Cientos de migrantes son transportados a largo de la frontera griega en lo que parece ser una técnica para dificultar el trabajo de la polícia helena.
Una mujer siria y sus hijos esperan dentro de su tienda para recibir comida, este martes, en el paso fronterizo de Pazarkule, en Edirne.BULENT KILIC / AFP.
ANDRÉS MOURENZA
En las últimas dos décadas, la Unión Europea ha endurecido su política migratoria. Los países del sur han levantado alambradas y vallas para reforzar sus fronteras, se han dificultado las peticiones de asilo, se han suspendido derechos fundamentales. El Viejo Continente se ha convertido en lo que los activistas de derechos humanos definen como la Europa Fortaleza. Y, en consecuencia, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha decidido trasladar la presión a la frontera europea como en las batallas antiguas: asediando la muralla por diversos puntos. La diferencia es que quienes se hallan al pie del muro no son soldados sino pobres desharrapados ―los refugiados y migrantes más humildes que quedan en Turquía ― y su munición son las esperanzas de quienes desean huir de la guerra en busca de una vida mejor.Más....
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