- Por temor a Irán, los países suníes pactan en secreto con su viejo enemigo
Cuando se cumplen cien años de los acuerdos de Sykes-Picot –en los que los vencedores de la Primera Guerra Mundial, británicos y franceses, dibujaron a su antojo el mapa de la región–, varios países de la zona se han desintegrado, y bajo los pliegues del mapa tiene lugar un drama de características monumentales. Por ello, surgió en los últimos dos años unacoalición suní de países encabezada por Egipto y Arabia Saudí, Jordania, Marruecos, los Emiratos Árabes Unidos y otros países del golfo Pérsico que empiezan a considerar a Israel un posible aliado ante los enemigos comunes que surgen en la región. Especialmente Irán y su brazo libanés, Hizbulah, pero también los grupos de la yihad mundial, encabezados por el Estado Islámico (EI).
Así es como en los últimos meses ocurren una serie de encuentros y principios de cooperación entre las naciones suníes e Israel, algo imposible de imaginar hace sólo dos años.
Según pudo saber La Vanguardia, tres israelíes muy próximos al Gobierno, encabezados por el director general de la cancillería Dori Gold –cercano al primer ministro, Beniamin Netanyahu– y, por otra parte, el saudí Anuar el Eshqi –próximo a la casa real de Riad y exdiplomático en EE.UU.– mantuvieron una serie de reuniones secretas. En junio pasado tuvo lugar en Washington el primer encuentro público filmado por la prensa.
El general saudí declaró a este corresponsal en un hebreo perfecto: “Yo estoy dispuesto a luchar con toda mi fuerza por la paz”. Desde entonces, se supo que una delegación israelí liderada por el jefe del Mossad, Yossi Cohen, visitó Riad por primera vez; que una delegación saudí estuvo en Jerusalén, y que Israel propuso a Riad enviarles el sistema antimisiles Cúpula de Hierro para ayudar a Arabia Saudí en su lucha en Yemen contra milicias apoyadas por Irán.
Una hora después del atentado palestino que calcinó un autobús en Jerusalén el 18 de abril, el equipo de El Eshqi envió un correo donde afirmaba: “Condenamos con vehemencia el terrorismo contra el pueblo israelí y subrayamos que estamos en la misma trinchera”.
A principios de año, el ministro israelí de Infraestructuras, Yuval Steinitz, mantuvo reuniones con miembros del Gobierno de los Emiratos en Abu Dabi, y Gold participó en la apertura de la representación diplomática israelí en ese país. Según distintas fuentes, dos veces por semana tiene lugar un vuelo privado entre Abu Dabi y Tel Aviv. Este vuelo pasa por el aeropuerto de Ammán (Jordania), y aterriza en Abu Dabi sin que las torres de control registren su paso.
“Si estas tendencias continúan, tendremos ante nosotros un nuevo mapa geopolítico en Oriente Medio, aunque todo esto depende de los progresos en el tema palestino”, afirmó Yoram Meital, profesor de la Universidad Ben Gurion, en Israel. El ministro de Exteriores de Bahréin, Jalid ben Ahmed el Jalifa, declaró hace pocas semanas que Irán pone en peligro a los países del golfo Pérsico y la estabilidad de Oriente Medio en mayor grado que Israel.
Uno de los políticos halcones del Ejecutivo de Netanyahu, el ministro israelí de Absorción, Zeev Elkin, concedió una entrevista a una web saudí donde afirmó que “Irán supone una amenaza conjunta para los dos países”. “No estamos creando un nuevo Oriente Medio, sino que luchamos contra enemigos comunes –añadía–. Esas luchas no siempre aportan una cooperación generalizada, sino una colaboración en temas concretos”.
Por otra parte, el líder de Hizbulah, Hasan Nasralah, vio recientemente cómo la Liga Árabe –impulsada por Riad y El Cairo– declaró a su organización grupo terrorista, y están a punto de pedir a la Organización de Estados Islámicos que sigan la misma senda. Nasralah manifestó que “el principal riesgo para Hizbulah es la mejora de relaciones entre Israel y los países suníes”.
De hecho, los jefes del Estado Mayor de 39 naciones musulmanas, entre ellas algunas árabes, se reunieron en Arabia Saudí para debatir la creación de un frente antiterrorista común. El referente de este organismo es el héroe de las redes sociales saudíes, Mohamad bin Salman, el ministro de Defensa más joven de la historia (sólo 30 años), segundo en la línea de herederos del rey, que se está convirtiendo en una de las personalidades más influyentes y poderosas tras los éxitos de su fuerza militar en Yemen.
Las relaciones comerciales entre Israel y el golfo Pérsico están creciendo a pasos agigantados, con numerosos hombres de negocios de las dos partes que se visitan mutuamente, en ocasiones con pasaportes extranjeros. En la universidad de Abu Dabi hay profesores israelíes que enseñan un semestre al año y viven en el país con sus familias, aunque utilizan pasaportes extranjeros.
El diputado del Likud Avi Dijter –que lideró el servicio secreto Shin Bet– opina que los líderes de los países del Golfo necesitan ser más valientes para oficializar las relaciones económicas que existen bajo tierra. Dijter cree que deberían tomar ejemplo de la valentía del presidente egipcio Anuar el Sadat, que acudió en 1977 al Parlamento de Jerusalén para firmar la paz.
En plena intifada de los cuchillos y con una ruptura total entre Jerusalén y Ramala, todo avanza muy lentamente. Diamanteros israelíes acaban de ser invitados a un congreso que tendrá lugar en Dubái, y el ahora exministro de Petróleo saudí Ali al Naimi dijo que su país está dispuesto a exportar petróleo a Israel.
A pesar del acercamiento, las discrepancias siguen vigentes. En un reciente debate en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, los embajadores saudí, qatarí y de los Emiratos atacaron con dureza la política israelí de construcción en los asentamientos y declararon que debilita los esfuerzos para poner en práctica la opción de dos estados para dos pueblos.
En Egipto, aunque el presidente Abdul Fatah al Sisi mantiene un teléfono rojo con Netanyahu y coopera con Israel en el campo militar en la lucha contra el EI en el Sinaí, muchos en El Cairo rechazan cualquier normalización de relaciones . El diputado Taufiq Uqasha fue golpeado con un zapato en el Parlamento por haberse reunido con el embajador israelí. “Es complicado”, dijo el exembajador de Israel en Egipto, Zvi Mazel. El presidente Al Sisi intenta cambiar la situación, pero todas las asociaciones profesionales egipcias continúan boicoteando a Israel. “Sin embargo, hay muchos indicios de que estamos ante un cambio estratégico”, resumió Mazel.
Tel Aviv vela por la economía jordana
Varias veces al mes, un helicóptero parte de Jerusalén y aterriza en la casa real jordana. A bordo va Beniamin Netanyahu o el jefe del Mossad, Yossi Cohen. Quizá por eso, Israel envió recientemente drones y 16 aviones Cobra a la frontera entre Jordania y Siria, para espiar los avances del Estado Islámico y la amenaza que supone para el reino hachemí. A raíz de la guerra en Siria, pocos saben que cientos de camiones jordanos cruzan territorio israelí a diario desde el puerto de Haifa hasta la frontera jordana, con mercancías que llegan y parten hacia Europa y que antes cruzaban territorio sirio.
Por la ciudad costera israelí pasa actualmente un 60% de las exportaciones jordanas. La mayoría de los israelíes ni son conscientes de ello, y hasta la fecha no se ha producido ningún incidente. Hace un año, el rey Abdalah decidió incluir a Israel en los mapas y en los libros de estudio de su país. En las recientes vacaciones de Pascua, la ciudad jordana de Aqaba, en el mar Rojo, parecía una colonia israelí abarrotada de turistas. Aun así, en la frontera los funcionarios pidieron a una familia judía que no llevaran las kipás en el puesto fronterizo. Un general jordano declaró recientemente a La Vanguardia que “el cielo es el límite, pero si no hay progreso en el tema palestino, los avances entre Israel, Jordania y los países del Golfo serán muy lentos”.
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