Entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, con el apoyo militar y la complicidad de Israel, las fuerzas de la Falange Libanesa masacraron a la población palestina en los campamentos de Sabra y Chatila. Hoy a 34 años de esta horrenda masacre, los responsables siguen siendo impunes e Israel, Estados Unidos y algunos países europeos, han hecho todo lo posible para proteger a los criminales.
Las tropas israelíes, que en ese momento ocupaban Beirut y eran comandadas por Ariel Sharon como ministro de Defensa, coordinaron y gestionaros el ingreso a los campamentos de las milicias libanesas para que perpetraran una masacre contra una población compuesta principalmente de adolescentes, niños y mujeres.
Esta masacre mereció la calificación de acto de genocidio por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas a través de su resolución 37/123.
Masacre Sionista
Sabra y Chatila eran dos campos de las Naciones Unidas para albergue de los refugiados palestinos, en los arrabales de la ciudad de Beirut, capital del Líbano.
Estos dos campamentos -como resultado de la invasión militar israelí a el Líbano y de la posterior evacuación de las tropas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) convenida entre las partes, con la intervención de los Estados Unidos-, quedaron bajo control y jurisdicción del Ejército de Israel, el cual, moral y jurídicamente, era responsable y garante de la vida de los moradores de esos dos campamentos, de acuerdo con las Convenciones Internacionales respectivas.
La conspiración
Entre los días 16 y 18 de septiembre de 1982 y como resultado de una conspiración urdida por los jefes del Ejército israelí de ocupación, los campamentos fueron invadidos por bandas criminales que, con amplio respaldo logístico de las tropas sionistas -incluyendo una profusa iluminación de los campamentos con luces de Bengala- procedieron a masacrar a la inerme población civil. Esa población civil era en su mayoría ancianos, mujeres y niños, provocando un número de víctimas fatales las que, según la procedencia de la información, varía entre los 1.500 y los 3.000. En su furia homicida los criminales no respetaron ni a los animales domésticos y con idéntica saña ametrallaron caballos y perros. Luego procedieron a derrumbar viviendas para sepultar a las víctimas entre los escombros.
La difusión por los medios de comunicación de esta incalificable masacre produjo un estremecimiento de horror en la opinión pública mundial y desde los más diversos sectores se alzaron airadas voces de protesta clamando el total esclarecimiento de los hechos y el castigo tanto de los responsables como de sus agentes actores.
Comisión Ad Hoc
Mientras el gobierno israelí creó una comisión ad hoc para investigar lo sucedido en Sabra y Chatila (Comisión Kahan), por otro lado, un grupo de juristas de reconocido prestigio internacional de los Estados Unidos, Canadá, Francia, Sudáfrica e Irlanda, creó una comisión para investigar las violaciones israelíes de las leyes internacionales en el Líbano. Presidente de la comisión fue designado el poeta irlandés y Premio Nobel de la Paz, Sean Mac Bride.
Comisión internacional
Empero y mientras la comisión ad hoc israelí resultaba ser nada más que un subterfugio para enmascarar y diluir responsabilidades y una válvula de escape para la creciente presión de la opinión pública, la comisión internacional presidida por Sean Mac Bride ponía en descubierto todos los detalles de la confabulación urdida para perpetrar tan horrendo crimen.
Muchas iniciativas legales y judiciales se han presentados para juzgar a los responsables, sin embargo, tanto Israel como Estados Unidos han presionado para evitar que los criminales sean llevados a tribunales independientes.
Una de las causas fue tramitada ante los tribunales de Bélgica, donde el tribunal de Apelación de ese país admitió tramitar la demanda presentada contra el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, por la matanza de Sabra y Chatila, si bien ha estimado que se debe “respetar su inmunidad” durante el ejercicio de su cargo. Sharon está acusado de crímenes de guerra y contra la Humanidad.
Sin embargo, por presiones de Estados Unidos, Bélgica en 2003, derogó la lee ley que otorga “competencia universal” a los tribunales belgas para crímenes de lesa humanidad, salvando de esta forma a Sharon y los demás criminales de ser juzgados.
Curiosamente, meses antes de derogar esta ley, el propio canciller belga Louis Michel se entrevistó con Sharon en Berlín (que no quiso ir a Bélgica por temor a ser detenido), para decirle que no está de acuerdo “en absoluto” con la decisión de la Justicia de su país.
Las experiencias históricas han demostrado que es muy difícil hacer justicia contra alguien en el poder o que cuenta con un respaldo militar. Es cuestión de recordar que los Nazis solo fueron enjuiciados una vez derrotados y las dictaduras de Latinoamérica nunca fueron juzgadas mientras tenían el poder. Solo tribunales en democracia fueron capaces de juzgar y condenar a los responsables de los crímenes cometidos.
Fuente: Palestinalibre.org
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