Hablamos con Jaldía Abubakra, activista hispano-palestina, militante de Izquierda Unida y miembro de BDS Madrid, Unadikum y Palestina Toma La Calle.
Jaldía Abubakra, una de las tripulantes de la Flotilla de Mujeres Rumbo a Gaza. / CLARA ASÍN
Hoy parte desde el Puerto de Barcelona la Flotilla de Mujeres Rumbo a Gaza. Decenas de activistas viajarán en dos barcos llamados Amal, que significa Esperanza, y Zaytouna (oliva) hacia Palestina para denunciar el bloqueo ilegal Israelí, la ocupación y la sociedad patriarcal. Las mujeres palestinas se han convertido en un símbolo de resistencia y lucha en todo el mundo por la opresión a la que están sometidas.
Hablamos con Jaldía Abubakra, palestina, activista española, militante de Izquierda Unida y miembro de BDS Madrid, Unadikum y Palestina Toma La Calle. Jaldía salió de Gaza a los nueve años y siempre ha intentado volver a su tierra. Conversamos sobre la impunidad, la vulneración sistemática de derechos humanos, el silencio de la comunidad internacional y el papel que desempeñan las mujeres palestinas.
Es el primer año que se hace una Flotilla de mujeres. ¿Cómo llegaste a participar en el viaje?
La Flotilla la he seguido desde el principio como palestina que soy. Todo lo que tenga relación con mi tierra lo sigo y lo apoyo, y este año, como dio la casualidad que iba a ser una flotilla de mujeres, me puse en contacto con Laura Arau y ella me dijo de participar. No me lo pensé ni un momento, desde el primer minuto dije que sí, encantadísima. El significado de esta Flotilla es muy importante por el reconocimiento que le da a la lucha de las mujeres palestinas, me siento muy honrada por participar. Las mujeres palestinas llevan luchando cientos de años, no desde la ocupación del 48, sino mucho antes. Los datos oficiales recogidos de la organización de las mujeres en Palestina datan de principios del S.XX, sobre el año 1903. En esa época, las palestinas se organizaban para luchar contra la ocupación inglesa, había muchas asociaciones y también solidaridad entre las mujeres de la ciudad y del campo, hacían escuelas y daban información. No sólo luchaban por la libertad del pueblo palestino sino también por sus derechos como mujeres reivindicando su lugar en la sociedad.
Ahora mismo la mujer palestina lucha contra la ocupación israelí y contra el sistema patriarcal.
Sí, es una doble lucha. Han luchado desde siempre. Me sorprendí cuando descubrí que ellas organizaban huelgas y hacían piquetes a los establecimientos que no la secundaban, por ejemplo en la gran huelga del año 36. Había nombres de mujeres registradas en la correspondencia del cónsul inglés en Londres en las que señalaban a muchas mujeres palestinas como alborotadoras. Una de ellas estuvo expulsada y muchísimas encarceladas. Aquí, en Occidente sorprende, porque la imagen de la mujer palestina está muy estereotipada, como la imagen de todas las mujeres árabes, pero creo que la palestina aún más.
¿Qué factores repercuten en la vida de las mujeres palestinas en este contexto de guerra?
Hay de todo: hay mujeres liberadas, trabajadoras, amas de casa, de todo. A parte, la mujer palestina sufre el peso de tener que dar apoyo moral a toda la familia, al núcleo familiar. La mujer palestina “no se puede derrumbar”. Le pueden matar a un hijo y parece fuerte, pero no es así. Ha habido muchos malintencionados que han dicho que a las mujeres palestinas no les duelen los hijos… ¡Por supuesto que les duelen! ¡No hay ninguna madre a la que no le duela la pérdida de su hijo! Pero ella tiene que mantenerse fuerte, porque como está montando el sistema tiene que ocuparse del resto de la familia. Esa fortaleza le causa estragos, he visto a mujeres con palpitaciones y taquicardias y no saben por qué, y es todo este dolor.
¿Cuál es el papel de la mujer trabajadora en Gaza?
En Gaza hay muchísimas mujeres trabajando, a pesar de la tasa de paro, las mujeres gazatíes tienen puestos en muchos lugares. La tasa de mujeres universitarias, tanto en Gaza como en el resto de Palestina es altísima, incluso hay mujeres que destacan en muchos ámbitos. Hay una estudiante de química en Gaza que ha inventado un material para sustituir el cemento, también la mujer palestina Hanan al-Hroub, la mejor profesora del mundo, que ha ganado el Nobel de la enseñanza. Y así, una larga lista
¿Creéis que llegaréis hasta la costa palestina?
Siempre puede pasar de todo… Me he planteado muchos escenarios, aunque en algunos países no están los Gobiernos que esperábamos como en Grecia, nos da un poco de esperanza. Los acuerdos de Turquía e Israel preocupan un poco más, pero espero que Israel no se atreva a hacer lo que hizo con el Mavi Marmara, además viene una mujer que fue en esa Flotilla y perdió a su marido, lo asesinaron.
¿Qué relaciones establece Israel con otros países para cometer este tipo de agravios con total impunidad?
Israel está haciendo muchas relaciones con otros países para lavar su careta y ahora hay un acercamiento hacia Rusia. Rusia les ha propuesto un encuentro con una autoridad palestina, siempre intentan agradar. Gracias a la campaña del BDS, la imagen de Israel se está desenmascarando, la farsa de que es un país democrático, con un ejército moral, moderno, etc. Ya se tambalea en muchas partes del mundo. Si hicieran algo contra la Flotilla, esa imagen caería mucho más y se les vería la imagen de terroristas y agresores, no les interesa. Además el BDS tiene una acción pacífica, así que no nos preocupamos. Nosotras sabemos a lo que vamos y, si no llegamos, llegaremos a la conciencia de la sociedad internacional. Este bloqueo lleva una década con la población sufriendo todo tipo de calamidades, enfermedad, desabastecimiento, agresiones constante…
En Israel hay una derechización bastante fuerte dentro del Gobierno, pero a la vez promocionan a Tel Aviv como una de las capitales más modernas del mundo, por ejemplo situándola como un símbolo de la defensa de los derechos LGTBI ¿Por qué hacen este tipo de maniobras?
Es mentira todo, desde Madrid, durante las fiestas del Orgullo, hicimos mucha campaña para sensibilizar y concienciar a la población LGTBI. Hemos hablado con asociaciones de Palestina, de los territorios del 48, de los Ocupados, donde están marginadas personas LGTBI por el simple hecho de ser palestinas. Israel sólo respeta estos derechos para los judíos israelíes, pero los derechos humanos no se pueden partir, son para todos.
¿Crees que habrá una respuesta desde el Estado español y otros países ante la Flotilla?
Esperemos que sí, creemos que somos muchas mujeres de muchos países defendiendo un mensaje: no queremos que estén de parte del agresor. Israel desde hace muchos años mueve la economía mundial, pero la gente, el pueblo, queremos derechos humanos. Esta acción está apoyada desde muchísimas ciudadanas de otros países: Estados Unidos, Noruega, Holanda, España…
En 2015 estuviste detenida por Israel cuando fuiste al entierro de un familiar.
Sí, estuve cuatro meses retenida. No podía salir. Cuando murió estaba abierta la frontera por Egipto y tenía un pase especial de Unadikum, brigadas internacionales, y aproveché para ir, pero en dos días la cerraron. Siempre he intentado ir a Gaza desde que tengo uso de razón. Me puse en contacto con el Consulado español para ver si podía salir por la frontera norte de Gaza (controlada por Israel) y me dijeron que era imposible.
En ese momento estábamos en campaña preelectoral
Sí, salí segunda en las listas para candidata al Senado por Unidad Popular y a través de mis compañeras de partido se formó una gran movilización. Se unieron todos, el partido, las asociaciones propalestinas e hicieron recogida de firmas, también una carta al Ministerio de Exteriores. Al final, mi caso se convirtió en mediático y cuando me llamaron de la Agencia EFE en Jerusalén ya empezó a agilizarse todo, en cuatro días ya pude salir.
¿Cómo estuviste allí?
Encantada, estaba con mi gente. Llevaba años sin ir, no conocía a mis sobrinos. A pesar de todo, a gusto, aunque ellos no estaban a gusto. Se ha luchado por mí, pues que también se luche por los dos millones de gazatíes. No sólo el problema es salir, sino también entrar. A Gaza no entra prensa y eso es inadmisible. Necesitamos que se pueda entrar y salir porque es parte de la solución. La gente tiene que saber lo que está pasando allí, hay que abrir la Franja para mezclarse con el mundo. Es muy difícil ponerse en la piel de los palestinos y palestinas. Más de 4.000 casos de cáncer sin tratamiento sabiendo que no puedes salir, los jóvenes que quieren estudiar fuera… El sentirte encerrada en sí es matador, recuerdo que lo hablaba con Valeria Corté, una chica venezolana que vive allí en Gaza y me explicaba: “Jaldía, yo puedo estar en Caracas y no salir de allí en dos años, porque no me apetece, pero el saber que tienes una alambrada alrededor”. Y, además ahora, que quieren construir un muro…
En Gaza habrá una generación de niños y niñas que crecerán con grandes problemas psicológicos, según informes de la UNRWA.
Sí, muchos niños de diez años ya han conocido tres “guerras”. Quieren acabar con la población palestina. Es un genocidio. Los están matando con enfermedades, como objetivos militares, de hambre y de angustia. En Gaza está empezando a haber suicidios. De la impotencia. De no poder hacer nada. Estuve hablando con una Asociación de Psicólogos y me decían que cuando les contaban la situación de miedo les costaba mucho darles tratamiento o consuelo cuando ellos mismos han vivido ese terror.
¿Qué respuesta tiene la Comunidad Internacional? La ONU ha sancionado muchísimas veces a Israel.
Sí, más de 500 resoluciones… pero sigue. Ve que es inmune y por eso es importante la acción del BDS, porque tienen que darse cuenta los propios israelíes de que no está bien lo que están haciendo. Mucha gente nos pregunta ¿Por qué el boicot cultural, si la cultura une a los pueblos? Porque Israel utiliza la cultura para normalizar sus actos terroristas y genocidas. Cuando les señalan, lo repiensan. Imagínate, durante la Operación Margen Protector en 2014, muchos israelitas iban a los montes con cervezas a ver cómo bombardeaban Gaza, como si estuvieran viendo un partido de fútbol. ¿Qué tipo de sociedad es ésta? Piensa en el colono que ha quemado viva a la familia Dawabse, que los sacó de su casa, les rocío con un producto para que no se pudiera apagar. Hace dos días un colono atropelló a una niña en Belén… Todos estos crímenes permanecen impunes.
Fuente: Clara Asín Ferrer, Periódico Diagonal - España
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