Omar Barghouti fundó el Movimiento Boicot, Desinversión Y Sanciones, la mayor iniciativa internacional de resistencia no violenta del pueblo palestino. No tiene antecedentes criminales, pero el gobierno se negó a renovar su permiso para salir del país.
Barghouti es un hijo de refugiados palestinos que vive en Israel desde hace 22 años y hace más de 10 fundó junto con otros activistas el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), la mayor iniciativa internacional de resistencia no violenta del pueblo palestino. No tiene antecedentes criminales, ni siquiera multas de tránsito, pero el gobierno se negó a renovar su permiso para salir del país.
"Al negarme la renovación de mi documento para viajar, Israel me impuso una prohibición de facto para salir del país. Este es el primer paso para revocar mi status de residente permanente, según informaron funcionarios israelíes a varios medios internacionales", aseguró Barghouti en diálogo con Télam.
Barghouti nació en 1964 en Qatar y 30 años después se mudó a la ciudad de Acre, norte israelí, para vivir junto a su esposa, una palestina con ciudadanía israelí. Desde entonces, tiene un permiso de residencia y uno para viajar y volver al entrar al país, que debe renovar cada dos años.
En marzo pasado, el ministro del Interior de Israel, Aryeh Deri, participó de una conferencia "Anti BDS" en Jerusalén junto con otros tres titulares del gabinete nacional. Al referirse a Barghouti, lo acusó de "usar su estatus de residente para viajar por todo el mundo y operar en contra de Israel".
"Se le dio derechos similares a los de un ciudadano y el aprovechó esa ventaja dada por nuestro ilustrado Estado para representarnos como el Estado más horroroso del mundo", agregó el ministro, un mes antes de que su oficina informara formalmente a Barghouti que le negaba la renovación de su permiso para salir del país.
Para el activista palestino, la decisión del gobierno israelí tiene una única causa.
"La reacción de Israel al movimiento BDS sigue la lógica de la famosa frase de (Mahatma) Gandhi: 'Primero te ignoran, después se ríen de vos, luego te atacan, entonces ganas'. Estamos en la etapa del 'luego te atacan'", explicó Barghouti.
El movimiento BDS, inspirado en el boicot internacional contra el régimen apartheid sudafricano y la desobediencia civil del movimiento de derechos civiles de los años 50 y 60 de Estados Unidos, tiene tres objetivos.
"Pide el fin de la ocupación israelí de Palestina y de otros territorios árabes ocupados desde 1967, incluyendo el desmantelamiento del muro y las colonias" en Cisjordania, comenzó a enumerar Barghouti.
Los otros dos reclamos son "el fin del sistema israelí de discriminación racial contra sus ciudadanos palestinos, que cumple con la definición de la ONU de apartheid", en primer lugar.
"Y el derecho inherente y aprobado por la ONU de los refugiados palestinos de volver a sus hogares de origen, de los que fueron expulsados por una limpieza étnica" en la segunda mitad de la década de los 40, en segundo término.
La estrategia para obtener lo que los líderes palestinos no lograron conseguir ni levantándose en armas ni negociando en un proceso de paz apoyado por el mundo entero, es convocar a las organizaciones y personas de sociedades civiles de cada país a boicotear, desinvertir y sancionar a todas las empresas, instituciones gubernamentales e individuos que representan o se benefician del histórico conflicto.
Una de las mayores victorias que se anotó el movimiento BDS en los últimos tiempos fue la decisión de la gigante transnacional francesa Veolia, que se concentra en energía, agua, transporte y reciclaje, de vender todos sus negocios en Israel y retirarse del país en septiembre pasado.
Seis meses después, la empresa de seguridad británica G4S, la más redituable del mundo en su sector, anunció que en los próximos dos años vendería su subsidiaria israelí.
Finalmente, a principios de abril pasado el gobierno estadual de Bahía, Brasil, encabezado por el petista Rui Costa dos Santos, anunció que suspendía todos los acuerdos de cooperación con la empresa nacional de agua de Israel, Mekorot, encargada de ese servicio público en su país y en las colonias en territorios palestinos ocupados.
No fue la primera vez que ese gigante israelí sufrió los efectos de la campaña internacional de BDS.
En 2010, Mekorot ganó una licitación del gobierno bonaerense de Daniel Scioli para construir una planta potabilizadora en Punta Lara por unos 170 millones de dólares. Finalmente el acuerdo se canceló, pero el diario local Hoy informó recientemente que la empresa israelí creó una Unión Temporal de Empresas (UTE) junto a otras tres empresas argentinas para retomar el proyecto.
En paralelo al avance internacional de los últimos años del movimiento BDS, principalmente en los sectores académicos, religiosos, artísticos y militantes de izquierda, "Israel adoptó desde 2014 una nueva estrategia para intentar criminalizar el apoyo al BDS desde arriba, con presiones a gobiernos, legislaturas y funcionarios en Estados Unidos y otros países occidentales para aprobar leyes anti BDS", explicó Barghouti.
"Evocando los recuerdos del macartismo, esta 'guerra legal' busca crear 'listas negras' de empresas, organizaciones y, en algunos casos, inclusive de individuos que se hacen eco del llamado de derechos humanos de BDS, para evitar que el Estado pueda invertir o hacer negocios con ellos", agregó el activista palestino.
Pese a que el movimiento BDS rechaza todo tipo de racismo en su principios básicos, Israel y sus aliados en el mundo sostienen que la iniciativa palestina busca "demonizar al pueblo judío" y "destruir al Estado de Israel", y la describe como una plataforma "antisemita".
En Estados Unidos, 21 de los 50 estados ya aprobaron o anunciaron leyes y medidas contra los activistas que difundan ese movimiento de resistencia no violenta palestina y todos aquellos que se sumen boicoteando productos israelíes o desinvirtiendo en ese país de Medio Oriente.
En Francia, por su parte, el primer ministro Manuel Valls acusó abiertamente a activistas y simpatizantes del movimiento BDS de ser "antisemitas".
Por su parte, una Corte de Casación condenó por discriminación a 14 personas por irrumpir en un supermercado en 2009 con remeras que tenían la leyenda "Boicot a Israel" y panfletos que sostenían que "Comprar productos de Israel significa legitimar los crímenes en Gaza" y tuvieron que pagar una multa de 32.000 euros.
El movimiento BDS ganó fuerza en Francia ese año, poco después de la ofensiva militar israelí de 22 días contra el pequeño y bloqueado territorio palestino de la Franja de Gaza, en la que 1.400 palestinos murieron, entre ellos más de 300 menores, y 13 israelíes fallecieron, entre ellos cuatro por fuego amigo.
Fuente: Telam
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