ISRAEL Y EL ESTADO JUDIO
Slomo Sand, profesor de historia contemporánea
en la universidad de Tel Aviv concluye
en su extraordinario libro “La invención de la Tierra de Israel”, que existe
“una profunda brecha metafísica y psicológica entre el nacionalismo judío y el
judaísmo histórico”.
Esta transformación del judaísmo en una ideología
nacionalista, que considera Palestina como la Tierra de una nación y un estado
judío, no solo no tiene fundamento sino que es profundamente contraria al
judaísmo histórico. El judaísmo histórico no era nacionalista, sino
universalista. La salvación que Dios anunciaba a Israel debería extenderse a
todos los pueblos.
Slomo cita al
respecto a Gudeman, uno de los rabinos
más relevantes de finales del S. XIX, que en su libro “National Judaísm”
hace una crítica demoledora del judaísmo nacionalista. Para él, incluso aunque
los judíos hubieran sido un pueblo en la antigüedad desde la destrucción del
templo, no eran más que una comunidad religiosa que tenía la finalidad de
extender por todo el mundo el monoteísmo y convertir a toda la humanidad en un
gran pueblo.
“El carismático rabino”, dice Sand, no ocultaba su temor a
que un día un “judaísmo con cañones y
bayonetas invirtiera los papeles de David y de Goliat para constituirse en una
ridícula contradicción de sí mismo” (191)
El sionismo y la
opción ultraortodoxa del judaísmo.
El judaísmo ha tenido
y tiene muchas tendencias, o sectas (como el cristianismo, el islamismo…y
otros ismos incluso laicos). Señalo dos
tendencias fundamentales:
La teología de la
elección: los judíos son un pueblo elegido, la salvación y la Tierra de
Israel es para los judíos. Los demás pueblos son infieles.
La tendencia
universalista, profética, que es abierta y se dirige a todos los humanos,
que son igualmente llamados por Dios frente al odio y la injusticia.
El sionismo del
Estado de Israel ha optado por la versión más ultraortodoxa del judaísmo, y
utilizan la literatura deuteronómica, la más excluyente, como referencia política
y moral. Se puede ver la actitud de la mayoría de la población israelí que
vitoreaba la explosión de sus cohetes en Gaza, en paralelo con algunos textos
de la ultraortodoxia religiosa: En
Deuteronomio 20,16 Moisés insiste: “Pero
de las ciudades de estos pueblos que el Señor tu Dios te da por heredad, no dejarás con vida a nada que
respire”. Borrar, destruir y quitar la vida “de cualquier cosa que respire” son
claros imperativos de estos textos, y el más usado para indicar la erradicación
global de los habitantes es “destruir por completo”.
Así, en el libro de
Josué que narra la conquista de la Tierra Prometida se dice literalmente: “destruyeron por completo al filo de la
espada, todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos,
bueyes, ovejas y asnos” (Josué 6, 21). (S. Sand 79).
Hechos y textos así los hay en todos los imperios, desde
Roma, a USA, pasando por España o el Congo cuando era belga.
Lo novedoso y terrible es que el libro de Josué era hasta hace poco el texto favorito de muchos
círculos sionistas y de Ben Gurión. A pesar de que judaísmo talmúdico es
contrario a una interpretación histórico literal de la Biblia, todavía hoy los
escolares judíos de nueve y diez años estudian en las escuelas israelíes las
campañas militares de Josué, sin ninguna explicación.
Esta ideología ultra es una opción del sionismo israelí, y
supone una selección absolutamente sesgada frente a los textos posteriores de la Biblia y el judaísmo profético. A lo
largo de los siglos Yahvé se convirtió en una idea que ayudó a descubrir en el
judaísmo el respeto hacia los demás seres humanos, a considerar la humanidad
como algo sagrado. Para la tradición rabínica “las ofensas contra otro ser humano eran una negación del mismo Dios
que había creado a hombres y mujeres a su propia imagen. Equivalían al ateísmo,
que era un intento blasfemo de negar a Dios. Por eso el asesinato era el mayor
de los crímenes, porque era un sacrilegio” (Karen Armstrong , 107)
Hans Kung dice que apenas
hay otro pueblo que disponga de una aportación a una ética común de la
humanidad como el judaísmo con sus diez mandamientos.
Slomo Sand afirma en consecuencia de todo su largo análisis documental que la
Biblia no es un texto patriótico (…). Las masas de conversos al judaísmo y sus
descendientes consideraban a Palestina como un lugar sagrado, “pero nunca consideraron seriamente
trasladarse allí y nunca lo hicieron. El sionismo no era en absoluto la
continuación del judaísmo sino su negación, y por esa razón el judaísmo rechazó
al sionismo en un periodo anterior de la historia. A pesar de todo esto, el
mito ha calado en una cierta lógica histórica, que a su vez ha contribuido a su
parcial realización” (256)
La ocupación militar
de Palestina por el Estado de Israel no tiene ninguna legitimación ética, y la
acusación de antijudaísmo a la crítica de la política de ocupación del Estado
de Israel es pura falacia: es Israel quien contraviene las mejores tradiciones
de los judíos.
Los planes de Israel
pasan por la ocupación total y progresiva de Palestina, Gaza, y Cisjordania. Y
para ello no admite ninguna traba ni política ni ética; ademas de las
ocupaciones violentas del territorio, tierras, casa, olivos…,el genocidio por
bombas y cerco por tierra, mar y aire de Gaza; los miles de palestinos en
prisión sin cargos en condiciones absolutamente indignas...Una muestra de ello es la detención, durante
meses , en espera de juicio, de la trabajadora humanitaria Juana Ruiz, y sus
compañeros palestinos, cuya foto con cadenas en pies y manos ha, por fin
llamado, la atención de la gran prensa española
¿Hay solución a este
conflicto de más de medio siglo que supone un foco de inestabilidad en el
próximo Oriente, y para la paz mundial? No, si no se fuerza a Israel a acabar
con la ocupación, a poner fecha al Estado palestino o un solo Estado
aconfesional con igualdad de derechos para todos.
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