En una comunidad conservadora como la de Gaza, bajo el Gobierno del grupo islamista Hamás, una maestra de 27 años, Heba Fayez, ha abierto Al Jaya, el primer café solo para mujeres que les permite encontrar su propio espacio de privacidad en un lugar donde apenas existen alternativas de ocio para ellas.
Foto: Archivo
Los hombres no pueden sentarse en esta cafetería, donde todas las clientas son amas de casa, y las camareras sirven refrescos y otros tipos de bebidas frías y calientes en este local que hasta hace escasas semanas era un salón de billar.
"La idea de tener un café especial para mujeres en una sociedad conservadora como Gaza me vino a la mente hace varios meses. Otras dos amigas me respaldaron, pero solo tuvimos el valor de abrirlo hace quince días", cuenta Fayez a Efe.
A pesar de que entre los más de dos millones de habitantes de Gaza los varones suponen un 51 % de la población, marcando una escasa diferencia con ellas, su presencia pública es mucho más notable en lugares como parques o cafés donde muchas mujeres no van por la prohibición de padres, hermanos o esposos.
"Creo que ha sido una muy buena idea que ha ayudado a muchas que no podían disfrutar de un buen rato en una cafetería mixta. Ahora pueden venir aquí, encontrarse con gente, hablar y tomar algo", dice la propietaria, que presume de la mesa de billar que tiene, aunque la popular shisha (pipa de fumar árabe) no está permitida.
Desde que el movimiento Hamas tomó la Franja de Gaza en 2007, después de semanas de enfrentamientos internos con las fuerzas de seguridad del presidente palestino Mahmud Abás, el grupo islamista impuso sus códigos religiosos a la población, especialmente a las mujeres.
Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos han denunciado que durante este tiempo el régimen de Hamás ha impuesto el uso del hiyab (pañuelo para cubrir la cabeza) a colegialas o abogadas, y ha prohibido a las mujeres fumar pipas solas en lugares públicos o que reciban clases de conducir sin contar con la presencia de un familiar.
A Samar al Rayas, de 45 años, su marido no le deja ir a cafeterías mixtas. Está contenta porque en Al Jaya se reúne con sus amigas y debate sobre lo que le apetece.
"Se lo dije a mi esposo y le gustó la idea", explica a Efe, y señala que además en esta cafetería los precios son razonables, se ajustan a los ingresos y pagan menos de un euro por un té o un café.
Parte de las clientas son divorciadas que están desempleadas y aprovechan estos ratos para charlar y apoyarse en cómo encarar la vida como mujeres autónomas en un contexto tan conservador.
"El objetivo es que muchas mujeres en Gaza, que no pueden encontrar intimidad en ningún lugar, pueden venir y hablar de cualquier tema relacionado con sus problemas o las dificultades de su día a día", expone Fayez.
En cuanto puso en marcha el negocio, afrontó numerosas críticas de los que ven en esta propuesta "una violación de la tradición original de la comunidad", mientras que otros se quejan de que las mujeres van allí "para perder el tiempo e ignorar a sus hijos y maridos".
Um Osama (madre de Osama), tiene cinco hijos y se enteró de la existencia de Al Jaya por Facebook.
"Me pareció una gran idea para encontrar un lugar en el que divertirnos y no estar atrapadas en casa todo el tiempo", indica y apunta, rehusando dar su nombre completo, que decidió acudir al no sentirse "totalmente cómoda en cafés o restaurantes donde si una mujer se ríe o habla en voz alta, todo el mundo la observa".
Fayez y sus dos amigas y socias en esta innovadora empresa, Doala y Yasmin, resumen para Efe que dentro de una sociedad conservadora en la que no pueden apropiarse de espacios, idearon este café "para que las mujeres sean ellas mismas sin temor alguno".
Fuente: Agencia EFE
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