Es ridículo pretender que después de tantos años de ocupación, humillaciones, muerte, de ser despojados de sus derechos mas básicos, de sus tierras, de tener que resignarse al nivel de vida, que el gobierno de Israel decida para ellos, de la negativa constante a la creación de un estado palestino y de ser atacados constantemente no va a haber una respuesta de igual manera violenta.
Cansados de los abusos por parte del gobierno de Israel, los jóvenes palestinos, desde comienzos del mes de octubre, han desatado una serie de ataques contra civiles y policías israelíes. Sin justificar los actos de violencia en los cuales se busca dañar a una persona, se entiende la frustración de un pueblo que está cansado de ser constantemente atacado, retenido, privado de sus derechos mas básicos, invadidos, desterrados de sus tierras, desalojados de sus casas, etc. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, firmó la semana pasada la orden para que las casa de los autores de un ataque contra un israelí sea demolida, y no tengan permiso para construir de nuevo; tampoco serán entregados a las familias el cadáver del atacante que posteriormente es matado por la policía. Sin embargo, ninguna medida importante fue tomada hace algunos meses cuando colonos judíos incendiaron la casa de una familia palestina, por lo cual murió un bebe y el padre de este unos días después, y lo mismo ha ocurrido en varios ataques en los que los palestinos son los perjudicados. Situaciones como esas han hecho que, día tras día, crezca la tensión entre los dos estados.
Lo que está ocurriendo actualmente entre Palestina e Israel, que podría desatar una nueva guerra en Oriente Medio, recuerda a lo sucedido en diciembre de 1987. Con una rebelión en Cisjordania y Gaza, en la que los palestinos se manifestaron contra la ocupación israelí, lograron obtener la atención y el apoyo de muchos países del mundo. De este primer levantamiento, que sucedió 20 años después de la invasión, surgió el movimiento de resistencia islámico HAMAS, dirigidos por líderes de los hermanos musulmanes; sin embargo, durante un tiempo se mantuvieron alejados de la lucha contra la ocupación.
En ese entonces los palestinos protestaron con piedras contra los tanques del Ejército de Israel, al ver frustrado su futuro, ya que estaban siendo cada vez más invadidos, había mucha restricción de movimiento, alto porcentaje de desempleo, la negación al reconocimiento del estado palestino, y a reconocer a la OLP (Organización para la Liberación Palestina) como único organismo representante de los palestinos. A su vez que Israel se negaba a cambiar su postura, Palestina no contaba con la fuerza necesaria para poder desalojarlos. Durante esta primera infatida murieron mas de mil civiles palestinos. Con el apoyo de la comunidad internacional a Palestina, posteriormente se realizaron los acuerdos de Oslo en los años 1993 y 1995
Un segundo levantamiento ocurrió en el año 2000 a raíz del gran fracaso de los acuerdos de Oslo. Los palestinos hicieron más fuerte su resistencia ante la ocupación, conocida como la Infitada Al Aqsa. A diferencia de la primera, en la cual se manifestaron con piedras, esta fue armada. Este segundo levantamiento se desató luego de que varios noticieros del mundo mostraran cómo en Gaza un niño de 12 años moría en brazos de su impotente padre en medio de una balacera entre el Ejército israelí y la policía palestina. Como Israel se había retirado del Líbano después de 18 años de ocupación tras rendirse ante la organización musulmana libanesa Hezbollah, que surgieron en 1982 como consecuencia de la invasión, los palestinos tomaron su ejemplo y pensaron que las armas y el uso de la violencia era la única manera de poder sacarlos de sus territorios después de 33 años. Sin embargo, tras dos años en los cuales murieron más de tres mil palestinos, y como el armamento israelí era mucho superior, la infatida se fue apagando. Después, Israel, bajo el cargo del primer ministro, Ehud Barak, que renunciaría en 2001, bombardeó la OLP, hospitales y colegios.
Desde esa ultima sublevación han pasado otros 15 años, muchos ataques y guerras más, incluida la invasión a la franja de Gaza el año pasado que duró un mes y 18 días, la cual dejó una gran destrucción y en la cual las pérdidas humanas, económicas y de edificaciones son irreparables actualmente. Otro gran choque entre palestinos e israelíes está a punto de suceder, y no conformes con las duras medidas que ha tomado Netanyahu contra los palestinos, los judíos ultraortodoxos, pertenecientes a la ultra derecha política, han pedido que sean condenados a muerte los atacantes. No obstante, actualmente muy pocos son los casos en los que un agresor palestino sobrevive después de atacar a un ciudadano israelí, o a un policía o miembro del ejercito israelí.
Es ridículo pretender que después de tantos años de ocupación, humillaciones, muerte, de ser despojados de sus derechos mas básicos, de sus tierras, de tener que resignarse al nivel de vida, que el gobierno de Israel decida para ellos, de la negativa constante a la creación de un estado palestino y de ser atacados constantemente no va a haber una respuesta de igual manera violenta. Si bien en la primera infatida los palestinos imprimieron volantes en hebreo dejando claro que su rabia no era contra la población israelí, sino contra sus gobernantes que los obligaban a vivir bajo condiciones inaceptables, los ataques ahora se han generalizado; y aunque sea de una manera equivocada, es un grito de resistencia, de buscar un apoyo, una salida, un cansancio a los asentamientos que no se detienen y que dejan cada día más sin un techo a una familia palestina. Una manifestación en la que se recurre a lo que sea, por que quizás las condiciones de vida no pueden empeorar mas.
Fuente: Alicia Toquica, Las2orillas
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