Mosul — que es de mayoría sunita, aunque también tiene una considerable población de kurdos y algunos chiítas, — resaltan lo que los críticos han dicho durante años: que los sunitas ven al ejército, no como una fuerza nacional, sino como el protector de la población chiíta. Un diplomático occidental, en una reciente entrevista, dijo que en lugares como Mosul y la provincia de Anbar, las fuerzas de seguridad son consideradas como "una fuerza extranjera en su propio país".
“Uno de los residentes de Mosul que se escaparon a Erbil fue Atheel Nujaifi, el gobernador de la provincia de Nínive, a la que pertenece Mosul. En una entrevista el jueves, dijo que uno de los motivos de Mosul estuviera ya  tranquilo el jueves — y la vuelta de los ciudadanos fuera cómoda — fue la presencia de otros grupos, como las milicias tribales y un grupo liderado por ex oficiales baazistas, además de los islamistas.
"La situación se calmó y ISIS no es la única fuerza en control en Mosul,", dijo el Sr. Nujaifi, que se considera un objetivo regresar aún mucho. "Y tratamos de mantener todo como está, la electricidad, el agua, todo. Por eso la gente se plantea volver. "
“Lo que el Sr. Nujaifi está intentando hacer, dijo, es unir los muchos grupos combatientes locales en una fuerza para intentar expulsar a los extremistas, muchos de los cuales son combatientes extranjeros.”
Hace dos años el comité de solidaridad con la causa árabe y la concejalía de cooperación del Ayuntamiento de Gijón, propusimos que se celebrara en Asturias una reunión de la resistencia iraquí, civil y religiosa no fundamentalista, para proponer una salida democrática y plural, laica, a la situación de Iraq. No se pudo celebrar el congreso por amenazas de Al Maliki, y presión descarada al gobierno español.

Los países de los gobiernos que han organizado la ilegal y fraudulenta guerra de Iraq “contra las armas de destrucción masiva”, están obligados a promover la paz en Iraq, apoyando el diálogo con las fuerzas de la resistencia no fundamentalistas para dar lugar a una democratización real de este maltratado país.

Las víctimas españolas del ataque al Mavi Marmara deben tener acceso a una justicia efectiva


El juez Ruz rechaza archivar la causa negándose a aplicar la reforma de
la Justicia Universal y las acusaciones populares reclaman que sea España
donde se juzgue el asalto israelí al Mavi Marmara
En el auto del Juez Ruz se rechaza el archivo de la causa de "La flotilla de la libertad" y se
solicita la consulta al Tribunal Supremo para que este dirima qué tribunal es el más
adecuado para juzgar los hechos acontecidos en el ataque sufrido por el buque Mavi
Marmara y otros cinco en aguas internacionales, donde iban tres ciudadanos españoles.
Las acusaciones populares que están presentes en el caso, la Asociación Cultura y Paz y el
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe, y en la que son querellantes Laura Arau, Manuel
Tapial y David Segarra, opinan sobre el contenido de este auto lo siguiente:
• Ratificación de que los hechos encausados sean calificados de crímenes de lesa
humanidad y obligación de juzgarlos ya que el Estado español es firmante de varios
Tratados Internacionales, incluyendo las Convenciones de Ginebra, por lo que no
ha lugar a su archivo a pesar del cambio de la ley sobre jurisdicción universal
promovida por diferentes Gobiernos.
• El auto del Juez Ruz espera que el Tribunal Supremo establezca si España tiene
jurisdicción subsidiaria o complementaria a la de Israel y Turquía sobre estos
hechos. Las acusaciones piensan que España tiene jurisdicción complementaria. Es
decir, las víctimas son españolas y los culpables han de ser juzgados en tribunales de
nuestro estado independientemente de otras causas abiertas.
• Por otra parte, Israel nunca ha mostrado interés por hacer justicia en este tipo de
casos y no creemos que vaya a hacerlo ahora. Israel no es signatario de la Corte
Penal Internacional. Es más, Israel ya ha utilizado subterfugios engañando a España
en casos anteriores llevados a la Audiencia Nacional, como el de Al-Daraj, y ese es
un muy mal precedente para confiar en lo que diga el Estado de Israel y en el
interés real del sistema judicial israelí.
• Señalar que hay una décima víctima mortal en el asalto israelí al Mavi Marmara. Nos
referimos a Uğur Süleyman Söylemez, de 51 años, había pasado cuatro años en
coma tras ser tiroteado en el asalto. Murió el 23 de mayo de 2014.
• Con las consideraciones tanto de la Fiscalía en enero de 2013, como del Juez al 
considerar siempre que el caso del asalto del Mavi Marmara está contemplado 
como crimen de lesa humanidad, se entienden poco algunas invitaciones que las 
autoridades españolas han hecho estos años a gente como Dan Meridor, que en el 
momento del asalto al Mavi Marmara era Viceprimer Ministro y Ministro de 
Inteligencia y Energía Atómica, y en esa responsabilidad coparticipó en las órdenes 
al Ejército israelí. Eso revela una complicidad de las autoridades españolas por 
acción u omisión con las políticas de ocupación israelí y que éstas sean impunes. 
Por último, las acusaciones populares españolas consideran que los crímenes del asalto al 
Mavi Marmara deben ser plenamente investigados y juzgados en nuestro país, al haber 
víctimas españolas, y sus responsables tienen que rendir cuentas en función de los hechos 
acaecidos de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Las autoridades españolas deberían 
apoyar estas demandas, socorrer a las víctimas españolas y reconsiderar las relaciones con 
Israel dado el sistemático incumplimiento de las obligaciones de este Estado con el 
derecho internacional.
Más información: Rumbo a Gaza - 636 00 36 01 / 607 65 98 75

Revolución iraquí y el fantasma del extremismo yihadista




“El Consejo Militar de la Revolución, formado por militares del antiguo ejército iraquí, jóvenes de la revolución y miembros de las tribus, está coordinando la lucha militar de los distintos grupos contra el gobierno de Maliki, heredero del sistema político impuesto por la ocupación estadounidense”.
Lo mejor para saber lo que realmente está pasando en Iraq es escuchar a los propios iraquíes. El último comunicado del Consejo Militar de la Revolución (nº21 del 14 de junio 2014) es claro en los objetivos que persigue el actual levantamiento popular:
“1. Restaurar la justicia y no la búsqueda de la venganza. Toda rendición de cuentas se tiene que hacer de acuerdo a la ley y a través de un proceso justo.
2. Respeto a los países vecinos y a su soberanía.
3. Poner fin al sectarismo político y a la represión que instaló la ocupación.
4. Iniciar un proceso constituyente que represente a todos los iraquíes.”
El Consejo Militar de la Revolución, formado por militares del antiguo ejército iraquí, jóvenes de la revolución y miembros de las tribus, está coordinando la lucha militar de los distintos grupos contra el gobierno de Maliki, heredero del sistema político impuesto por la ocupación estadounidense.
La respuesta armada de los iraquíes ha sido el último recurso ante la continua violencia y represión de un régimen que no ha querido escuchar las demandas de su pueblo. Las protestas empezaron de forma pacífica en 2011 con manifestaciones, en las que se exigía servicios básicos, el final de la corrupción y un cambio de régimen. Nuri al Maliki respondió aplastando sin contemplaciones las manifestaciones que se extendían por todo el país, incluidas algunas ciudades del llamado sur chií ante el silencio cómplice de la comunidad internacional. Pero ya no había marcha atrás, después de más de una década de marginación y total abandono por parte de los distintos gobiernos la población iraquí siguió la senda de los tunecinos y egipcios ocupando, a finales de 2012, varias plazas de las provincias del norte donde los hombres de religión proiraníes y las fuerzas de seguridad iraquíes tienen menos influencia. La respuesta del gobierno fue atacar estas plazas símbolo de las revueltas, primero Hawiya (abril 2013) y luego Ramadi (diciembre 2013) que ha sido el detonante para que quienes hasta entonces habían protestado pacíficamente, tomaran las armas.
El fantasma de los yihadistas radicales
La instrumentalización de Al Qaeda como amenaza que se cierne sobre el pueblo iraquí, y especialmente sobre la población chií, ha sido una constante desde el comienzo de la ocupación.
Hay que recordar que hasta la llegada de los estadounidenses a Iraq la franquicia de Ben Laden era totalmente inexistente en las tierras de la antigua Mesopotamia. Fue gracias al caos creado por la invasión y la excusa facilitada de convocar una Yihad contra el ocupante occidental por lo que Al Qaeda empezó a implantarse en algunas zonas de Iraq. Su presencia siempre ha sido marginal pero han sabido utilizar a unos y a otros para mantener su actividad y presencia mediática.
Desde 2003, tanto las fuerzas de ocupación como los gobiernos iraquíes impuestos por ésta han sobredimensionado la capacidad y la influencia de Al Qaeda en Iraq, que más tarde se convertiría en el Estado Islámico de Mesopotamia, y desde 2013 en el Estado Islámico de Iraq y al Shams (Daesh, como se le conoce en árabe), oficialmente desvinculado de Al Qaeda por sus desavenencias en Siria. Utilizar a los radicales como excusa, primero por los estadounidenses para alargar su estancia en Iraq y luego por los gobiernos de Maliki para atemorizar a la población chií, ha sido una constante que se vuelve a repetir durante estos días.
Nadie parece querer usar la lógica más básica cuando los medios de comunicación generalistas hablan de que el Daesh, compuesto en la más generosa de las estimaciones por unos pocos de miles de combatientes, puede controlar una extensión de territorio que abarca desde Raqqa en Siria a Faluya en las postrimerías de Bagdad.
Los iraquíes ya saben lo que es tener zonas del país controladas por radicales integristas y al igual que hicieron en 2008 volverán a expulsar a estos elementos extraños a la naturaleza tolerante y respetuosa de la nación iraquí.
El dilema que se le planteó entonces a la resistencia antiestadounidense se le presenta ahora a los rebeldes que se ven ante la difícil decisión de seguir luchando por terminar de liberar el país o enzarzarse en una batalla intermedia para frenar la barbarie del Daesh. Esta última opción es la que pretende Maliki para desviar la naturaleza del combate de los rebeldes por la restauración de la soberanía en una lucha contra el extremismo islamista que introdujeron los ocupantes. La decisión que han tomado los consejos militares es aplazar la expulsión de Daesh de Iraq para evitar el escenario sirio, donde el enfrentamiento armado entre los grupos de la oposición y el Daesh ha aliviado la presión sobre el régimen de Al Asad.
Retos a corto plazo

La marcha de los rebeldes hacia la capital parece imparable pero el asalto definitivo a Bagdad plantea varios retos. El militar es sin duda importante, pues a pesar de la desbandada del ejército de Maliki en Mosul o Tikrit, el primer ministro cuenta en estos momentos con la parte del ejército que sí está dispuesta a luchar por él, así como con las milicias proiraníes, y las fuerzas iraníes que ya están en el país (de momento tres brigadas de la Guardia Republicana iraní). Pero sin duda el reto más importante de la revolución iraquí es hacer frente al sectarismo y a la manipulación de la parte de la población chií que acepta sin cuestionarse las directrices de los líderes religiosos que, como el ayatolá Sisitani, han llamado a la yihad para defender los lugares santos chiíes de la supuesta horda anatematizadora que llega del norte.
Los esfuerzos de algunos sectores que conforman la oposición iraquí para contrarrestar esta campaña de terror están siendo arrollados por la maquinaria mediática del gobierno iraquí,que ha redoblado su discurso de alimentación del odio sectario que viene repitiendo desde 2003.
Iniciativas como la carta abierta de la Asociación de Ulemas Musulmanes de Iraq en la que se pide a los combatientes un trato exquisito con las poblaciones de las ciudades liberadas, incluidas sus minorías, de tal forma que “[…] estas ciudades se conviertan un modelo para otras que quieran emularlas”.
Otro ejemplo del compromiso de los rebeldes con la unidad del país ha sido la ciudad de Samarra. Toda la provincia de Saladino está controlada por los rebeldes menos esta ciudad que acoge los lugares santos chiíes, que recordemos fueron destruidos por un atentado en 2006.
Ante la posibilidad de que el Daesh pudiese llegar a atacar estos mausoleos (los miembros de las tribus defendieron con éxito los recintos sagrados en una incursión de los yihadistas hace diez días) han dejado al ejército iraquí la ciudad y a las tribus locales la custodia de los lugares santos, pues tanto a Maliki como al Daesh les interesa alimentar el fuego de la guerra sectaria, a uno para mantenerse en el poder y a los otros para fomentar el caos, entorno natural para ellos en el que saben sacar mejor partido a sus tácticas.
Diversas organizaciones del sur han emitido comunicados de apoyo a los rebeldes, como Confederación Nacional Unificada de Tribus del Sur y el Éufrates Medio y el Movimiento Popular para la Salvación de Iraq, liderado por Udey al Zaidy. El levantamiento del sur, de mayoría chií, parece complicado por la mencionada manipulación de los sectores más religiosos de la zona y por el férreo control que las milicias proiraníes y las fuerzas de seguridad de Maliki llevan a cabo contra cualquier forma de oposición. Un hipotético levantamiento popular en el sur sería el golpe de gracia para el actual régimen.
La alternativa al régimen de Maliki fue presentada en una recepción en la Cámara de los Lores, el de pasado 10 de junio. Una delegación de la oposición iraquí, en la que estaban representadas todos los sectores de la sociedad y las corrientes políticas de la oposición, planteó un Iraq basado en: “la independencia e integridad territorial de Iraq [...], un sistema político fundamentado en los principios democráticos y constitucionales asentando las bases del pluralismo político, transferencia pacífica del poder e igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, [...] El rechazo al terrorismo y el restablecimiento de la paz social.” Ya es hora de que las potencias occidentales y regionales se marchen de Iraq y permitan a su pueblo recuperar y desarrollar su país.

Pedro Rojo es arabista, miembro de la CEOSI y presidente de la Fundación Al Fanar
Fuente original: http://www.iraqsolidaridad.org/2014/06/revolucion-iraqui-y-el-fantasma-del-extremismo-yihadista/

La venganza de la resistencia iraquí


Anti-Imperialist Camp

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos.

Es evidente el éxito del ISIL [siglas en inglés de Estado Islámico de Iraq y el Levante]. En menos de una semana pudieron conquistar casi sin luchar la mitad del norte de Iraq. Gran parte de la población sunní considera al gobierno chií de Bagdad su principal enemigo. En realidad, fue una coalición sunní la que hizo retroceder al régimen proiraní, en gran parte de acuerdo con la resistencia iraquí a la ocupación estadounidense de hace diez años. 1) No solo el ISIL
Mosul y Tikrit pudieron caer sin luchar el primer lugar porque el ejército iraquí no estaba dispuesto a luchar y en segundo lugar porque la población local no ofreció resistencia alguna e incluso apoyó a la insurgencia. De no haber sido así, hubiera sido imposible tomar franjas tan grandes de terreno únicamente con varios miles de combatientes que no estaban fuertemente equipados.
2) Vieja resistencia y nuevo levantamiento popular
¿Qué fuerzas están implicadas? Además de los yihadistas, por una parte están el antiguo ejército y el Partido Baath. Izzat al Durri, el oficial de más alto rango del Saddam que continúa activo, es una figura simbólica. Dirige el orden Naqshbandiya que sirve como escudo ideológico que salva la brecha entre el nacionalismo árabe y el islamismo. Por otra, están las estructuras tribales que han ido ganando influencia en algunas regiones occidentales. Es muy importante el jeque Harith al Dari, presidente del Ulama, que se opone firme y militantemente al régimen chií. En el entorno sunní pocas personas no apoyan el levantamiento.
En una llamada telefónica el 15 de junio de 2014 Awni al Kalemji, líder de la Alianza Patriótica Iraquí (IPA, por sus siglas en inglés), que en la época de la resistencia iraquí trató de ejercer su representación política, calificó lo que está sucediendo de “revolución popular”. “Sin lugar a dudas hay islamistas, pero no son sino una fuerza más entre tantas. En el centro está el antiguo ejército iraquí”.
3) La responsabilidad de Maliki
Washington otorgó poder a Maliki para subyugar a la resistencia iraquí en connivencia con Teherán, Incluso liquidó al movimiento Sahwa (Despertar) creado por Estados Unidos para integrar en el nuevo régimen a una sección de los sunníes (tribus, milicias y elites sociales) o al menos para sacarlos de la resistencia. Las recientes protestas en ese mismo lugar en las ciudades sunníes de Ramadi y Faluya fueron reprimidas brutalmente por la fuerza militar, lo que renovó una coalición de los sunníes con los yihadistas que habían tomado estos lugares antes del avance en el norte.
No se puede culpar de las tensiones sectarias a una sola de las partes. Ambas han contribuido enormemente a fomentar la espiral comunalista, por no hablar de Estados Unidos.
4) La división sectaria y el final del Acuerdo Sykes-Picot
El ISIL no podrá avanzar más hacia el sur en zonas habitadas por población chií. La ciudad de Samarra, con su importante santuario chií, permanecerá en la línea del frente. A la inversa, sin un fuerte apoyo extranjero el régimen chií difícilmente podrá reconquistar los territorios sunníes perdidos. Con todo, Estados Unidos no se atreverá a repetir su fallida intervención. Solo podrá hacerlo Irán (puede que con el apoyo aéreo de Washington). Pero esto podría provocar la respuesta de los regímenes sunníes árabes que ya apoyan la insurgencia siria.
En el contexto de la guerra civil siria y de la consolidación del poder kurdo las fronteras creadas por el imperialismo europeo después de la Segunda Guerra Mundial han quedado anuladas de facto aunque sigan existiendo de jure.
Bagdad y el sur seguirán bajo el control de régimen chií ya que este tiene suficiente apoyo popular en sus circunscripciones. Aunque puede que el gobierno de Maliki cambie pronto, el sistema político sectario como tal parece ser más estable.
Se esperan continuas movilizaciones y confrontaciones sectarias, lo que provocará masacres, represalias y desplazamientos como los padecidos durante la guerra civil de 2006/7. Más importante será la lucha por el control de la neurálgica capital Bagdad, en la que sunníes y chiíes han vivido separados unos de otros desde la última confrontación sectaria.
5) Guerra civil entre sunníes
Como en Siria el ISIL tratará de imponer su pretensión de ejercer el poder en exclusiva y su rigidez cultural, aunque no inmediatamente. Se esperan fuertes conflictos internos. A pesar de que el apoyo al yihadismo ha aumentado entre la población, los yihadistas son estructuralmente incapaces de crear hegemonía. Y carecen de apoyo internacional para construir un Estado. Su “aliado natural”, Turquía, no quiere cambiar las fronteras y fomentar así las reivindicaciones kurdas, ni tampoco se atreverá el AKP a enfrentarse a Estados Unidos, el cual teme que el ISIL se consolide aún más.
6) Impacto sobre Siria
El levantamiento sunní no solo pone de relieve el fracaso de la estrategia sectaria de Maliki sino que también se debería interpretar como otra advertencia de Assad. Su régimen celebra victorias militares contra los yihadistas que luchan entre sí y pierden terreno también en sus circunscripciones populares. El grupo de Assad en el poder considera que puede ganar con su enfoque sectario militar de línea dura. El ejemplo iraquí demuestra entonces ser erróneo aunque ha costado media década que quedara demostrado tan claramente.
Los acontecimientos en Iraq también muestran los límites de la estrategia iraní. Aunque los iraníes afirman dirigir el “eje de resistencia” al imperialismo, en realidad han estado construyendo un eje chií. Aquí y allá entran en conflicto con Occidente, pero en otros lugares ,como Iraq, cooperan con el imperialismo. En realidad el régimen de Bagdad se ha desarrollado sobre la base de un condominio irano-estadounidense a pesar del conflicto global entre Washington y Teherán también sobre Siria.

Fuente: http://www.antiimperialista.org/Malikis_failure

¿Quién ganó en Irak?


Tom Dispatch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Mientras la situación se enmarañaba en Irak la semana pasado y aparecía la posible configuración del primer Estado yihadista en la historia moderna, recordé esta perla del verano de 2002. En aquel entonces, el periodista Ron Suskind tuvo una reunión con “un importante asesor” del presidente George W. Bush (identificado posteriormente como Karl Rove). Describió como sigue parte de su conversación:
“El asistente dijo que gente como yo estaba ‘en lo que llamamos la comunidad basada en la realidad’, que definió como gente que ‘cree que las soluciones emergen de su estudio bien ponderado de la realidad discernible’. Asentí con la cabeza y murmuré algo sobre principios de la ilustración y del método empírico. Me interrumpió. ‘No es la manera cómo el mundo sigue funcionando realmente’, siguió diciendo. ‘Ahora somos un imperio, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras estáis estudiando esa realidad –juiciosamente, cómo os plazca– volveremos a actuar, creando otras realidades nuevas, que también podéis estudiar, y así se arreglarán las cosas. Somos protagonistas de la historia… y vosotros, todos vosotros, tendréis que limitaros a estudiar lo que hacemos.’”
A medida que los eventos se desarrollan en medio de un creciente caos en toda la región que funcionarios de los años de Bush gustaban de llamar Gran Medio Oriente, considerad la escalofriante exactitud de esa declaración. El presidente, su vicepresidente Dick Cheney, su secretario de defensa Donald Rumsfeld, y su consejera de seguridad nacional Condoleezza Rice, entre otros, fueron ciertamente “protagonistas de la historia”. Crearon “nuevas realidades” y, exactamente como sugirió Rove, al resto de nosotros solo nos queda “estudiar” lo que hicieron.
¡Y qué hicieron! Sus sueños geopolíticos no podrían haber sido más grandiosos o más globales. (Evitemos la palabra “megalómanos”.) Esperaban pacificar el Gran Medio Oriente, guarnecer Irak durante generaciones, hacer que Siria e Irán se sometieran al poder estadounidense, “purgar” el “pantano” global de terroristas, y crear una Pax Americana global basada en fuerzas armadas tan dominantes que ningún otro país o bloque de países pudiera llegar a desafiarlas.
Era casi un sueño y nada, ni un pellizco, llegó a realizarse. Exactamente como sugirió Rove que procederían –exactamente como ya sabía que harían en el verano de 2002– actuaron para crear un mundo según su imagen, un mundo que imaginaban que controlarían como ninguna potencia imperial en la historia. Utilizando esas fuerzas armadas insuperables, lanzaron una invasión que penetró el corazón petrolífero de Medio Oriente. Tomaron una capital importante, Bagdad, mientras “decapitaban” (como decían en aquel entonces) el régimen que dirigía Irak y que había, de un modo particularmente brutal, reprimido tensiones mutuamente destructivas.
No les faltaba nada en cuanto a confianza. Entre las primeras acciones de L. Paul Bremer III, el procónsul que nombraron para dirigir su ocupación, hubo una orden desmovilizando el ejército de 350.000 hombres del autócrata iraquí Sadam Hussein y también el resto de sus fuerzas armadas. Su plan: reemplazarlas por una fuerza de protección de las fronteras ligeramente armada –inicialmente de 12.000 soldados y al final de tal vez 40.000– armados y entrenados por Washington. Considerando su visión del mundo, tenía total sentido. ¿Por qué necesitaría Irak más que eso con la presencia de militares estadounidenses, bueno, siempre, en una serie de bases permanentes que los contratistas del Pentágono estaban construyendo? ¿Qué peligros podrían aparecer en el vecindario con una fuerza semejante? Muy pronto quedó en claro que lo que habían hecho realmente era enviar al cuerpo de oficiales iraquíes y a la mayor parte de los soldados del país a las filas de desocupados, creando la base para una insurgencia suní con capacidad militar. ¡Un comienzo brillante!
Nótese que ahora las noticias están repletas de comentarios sobre la falta de una fuerza aérea iraquí funcional. Por eso, en los últimos meses, el primer ministro Maliki ha estado pidiendo al gobierno de Obama que vuelva a enviar el poder aéreo estadounidense a colmar la brecha. Sadam Hussein tenía una fuerza aérea. Otrora había sido una de las mayores en Medio Oriente. El gobierno de Bush, sin embargo, llegó a la conclusión de que las nuevas fuerzas armadas iraquíes no necesitarían aviones de guerra, helicópteros, o muchas otras cosas, sobre todo si la Fuerza Aérea de EE.UU. estaría cerca en bases como Balad en Irak Central. ¿Quién necesitaba dos fuerzas aéreas?
Cuidado con lo que deseas
Todo debía ser una especie de milagro bélico. Los invasores estadounidenses serían recibidos como liberadores, la misión cumplida rápidamente e “importante operaciones de combate” terminadas en un destello – como George Bush anunció de un modo tan infame el 1º de mayo de 2003, después que su Top Gun aterrizara sobre la cubierta del USS Abraham Lincoln. No menos milagroso fue el hecho de que sería esencialmente algo gratuito. Después de todo, como señaló en esos días el subsecretario Paul Wolfowitz, Irak “flota sobre un mar de petróleo”, lo que significaba que un país “liberado” pagaría todos los costes de “reconstrucción” sin pestañear.
Los busheviques entraron a Irak con un poderoso sentido de que estaban construyendo un protectorado estadounidense. ¿Por qué entonces no sería facilísimo realizar sus ambiciosos planes de privatizar la economía iraquí, desmantelar el vasto sector público del país (dejando sin trabajo a otro ejército de empleados), e imponer sus corporaciones amigas para que ayudaran a dirigir el país y a gigantescas compañías petroleras para acelerar la economía energética, sufriente después de años de sanciones y de mal mantenimiento? A fin de cuentas, el Irak de Washington bombearía suficiente petróleo crudo de una de las mayores reservas de combustible fósil del planeta para hundir la OPEC, dejando en libertad al poder estadounidense para que flotara a alturas aún mayores sobre ese mar de petróleo. Como autoridad ocupante, con una arrogancia despampanante, emitieron “órdenes” que sonaban como si hubieran sido escritas por funcionarios de alguna potencia imperial del Siglo XIX.
En breve, fue algo propio para los libros de historia. Y ninguna cosa –nada– resultó como pensaban. Casi se podría decir que no importa qué soñaran, lo que ocurría era invariablemente lo contrario. Para los que vivíamos en la comunidad basada en la realidad, por ejemplo, hace tiempo que era evidente que su guerra y ocupación costaría a EE.UU. literal y figurativamente un ojo de la cara (y que los costes para los iraquíes serían incalculables). Más de dos billones de dólares más tarde –sin incluir astronómicos costes futuros de postguerra– Irak es una catástrofe.
Y 25.000 millones de dólares más tarde, el último vestigio del Irak estadounidense, las fuerzas de seguridad que, a fin de cuentas, Washington formó en proporciones masivas, parecen estar en un estado de disolución. Se informa que hace un poco más de una semana, ante el avance de 800-1.300 combatientes del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) y la oposición de milicias tribales y poblaciones locales, cerca de 50.000 oficiales y soldados del ejército abandonaron su armamento estadounidense a los insurgentes suníes y yihadistas extranjeros, dejaron sus uniformes al borde de diferentes carreteras, y huyeron. Como resultado, partes importantes de Irak, incluyendo Mosul, la segunda ciudad por su tamaño, cayeron en manos de insurgentes suníes, algunos de pasado sadamista, y un pequeño ejército de yihadistas evidentemente financiados por Arabia Saudí y Kuwait, ambos aliados de EE.UU.
La arrogancia de esos años de ocupación deja a cualquiera sin respiración. Bush y sus máximos funcionarios transformaron la realidad en una escala casi inimaginable y, al estudiar la región en la actualidad, los resultados no tienen ninguna relación con el mundo que se habían imaginado. Ninguna en absoluto. Por otra parte, hubo dos sueños que habían tenido que, de cierta manera, llegaron a realizarse.
Muchos estadounidenses todavía recuerdan las afirmaciones engañosas del gobierno de Bush –completas con visiones de nubes en forma de hongos ascendiendo de las ciudades estadounidenses– de que Sadam Hussein tenía un floreciente programa nuclear en Irak. Pero ¿quién recuerda que, como parte de la justificación de la invasión, la administración también había pretendido que existía una “madura y simbiótica” relación entre el Irak de Sadam Hussein y al Qaida? En otras palabras, la invasión sería justificada de cierto modo como respuesta a los ataques del 11-S (con los cuales Sadam Hussein no tuvo nada que ver). ¿Quién recuerda que, el año después que las tropas estadounidenses ocuparon Bagdad, cuando la evidencia del programa nuclear se había ido al traste, el vicepresidente Dick Cheney, respaldado por George W. Bush, dobló la apuesta respecto a al Qaida?
“Evidentemente hubo una relación. Ha sido atestiguada”, dijo el vicepresidente en CNBC en junio de 2004. “La evidencia es abrumadora. Comienza a principio de los años noventa. Involucra toda una serie de contactos, contactos a alto nivel con Osama bin Laden y funcionarios de los servicios de inteligencia iraquíes”. Basadas en inteligencia cuidadosamente seleccionada, resultó que esas afirmaciones también eran fraudulentas, o como dijo cortésmente David Kay, el hombre asignado por el gobierno para encontrar las armas faltantes de destrucción masiva y esos vínculos con al Qaida, “carentes de evidencia”. Para entonces, sin embargo, 57% de los estadounidenses habían sido convencidos de que ciertamente hubo una relación significativa entre Irak de Sadam y al Qaida, y 20% creía que Sadam estaba directamente relacionado con los ataques del 11-S.
Ten cuidado, como dicen, con lo que deseas. Más de una década después de su invasión y ocupación, después que Cheney formuló esas fervientes afirmaciones, ningún gobierno tendría el menor problema en vincular al Qaida con Irak (o Siria, Yemen, o una serie de otros países). Una década después, aparece la evidencia. Irak suní, junto con áreas de la vecina Siria, uno de los países que supuestamente se rendiría ante el poderío estadounidense, que ahora incluye un rudimentario Estado yihadista, una criatura traída al mundo en parte significativa gracias a los sueños y fantasías de los visionarios del gobierno de Bush. En todo el Gran Medio Oriente, el yihadismo e imitadores baratos de al Qaida de todo tipo están en auge, mientras grupos terroristas desestabilizan regiones de Pakistán al Norte de África.
Creando un arco de inestabilidad

En el período antes y después de la invasión de Irak, altos funcionarios de Bush y sus seguidores neoconservadores hablaron con deleite de doblegar un área desde el Norte de África pasando por Medio Oriente y hasta Asia Central que calificaron de “arco de inestabilidad”. En un discurso de febrero de 2006 ante la Legión Americana, centrado en su Guerra Global contra el Terror, por ejemplo, el presidente Bush dijo característicamente: “Lenta pero seguramente estamos ayudando a transformar el Medio Oriente en general de ser un arco de inestabilidad a ser un arco de libertad. Y a medida que la libertad llega a más gente en esa región vital, tendremos nuevos aliados en la guerra contra el terror, y nuevos socios en la causa de la moderación en el mundo musulmán y en la causa de la paz.”
Para entonces ese “arco”, que en el período antes del 11-S había sido razonablemente estable, ya estaba en llamas. Actualmente flamea. Casi 13 años después del inicio de la Guerra Global contra el Terror y de los primeros bombardeos en Afganistán, 11 años después de que se hizo caso omiso de una protesta global contra la guerra y se lanzó la invasión de Irak, y tres años después que los estadounidenses se reunieron frente a la Casa Blanca para celebrar la muerte de Osama bin Laden, ese arco ha sido desestabilizado de un modo sorprendente.
A medida que recientemente las cosas pasaron de mal a peor en Irak, combatientes yihadistas en Pakistán atacaron el Aeropuerto Internacional de Karachi, un ataque que impactó al país y sugirió que el alcance de los talibanes paquistaníes estaba aumentando. Al mismo tiempo, después de una pausa de seis meses, el gobierno de Obama reinició su campaña de asesinatos con drones de la CIA en las zonas fronterizas tribales de Pakistán, un programa profundamente impopular que ha sido un factor desestabilizador significativo por derecho propio. Mientras tanto, en Yemen, donde EE.UU. ha estado realizando durante años una guerra de operaciones especiales y drones contra un creciente grupo imitador de al Qaida, combatientes desconocidos paralizaron durante días el suministro de electricidad en Sanaa, la capital. El baño de sangre sirio, por cierto, continúa con cálculos de 160.000 o más muertos en ese conflicto multilateral, mientras en Libia, que ahora es un país esencialmente ingobernable y caótico de milicias yihadistas y de otro carácter y de ambiciosos generales, las tensiones y los combates aumentaron.
Hay que verlo como la pesadilla de George W. Bush y el sueño húmedo de Osama bin Laden. El 11 de septiembre de 2001, una organización relativamente pequeña, modestamente financiada y especializada en la planificación de sorpresas terroristas cada par de años realizó un notable acto de suerte televisada. De esas torres colapsadas, vino todo lo demás, gracias en gran parte a los actos de los fundamentalistas del gobierno de Bush, cuyos máximos funcionarios pensaron que habían encontrado su principal oportunidad, hablando geopolíticamente, en la carnicería del momento.
Casi 13 años después, existe un proto-Estado yihadista, un califato de fantasía, en el corazón de Medio Oriente. Ahora, cuando son muchísimos en la región, yihadistas de una tendencia al Qaidista están armados hasta los dientes con armamento estadounidense desechado. En el Norte de África, otros yihadistas utilizan armamento de los antiguos arsenales del autócrata libio Muamar Gadafi, saqueado después de la intervención del presidente Obama de 2011 en ese país. Los yihadistas de ISIS tienen ahora cientos de millones de dólares robados de la filial en Mosul del banco central iraquí como financiamiento y han avanzado hacia Bagdad. Incluso Osama bin Laden no podría haber supuesto que las cosas resultarían tan bien.
Las armas de la locura

Después de la caída de Mosul, ISIS avanzó con incluso más rapidez que el ejército estadounidense en camino hacia Bagdad en la primavera de 2003. En algunas ciudades y pueblos dominados por suníes, las tomas fueron notablemente incruentas. En Baiji, con una central que suministra electricidad a Bagdad y la mayor refinería de petróleo de Irak (que ahora está bajo ataque), se informa que los insurgentes llamaron a la policía y le pidieron que abandonara la ciudad – y lo hizo. En Kirkuk, una ciudad en el norte de Irak que los kurdos han reivindicado hace tiempo como la capital natural para un Kurdistán independiente, tropas iraquíes abandonaron silenciosamente sus armas y uniformes y abandonaron la ciudad, mientras fuerzas kurdas armadas se instalaban, sin duda permanentemente.
Teniendo todo en cuenta, ha sido una debacle como hemos visto solo dos veces en nuestra historia. En China, cuando en 1949 las fuerzas armadas de Chiang Kai-shek, en gran parte armadas y entrenadas por EE.UU., se desintegraron ante las fuerzas insurgentes del líder comunista Mao Zedong y un cuarto de siglo después, cuando una creación militar puramente estadounidense, el ejército sudvietnamita, colapsó ante una ofensiva de tropas norvietnamitas y fuerzas rebeldes locales. En cada caso, la derrota resultante fue psicológicamente inquietante en EE.UU. y condujo a acerbos debates, extraordinariamente extraños, y duraderos sobre quién “perdió” China y quién “perdió” Vietnam.
Ya aparecen señales en este país tempranas de un debate igualmente extraño sobre la “pérdida” de Irak. No debiera sorprender a nadie, ya que lo único que queda por distribuir es la culpa. El senador John McCain, ferviente partidario de la invasión y ocupación de 2003, lanzó la vuelta más reciente del juego de la culpa. Culpó por la avalancha de eventos a la decisión de la administración de Obama de retirar fuerzas de EE.UU. de Irak en 2011 (gracias a un acuerdo negociado por el gobierno de Bush), sin dejar una presencia significativa. Citándose a sí mismo como si fuera otra persona, dijo: “Lindsey Graham y John McCain tenían razón. El senador Graham y yo predijimos que esto sucedería por no haber dejado fuerzas en Irak.”
El senador Roy Blunt de Missouri fue típico de los políticos republicanos que comenzaron a promover esa línea. “Es una situación desesperada”, dijo. “Se desarrolla rápido. Parece que todo resulta mal por nuestra política de no dejar a nadie allí como fuerza estabilizadora.” En un estallido semejante, la página editorial del Wall Street Journal escribió: “Al retirarse totalmente de Irak, el señor Obama colocó su deseo de tener un tema de conversación para su campaña por la reelección por sobre los intereses de EE.UU. Ahora nosotros y el mundo enfrentamos esa realidad: Una guerra civil en Irak y el nacimiento de un refugio terrorista que tiene la confianza, y adquiere rápidamente los medios, de enarbolar una bandera para una nueva generación de yihadistas, en Irak “y más allá”.
Y así van las cosas. En este caso, sin embargo, es posible que todo el asunto no importe mucho. En un país visiblemente cansado por nuestras guerras en este siglo, muchas personalidades de la elite consideran que más intervención en Irak es desagradable, es posible que “Quién perdió Irak” nunca llegue a conseguir el tipo de fuerza que obtuvieron los otros dos debates “perdidos”.
Mientras tanto, sin embargo, el mundo de Medio Oriente está sufriendo un vuelco total. Tomemos el ejemplo de Irán. En otro tiempo, se pensaba que Irak era solo una parada intermedia. Como gustaban de decir bromeando los neoconservadores de esos días: “Todos quieren ir a Bagdad. Los hombres de verdad quieren ir a Teherán”. Sucede que rápidamente el vecindario alrededor de Bagdad se volvió tan desagradable que el gobierno de Bush se encontró pronto tan atascado en insurgencias minoritarias imposibles de ganar en Irak y Afganistán que nunca colocó a los militares de EE.UU. en ese camino a Teherán.
Actualmente, parece que los iraníes se aprestan a ir al rescate de Washington en Irak. Ya se rumorea que podrían estar enviando, o considerando el envío de, elementos de los Guardias Republicanos para proteger Bagdad. Como resultado, EE.UU. se encuentra en una alianza tácita con Irán en Irak, mientras se mantiene en su contra en Siria. Al mismo tiempo, todavía está aliado con Arabia Saudí en Siria contra el régimen de Bacher al-Asad, mientras enfrenta los desastrosos frutos del financiamiento saudí del brutal Estado yihadista recién renacido que aparece por lo menos temporariamente en las tierras fronterizas suníes de Irak y Siria.
El sistema en Medio Oriente, como otrora era conocido se ha, con la singular excepción de Israel, evaporado en gran parte y donde existía ahora hay cada vez más caos. Es muy probable que solo empeore. Es posible que “nosotros” no solo hayamos “perdido” Irak, ¿pero cabe alguna duda de que Washington perdió en Irak? Los objetivos estadounidenses en la región fueron consumidos por las llamas de una manera tan espectacular, tan ignominiosa, que actualmente no queda nada de ellos. A la pregunta, “¿Quién perdió Irak?” puede no haber ninguna respuesta, o tal vez solo la reacción sombría: nadie. A fin de cuentas, es seguro que los iraquíes serán los perdedores, a lo grande, como los sirios al otro lado de la frontera, ahora inexistente, entre lo que hasta hace poco eran dos países.
En cuanto al futuro que Washington puede ofrecer, parece que el gobierno de Obama considera responder a la crisis en Irak de la única manera que conoce: con bombas, misiles crucero y drones. Los sueños geopolíticos de la era de Bush están enterrados en algún sitio en lo profundo de los escombros de Irak, mientras la actual Casa Blanca no tiene ni visionarios ni sueños globales, grandiosos o de otro tipo. Solo hay managers y burócratas tratando de manejar un planeta poco cooperativo. La pregunta que sigue existiendo es: ¿Volverán o no a enviar el poder aéreo estadounidense a Irak? ¿Perderán o no, su insensatez y desestabilizarán predeciblemente aún más una situación terrible?
Mientras tanto, una pequeña nota al pie de la historia futura: en vista de lo que acabamos de ver, podría valer la pena de ser escéptico respecto a las noticias provenientes de Afganistán sobre las capacidades cada vez más impresionantes de las fuerzas de seguridad afganas, otra gigantesca pandilla establecida, financiada, entrenada y armada por los militares estadounidenses (y contratistas privados asociados). Después de todo ¿no hemos oído algo semejante antes en algún otro sitio?

 Tom Engelhardt es uno de los fundadores de American Empire Proyect. Es autor de The United States of Fear y de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture (a partir de la cual se ha adaptado parte de este ensayo). Dirige TomDispatch.com, del Nation Institute. Su último libro, en coautoría con Nick Turse, es Terminator Planet: The First History of Drone Warfare, 2001-2050.
Copyright 2014 Tom Engelhardt
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/175858/tomgram%3A_engelhardt%2C_the_guns_of_folly/#more

CASO ‘FLOTILLA POR LA LIBERTAD’

Las acusaciones populares reclaman que sea España donde se juzgue el asalto israelí al Mavi Marmara para que las víctimas españolas tengan acceso a una justicia efectiva

Las acusaciones populares que están presentes en el caso de ‘La flotilla’, la Asociación Cultura y Paz y el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe y en la que son querellantes Laura Arau, Manuel Tapial y David Segarra, ante el auto del Juez Ruz rechazando el archivo de la causa y la consulta al Tribunal Supremo para que dirima que tribunal es el más adecuado para juzgar los hechos acontecidos por el asalto israelí al buque Mavi Marmara y otros, en aguas internacionales, opinan lo siguiente sobre ese auto:
-       Ratificación de que los hechos encausados son calificados de crímenes de lesa humanidad y su persecución está obligada por la firma por parte de nuestro país de varios Tratados Internacionales, incluyendo las Convenciones de Ginebra, por lo que no a lugar su archivo a pesar del cambio de la ley sobre jurisdicción universal promovida por diferentes Gobiernos.
-       El auto del Juez Ruz espera que el Tribunal Supremo establezca si España tiene jurisdicción subsidiaria o complementaria a la de Israel y Turquía sobre estos hechos. Las acusaciones piensan que España tiene jurisdicción complementaria.
-       Por otra parte Israel nunca ha mostrado interés por hacer justicia en este tipo de casos y no creemos que vaya a hacerla ahora. Israel no es signatario de la Corte Penal Internacional. Es más Israel ya ha utilizado subterfugios engañado a España en casos anteriores llevados a la Audiencia Nacional, como el de Al-Daraj, y ese es un muy mal precedente para confiar en lo que diga el Estado de Israel y en el interés real del sistema judicial israelí. 
-    Señalar que hay una décima víctima mortal en el asalto israelí al Mavi Marmara. Nos referimos a Uğur Süleyman Söylemez, de 51 años, había pasado cuatro años en coma tras ser tiroteado en el asalto. Murió el 23 de mayo de 2014.
-       Con las consideraciones tanto de la Fiscalía en enero de 2013, como del Juez de considerar siempre que el caso del asalto del Mavi Marmara está contemplado como crimen de lesa humanidad, se entiende poco la invitación de las autoridades españolas de Dan Meridor, que en el momento de los autos era Viceprimer Ministro y Ministro de Inteligencia y Energía Atómica, y en esa responsabilidad coparticipó en las órdenes al Ejército israelíEso revela una complicidad de las autoridades españolas por acción u omisión con las políticas de ocupación israelí y que éstas sean impunes.
Por último, las acusaciones populares españolas consideran que los crímenes del asalto al Mavi Marmara deben ser plenamente investigados y juzgados en nuestro país, al haber víctimas españolas, y sus responsables tienen que rendir cuentas en función de los hechos acaecidos de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Las autoridades españoles debieran apoyar estas demandas, socorrer a las víctimas españolas y reconsiderar las relaciones con Israel dado el sistemático incumplimiento de las obligaciones de este Estado con el derecho internacional.



miércoles, 18 de junio de 2014

Mosul: alianza contra natura entre el Baaz y los yihadistas

Orient XXI

Traducción para Rebelión de Loles Oliván.

Once años después de la “liberación” de Iraq por obra del presidente George W. Bush, el país se hunde en la guerra civil. Persiste la revuelta contra el poder impuesto por el primer ministro Nouri al-Maliki. La caída de Mosul, conseguida por la alianza entre miembros del partido Baaz y redes yihadistas podría marcar un punto de inflexión en la historia del país. Tras la toma de Faluya y Ramadi, le ha tocado a Mosul, la segunda ciudad más grande de Iraq, y a otra docena de localidades más, caer a manos de hombres armados. Se intensifica la crisis política, confesional y también territorial. El trono del primer ministro se tambalea y ha solicitado que se reúna el Parlamento para declarar el estado de emergencia en todo el país. En las afueras de la segunda ciudad de Iraq, de camino hacia Erbil –capital del Kurdistán iraquí– se apedrean los últimos vehículos militares del ejército iraquí. La gente está furiosa, no por la desbandada de las fuerzas de seguridad, sino por los “años de humillación en los puestos de control por parte de los soldados del país. De nuestro país”, explica por teléfono Abu Hamza, residente de Mosul.
Por un lado, está el desastre humanitario. Cientos de miles de civiles huyen de la ciudad por temor a la violencia. Por otro lado, la llegada de los zuwar (revolucionarios), considerados por algunos como libertadores. Sí, la máquina mediática se ha embalado al evocar una ciudad capturada, sumisa, tomada como rehén por el Estado Islámico en Iraq y Levante (EIIL). Esto es parcialmente cierto. Pero, de nuevo,como fue el caso de Faluya, la realidad es más compleja. La naturaleza y la ubicación estratégica de Mosul difieren ciertamente de la situación en Faluya. Como esta última, Mosul fue fuente inagotable de oficiales militares de alto rango y ejecutivos clave del partido Baaz de Sadam Husein. Pero la región es rica en petróleo y cuenta con la ciudad de Kirkuk, que contiene las segundas reservas de hidrocarburos del país. Además, la ciudad está cerca de Siria y Turquía. Durante el antiguo régimen, Mosul era un centro de mando de vital importancia para el gobierno de Bagdad. Hoy en día, situada en la encrucijada entre una Siria en manos de los islamistasun Kurdistán con frías relaciones con Bagdad y una Turquía en guardia, Mosul resulta una ciudad estratégica para quien quiera debilitar al gobierno central. También es un laboratorio perfecto de experimento para quien pretenda controlar Bagdad.
Ya en 2004, el general David Petraeus de Estados Unidos experimentó su guerra por “ganar los corazones y las mentes”. El triunfo mitigado y sobre todo mediático de esa estrategia, sin embargo, le convirtió a ojos de los estadounidenses en un experto en contra-insurgencia. Lo que hizo en realidad el general fue romper la dinámica de la violencia utilizada por la Administración Bush: en vez de usar la fuerza, eligió el diálogo; “un cuaderno escolar vale más que un arma” resumió. Se instaló una Policía local. Pero meses más tarde, mientras la Casa Blanca caracterizaba a Petraus tras su salida como un héroe, los mismos policías locales se pasaron a las filas de los insurgentes.
“Una caída en dominó que conducirá a Bagdad”
Si la reciente toma de Faluya fue un mensaje fuerte y simbólico de los zuwar, lo que estaba en juego sobre todo era un test para el ejército iraquí al mando de Nuri al-Maliki. El primer ministro iraquí inicialmente confiado en ganar la batalla de Faluya, utilizó un lenguaje trivial para describirlos como “terroristas de Al-Qaida”. Unas semanas más tarde, cambió su discurso y comenzó las negociaciones con miembros de las tribus, a la vez que bombardeaba la ciudad con barriles explosivos. De todas formas, este status quo ha sido el que le ha permitido ganar el mayor número de votos en las últimas elecciones parlamentarias yfortalecer su control sobre el aparato de seguridad del Estado. Pero para los zuwar, el mensaje era claro: el régimen de Bagdad no se enfrentaría a los insurgentes de Faluya sobre el terreno.
Con esta certeza, la conquista de Mosul adquiere otra dimensión. La amalgama que hizo al-Maliki de la insurrección como “miembros de Al-Qaida y baazistas” se ha convertido en una realidad. Grupos insurgentes anteriormente rivales y de ideologías opuestas están cooperando en Mosul y en toda la provincia de Nínive. Contrariamente a lo que pudiera pensarse, el EIIL no está solo. Abu Imad, combatiente y miembro de una gran tribu que tiene ramificaciones en Mosul y Tikrit, estaba presente cuando el ejército iraquí huía de la segunda ciudad de Iraq. Según él, la conquista de Mosul se hizo con los miembros del antiguo ejército iraquí. Sería este último el que habría aconsejado tomar el aeropuerto de Mosul, la sede de la gobernación y la de la televisión local. “Mosul tiene mucho en común con Bagdad. Es una gran ciudad en la que coexisten todas las religiones. Pero la única diferencia con Bagdad es que muchos antiguos cuadros del régimen anterior han seguido en la ciudad. A ojos de al-Maliki concentra todas los fantasmas y temores del antiguo régimen. Él sabe que esto es sólo el principio, la toma de toda la región de Nínive causará una caída de fichas de dominó que conducirá hasta Bagdad”, añade.
Miembros de las tribus y antiguos grupos insurgentes como el Ejército Islámico en Iraq y el grupo de Naqshbandi, de inspiración sufi y dirigido por Ezzat Ibrahim Al Duri –ex Vice Presidente del Comando Revolucionario iraquí y brazo derecho de Sadam Husein– estarían colaborando con el EIIL. Según muchos testimonios de Mosul, en las paredes de las comisarías de policía y en las distintas posiciones abandonadas por el ejército iraquí se han colgado las banderas negras del EIIL, pero en la entrada de la ciudad, los retratos de Sadam Husein y Izzat Ibrahim Al-Duri dominan Mosul. Esta alianza se muestra abiertamente. Los pick-up del EIIL patrullan en Mosul llamando a que los funcionarios recuperaren sus posiciones. Se habría designado incluso un nuevo gobernador, Azhar al-Obeidi, ex general del ejército iraquí. El jueves, 12 de junio por la mañana, el EIIL y oficiales del antiguo ejército iraquí organizaron un desfile militar en la ciudad para mostrar su arsenal: tanques, vehículos blindados y tres helicópteros. De acuerdo con un experto militar de Mosul, esta operación no hubiera sido posible sin la experiencia de los ex oficiales iraquíes que el EIIL ha reclutado recientemente. 
Kurdos y estadounidenses: la contraofensiva se hace esperar
Ante la desbandada del ejército iraquí y de las deserciones en masa, el jefe de gobierno recientemente reelegido ha pedido a los ciudadanos iraquíes que se alisten como voluntarios para luchar contra los insurgentes y se ha comprometido a proporcionarles las armas necesarias para “salvar Iraq”. Una confesión de impotencia que abre las puertas a la creación de nuevas milicias. Pero entre bambalinas, el primer Ministro estaría manteniendo conversaciones con el Gobierno regional kurdo para lanzar una contra-ofensiva con la ayuda de los peshmerga, el ejército kurdo. Estas negociaciones tendrían como contrapunto el reparto del petróleo, materia de innumerables desacuerdos entre los kurdos y el Gobierno de Bagdad.
La Casa Blanca, por su parte, acaba de anunciar en un comunicado que “Estados Unidos apoyará a los dirigentes iraquíes a medida que forjen la unidad necesaria para ganar la lucha contra el EIIL”. Según un responsable estadounidense contactado por AFP y que se expresa bajo condición de anonimato, el Gobierno de Obama está considerando varias opciones para ayudar a Bagdad, posiblemente a través de ataques de drones, aviones no tripulados. Pero no habrá tropas estadounidenses en Iraq, ha asegurado el portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki.

Fuente original: http://orientxxi.info/magazine/la-chute-de-mossoul,0616

Yihadismo, insurrección, intervención



Las noticias que llegan de Iraq son confusas. Pero en medio de la penumbra alimentada por la escasa información contrastada y las tentaciones simplificadoras, tres evidencias van abriéndose paso frente al sensacionalismo y la demagogia.La primera es que ISIS o EIIL (Estado Islámico de Iraq y El Levante, o Daesh, en su acrónimo árabe) es sólo una de las facciones implicadas en una gran insurrección que se caracteriza como “sunní” pero que incluye exmilitares baazistas, milicias tribales y a una parte de la población. El carácter fulminante del avance rebelde y la facilidad con que se tomó Mosul, una ciudad de dos millones de habitantes, parece confirmar este extremo. También el comunicado del Consejo Militar de la Revolución Iraquí (que agrupó a consejos militares locales formados por oficiales del anterior Ejército), que exagera al atribuirse el protagonismo de la operación, pero que pone de manifiesto la intervención o el apoyo de grupos no yihadistas -y de otros grupos yihadistas. Por su parte, el portavoz de Frente Patriótico Nacionalista e Islámico (articulado en torno al Partido Baaz) se muestra discreto a la hora de atribuirse la iniciativa pero le otorga todo su apoyo militar y político, al igual que la Asociación de Ulemas Musulmanes y las formaciones armadas islamistas vinculadas a ella. Lo que no está clara es la relación de fuerzas: si el malestar sunní se ha montado en el tren sirio del ISIS -como sugiere Karlos Zurutuza- o si, al revés, había un plan precedente de las fuerzas locales -como plantea en el diario libanés Al-Ahkbar Alaa Al-Lami- al que ISIS habría sumado sus armas y su experiencia militar. La otra duda es cuánto tiempo tardará en romperse esa alianza táctica; llegan ya noticias de conflictos en Mosul y el precedente sirio no se puede ignorar. El programa feroz de ISIS, una escisión radical de la radicalísima Al-Qaeda, no puede sino chocar, más temprano que tarde, con la moderación o el laicismo de las otras facciones y con el sentir mayoritario de la población. El propio Lakhdar Brahimi, exmediador de la ONU en Siria, así lo ha señalado: “los sunníes en Iraq no apoyan a los yihadistas porque sean yihadistas sino porque son el enemigo de su enemigo”.
La segunda evidencia es la responsabilidad histórica de EEUU. El apoyo a Saddam Hussein frente a Irán en la larga y devastadora guerra que enfrentó a ambos países mutó a continuación en el abyecto acoso a la propia población de Iraq, sometida a una primera agresión militar (1991) y a un interminable bloqueo, al que sólo puso fin la invasión y ocupación del país en 2003, con el balance de todos conocido: en torno a un millón de muertos, millones de desplazados y refugiados y el desmantelamiento de todas las estructuras del Estado -desde el ejército a la sanidad y la educación- que habían permitido, incluso en los peores años del bloqueo, la supervivencia social. En términos políticos, la ocupación estadounidense y el desmantelamiento del Estado tuvo otro efecto letal. Nos referimos al régimen “democrático” sectario impuesto por EEUU, responsable directo de la sangrienta guerra civil de 2006 y de los sucesivos gobiernos pro-iraníes que han fomentado al mismo tiempo las divisiones confesionales, la corrupción petrolera y la represión política. Desde julio de 2011, cuando una parte del pueblo iraquí, sobre todo en el llamado triángulo sunní, se suma a las revueltas de la región, la respuesta de Al-Maliki frente al descontento no se distingue en nada de la de las dictaduras de la zona y nada, desde luego, de la de Bachar Al-Assad, en una escalada implacable de golpes, fuego real contra los manifestantes y bombardeos con barriles de dinamita, y todo ello acompañado de la familiar propaganda “anti-terrorista” y “anti-yihadista”. Al-Qaeda existe, sin duda, pero gracias también a la ocupación, que propició el caos y los conflictos sectarios y dejó a la población inerme frente a sus tropelías. Conviene recordar, en efecto, que Al-Qaeda sólo entró en Iraq tras la invasión estadounidense y que fue combatida por la propia población sunní, una parte de la cual mantuvo una alianza táctica con los EEUU y el gobierno de Bagdad a través de los llamados consejos locales de autodefensa Sajua (Despertar). La decisión del gobierno Al-Maliki de dejar de apoyar estos consejos, decisión que ha abierto camino al grupo disidente ISIS, más radical pero opuesto a Al-Qaeda, se ajusta sospechosamente a la estrategia de yihadización de toda forma de oposición, yihadización alimentada por los regímenes de la región y muy especialmente por el de Bachar Al-Assad. Convertir -en los discursos y sobre el terreno- una protesta legítima en “fanatismo terrorista” es una práctica rutinaria y relativamente fácil -si se tienen medios de propaganda y muchos cañones- que todos los dictadores han copiado de los EEUU. Sería ingenuo y poco realista hablar en Iraq de una insurrección consciente y democrática en favor de la unidad nacional, pero si la fragmentación del país parece hoy más probable que nunca y la única alternativa a la pobreza, la violencia y la corrupción es la que ofrecen el yihadismo y el neobaazismo, todo ello, no hay que olvidarlo, es la consecuencia de la invasión estadounidense y de las políticas sectarias y corruptas de los gobiernos que se han sucedido en Bagdad en los últimos diez años. En todo caso, lo deseable sería que este impulso inicial canalizase las aspiraciones integradoras y democráticas de la inmensa mayoría de los hombres y mujeres iraquíes, también las de los miembros de la comunidad chií, pues ¿alguien en su sano juicio, a tenor de cualquier dato al que se pueda acceder, considera que el gobierno de Al-Maliki representa genuinamente a los chiíes de Iraq o que esta comunidad ha ganado en derechos democráticos y sociales en estos años?
En cuanto a la tercera evidencia, debería hacer reflexionar a los que tratan de simplificar la complejidad geo-estratégica de la zona a partir de la existencia de un omnipotente y maquiavélico plan estadounidense. La invasión de Iraq por parte de EEUU fue un desastre para los iraquíes, pero también para el plan “maquiavélico y omnipotente” trazado desde Washington, que era sin duda maquiavélico pero no omnipotente. El imperialismo estadounidense no ha creado el mundo; trata de gestionarlo. Y cada vez que introduce un efecto  “corrector” introduce al mismo tiempo un efecto inesperado que requiere una nueva corrección. ¿Por qué? Porque existen otras fuerzas, otros países y además, en un rinconcito despreciado del marco, los pueblos de la región. EEUU apoyó a Saddam Hussein para combatir la revolución islámica de Irán (¡islámica, no lo olvidemos!) y luego combatió a Saddam Hussein porque, en todo caso, era una potencia regional amenazadora para sus planes “maquiavélicos y omnipotentes”. Pero al combatir a Saddam Hussein mediante el peor de los planes posibles -una invasión militar precedida de patrañas públicas- entregó Iraq, oh paradoja, al enemigo iraní, cuyo poder regional se ha visto restablecido y fortalecido gracias al “plan maquiavélico y omnipotente” del imperialismo estadounidense. Tras la retirada de las tropas estadounidenses en 2010, en efecto, el gobierno de Al-Maliki es sobre todo un instrumento en manos de Jamenei y el gobierno de Teherán, como lo demuestra el apoyo militar de Iraq al régimen sirio, al lado del cual combaten milicias chiíes controladas desde Irán que vuelven en estos días a territorio iraquí a tratar de frenar al ISIS. Y ahora, para cerrar el círculo del extravagante “maquiavelismo y la omnipotencia” estadounidenses, nos encontramos en una situación en la que el gobierno de Al-Maliki, instalado por EEUU y manejado por Irán, pide ayuda al mismo tiempo a Washington y a Teherán “contra el terrorismo” y uno y otro responden con una alianza tácita que podría incluso volverse pública. Ruhani no lo ha desestimado y hasta ha invocado la intervención del Gran Satán. Obama, que ni quiere ni puede reocupar Iraq pero que podría bombardear posiciones rebeldes, ha mandado un portaaviones mientras milicias y asesores iraníes ya están operando en Iraq. Como decía Faysal Qassem hace poco, vivir para ver: de pronto nos encontramos al “eje de la resistencia” (Irán, Siria y Hizbullah) unido a EEUU en la misma trinchera. Algunos sectores de la izquierda estalibana se van a ver en la difícil tesitura de apoyar una intervención irano-estadounidense en Iraq o, frente a EEUU, apoyar a los fanáticos chiflados de ISIS contra los cuales justifican la criminal dictadura de Al-Assad y sus barriles cargados de dinamita. Cuando se simplifica en nombre de la geo-estrategia, llega la geo-estrategia y nos agarra los pies. La realidad es bellaca y no favorece a los pueblos, pero no es ni un plan estadounidense -o no sólo- ni, desde luego, una mala digestión anti-imperialista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Refugiados palestinos.....¿Dónde están?



UNRWA proporciona asistencia, protección y defensa de más de 5 millones de refugiados de Palestina registrados en la franja de Gaza, Cisjordania, Siria, Líbano y Jordania. Casi un tercio de los refugiados inscritos, más de 1,4 millones, viven en 58 campamentos de refugiados que la Agencia tiene distribuidos en las cinco áreas donde opera la Agencia.

Gaza
Tras años de conflicto y el bloqueo sobre la Franja desde 2007, la situación socio-económica en Gaza se ha visto muy afectada. La población tienen graves dificultades para sobrevivir, el 80% depende de la ayuda humanitaria.

Cisjordania
En Cisjordania hay registrados 886.716 refugiados, alrededor de una cuarta parte de los cuales vive en campamentos. En Cisjordania se ubican la mayoría de los campamentos de refugiados de la Agencia, sin embargo, el más grande, Balata, tiene una población similar al más pequeño de Gaza, lo que hace ver las dimensiones y el hacinamiento que hay en la Franja.

Siria
En Siria, viven habitualmente 518.949 refugiados de Palestina, que disfrutan de los mism mismos derechos y privilegios que los ciudadanos sirios, a excepción de la condición de  ciudadanos. Aún así, la Agencia trabaja sin descanso para hacer frente a las necesidades de una creciente población de refugiados.

Líbano
Los 470.604 refugiados de Palestina que residen en Líbano se enfrentan a problemas específicos en este país, ya que se les niegan derechos sociales y civiles, y tienen un acceso muy limitado a los servicios públicos. La mayoría depende enteramente de los servicios de UNRWA para satisfacer sus necesidades.

Jordania
Todos los refugiados de Palestina que habitan en Jordania, 2.090.762, disfrutan de la iudadanía plena, a excepción de los casi 140.000 refugiados oriundos de Gaza. Pueden contar con pasaportes temporales que no impliquen la ciudadanía y no tienen derecho a votar ni a trabajar en el Gobierno.

En Siria 6,5 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a consecuencia del conflicto... Entre ellos, cientos de miles de #refugiadosdepalestina que vivían acogidos en el país.


www.unrwa.es



La crisis de Mosul pone a Irak al borde de su fragmentación como Estado unitario

¿Cómo es posible que todo un cuerpo de Ejército, compuesto por más de 50.000 hombres, con apoyo de helicópteros artillados y carros de combate se desintegre en 48 horas dejando la segunda ciudad de Irak en manos de los yihadistas? Esta es “le pregunta del millón” para la que hay respuestas de todos los gustos.
Algunos se refieren a la falta de cohesión y profesionalidad del Ejército iraquí; otros a la inexistencia de una fuerza aérea que habría impedido la aproximación de las columnas yihadistas a la ciudad; otros al ímpetu, movilidad y capacidad de fuego del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), y hay, en gran número, quienes apuestan por un plan maquiavélico para, abandonando sus posiciones, poner en evidencia la necesidad de un Gobierno fuerte y centralizado, tal y como defiende el todavía primer ministro Nuri al Maliki.
Pero la sorprendente caída de Mosul tiene también como trasfondo político la larga y cada vez más profunda división del país en tres zonas totalmente diferenciadas: las regiones suní y kurda, cada una de ellas, aproximadamente, con un 25 por ciento del territorio y de la población, y el Irak chií, que, además de la capital, domina todo el territorio al sur de Bagdad.
El mandatario chií –tras las elecciones del 30 de abril, primer ministro en funciones- ha intentado durante sus ocho años en el Poder restablecer la idea, mantenida a sangre y fuego por Sadam Husein, de un Irak unitario, con unas fuerzas armadas bajo mando único (chií), capaz de garantizar la seguridad para toda la población.
Pero, en la práctica, esta concepción del Estado no ha funcionado. En el Kurdistán, el Ejército depeshmergas (combatientes kurdos; literalmente “quienes caminan ante la muerte”) solo obedecen órdenes del Gobierno autónomo de Arbil. Por lo que se refiere a las tres provincias mayoritariamente suníes –Anbar, Nínive (Mosul) y Salahadin-, Maliki ha forzado el despliegue de tropas mandadas por chiíes y ha abandonado la anterior estrategia norteamericana de defender el territorio con milicias populares dirigidas por líderes locales y jefes tribales.
La primera y grave consecuencia ha sido enviar al paro a miles de jóvenes milicianos que, privados de los sustanciosos ingresos que recibían, se han unido a la contestación generalizada de la población contra un Gobierno corrupto que solo invierte en el sur, cuando no han engrosado las filas de las organizaciones yihadistas.
Otra de las consecuencias es que el Ejército regular ha actuado como si se tratara de una fuerza de ocupación, reprimiendo con extrema dureza las protestas populares y dejando, como ocurrió en el caso de Hawiya, un reguero con decenas de manifestantes muertos.
Por lo que se refiere a los kurdos, Maliki se ha empeñado, durante estos ocho años, en que “pasen por el aro” en dos espinosos asuntos. El primero es su negativa al despliegue de lospeshmergas en comarcas de Mosul, Kirkuk y Kanaquín, habitadas mayoritariamente por kurdos. Aunque la excusa para el despliegue es proteger a sus paisanos de los grupos yihadistas, Maliki siempre ha temido, con razón, que ese era el primer paso para su anexión “de facto” a la región del Kurdistán.
El otro contencioso es la prohibición de vender petróleo sin su consentimiento a través de los oleoductos de Turquía cuando el Gobierno central no puede hacerlo precisamente por la amenaza yihadista. Esta actitud ha provocado la ridícula situación de que dos petroleros cargados con crudo extraído del Kurdistán navegan sin rumbo fijo ya que Bagdad amenaza con denunciar al Gobierno que autorice las operaciones de compra-venta.
Es cierto que en los comicios del pasado 30 de abril, Maliki consiguió tantos diputados como hace cuatro años pese a que varios partidos chiíes abandonaron la coalición Estado de Derecho que él dirige y presentaron listas propias. Un triunfo indudable que seguro se debe a su discurso de preservar la seguridad y la unidad de Irak.
Pero hasta ahí llega la buena estrella que ha guiado a Nuri al Maliki durante estos ocho años. Los resultados electorales presentan un país dividido claramente en tres partes. En cada una de ellas se ha votado a listas étnica o confesionalmente homogéneas; solamente en la provincia de Diyala, a caballo entre las tres, se puede hablar de cierta diversidad política.
Se da la circunstancia de que si Maliki ha “barrido” en las provincias chiíes, en las suníes han ganado quienes se oponen a que renueve su tercer mandato, en concreto la coalición Mutahidun, liderada por los hermanos Athil y Osama Nujaifi, gobernador de Mosul y presidente del Parlamento, respectivamente.
Ambos defienden que los suníes gocen de una autonomía semejante a la de los kurdos, controlando sus propias fuerzas de seguridad y sus recursos económicos. Ambos son, momentáneamente, los principales perdedores de la crisis de Mosul, de donde son originarios, y ambos mantienen la teoría de que Bagdad ha dejado caer Mosul en manos de los yihadistas para forzar su apoyo al tercer mandato de Maliki.
Ahora Maliki, desbordado y paralizado por el avance yihadista, necesita tanto a suníes como a los kurdos para restablecer el orden, pero ni unos ni otros lo aceptarán sin las concesiones que hasta ahora ha rechazado.
En Irak cada vez se habla más de una confederación de tres Estados en un mismo marco territorial, lo cual pulveriza a Irak como Estado unitario pero, al menos, impide su fragmentación en tres Estados independientes.

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