Mientras que Israel y sus aliados promueven un marco apolítico de desarrollo económico para los palestinos bajo la ocupación militar, se hace necesario leer un nuevo documento de las Naciones Unidas.
Israel demolió casa palestina en el norte de Jordan Valley el 16 de septiembre de 2016 [Nedal Eshtayah / Wikipedia]
A finales del mes pasado, el Equipo de la ONU en el Territorio Palestino Ocupado (OPT) publicó un extenso informe de 180 páginas sobre “el Estado de desarrollo en Palestina cuando la ocupación israelí cumple 50 años.”
‘Sin Dejar a Nadie Atrás: Una Perspectiva sobre la Vulnerabilidad y la Desventaja Estructural en Palestna’, se centra en particular “en los grupos más vulnerables y desaventajados entre los palestinos, y las limitaciones de desarrollo a las que se enfrentan”, y “analiza los factores que producen su vulnerabilidad.”
La principal conclusión del informe es categórica y una llamada de atención a aquellos que aún creen que es posible un ‘desarrollo’ palestino sin abordar la ocupación colonizadora de Israel.
El informe dicta, “cualquier discusión sobre el desarrollo de Palestina ha de empezar con el hecho de que el mayor y más obvio obstáculo para el desarrollo palestino es la ocupación.” Continúa, para la mayoría de palestinos “no hay casi ningún ámbito de su vida que la ocupación no influya y lo condicione.”
Además, añade el informe, “las herramientas para revertir esta vulnerabilidad no están en manos de los responsables de la política de desarrollo en Palestina o del Grupo de Desarrollo de la ONU.”
Esto se debe a que “esta vulnerabilidad sólo puede revertirse acabando con la ocupación militar en Palestina” o, “a corto plazo, mitigar sus medidas más perniciosas.” En otras palabras “el desarrollo (y la ayuda humanitaria) sólo pueden mitigar sus consecuencias [de la ocupación].”
El informe afirma que la ocupación israelí “influye en el movimiento de personas y bienes, fragmenta geográfica y socio-políticamente el territorio, impide el crecimiento político y restringe el uso palestino de recursos básicos como tierra, agua y minerales.”
Y, añade, “con estas mismas herramientas, se impide la formulación de políticas, el gobierno y la prestación de servicios de la Autoridad Palestina (AP).”
Este breve resumen debería llamar la atención de políticos y diplomáticos. La conclusión está clara: sin la voluntad política de presionar a Israel para acabar con su ocupación, dar ayuda monetaria a la Autoridad Palestina o crear proyectos en la OPT es tirar el dinero.
El informe nombra una serie de formas específicas en las que la ocupación de Israel en el territorio palestino obstruye el desarrollo. A continuación, un ejemplo.
En primer lugar, existen restricciones israelíes acerca del desplazamiento de personas y bienes, que están “implementados mediante un complejo sistema de puntos de control, permisos, barricadas militares, asentamientos, un sistema de carreteras secundarias, regímenes legales paralelos y la Barrera de Separación.”
Estas restricciones han “fragmentado el territorio palestino”, y han “creado comunidades aisladas, destruido la cohesión social y la identidad común, y reducido la actividad económica dentro y entre las poblaciones fragmentadas del territorio.”
Por ejemplo, las restricciones del movimiento de bienes “perjudican gravemente la economía palestina y su potencial de desarrollo”, y contribuyen a la limitación de “la actividad del sector privado de funcionar, y mucho menos para prosperar y generar empleo.”
El informe señala que desde que Israel impuso su régimen fiscal y de comercio externo en la OPT “el flujo de mano de obra y bienes palestinos a Israel estaba permitido bajo restricciones no recíprocas”, y las importaciones a la OTP “estaban sujetas a cuotas y tarifas israelíes.”
Como resultado, “sus aliados comerciales tradicionales fueron perdiendo el interés en los productores palestinos, y tuvieron que redirigir su comercio a la economía israelí. Con el tiempo, “los exportadores palestinos perdieron mucha competitividad comercial, mientras que los productos israelíes disfrutan de un acceso ilimitado al mercado palestino.”
En segundo lugar, además de los controles discriminatorios al movimiento comercial, el desarrollo palestino se ve aún más obstaculizado por la colonización israelí de sus recursos naturales.
Según el informe, “los asentamientos, zonas militares, reservas naturales y la barrera de separación israelíes” constituyen el 44% de Cisjordania, incluyendo el 70% de la llamada ‘Zona C’, de la cual el 30% restante está “duramente restringido a la hora de hacer construcciones.”
Esto se debe a que el régimen de planificación de Israel en la Zona C y en Jerusalén oriental es “discriminatorio y restrictivo”, afirma el informe, y, al contrario de lo que dicta la ley internacional, “no está pensado para el bien de la población protegida.”
El sector de la agricultura se ve limitado por “restricciones en recursos de tierra y agua imprescindibles”, mientras que el sector industrial también está “gravemente afectado por los límites en la disponibilidad de las tierras y por las oportunidades limitadas de canteras de minerales.”
Además de la colonización del territorio, “Israel controla todos los recursos de agua superficial y subterránea”, y utiliza el 85%, dejando a Palestina con sólo un 15%. “Las restricciones de agua afectan a la supervivencia de las comunidades y aumentan la pobreza y la vulnerabilidad.”
En tercer lugar, algo crucial desde el punto de vista de cómo la comunidad internacional ha tratado con este asunto, incluso los “intentos de los palestinos de superar estos numerosos obstáculos al desarrollo están igualmente circunscritos por la ocupación.”
Por ejemplo, “el gobierno palestino no controla sus fronteras – aéreas, terrestres o marítimas – ni sus ingresos aduaneros”. Carece de “acceso y prerrogativa política en la Zona C”, el 60% de Cisjordania, y su “espacio fiscal” también está sujeto a restricciones (p.ej. el control israelí de los impuestos e ingresos).
Mientras tanto, la fragmentación territorial de la OPT provocada por Israel tiene un impacto negativo en “el gobierno local palestino y la prestación de servicios”, obstaculizando el “estado de derecho, la seguridad y la prestación de servicios de justicia en el Estado palestino.”
Por lo tanto, la AP es “un gobierno que no controla sus fronteras, sus ingresos y su política monetaria, y que no puede acceder a la mayoría de sus recursos naturales.”
Este nuevo informe de la ONU no ha ocupado titulares, pero su contenido merece una mayor audiencia – sobre todo entre los políticos y diplomáticos internacionales.
Documenta en detalle como “la ocupación [israelí] se traduce en la restricción de oportunidades de desarrollo para todos los palestinos” de “todos los rincones” de la OPT.
La conclusión es clara: “Terminar con la ocupación es… la principal prioridad para el desarrollo.” Y cualquiera que quiera promover el desarrollo económico de Palestina sin poner fin a la colonización y ocupación israelí es o ignorante o un mentiroso.”
Fuente: Ben White, Middle East Monitor En Español
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