El avance de los yihadistas a solo 300 kilómetros de Europa amenaza el norte de África ante la inestabilidad política. Sirte es la tercera 'capital' del ISIS tras Raqqa y Mosul
La tortuosa formación de un Gobierno de Acuerdo Nacional en Libia ha vuelto a poner sobre la mesa una vieja incógnita en el quinto aniversario de la revolución: ¿intervendrá la comunidad internacional en el país? La excusa es, por supuesto, el Estado Islámico (o ISIS, Estado Islámico de Irak y el Levante, en inglés) y lo que parece ser su avance en la colonia norafricana del 'Califato' proclamado por Abu Bakr al Bagdadi.
El propio enviado especial de Naciones Unidas para Libia, el alemán Martin Kobler (sustituto del español Bernardino León y responsable de apuntalar un Gobierno de Acuerdo Nacional que unifique los frentes en Tobruk y Trípoli), aseguró recientemente en Madrid que el ISIS cuenta ya con entre 3.000 y 6.000 combatientes en el país norafricano, una horquilla que casi dobla los cálculos del año pasado (entre 2.000 y 3.000).
El incremento se debe, según el propio Kobler, a la presunta espantada que han provocado los bombardeos de la coalición anti-Daesh (acrónimo despectivo, en árabe, del ISIS) en Siria e Irak, que pueden haber provocado un trasvase de hombres hacia Libia. El mismo secretario de Estado estadounidense, John Kerry, se jactaba del logro durante su intervención este fin de semana en la populosa cumbre de Defensa en Múnich.
EEUU y la UE tienen la vista puesta en lo que se ha convertido, jerga yihadista mediante, en la primera ‘colonia califal’ fuera de Siria e Irak, y a solo 300 kilómetros de suelo europeo“Daesh ha rebajado sus sueldos [a los combatientes] un 50%; menos combatientes están llegando a Siria e Irak, más quieren salir”, admitió en un discurso centrado en Siria, escenario de un nuevo enfrentamiento a distancia, al más puro estilo de la Guerra Fría, entre EEUU -punta de lanza de la Coalición Global Contra ISIS- y Rusia -que bombardea posiciones rebeldes en apoyo al régimen de Bachar al Asad-. No hubo, sin embargo, mención a la situación en Libia. Y no será porque no preocupe. Tanto EEUU como la Unión Europea tienen la vista puesta en lo que se ha convertido, jerga yihadista mediante, en la primera ‘colonia califal’ fuera de Siria e Irak, y a solo 300 kilómetros de suelo europeo.
Al otro lado del Mediterráneo, el autodenominado Estado Islámico se ha hecho con el control de Sirte, la otrora perla gadafista desde donde ahora operan los esbirros de Bagdadi con la impunidad suficiente para acribillar civiles acusados de espionaje y colgar sus cadáveres crucificados en las calles, según ha publicado 'Libya Herald'.
"No vayáis a Siria. Id a Libia"
Imágenes difundidas a través de las redes sociales muestran también la supuesta acción de la 'hisba' aleccionando ciudadanos sobre cómo vestircorrectamente a su manera islámica: con los pantalones remangados por encima de los tobillos. Antes de la entrada oficial del ISIS en Sirte, localizada estratégicamente en el centro de la costa libia, ciudadanos extranjeros residentes en la ciudad explicaban a El Confidencial cómo la policía religiosa imponía su criterio segregacionista hasta en las fiestas de guardar.
Desde que el ISIS se hiciera con el control de Sirte en febrero de 2015, el grupo cuenta con una base firme desde la que extenderse por una Libia anárquica. La pérdida, el pasado verano, de su bastión original en Derna, donde el Consejo de la Juventud de la Shura juró lealtad a Bagdadi en octubre de 2014, permitió al grupo concentrarse en su nuevo feudo mediterráneo. Ya entonces, varios testimonios apuntaban a un repliegue por el que el ISIS sacrificaba Derna, retomada por grupos locales con elementos igualmente radicales, pero con mayor arraigo en la ciudad.
En Sirte, el ISIS ha conseguido hacerse fuerte, como demuestra, por ejemplo, el recrudecimiento, desde diciembre, de la guerra por el control de las instalaciones petrolíferas en el Golfo de Bengasi, donde los yihadistas ya han perpetrado al menos dos ataques este 2016. A ello se une la oportunidad de participar en un mercado negro de petróleo y combustible -como ha ocurrido en Siria e Irak- cuyos beneficios se están granjeando las mafias y grupos armados que plagan el país merced al caos.
“Sabemos, a través de sus propias publicaciones, que están ahora diciendo a sus combatientes: ‘No vayáis a Siria. Id a cualquier otra parte. Id a Libia”, ha reconocido el representante estadounidense dentro de la Coalición Global contra ISIS, Brett McGurk, en declaraciones a la revista Forbes.
Sabemos, a través de sus propias publicaciones, que ahora están diciendo a sus combatientes: 'No vayáis a Siria. Id a Libia'El pasado diciembre, EEUU llegó tan lejos como para enviar un grupo de sus fuerzas especiales al país. Según se ha excusado el Pentágono en declaraciones de su portavoz, Peter Cook, recogidas por The Guardian, la presencia de las tropas respondía a un intento “por tener una imagen más clara de qué sucede [en el país]” y de “entablar contacto con gente sobre el terreno para obtener un mejor sentido, no solo de la amenaza que supone [ISIS], sino de la dinámica sobre el terreno”.
De hecho, EEUU ya ha llevado a cabo varias operaciones militares en suelo (y aire) libio, pero siempre contra objetivos terroristas concretos. La última acabó con la vida del líder de la franquicia libia del ISIS, el iraquí Abu Nabil al Anbari, en un ataque aéreo el pasado noviembre. También Egipto ha bombardeado repetidamente posiciones yihadistas y no yihadistas en varias localizaciones, desde Derna a Trípoli.
Ahora, la aviación británica se ha unido -al menos en tareas de reconocimiento y entrenamiento- a la flota militar que sobrevuela el espacio aéreo libio, según The Guardian. El mismo ministro de Exteriores, Tobias Ellwood, ha reconocido en una comparecencia ante el Comité de Asuntos Exteriores que se trata de vuelos preparatorios ante una posible “invitación” a la acción por parte del eventual Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), cuya constitución debe ratificarse esta semana.
Sin embargo, el arraigo del Ejecutivo auspiciado por la ONU se antoja aún lejano. Los dimes y diretes de los dos bandos que en verano de 2014 abrieron un nuevo capítulo en la obra posrevolucionaria con el alumbramiento de una guerra civil, han propiciado una situación política insostenible. Tras más de un año dividido entre dos Ejecutivos, dos Parlamentos y dos alianzas militares enfrentadas, el país ‘celebra’ el quinto aniversario del levantamiento, el 17 de febrero, contra Gadafi, no ya con un par, sino con tres gobiernos. Los dos bandos deben aceptar la composición del Gabinete de unidad auspiciado por Naciones Unidas. Aunque ambos se comprometieron según el acuerdo alcanzado en diciembre, elementos del Congreso General de la Nación en Trípoli y la Casa de Representantes en Tobruk se niegan a aceptar, unos tras otros, los ministros propuestos.
Como ha recalcado Ellwood, solo la formación de un Gobierno unitario que ponga fin al caos político que ha posibilitado el asentamiento y expansión del Estado Islámico puede desembocar en una intervención occidental. Es la única manera de evitar asumir la responsabilidad de un fracaso similar al que se ha atribuido a la acción de la OTAN que en 2011 permitió acabar con Gadafi tras 42 años de dictadura.
Al oeste, Túnez, quizá el vecino más afectado por la presencia yihadista en Libia (tres atentados en 2015 han matado más de 70 personas y destruido el turismo, principal motor de la economía tunecina), ha advertido ya de los riesgos que podría tener para la región una intervención extranjera mal planificada.
La influyente asociación tunecina Solidaridad, Desarrollo y Acción calcula que hasta dos millones de refugiados libios podrían colapsar el país, según recoge la agencia Efe. Entre ellos podrían infiltrarse terroristas dispuestos a atentar en Túnez, avisa el coronel retirado Mojtar Ben Nasser, presidente del Centro Tunecino de Estudios para la Seguridad Global (varias fuentes cifran en más de 3.000 el número de tunecinos que se han unido a grupos radicales en Libia).
Al sur, en el Sahel, Níger y Chad -que ya enfrentan el empuje de Boko Haramdesde Nigeria tras su afiliación al Estado Islámico- temen que los bombardeos en Libia tengan el mismo efecto llamada sobre su territorio que el atosigamiento que ha desplazado combatientes desde Oriente Medio (y Europa, según apuntan varias detenciones de ciudadanos belgas en Sudán) al Magreb.
EEUU es consciente de la amenaza. “Creo que [ISIS] va a expandirse más allá de Libia, donde pueda encontrar elementos con los que cooperar”, ha predicho en una entrevista a Reuters el coronel Bob Wilson, jefe de las fuerzas especiales estadounidenses destacadas en el norte y Oeste de África.
El 'deadline' del plan con el que Kerry aseguraba en Múnich no tener dudas de que “venceremos a Daesh” finaliza también esta semana. El Pentágono debe presentar al Congreso estadounidense el documento que defina la nueva estrategia para acabar con el Estado Islámico. Libia, de momento, sigue siendo una incógnita.
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