El plan es muy sencillo: queremos navegar libremente por aguas libres para llevar a seres humanos libres nuestra solidaridad. Queremos defender las leyes del mar, las leyes humanitarias, los principios de las Naciones Unidas, el derecho internacional, los más elementales valores de la justicia humana. Queremos hacer una caricia al mundo. Queremos hacer un regalo. Queremos hacer saber a un pueblo herido que no está solo. Queremos defender nuestro derecho a ir a Gaza; el derecho de los gazaties a recibirnos; el derecho en general, como regla de entendimiento contra la violencia, la ocupación y la guerra.
La Flotilla de la Libertad es una caricia y que una caricia despierte tanta agresividad y tanto nerviosismo, que se viva como amenazadora o provocativa, dice ya mucho acerca del estado de nuestro mundo. La Flotilla de la Libertad es además la embajada democrática -digamos- de la verdadera comunidad internacional; la mayor parte de la población del planeta apoya los valores y los propositos de este viaje; y que un ejercicio de democracia real provoque tanta resistencia en los gobiernos de EEUU y de la UE dice mucho también acerca del estado de la democracia en este mundo. Si hay que elegir entre la justicia e Israel, entre la razón e Israel, entre el derecho e Israel, entre la seguridad de nuestros ciudadanos e Israel, la elección de los que dicen representarnos está clara.
Por eso queremos reclamar a nuestros gobiernos europeos que escuchen la voz de sus pueblos, que obedezcan el mandato de las leyes internacionales, que actuén con arreglo a los principios que dicen defender y garanticen, en consecuencia, el cumplimiento de nuestra misión, la integridad física de sus participantes y la aplicación de una nueva política internacional orientada a asegurar los derechos del pueblo palestino y de todos los pueblos del mundo.
Santiago Alba Rico
La Flotilla de la Libertad es una caricia y que una caricia despierte tanta agresividad y tanto nerviosismo, que se viva como amenazadora o provocativa, dice ya mucho acerca del estado de nuestro mundo. La Flotilla de la Libertad es además la embajada democrática -digamos- de la verdadera comunidad internacional; la mayor parte de la población del planeta apoya los valores y los propositos de este viaje; y que un ejercicio de democracia real provoque tanta resistencia en los gobiernos de EEUU y de la UE dice mucho también acerca del estado de la democracia en este mundo. Si hay que elegir entre la justicia e Israel, entre la razón e Israel, entre el derecho e Israel, entre la seguridad de nuestros ciudadanos e Israel, la elección de los que dicen representarnos está clara.
Por eso queremos reclamar a nuestros gobiernos europeos que escuchen la voz de sus pueblos, que obedezcan el mandato de las leyes internacionales, que actuén con arreglo a los principios que dicen defender y garanticen, en consecuencia, el cumplimiento de nuestra misión, la integridad física de sus participantes y la aplicación de una nueva política internacional orientada a asegurar los derechos del pueblo palestino y de todos los pueblos del mundo.
Santiago Alba Rico
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