lunes, 3 de noviembre de 2014

La ‘judaización’ de la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén

Elias Akleh es un escritor palestino nacido en la ciudad de Beit Yala. Su familia fue expulsada de Haifa después de la nakba (limpieza étnica) de 1948, luego de Beit Yala, después de la naksah (otra limpieza étnica) de 1967. Ahora vive en Estados Unidos y publica artículos en la web.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)

La conciencia colectiva judía ha sido programada, durante miles de años, con el mito religioso racista del pueblo elegido por dios en la Tierra Prometida por dios con un templo en su centro: el de Jerusalén, en el que residiría el espíritu de dios. El gran proyecto colonial de los fariseos –ahora sionista– de un Israel solo para los judíos no tendría sentido sin “el Templo”, la dimensión religiosa judía.
Los sionistas, clones de los cruzados, se pintan a sí mismos con un color religioso para cubrir sus apetitos coloniales codiciosos y su afán de control político.
Las auténticas enseñanzas abrahámicas y el Islam tienen mucha historia en común, pero los judíos israelíes fariseos/sionistas están intentando enterrar toda la historia islámica y reclamar todos los lugares santos como exclusivamente judaicos.

Después de la Guerra de los Seis Días, el ejército israelí consiguió las llaves y se hizo con el control de la mezquita Ibrahimi en Al Jalil (Hebrón), donde se dice que está enterrado el patriarca Abraham. Con la protección del ejército hebreo y el aliento del gobierno israelí y de los líderes religiosos judíos, colonos judíos extremistas expulsaron a los residentes palestinos de los alrededores de la mezquita y establecieron, en su lugar, una colonia armada y protegida por los soldados israelíes. Y así comenzaron a hostigar a los fieles musulmanes palestinos mientras el ejército restringía el acceso a la mezquita de los palestinos.
Finalmente, las autoridades israelíes dividieron la mezquita en una parte judía y otra musulmana. Se produjeron enfrentamientos entre los dos grupos, que culminaron con la masacre de 1994, cuando el soldado Baruch Goldstein, un judío extremista, entró armado en la mezquita y disparó contra los musulmanes que estaban rezando, asesinando a sangre fría a 29 de ellos. Otros 35 palestinos musulmanes fueron asesinados por las fuerzas israelíes en las protestas que siguieron.
A partir de ese momento, los israelíes instalaron detectores de metales en las puertas de la mezquita para inspeccionar a los fieles palestinos, pero permite la entrada de israelíes armados hasta los dientes. A los palestinos menores de 50 años se les prohíbe la entrada. Los que pueden entrar tienen que entregar sus carnés de identidad a los guardas israelíes que están en la entrada y les son devueltos cuando se van. Nada de esto es aplicado a los judíos.
Tres días después del final de la Guerra de los Seis Días, el gobierno israelí se apresuró a llevar a cabo lo que parece ser una destrucción planeada del barrio marroquí (o barrio de los magrebíes) de Jerusalén. Los residentes palestinos fueron desalojados por la fuerza y todo el barrio fue completamente arrasado: 135 casas destruidas, dos mezquitas (la mezquita marroquí y la mezquita Burak) y la escuela Afdaleya. El barrio estaba junto al Muro de Burak, que es parte de la Explanada de las Mezquitas. El ayuntamiento israelí construyó una plaza de 120 metros cuadrados, que fue posteriormente ampliada hasta los 20.000 metros cuadrados para permitir el acceso de los judíos a lo que llaman el Muro de las Lamentaciones (el Muro de Burak), alegando que es parte del antiguo Templo de Salomón.
La mezquita de Al Aqsa es el tercer lugar más sagrado para los musulmanes y es una alquibla o dirección hacia la que se orientan los fieles en sus oraciones diarias. La mezquita ha sido un punto central de los choques violentos entre judíos israelíes y palestinos musulmanes. Moisés Dayan, el ministro de defensa israelí durante la Guerra de los Seis Días, reconoció la importancia de la mezquita de Al Aqsa para todo el mundo islámico y pronosticó importantes enfrentamientos si algo le sucediera. Así, pues, ordenó a sus soldados, que habían ocupado la mezquita, que la abandonaran y se llevaran con ellos la bandera de Israel, que estaba colocada en lo más alto, y devolvieran las llaves al muftí musulmán.
Los políticos que le sucedieron no siguieron su ejemplo, sino que alentaron a los grupos religiosos de judíos extremistas, como los Fieles del Monte del Templo, para que continuaran con sus intentos de entrar en la mezquita como forma de reclamar la reconstrucción, en su lugar, del supuesto Templo de Salomón. En 2000, Ariel Sharon, entonces primer ministro, insultó y provocó a los musulmanes cuando se abrió paso hacia la Explanada de las Mezquitas, escoltado y protegido por mil guardas armados. La respuesta palestina fue un levantamiento que duró cinco años, conocido como la intifada de Al Aqsa.
El gobierno israelí ha financiado a grupos religiosos para que intensifiquen el asentamiento de judíos dentro de las murallas de la Ciudad Vieja, especialmente en los alrededores de la mezquita. Muchas yeshivas (escuelas religiosas judías) se han construido junto a las paredes de la mezquita. Estudiantes extremistas de estas escuelas religiosas acosan rutinariamente a los fieles musulmanes. Las fuerzas israelíes han impuesto restricciones más duras, prohibiendo la entrada a la mezquita y a la Ciudad Vieja a los musulmanes menores de 50 años. A pesar de los muchos controles establecidos por las fuerzas israelíes, miles de jóvenes musulmanes acuden a realizar sus oraciones de los viernes a las calles que conducen a la Ciudad Vieja, cerca de los controles israelíes.
Líderes políticos israelíes y grupos de fanáticos judíos religiosos siguen con sus provocaciones, sobre todo durante la fiesta judía de Sukut, y llamamientos para entrar a la Explanada de las Mezquitas y levantar la piedra angular de su futuro templo. Pero nunca se atrevieron a entrar por la fuerza en el recinto hasta hace un par de años. Los judíos aprovecharon que árabes y musulmanes estaban prestando atención a los hechos que conformaron la mal llamada Primavera Árabe para ocupar, con la protección de los soldados israelíes, cada vez más lugares de la Explanada de las Mezquitas. Esperaban, así, que los musulmanes se acostumbraran a la presencia judía, siguiendo la táctica empleada en la mezquita de Ibrahimi.
Animado por la falta de respuesta de los gobiernos árabes, especialmente del gobierno jordano, que es el guardián legal reconocido de la mezquita de Al Aqsa, el gobierno israelí impuso más restricciones a los fieles musulmanes, prohibiéndoles completamente la entrada a la mezquita entre las 7 y las 11 de la mañana, cinco días a la semana, reservando esas horas a los judíos exclusivamente.
Desde primeros de este mes de octubre de 2014, las fuerzas israelíes de ocupación comenzaron a irrumpir violentamente en la mezquita de Al Aqsa por las mañanas, disparando granadas de aturdimiento y botes de humo para desalojar a los musulmanes que estaban rezando y, luego, escoltar a extremistas judíos por la explanada para que realizaran sus danzas religiosas. Estas provocaciones han hecho que muchos musulmanes palestinos se hayan dirigido a Jerusalén para defender su mezquita sagrada, produciéndose choques cada vez más violentos. Estos enfrentamientos son incitados por la policía israelí, que ha publicado un vídeo en Youtube en el que se muestra cómo reprimen a los fieles musulmanes y protegen a los judíos, escoltándoles a través de la explanada. Este vídeo animará a más judíos a violar los lugares religiosos musulmanes.
Desde 1967 hasta hoy, 47 años en total, el departamento de arqueología de Israel han estado excavando debajo de la mezquita de Al Aqsa y en sus alrededores, buscando alguna prueba que apoye sus afirmaciones de que el Templo de Salomón fue construido en este lugar. Todo lo que han descubierto han sido artesanías islámicas y romanas. Aunque ya han llegado hasta la roca firme de la mezquita, no han encontrado ningún rastro de objetos que demuestre que el templo existió en ese lugar. Sin embargo, a pesar de todas las evidencias científicas, el mito del templo subsiste y gana fuerza debido a las yeshivas, las escuelas religiosas judías, y el adoctrinamiento de ingenuas generaciones de jóvenes por rabinos politizados. Este adoctrinamiento solo sirve para acrecentar el complejo de superioridad del Pueblo Elegido por dios y el desprecio y el odio hacia todos los gentiles, especialmente los palestinos, en el corazón de las jóvenes generaciones israelíes.
Estos sentimientos de superioridad, odio y desprecio se traducen en ataques violentos contra los palestinos. El 14 de octubre, mientras unos fanáticos judíos estaban profanando la mezquita de Al Aqsa, el grupo de colonos Elad, con la protección del ejército hebreo, ocupó 23 viviendas en el barrio Silwan, de Jerusalén. Hasta este momento, Elad ha ocupado un total de 29 viviendas en ese barrio.
Ese mismo día, al menos 35 vehículos militares israelíes escoltaron siete autobuses cargados con 300 judíos que fueron a rezar a lo que dicen ser la Tumba de José, una mezquita musulmana de los suburbios de Nablús. Esto provocó enfrentamientos en varias zonas cercanas a la mezquita. Los colonos judíos respondieron el 16 de octubre con el incendio de la mezquita Abu Baker Al Sadik de Akraba, una aldea cercana a Nablús.
Si se hubieran perpetrado ataques terroristas similares contra casas y sinagogas judías, los medios occidentales controlados por sionistas denunciarían el “terrorismo”. Pero están ocupados con el Estado Islámico, la enfermedad del ébola y la violencia policial. Así las cosas, estamos condenados a ser testigos de más violencia entre israelíes y palestinos.

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