Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos. |
En el lado gazatí de esta ciudad dividida, Etaf Barhoum, de pie sobre una montaña de cascotes de las casas destruidas en las guerras anteriores, saluda con una mano a su primo Abdullah y con la otra sujeta un teléfono móvil para que la pueda oír. A varios cientos de metros de distancia, separado por un muro y bajo la mirada vigilante de un soldado egipcio armado de un kalashnikov y apostado en una torre de vigilancia, Abdullah le devuelve el saludo mientras una nueva ráfaga de viento arenoso barre la frontera. Puede que sea la última vez que estos primos se ven. Rafah es esencialmente dos ciudades, divididas por una barricada de alambre de espino, paneles de metal y cemento construida por etapas después de la guerra de 1967. Una de las ciudades la construyeron los israelíes que ocuparon Gaza, la otra el ejército egipcio que ahora está evacuando la población agrícola, paso a paso, para derribar Rafah.
“Es un momento muy duro ver cómo separan a mi familia y la obligan a marcharse otra vez a causa de una decisión política”, afirmó Etaf Barhoum, una madre de 54 años.
Arrasar una ciudad
El principio del fin de la Rafah egipcia empezó después de los ataques de precisión en la península del Sinaí que mataron a 33 agentes de seguridad el pasado 24 de octubre. Al día siguiente el presidente [egipcio] Abdel Fattah el-Sisi declaró en un discurso televisado que se abordaría “el problema de Rafah y de la frontera de Rafah”. Al cabo de unas semanas el ejército egipcio empezó a evacuar a cientos de familias egipcias de sus hogares de Rafah. Se destruyeron unas 800 casas y se limpió una zona de 500 metros a lo largo de las 13 millas de la frontera entre Gaza y Egipto. Altos cargos de seguridad afirmaron que el objetivo era crear una zona de separación para impedir el contrabando de armas y de militantes en la frontera. Posteriormente, a principios del mes de enero, el gobernador del norte del Sinaí, Abdel Fattah Harhoo,r declaró que toda Rafah sería destruida.
Los palestinos afirman que la erradicación de Rafah y la ampliación de la zona de separación les hace sentir aún más aislados que antes. Será imposible construir túneles lo suficientemente largos. Los túneles han sido la principal vía para introducir [en Gaza] comida, piezas de recambio y muebles y una vía de escape para la asediada población de Gaza.
Pero las consecuencias no serán solo que cientos de residentes de Rafah se quedarán sin casa o la pérdida de un motor económico subterráneo. Quedarán separadas para siempre familias palestinas, como la familia Barhoum, cuyo clan formado por 4.000 miembros fue separado por el muro de 1967 y desde entonces ha estado repartido a ambos lados de la fronteras, la mitad como ciudadanos palestinos y la otra mitad como ciudadanos egipcios. En el lado de Gaza un alto cargo oficial palestino no autorizado de facto a hablar con la prensa admitió que a menudo se ha encontrado con este tipo de relación familiar. Recordó un amanecer durante el Ramadán, el mes sagrado de ayuno: “Cuando los túneles estaban abiertos se pasaban comidas calientes y una vez vi unas alubias con tomate que pasaban del lado de Gaza a los parientes del lado egipcio”, afirmó entre risas. “Una comida familiar de alubias no es ninguna amenaza para la seguridad, así que lo permitimos”.
“Hemos vivido juntos, oído las mismas llamadas a la oración, los mismos ecos de las balas y disparos israelíes”, contó Abdullah a Middle East Eye por el teléfono de Etaf. “Vivimos la guerra de 51 días* con nuestra familia, minuto a minuto, oyendo su radio y viendo su televisión; durante [la festividad de] Eid, oímos sus oraciones y ellos oyen las nuestras. Esto es una emigración forzada que destroza deliberadamente las raíces de nuestro tejido social”.
Una compensación escasa
En las últimas semanas los soldados egipcios fueron puerta a puerta en Rafah para informar a los residentes afectados de que sus casas iban a ser destruidas. Lo mismo que otros residentes, Abdullah afirmó que cuando llegaron a casa los soldados le ofrecieron una compensación económica. “Se nos ofrecerán 100 libras egipcias (13 dólares) por cada metro cuadrado de la estructura de la casa”, indicó. No habrá compensaciones por la tierra agrícola situada alrededor de la casa, donde Abdullah cultivaba árboles frutales, aunque el gobierno pagará 200 libras egipcias (27 dólares) por cada árbol. El personal de seguridad ya arrancó muchos árboles cuando tomó control de la tierra hace unas semanas, aunque por ahora la casa sigue en pie. “A quienes arrancaron los árboles no parecía importarles que algunos de ellos fueran tan viejos como la historia”, indicó. Abdullah añadió que en total su familia recibiría 24.000 libras egipcias (3.287 dólares), cifra que no es en absoluto suficiente para empezar una nueva vida.
Afirmó que está atrapado: no puede resistirse a la voluntad de los militares aunque como es agricultor no puede imaginarse sacando a su familia de las zonas rurales del oeste de Rafah para llevarla a la ciudad de El-Arish, que está a una hora de coche aproximadamente y es una de las pocas opciones que tienen. Señaló que sus hijos están acostumbrados a los espacios abiertos y a la vida campesina. “A fin de cuentas, me gusta vivir de la tierra y trabajarla, y estar cerca de mis seres queridos”, añadió.
Doble vida
En Rafah, una ciudad formada por beduinos y refugiados palestinos (los egipcios suelen llamarlos a ambos despectivamente “yahoudie sinai”, lo que implica que son colaboradores israelíes), los palestinos como Abdullah llevan una extraña doble vida. Pueden hablar árabe con acento palestino y cambiar después fácilmente el egipcio coloquial. Aunque respira prácticamente el mismo aire que sus familiares de Gaza, tiene un documento de identidad egipcio, casi lo único que le hace sentirse egipcio.
Para mantener el sentido de familia los Barhoums, y otras familias palestinas como la suya, han contado durante años con matrimonios entre miembros de la extensa familia, con novios y novias que se suelen encontrar a ambos lados del muro de 1967. Estos matrimonios serán más difíciles con la amplia zona de separación.
Abdullah contó a Middle East Eye que cuanto más se adentre en Egipto más aislado se sentirá. Solo tiene un deseo, escalar el muro y vivir con sus parientes del lado gazatí, pero no es factible dada la enorme cantidad de papeleo que hay que hacer para ello. “Ellos viven bajo el bloqueo y nosotros deberíamos estar cerca de ellos”, afirmó refiriéndose a sus primos y otros familiares de su gran familia a los que vio en persona por última vez en 2009 en la festividad de Eid al-Adha.
En julio de 2013, después del derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, el ejército egipcio restringió la cobertura de la red de teléfonos móviles egipcios a ambos lados de la frontera entre Gaza y Egipto. Así que por ahora, mientras se despiden Abdullah llama a Etaf con un móvil palestino utilizando unas señales que solo llegan al barrio vecino y que no servirá de nada cuando le obliguen a marcharse.
“El objetivo de estas demoliciones de casas es romper y destruir al pueblo de Rafah. Nos separaron, ningún hermano está con su hermano y ninguna prima se quedará con sus primos”, afirmó.
*Se refiere al último ataque Israelí a Gaza en julio de 2014. (N. de la t.)
“Es un momento muy duro ver cómo separan a mi familia y la obligan a marcharse otra vez a causa de una decisión política”, afirmó Etaf Barhoum, una madre de 54 años.
Arrasar una ciudad
El principio del fin de la Rafah egipcia empezó después de los ataques de precisión en la península del Sinaí que mataron a 33 agentes de seguridad el pasado 24 de octubre. Al día siguiente el presidente [egipcio] Abdel Fattah el-Sisi declaró en un discurso televisado que se abordaría “el problema de Rafah y de la frontera de Rafah”. Al cabo de unas semanas el ejército egipcio empezó a evacuar a cientos de familias egipcias de sus hogares de Rafah. Se destruyeron unas 800 casas y se limpió una zona de 500 metros a lo largo de las 13 millas de la frontera entre Gaza y Egipto. Altos cargos de seguridad afirmaron que el objetivo era crear una zona de separación para impedir el contrabando de armas y de militantes en la frontera. Posteriormente, a principios del mes de enero, el gobernador del norte del Sinaí, Abdel Fattah Harhoo,r declaró que toda Rafah sería destruida.
Los palestinos afirman que la erradicación de Rafah y la ampliación de la zona de separación les hace sentir aún más aislados que antes. Será imposible construir túneles lo suficientemente largos. Los túneles han sido la principal vía para introducir [en Gaza] comida, piezas de recambio y muebles y una vía de escape para la asediada población de Gaza.
Pero las consecuencias no serán solo que cientos de residentes de Rafah se quedarán sin casa o la pérdida de un motor económico subterráneo. Quedarán separadas para siempre familias palestinas, como la familia Barhoum, cuyo clan formado por 4.000 miembros fue separado por el muro de 1967 y desde entonces ha estado repartido a ambos lados de la fronteras, la mitad como ciudadanos palestinos y la otra mitad como ciudadanos egipcios. En el lado de Gaza un alto cargo oficial palestino no autorizado de facto a hablar con la prensa admitió que a menudo se ha encontrado con este tipo de relación familiar. Recordó un amanecer durante el Ramadán, el mes sagrado de ayuno: “Cuando los túneles estaban abiertos se pasaban comidas calientes y una vez vi unas alubias con tomate que pasaban del lado de Gaza a los parientes del lado egipcio”, afirmó entre risas. “Una comida familiar de alubias no es ninguna amenaza para la seguridad, así que lo permitimos”.
“Hemos vivido juntos, oído las mismas llamadas a la oración, los mismos ecos de las balas y disparos israelíes”, contó Abdullah a Middle East Eye por el teléfono de Etaf. “Vivimos la guerra de 51 días* con nuestra familia, minuto a minuto, oyendo su radio y viendo su televisión; durante [la festividad de] Eid, oímos sus oraciones y ellos oyen las nuestras. Esto es una emigración forzada que destroza deliberadamente las raíces de nuestro tejido social”.
Una compensación escasa
En las últimas semanas los soldados egipcios fueron puerta a puerta en Rafah para informar a los residentes afectados de que sus casas iban a ser destruidas. Lo mismo que otros residentes, Abdullah afirmó que cuando llegaron a casa los soldados le ofrecieron una compensación económica. “Se nos ofrecerán 100 libras egipcias (13 dólares) por cada metro cuadrado de la estructura de la casa”, indicó. No habrá compensaciones por la tierra agrícola situada alrededor de la casa, donde Abdullah cultivaba árboles frutales, aunque el gobierno pagará 200 libras egipcias (27 dólares) por cada árbol. El personal de seguridad ya arrancó muchos árboles cuando tomó control de la tierra hace unas semanas, aunque por ahora la casa sigue en pie. “A quienes arrancaron los árboles no parecía importarles que algunos de ellos fueran tan viejos como la historia”, indicó. Abdullah añadió que en total su familia recibiría 24.000 libras egipcias (3.287 dólares), cifra que no es en absoluto suficiente para empezar una nueva vida.
Afirmó que está atrapado: no puede resistirse a la voluntad de los militares aunque como es agricultor no puede imaginarse sacando a su familia de las zonas rurales del oeste de Rafah para llevarla a la ciudad de El-Arish, que está a una hora de coche aproximadamente y es una de las pocas opciones que tienen. Señaló que sus hijos están acostumbrados a los espacios abiertos y a la vida campesina. “A fin de cuentas, me gusta vivir de la tierra y trabajarla, y estar cerca de mis seres queridos”, añadió.
Doble vida
En Rafah, una ciudad formada por beduinos y refugiados palestinos (los egipcios suelen llamarlos a ambos despectivamente “yahoudie sinai”, lo que implica que son colaboradores israelíes), los palestinos como Abdullah llevan una extraña doble vida. Pueden hablar árabe con acento palestino y cambiar después fácilmente el egipcio coloquial. Aunque respira prácticamente el mismo aire que sus familiares de Gaza, tiene un documento de identidad egipcio, casi lo único que le hace sentirse egipcio.
Para mantener el sentido de familia los Barhoums, y otras familias palestinas como la suya, han contado durante años con matrimonios entre miembros de la extensa familia, con novios y novias que se suelen encontrar a ambos lados del muro de 1967. Estos matrimonios serán más difíciles con la amplia zona de separación.
Abdullah contó a Middle East Eye que cuanto más se adentre en Egipto más aislado se sentirá. Solo tiene un deseo, escalar el muro y vivir con sus parientes del lado gazatí, pero no es factible dada la enorme cantidad de papeleo que hay que hacer para ello. “Ellos viven bajo el bloqueo y nosotros deberíamos estar cerca de ellos”, afirmó refiriéndose a sus primos y otros familiares de su gran familia a los que vio en persona por última vez en 2009 en la festividad de Eid al-Adha.
En julio de 2013, después del derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, el ejército egipcio restringió la cobertura de la red de teléfonos móviles egipcios a ambos lados de la frontera entre Gaza y Egipto. Así que por ahora, mientras se despiden Abdullah llama a Etaf con un móvil palestino utilizando unas señales que solo llegan al barrio vecino y que no servirá de nada cuando le obliguen a marcharse.
“El objetivo de estas demoliciones de casas es romper y destruir al pueblo de Rafah. Nos separaron, ningún hermano está con su hermano y ninguna prima se quedará con sus primos”, afirmó.
*Se refiere al último ataque Israelí a Gaza en julio de 2014. (N. de la t.)
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