La espuria "normalidad" israelí sobre
la cotidianeidad de la ocupación
Santiago González Vallejo
Comité de Solidaridad con la
Causa Árabe
La vida de los palestinos en su propia tierra.
En una reunión en la que estaban
diferentes representantes de los Consejos Económicos y Sociales de
países del Mediterráneo, el representante israelí, empresario,
antiguo portavoz de la patronal israelí, se felicitaba y felicitaba
a todos los presentes, asintiendo los otros representantes israelíes,
(el portavoz de los emprendedores autónomos y otro que era
portavoz de personas minusválidas, todos ellos israelíes ‘pata
negra’, nada de minorías) de que en esta ocasión, octubre de
2013, en lo que se llevaba de reunión nadie había hablado del
‘conflicto’ israelo-palestino y todos veían más urgente y
prioritario los asuntos de desempleo, juventud, situación de la
mujer, la evolución de la denominada ‘primavera árabe’, etc.
Añadió que las dos sociedades, la
israelí y la palestina querían la paz y que esperaba que los
‘políticos’ llegasen a un acuerdo final.
Es esto la ‘normalización’ y la
coexistencia lo que reclaman (y en muchos casos logran) los
portavoces y autoridades israelíes y muchos de los israelíes que
actúan en los foros internacionales como avezados practicantes de la
estrategia sionista.
Es esta normalización, dar como
‘normal’ la situación de ocupación israelí sobre los
palestinos y todas sus derivadas, economía palestina colonizada, el
drama de los refugiados palestinos, las leyes racistas israelíes
sobre ciudadanía, etc., la que buscan los sionistas y, de facto,
los que no combaten la injusticia sionista.
En unos casos, ayudados por los medios
de comunicación practicantes de la banalización de la ocupación,
están aquellos que están aburridos de este ‘conflicto’ (no lo
denominan ocupación), que no tiene salida. Es decir, que admiten la
injusticia, pero entienden que la ley la impone la fuerza y no
quieren rebelarse, por interés, o por comodidad. Otros son los
indiferentes y ‘neutrales’ que pueden vivir sin hacer nada o,
peor aún, alimentar la hidra del poder de la fuerza.
También ayuda a esa estrategia
israelí, el Cuarteto (la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia e,
incomprensiblemente, las Naciones Unidas, garantes de las infinitas
‘negociaciones’) que dice pretender la paz, pero deja que los
ocupantes ejerzan por la fuerza la ocupación y la refuerce: más
kilómetros de un Muro en territorio reconocido palestino, más
colonias, más dependencia económica, la continuidad del cerco a
Gaza o las leyes coloniales que inciden, entre otras cosas, en la
represión y cárcel de miles de palestinos. Ese apoyo del Cuarteto y
del conjunto de la pusilánime comunidad internacional a esas
‘negociaciones’ interminables y sin control de resultados y el
apoyo tácito a la profundización de la ocupación, ya comentada,
sirve como anestesia a las medidas irreversibles de la consolidación
de bantustanes en Cisjordania –islas inconexas rodeadas de
controles de la ocupación-, y la apropiación de la zona C de la
misma, descritas hace más de 20 años como provisionales en los
acuerdos de Oslo entre la OLP y el Gobierno israelí. Como ya están
‘negociando’, se dice por parte de autoridades españolas,
europeas e internacionales, no hay que presionar (a Israel, se
entiende, porque los palestinos y su dirigencia reconocida ya están
presionados por su dependencia de la ayuda internacional) con medidas
fijadas por los Tratados internacionales o reclamar indemnizaciones
por los daños que produce la ocupación y la dependencia económica
palestina, tenemos que ser interlocutores y acompañar a las partes.
Sólo así se explica que el cumplimiento de una mínima legalidad
internacional por parte de la UE, el delimitar los acuerdos UE-Israel
al territorio reconocido como Israel y no sus colonias, haya recibido
críticas israelíes y otros actores, como ciertos políticos
estadounidenses, tachándola de antisemita o que perturba las
negociaciones (sobre territorios disputados, según la terminología
acuñada por los sionistas), en su facción más light.
Por último, esta normalización de la
ocupación, en las conciencias de la opinión pública, en mi
opinión, no ha sido suficientemente combatida por la dirigencia
reconocida palestina, debido a sus tacticismos y equívocos discursos
o silencios.
Ahora, por diktak
estadounidense, hay un periodo de nueve meses de ‘negociaciones’
discretas, que empezaron con la clásica aprobación de más colonias
y suelta de presos palestinos de puerta giratoria -¿pactadas las
protestas verbales?- , en el que la OLP (y sus portavoces que se
yuxtaponen con la Autoridad Palestina) y el Gobierno israelí tienen
que ponerse de acuerdo en el Estatuto Final (como hace 20 años), qué
territorio para un supuesto estado palestino, su capital, etc. La
correlación de fuerzas es la que todos sabemos. La legitimidad de la
OLP, y de paso la Autoridad Provisional Palestina, más allá de su
reconocimiento legal internacional como único representante del
pueblo palestino, es cuestionable.
En este periodo, las autoridades
israelíes, sus corifeos y los aliados internacionales nombrados
pueden consolidar más esa ‘normalización’, que incluye el no
combate a la ocupación. Es de lo que se alegraban esos
representantes de la ‘sociedad civil’ israelí que mencionábamos
al principio.
Pero también, es un periodo que
podemos aprovechar, los que creemos que es un deber ético, con
nosotros mismos y con los pueblos que sufren injusticias, para
reforzar la lucha contra el apartheid israelí y la ocupación.
También para desvelar a muchos israelíes que no se puede vivir en
‘paz’ con injusticia y ocupación. Todo está dicho. Es cuestión
de reforzar las iniciativas ya creadas, o por desarrollar, seguir en
el trabajo permanente de sensibilización e información, apoyándose
para nuestro trabajo en el derecho internacional y las prácticas de
lucha anti apartheid. Presionar a nuestros gobiernos y
representantes, empresas y mundo de la cultura o del turismo, con
información para que no se escuden en su neutralidad o en un
‘buenismo’ aparentemente neutral, cobijo de la complicidad.
Trabajar con los palestinos, los israelíes o con quien sea, pero no
por ser palestinos, o por ser celestes o colorados, en este mundo
donde se dan las opiniones más plurales y variopintas, sino tejiendo
una red de solidaridad amparados en el derecho y la justicia.
Santiago González Vallejo. Economista. Miembro fundador del CSCA
No hay comentarios:
Publicar un comentario