La conservadora Trípoli, marginada económicamente, sorprende por su constancia en la movilización ciudadana.
“Aquí soñamos con un sueldo semanal, ya que como mucho cobramos por horas o días”, cuenta entre edificios carcomidos por las balas Mustafá, peón de obra en un barrio de la norteña ciudad libanesa de Trípoli, bastión suní conservador. Marginada económicamente, esta ciudad portuaria de medio millón de habitantes, la segunda más poblada del país, es una pieza clave para todo candidato al cargo de primer ministro, que de facto ha de ser suní. Si bien aplaudieron la dimisión de Saad Hariri, hay división en torno a Hassan Diab, designado este jueves.leer más...
Un activista protesta sobre la cumbre del vertedero de Trípoli. N. S.
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