(Foto: Reuters)
La destrucción del patrimonio histórico palestino no es sino uno de los muchos mecanismos utilizados por Israel para mantener su dominación sobre los palestinos.
Tras conquistar el oeste de Jerusalén en 1948, Israel ocupaba el resto de la ciudad menos de dos décadas después, con la guerra de 1967. Desde entonces, ha ido creando “realidades sobre el terreno” mediante la anexión de tierras y construcción de asentamientos a fin de consolidar sus demandas sobre toda la ciudad.
En efecto, Israel, en su esencia fundacional como proyecto de asentamientos coloniales, es a la vez agresivamente expansionista y excluyente. El “Proyecto de Ley para el Gran Jerusalén”, recientemente pospuesto, que busca expandir los límites municipales de Jerusalén para incluir más asentamientos ilegales y excluir los barrios palestinos, es un testimonio de tal expansionismo.
Mientras tanto, la declaración del presidente estadounidense Donald Trump sobre el traslado de la embajada de EE. UU. de Tel Aviv a Jerusalén no sólo rompe con el derecho internacional, también brinda apoyo y respaldo a la continuada colonización de la ciudad por Israel.
Campaña agresiva
Sin embargo, la anexión y la construcción de asentamientos no son los únicos medios por los que Israel está ejerciendo un control absoluto sobre la ciudad. Además de acelerar la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967, Israel ha estado llevando a cabo una agresiva campaña para apropiarse o destruir los lugares del patrimonio histórico palestino en apoyo de su narrativa de propiedad exclusiva de la tierra.
Esta narrativa se basa firmemente en un discurso bíblico que tiene como propósito hacer de la religión el punto clave de la discordia. Algo que se hace visible de forma muy aguda en la Ciudad Vieja de Jerusalén que –en virtud del derecho internacional- se considera inequívocamente tierra palestina.
De hecho, sólo pocos días después de ocuparla, Israel empezó a alterar el paisaje físico de Jerusalén destruyendo una de las barriadas más antiguas de la ciudad.
Harat al Magharibeh (el barrio marroquí), que se extendía frente al Muro de las Lamentaciones en la Ciudad Vieja, fue rápidamente demolido pocos días después de la ocupación israelí de la ciudad. Sus autoridades justificaron la medida alegando que trataban de ganar espacio para los fieles judíos.
Uno de los lugares excavados de forma más agresiva es el de Silwan, un barrio a las afueras de las antiguas murallas de la ciudad, al sur del recinto de Haram al-Sharif. (Foto tomada el 29 de octubre de 2014, AFP)
El barrio data de hace casi 800 años y no sólo albergaba edificios ayúbidas y mamelucos, sino también alrededor de 650 personas. Se avisó a los residentes para que se fueran pocas horas antes de que sus casas fueran reducidas a escombros. Algo que se comenta a menudo es que los arqueólogos israelíes son los únicos que utilizan buldóceres en el mundo.
Haram al-Sharif en peligro
Más recientemente, Israel ha estado realizando excavaciones en la zona por debajo y alrededor de Haram al-Sharif, el recinto que alberga la Cúpula de la Roca y la Mezquita de al-Aqsa. Esas excavaciones han sido firmemente condenadas por la UNESCO, que emitió una resolución en 2016 criticando las políticas generales israelíes hacia el complejo.
Los intentos de Israel para hacerse con el control total de Haram al-Sharif, que continúa estando bajo la custodia de Jordania como waqf [culto] islámico, se han intensificado. Esos esfuerzos proceden tanto del gobierno como de los grupos fanáticos de colonos que confían en destruir la Cúpula de la Roca.
En el verano de 2017, la situación alcanzó un crescendo cuando las autoridades israelíes colocaron puertas electrónicas a la entrada del recinto. Tras semanas de sostenidas protestas de los palestinos, se eliminaron finalmente las puertas.
Sin embargo, la situación sigue siendo tensa y los palestinos sienten y temen que Haram al-Sharif está en peligro.
En términos de prácticas arqueológicas, el derecho internacional es claro: Israel no puede llevar a cabo excavación alguna en ningún lugar de los territorios ocupados. No obstante, según el informe Diakonia, Israel ha excavado 980 sitios arqueológicos en Cisjordania desde 1967, apropiándose de muchos objetos arqueológicos.
Pared agrietada en una de las casas de Wadi al-Hilweh, 4 marzo 2018 (Cortesía del Centro de Información de Wadi Hilweh)
Uno de los lugares excavados de forma más agresiva es el de Silwan, un barrio que se ubica en la parte exterior de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, al sur del complejo de Haram al-Sharif.
El lunes, los palestinos que residen en la zona de Silwan, Jerusalén Este, protestaron por los nuevos daños estructurales aparecidos en sus casas debido a las excavaciones arqueológicas israelíes.
Los vecinos de Wadi Hilweh se enfrentaron a los trabajadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel y la Fundación Ir David, dos entidades dedicadas a excavar en la zona cercana a la mezquita de al-Aqsa y la muralla sur de la Ciudad Vieja.
Abusando de la arqueología
La narrativa bíblica considera que Silwan fue el lugar original de la ciudad de David, siendo los colonialistas británicos, a finales del siglo XIX, quienes realizaron las primeras excavaciones en busca de la ciudad original.
En la actualidad, es la organización de extrema derecha El-Ad quien se ocupa del lugar de las excavaciones en el intento de apoderarse y judaizar todo Silwan. Cuentan con una cantidad inmensa de fondos y los oligarcas judeorusos Lev Leviev y Roman Abramovich han estado presentes en sus eventos.
El-Ad se ha dedicado a hacer “excavaciones de salvamento”, lo que les ha permitido evadir los pertinentes permisos del gobierno.
Estas excavaciones incluyen excavaciones y túneles bajo Silwan y se extienden hasta llegar a los terrenos que rodean la mezquita de Al-Aqsa. Muchos hogares palestinos han empezado a hundirse en la ladera como consecuencia de esas actividades.
La arqueología no es sino uno de los muchos mecanismos por los que Israel mantiene su dominio sobre el pueblo palestino. La narrativa bíblica está siendo utilizada y manipulada como cortina de humo para el proyecto sionista de asentamientos coloniales.
Así pues, Israel prosigue con la práctica de llevar una biblia en una mano y una piqueta en la otra, iniciada ya por los arqueólogos coloniales británicos.
Con este objetivo, Israel manipula la narrativa histórica a fin de que se ajuste a sus intereses actuales, eliminando así posibilidades para un futuro palestino.
Yara Hawari es investigadora de Al-Shabaka – The Palestinian Policy Network. Es doctora en política de Oriente Medio por la Universidad de Exeter y colabora frecuentemente con varios medios de comunicación.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/how-israel-uses-archaeology-mantain-occupation-1406963568
Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.
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