Lectura de resultados de las elecciones israelíes
Por Mahmoud Elalwani
La Razón (Bolivia), 8 DE NOVIEMBRE DE 2022
El Comité Electoral de Israel publicó el pasado jueves por la noche los resultados finales de las 25 elecciones al parlamento israelí (la Knesset), que dieron como resultado el triunfo del bloque extremista de Benjamin Netanyahu, quien ganó con una mayoría de 64 escaños de un total de 120. Netanyahu vuelve al poder más fuerte que antes y con él una coalición de gobierno que es la más extremista en la historia del Estado sionista, un libre ascenso del fascismo.
Los resultados finales fueron los siguientes: Likud, 32; Yesh Atid, 24; Sionismo religioso, 14; Campamento Nacional, 12; Shas, 11; Judaísmo Unido de la Torá, 7; Israel Beitenu, 6; Lista consolidada, 5; Frente/cambio árabe; 5; y laboristas, 4.
La participación general de votantes en Israel al cierre de las urnas alcanzó el 70,6%, según los datos publicados por el Comité Electoral Central; votaron 4.793.641 de los 6.788.804 electores. Los sobres inválidos ascendieron a unos 30.000 votos. El número de votos que necesitaban los partidos para superar el umbral electoral (3,25% de los votos válidos) alcanzó los 154.820, mientras que el indicador de votos que necesitaban los partidos para obtener un escaño parlamentario fue de 36.213,66. El número de votos obtenidos por los partidos que no superaron el umbral electoral fue de 418.055, mientras que el número de votos válidos obtenidos por los partidos que lograron llegar al Knesset fue de 4.345.639.
En la práctica, el número de diputados israelíes de derechas supera los 70 miembros de un total de 120 del Knesset, siendo los que deciden las posiciones y orientaciones que influyen en la elaboración de políticas y toma de decisiones en Israel; por otro lado, los que se identifican como miembros de izquierdas son menos de 10 diputados. En lo referente al problema palestino, todos los partidos israelíes, tanto de derechas como de izquierdas, son dos caras de la misma moneda.
La fuerza del extremismo en la sociedad israelí alcanza más de dos tercios, una realidad que probablemente no cambiará, excepto a peor, en los próximos años.
Quedó claro que los resultados de las elecciones israelíes prueban que la sociedad israelí elige el racismo, lo que refuerza la continuación de los mecanismos de opresión y abuso y la práctica del terrorismo de Estado organizado contra el pueblo palestino y los santos lugares islámicos y cristianos. El proceso de paz en la región no ha sufrido ningún progreso significativo desde hace años, sin embargo, ha sido testigo de la destrucción y muerte generalizadas del espíritu y la iniciativa de paz árabe.
El nuevo gobierno, con todos sus componentes racistas, elige el camino del fascismo, del extremismo, de la ocupación y de los asentamientos. El votante israelí no eligió la paz, votó a favor del derramamiento de sangre, del asesinato, de la violencia y del terrorismo organizado practicado por su ejército contra el pueblo palestino, que exige su derecho a la autodeterminación y al establecimiento de su Estado palestino independiente. Todo ello supone un certificado de muerte para el proceso de paz, que refleja negativamente el futuro de toda la región.
La posibilidad inequívoca de un gobierno israelí fascista puede obligar a cambiar el discurso de las grandes potencias para acabar con la ocupación, no necesitarán mucho esfuerzo para demostrarle al mundo la ausencia de un socio israelí que pueda hacer las paces, máxime si al gobierno israelí se le suma el colono extremista Ben Gavir cuya pretensión, si llega a ser ministro de Seguridad Interna, es “la acción urgente, inmediatamente después de asumir el cargo, de cambiar las órdenes de tiro y otorgar inmunidad a los oficiales y soldados”, lo que facilitará los procedimientos para fusilar a los palestinos.
Según las primeras declaraciones de Netanyahu, pretende cancelar el acuerdo de gas firmado recientemente con el Líbano y patrocinado por EEUU, añadiendo que dicho acuerdo debe ser vaciado de su contenido, tal y como hizo con “los Acuerdos de Oslo” firmados con Palestina, lo que Netanyahu llamó el “Desastre de Oslo”.
Hoy es necesario redoblar los esfuerzos hacia una solución a través de la intervención internacional y exigir que se active el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, que llama a la presión internacional y a su intervención para lograr la paz y la seguridad frente a los países que violan convenios internacionales y que amenazan la paz y la seguridad internacional.
Mahmoud Elalwani es embajador del Estado de Palestina en Bolivia.
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