La escalada de la violencia en Oriente Próximo propicia que desde hace varias semanas se escuchen rumores en torno al estallido de una tercera intifada
Juana Rishmawi. ( Fotografía de Rubén Plaza)
La tensión se masca en el aire, ¿pero cómo se está viviendo realmente todo esto en Palestina? Juana Rishmawi es una madrileña de 56 años que lleva viviendo treinta años en la región, desde que se casó en 1985 con un palestino. Primero vivieron en la Franja de Gaza y después, por motivos económicos, se mudaron a Beit Sahour, un “agradable y típico pueblecito” de unos 13.000 habitantes al sur de Belén.
¿Es la vida en Palestina tal y como se ve en televisión?
Para nada. Los medios de comunicación solo explican una parte del conflicto y de todas las dificultades a las que tenemos que enfrentarnos, pero no se centran en el día a día. Aquí la vida es muy sencilla y tranquila, muy monótona y centrada en la familia, principalmente porque debido a los muros y los controles militares es difícil moverse.
¿Y cuando hay conflictos?
-Hay huelgas y a veces también revueltas, pero lo principal es que en algunas zonas no puedes salir de casa. Últimamente, por ejemplo, hay que tener mucho cuidado con pasar cerca de asentamientos y colonos, porque se lanzan contra cualquier árabe que ven a tiro. Por tanto, si tienes que moverte lo haces con mucho cuidado y solamente para lo imprescindible, no sales sola y sobre todo evitas algunas zonas. Todo ello hace, en definitiva, que también sea una vida muy cerrada. No es que estemos exactamente en estado de sitio, pero casi como si lo estuviéramos.
¿A qué responde esta nueva escalada de la violencia?
A dos motivos, principalmente. Por un lado está al bombardeo de Gaza en 2014, que costó la vida a más de 2.500 personas, casi 500 de ellas niños. En él se vio que era muy posible que Israel volviera a tomar medidas militares contra los palestinos. Y por otro lado que los colonos están dando rienda suelta a su violencia, sobre todo en Jerusalén. Destruyen los libros de las mezquitas, insultan a los árabes, les provocan, les atacan, etc. Ha sido un verano muy difícil, con acciones día sí y día también que nos minan psicológicamente.
¿Ha ocurrido algún suceso en particular que haya caldeado todavía más el ambiente?
-En mi opinión, cuando unos colonos mataron a una familia en Nablus. Uno de ellos era un recién nacido. Entraron con cócteles molotov y los quemaron vivos. Y lo peor es que tras ser identificados y detenidos fueron liberados. Ahí nos dimos cuenta de que estábamos totalmente solos.
¿Qué opina del posible estallido de una tercera intifada?
Llevo treinta años viviendo en Palestina y he visto y he padecido el conflicto con o sin intifada. Cuando alguien menciona las intifadas parece que estamos hablando de capítulos, de violencia puntual, y no es así: esto es una lucha continua de autodefensa. La población palestina lleva defendiéndose 77 años de agresiones tremendas. Ahora vuelve a ser más mediático porque hay víctimas mortales de por medio, y sí que es verdad que estamos en un momento muy crítico, pero la violencia, sobre todo la violencia psicológica, nunca ha desaparecido en estos tres cuartos de siglo.
¿En qué se plasma esa violencia psicológica?
En que el Estado de Israel decide todo por ti y no te deja llevar una vida normal. La situación cada vez es más insoportable: los militares son más duros, los niños tienen problemas para llegar a la escuela o para ir a la universidad, etc. Por ejemplo, cuando a mi suegro le dio un infarto tuvimos que cambiarle hasta tres veces de ambulancia hasta llegar al hospital de Jerusalén, porque en los controles no nos dejaban pasar. Para salvar los tres kilómetros que nos separan del hospital, al que en teoría se llega en unos cinco minutos, tardamos una hora y mi suegro estuvo a punto de morir. Situaciones como esta nos hacen mucho daño.
¿Es un caso aislado?
-Para nada. En los últimos tres años 40 mujeres de parto y sus bebés han muerto de camino al hospital porque los soldados no les dejaron pasar. Debido a esto muchas mujeres están dando a luz en sus propias casas, por miedo, pero a veces el bebé viene mal y no queda otra que ir al hospital. En cuestiones de salud la ocupación también supone problemas a la hora de tratar algunos cánceres como el de mama o el de colon, por no hablar de todos los niños que padecen anemia debido a la mala nutrición. En definitiva, hacen todo lo posible para hacer tu vida imposible.
¿Qué es en su opinión lo que busca Israel con estas medidas?
Expulsar a todos los palestinos de Jerusalén para terminar de judaizarla, sin ninguna duda. No ha sido algo repentino, sino algo que poco a poco ha ido creciendo. Pero que los colonos, que son como paramilitares, tengan carta blanca para hacer lo que quieran, incluso asesinar, es lo que ha dado el último toque a este conflicto que cada vez agrava más la espiral de violencia.
¿Y con todas estas dificultades por qué permanecer en Palestina?
Porque nuestra vida está aquí. Aquí tengo mi familia, mi casa, mis amigos. Es verdad que hay muchos jóvenes que intentan marcharse, porque ven que no hay futuro. Pero muchos otros palestinos no quieren marcharse, porque esta es su tierra y consideran injusto que Israel les eche de su casa. Muchos luchan por volver, como los refugiados, y otros por conservar lo que es suyo. Y ese es un derecho que tienen y que nadie les puede quitar.
¿Cómo crees que se desarrollará la situación en los próximos meses?
Ahora mismo toda la población árabe vive en un 8% de Cisjordania, la Palestina histórica. Estamos casi cuatro millones de personas viviendo en un apartheid tremendo e Israel continúa encerrándonos cada vez más. Es lógico que eso cree conflicto, sobre todo porque a muchos palestinos todavía les queda la voluntad suficiente para luchar por lo que es suyo. No sé cómo va a acabar esto si alguien no obliga a Israel a dejar de utilizar la violencia y la destrucción contra una población indefensa, pero como todo continúe así lo más seguro es que haya una espiral de sangre tremenda. Palestina, como todos los pueblos, necesita su libertad.
Fuente: R. Olveira Rubén Plaza, Noticias de Gipuzkoa
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