Por Elena Herreros y Mercè Rivas |
“Necesitamos dar esperanza a los ciudadanos de la franja de Gaza, tenemos que sobrevivir, reconstruir y para eso necesitamos a la comunidad internacional”, declara a este diario el Dr. Yousef Mousa, director de la UNRWA (Naciones Unidas para los Refugiados) en el área de Rafah, junto a la frontera egipcia.
“Nunca en mi vida he visto tanto sufrimiento, añade con semblante preocupado. La población tiene un exceso de dolor acumulado y la UNRWA y la Comunidad Internacional tiene que dar respuestas”, dice este hombre respetado en la zona por su ecuanimidad y madurez.
“La situación es desesperada, no existe en el mundo ningún lugar que viva en las condiciones que vive Gaza”, afirma tajantemente el Dr Yousef Mousa.
Durante los 50 días que se prolongó el conflicto este verano, la Franja fue blanco de intensos bombardeos por tierra, mar y aire, que según cálculos locales, afectaron a alrededor de 20.000 construcciones y viviendas. Ahora que se ha comenzado a hablar de reconstrucción el escepticismo es la actitud general de la población, unos piensan que el verano próximo se va a repetir, otros en que el negocio de las nuevas construcciones será para empresas israelíes.
“Vivimos en una olla a presión con una válvula que no funciona bien y puede estallar en cualquier momento”, se lamenta Mousa.
La escalada militar en la franja de Gaza que comenzó el 8 de julio y que duró 50 días tuvo un terrible impacto en la población civil. Murieron más de 2.000 gazatíes, aproximadamente el 70% civiles, según OCHA (Naciones Unidas), de los cuales más de 500 eran niños.
“Si no somos capaces de terminar con esta espiral de violencia cada vez habrá más fanatismo y más radicalidad”, añade Yousef Mousa.” Ahora empieza una etapa muy dura: la recuperación, no sólo de las casas sino también de las personas. El impacto social y psicológico ha sido muy fuerte y tenemos el deber de ayudar. Nunca, nunca viví algo igual”, añade indignado a estas periodistas.
Unas 10.200 personas resultaron heridas, de ellos más de 3.000 niños. Alrededor de 1.000 niños tendrán discapacidades y unos 1.500 quedaron huérfanos
“Para Gaza, una vuelta a la “calma” es una vuelta al octavo año de bloqueo. Es una vuelta a más del 50% de la población sin trabajo o sin sueldo. Es una vuelta al confinamiento en Gaza y a la falta de acceso externo a los mercados, el empleo o la educación; en resumen, la falta de acceso al mundo exterior” afirmaba recientemente Robert Turner director de operaciones de UNRWA en Gaza.
Miles de personas tuvieron que abandonar sus hogares durante la ofensiva y desplazarse a refugios o casas de familiares. Más de un cuarto de la población de Gaza llegó a estar desplazada, la mayoría en refugios de UNRWA, donde llegaron a acoger a hasta 292.959 personas, una cifra sin precedentes en 64 años de historia de la Agencia en Gaza.
“Nunca en mi vida pensé que bombardearían escuelas de Naciones Unidas donde familias enteras se refugiaron tras perder sus casas. Israel sabe dónde están nuestras escuelas. Conocen centímetro a centímetro nuestra tierra y cuando disparan sobre un objetivo saben lo que están haciendo. La UNRWA tiene la obligación de dar protección a los refugiados”, añade con cierto aire de impotencia.
En su día el propio Presidente de Naciones Unidas Ban Ki- moon condenó los ataques y los calificó de “escandalosos e injustificables” y más concretamente al bombardeo llevado a cabo por el Ejército israelí contra una escuela de Naciones Unidas en Jabalia, al norte de Gaza exigiendo que los responsables sean llevados ante la justicia.
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