La narrativa contra la ocupación israelí de los territorios palestinos suele centrarse en la injusticia cometida contra el pueblo palestino. Y es lógico que así sea, porque es éste la víctima principal. Sin embargo, el caso Elor Azaria expone uno de los efectos menos lustrosos del conflicto: la ocupación está corrompiendo a la sociedad israelí.
Azaria es un soldado de 20 años que en marzo de 2016 fue grabado mientras ejecutaba de un disparo en la cabeza a Abdel Fatah al-Sharif, palestino de 21 años que había apuñalado a un soldado israelí en Hebrón (Cisjordania). Al-Sharif había sido neutralizado y yacía en el suelo cuando Azaria cargó su rifle y le disparó a quemarropa. El 4 de enero, un tribunal militar encontró a Azaria culpable de homicidio involuntario, y en breve dictará sentencia.
El dictamen, sin precedentes, expone la subsistencia del carácter de Estado de derecho de Israel. Pero es un Estado de derecho relativo, malherido y amenazado. Inmediatamente después de conocido el dictamen, el país se sumió en un ruidoso debate: ¿hay que indultar a Azaria?
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, se expresó a favor del indulto presidencial. El diario oficialista “Israel Hoy”, uno de los más populares del país, tituló en portada: “70% a favor del perdón”. El título se basaba en un sondeo que el diario dice haber hecho junto a una encuestadora, con el siguiente resultado: 70% de los encuestados a favor de otorgar el indulto, 19% en contra y 11% no sabe/no contesta.
Además, dos personas a favor de perdonar a Azaria fueron arrestadas por amenazar en Facebook a la jueza militar involucrada en el caso y al comandante en Jefe del Ejército, Gadi Eisencott, quien se ha manifestado contrario a las acciones del soldado, y desde la resolución es acompañado por una guardia especial.
El homicidio de Azaria colocó a la sociedad israelí frente a un espejo. La ocupación de Cisjordania es invisible a los ojos del ciudadano común, pero este caso le expone algo que la izquierda, con la organización Rompiendo el Silencio a la cabeza, argumenta desde hace años: no existe ni puede existir una “ocupación moral” ni “limpia”. Los soldados de 18, 19, 20 años son enviados a hacer un “trabajo sucio” todos los días.
La ocupación es injusta y castiga a la sociedad palestina. Pero también está corrompiendo a la sociedad israelí.
Adrián Singer es periodista, uruguayo, corresponsal de No toquen nada y 180 en Israel.
Las opiniones vertidas en las columnas son responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente posiciones del Portal 180.
Fuente: Adrián Singer, 180
No hay comentarios:
Publicar un comentario