Sr Presidente Pedro Sánchez
Presidencia
Palacio de la Moncloa, Madrid
C/C Sra Ministra de Asuntos de Exteriores, Unión Europea y Cooperación,
Arancha González
Palacio Santa Cruz
Madrid
Madrid, 20 de julio de
2020
Ref: Coherencia con la defensa del derecho internacional, con los
derechos palestinos
Estimado Sr Presidente,
El pasado día 4 de febrero, el Alto Representante de la UE para
Asuntos Exteriores, Josep Borrell, señalaba que “los pasos hacia la anexión, si
se implementan, no pueden pasar sin oposición” ante la anunciada anexión de
territorios palestinos declarada por el gobierno israelí.
La política española, independiente del color del gobierno, ha sido la
defensa del derecho internacional y el apoyo, por consiguiente, a la
autodeterminación del pueblo palestino; ser contrario a que conquistas
militares dicten las leyes y la reivindicación de la IV Convención de Ginebra.
Pero, lo que está ocurriendo y está suficientemente documentado, es
que Israel no sólo ha conquistado, sino que ya ha anexado parte de lo
conquistado, ha trasladado población a territorio ocupado, cercando a la
población palestina en limitados bantustanes, apropiándose de recursos
naturales y desarrollando normas jurídicas tachadas de apartheid por numerosos
expertos jurídicos. Todo esto a la vista y la complicidad de todos que, por
acción u omisión, dejan hacer y, encima, amplían colaboraciones en diversos
ámbitos, comerciales, científicos, militares (¡) e institucionales.
Esto no puede seguir así. Es cierto que tímida y parcialmente unos
países han reclamado los daños de bienes donados a la población palestina,
destruidos o apropiados por la potencia ocupante. Se habla de diferenciar el
origen de los bienes cuyo origen son las colonias sionistas de los genéricos
israelíes, pero sin afectación real y sin establecer la prohibición de ese
comercio espurio como reclama la lógica. Mientras, sigue el libre acceso
comercial de los productos de una potencia ocupante que expolia recursos –como
el agua- a los ocupados. O no son rechazados los artilugios y empresas que
favorecen la industria securitaria de la muerte y asesinato planificado
israelí.
Ante el anuncio de una nueva anexión de iure, donde de facto ya se ha
ejercido la ley de la fuerza israelí, diversos países europeos han declarado
por escrito que hay que traducir los discursos de defensa del derecho
internacional, en actos prácticos. Sin necesidad de calificar ahora qué tipo de
actos prácticos son los más adecuados para parar y revertir la política de
ocupación sistemática israelí, nos sorprende que España no esté entre esos
países.
España acaba de aprobar un Marco de Asociación País con Palestina para
el periodo 2020-2024 por importe de 100 millones de euros. Pero también se ha
abstenido en la última votación en el Consejo de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas cuando se planteaba la necesidad de sanciones a la potencia
ocupante israelí (A_HRC_43_L.36_Rev.1.pdf). Todo parece indicar que el camino
tomado por su gobierno es de financiar un estatus quo de dependencia de la
población palestina y cercenando un atisbo de coherencia frente a la potencia
ocupante, a la que de facto se la deja hacer. A las pruebas nos remitimos.
Por lo tanto, le pedimos que España asuma su responsabilidad. Una
responsabilidad que no puede dejarse a la restricción de la unanimidad del
conjunto de países que conforman la Unión Europea. Debe reclamar por cada uno
de los daños que sufran las donaciones españolas en territorio palestino, no de
forma fragmentada y parcialmente; no
debe comerciar con las colonias sionistas y en cambio debe poner reparos a un
acuerdo comercial de libre comercio con una potencia ocupante que se lucra con
la ocupación; ni deben ser elegibles, ni operar en nuestro país, las empresas
que se benefician de la ocupación, sean españolas, israelíes o de un tercer
país, sean de material ferroviario, turísticas o militares.
¿Queremos ser coherentes entre el discurso y la acción?
Atentamente,
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