El humo se eleva desde las zonas residenciales destruidas y gravemente dañadas de la ciudad de Gaza tras los ataques israelíes, visto desde las localidades israelíes de Sderot y Kfar Aza el 17 de diciembre de 2024. [Mostafa Alkharouf - Agencia Anadolu]
Israel ha destruido Gaza «por generaciones venideras» y el mundo permanece en silencio
Ramzy Baroud
Middle East Monitor, 9 de enero de 2025
Traducción: Rumbo a Gaza
La primera referencia oficial que Gaza se estaba volviendo cada vez más inhabitable fue hecha por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en 2012, cuando la población de la Franja de Gaza se estimaba en 1,8 millones de habitantes.
La intención del informe, «La Franja de Gaza: la situación económica y las perspectivas de desarrollo», no era simplemente profetizar, sino advertir que si el mundo seguía inactivo frente al bloqueo de Gaza, una catástrofe humanitaria era inminente.
Sin embargo, se hizo poco, aunque la ONU continuó con su cuenta atrás, aumentando la frecuencia y la urgencia de sus advertencias, especialmente después de los grandes bombardeos.
Otro informe de 2015 de la UNCTAD declaró que la crisis de Gaza se había intensificado después del bombardeo más destructivo hasta esa fecha, el año anterior 2014. Los bombardeos habían destruido cientos de fábricas, miles de hogares y desplazado a decenas de miles de personas.
Sin embargo, para 2020, según los criterios establecidos por la ONU, Gaza debería haberse vuelto “inhabitable». Sin embargo, se hizo poco para remediar la crisis. La población creció rápidamente, mientras que los recursos, incluida la masa terrestre de Gaza, se redujeron debido a la «zona de amortiguación» israelí en constante expansión. Las perspectivas de la «prisión al aire libre más grande del mundo» se volvieron aún más tenues.
Sin embargo, la comunidad internacional hizo poco para atender el llamado de la UNCTAD y otras instituciones internacionales y de la ONU. La crisis humanitaria, situada dentro de una crisis política prolongada, un asedio, atáqueles y bombardeos repetidos y violencia diaria, empeoró, alcanzando, el 7 de octubre de 2023, el punto de la implosión.
Uno se pregunta si el mundo hubiera prestado la más mínima atención a Gaza y a los gritos de las personas atrapadas detrás de muros, alambre de púas y cercas eléctricas, si se podría haber evitado la actual guerra y el genocidio.
Ahora todo es discutible. El peor de los casos se ha actualizado de una manera que incluso las estimaciones más pesimistas de los grupos palestinos, árabes o internacionales no podrían haber prevenido.
Gaza no solo está ahora más allá de lo «inhabitable», sino que, según Greenpeace, será «inhabitable durante las generaciones venideras». Esto no depende de la resistencia de los palestinos en Gaza, cuya legendaria firmeza apenas se discute. Sin embargo, hay necesidades esenciales de supervivencia que incluso las personas más fuertes no pueden reemplazar con su mero deseo de sobrevivir.
Solo en los primeros 120 días de la guerra (bombardeos) , se estimaron «asombrosas» emisiones de carbono en 536.410 toneladas de dióxido de carbono. El noventa por ciento de esa contaminación mortal se «atribuyó al bombardeo aéreo y la invasión terrestre de Israel», según Greenpeace, que concluyó que la suma total de las emisiones de carbono «es mayor que la huella de carbono anual de muchas naciones vulnerables al clima».
Un informe publicado al mismo tiempo por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) pintó una imagen igualmente aterradora de lo que estaba sucediendo en Gaza como resultado directo de la guerra. «El agua y el saneamiento han colapsado», declaró en junio pasado. «Las áreas costeras, el suelo y los ecosistemas se han visto gravemente afectados», continuó.
Pero eso fue hace más de siete meses, cuando partes de Gaza todavía estaban en pie. Ahora, casi todo Gaza ha sido destruida. La basura se ha estado acumulando durante 15 meses sin una sola instalación para procesarla de manera eficiente. La enfermedad está muy extendida, y todos los hospitales han sido destruidos en los bombardeos, quemados hasta los cimientos o arrasados. Muchos de los enfermos están muriendo en sus tiendas de campaña sin ver nunca a un médico.
Sin ninguna asistencia externa, era natural que el desastre empeorara. En diciembre pasado, Médicos Sin Fronteras publicó un informe titulado «Gaza: Life in a Death Trap». El informe, una lectura devastadora, describe el estado de la infraestructura médica en Gaza, que se puede resumir en una sola palabra: inexistente.
Israel ha atacado 512 instalaciones sanitarias entre octubre de 2023 y septiembre de 2024, matando a más de 1.000 trabajadores de la salud. Esto significa que una población está tratando de sobrevivir durante una de las guerras más duras jamás registradas, sin ninguna atención médica seria. Esto incluye a casi medio millón de personas que sufren de diversos trastornos de salud mental.
Para diciembre, la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza informó que se estima que hay 23 millones de toneladas de escombros resultantes de la caída de 75.000 toneladas de explosivos, además de otras formas de destrucción. Esto ha liberado 281.000 toneladas métricas de dióxido de carbono al aire.
Una vez que terminen los ataques, Gaza será reconstruida. Aunque el sumud palestino (su resolución) sea capaz de devolver a Gaza a su antiguo estado, por mucho tiempo que tarde, un estudio realizado por la Universidad Queen Mary en el Reino Unido dice que, para que las estructuras destruidas sean reconstruidas, se liberarán 60 millones de toneladas adicionales de CO2 a un entorno ya gravemente afectado.
En esencia, esto significa que incluso después de que termine la devastadora guerra contra Gaza y concluya la reconstrucción de la Franja, el daño ecológico y ambiental que Israel ha causado permanecerá durante muchos años.
Es desconcertante que los países occidentales, que hablan incansablemente sobre la protección ambiental, la preservación y la advertencia contra las emisiones de carbono, sean las mismas entidades que ayudaron a sostener la guerra contra Gaza, ya sea armando a Israel o permaneciendo en silencio frente a las atrocidades en curso.
El precio de esta hipocresía es el sufrimiento duradero de millones de personas y la devastación de su medio ambiente. ¿No es hora de que el mundo se despierte y declare colectivamente: ya es suficiente?
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