miércoles, 20 de agosto de 2014

Michel Warschawski: “Para Israel, el enemigo es la negociación”

Por Sylvain Thévoz
La ofensiva sobre Gaza ha hecho evidente la hegemonía de la derecha racista y militarista en Israel. Hasta el punto de dar miedo a numerosos ciudadanos que no reconocen ya su país y temen verle desaparecer, como dice Michel Warschawski.
¿Qué dice sobre la sociedad israelí la ofensiva militar contra la franja de Gaza? ¿Qué consecuencias tendrá para el futuro del Próximo Oriente? Viviendo en Jerusalén, el periodista franco-israelí Michel Warschawski, ardiente opositor a la colonización, es también un fino analista del conflicto. Bien conocido de los lectores de Le Courrier, en el que mantiene una crónica mensual, este hijo de rabino, nacido en Estrasburgo en 1049, es hoy el principal animador del Centro de Información Alternativo (AIC). Nos reunimos con él en Jerusalén, cuando las bombas llovían aún sobre el enclave palestino de Gaza.
Sylvain Thévoz: ¿Porqué esta guerra en Gaza?
Michel Warschawski: Lo primero que hay que decir es que Gaza es secundario. Lo que hay que preguntarse es ¿porqué la guerra?, sin más. En mi opinión: para retrasar durante el mayor tiempo posible toda veleidad internacional de tender a la apertura de negociaciones. El enemigo estratégico del gobierno israelí, es la negociación. Ese gobierno no quiere negociar. Ciertamente, en el aire del tiempo, hay como una voluntad americana y europea de empujar a Israel a negociar. Precisan por tanto hacer contra-fuego. Era claro que atacando Gaza, las negociaciones se harían imposibles. Era el objetivo estratégico más importante.
En la misma onda, el objetivo no es Hamas, es Mahmud Abbas (presidente de la Autoridad Palestina y líder del Fatah, ndlr). Mahmud Abbas es la persona a la que la comunidad internacional presenta como dispuesto a discutir; la persona de la que todo el mundo dice a Israel: “Es con él con quien debéis hablar”. Atacando Gaza, este gobierno pone a Mahmud Abbas en una situación imposible. O bien se solidariza con Gaza y por tanto con Hamas, reforzando el discurso de Netanyahu que demoniza a Hamas y a su propia persona. O bien se desolidariza, y pierde entonces toda legitimidad palestina. Para Israel, por tanto, esto parece una situación “win-win” (se gana en cualquier caso). Salvo que esto no ocurre totalmente así. Pues Mahmud Abbas es empujado por los americanos a jugar el papel de intermediario. El presidente de Palestina se encuentra así jugando el papel de las Naciones Unidas cuando es su pueblo el atacado. Mahmud Abbas permanece en el corazón de la acción diplomática. No han logrado neutralizarle, pero su posición es frágil.
Un sondeo dice que el 80% de los israelíes apoya la intervención de Gaza. ¿Cómo ves esta sociedad, que se ha deslizado hacia la derecha y parece seguir ciegamente a Netanyahu y Lieberman?
No hay ni la sombra de una duda de que los políticos y el gobierno se ha deslizado a la derecha en Israel. Y sin embargo, pienso que la sociedad israelí, en el fondo, está dividida en dos mitades –una grande y una pequeña. Un poco menos del 50% apoya la política de la derecha y vota por esos partidos. La otra mitad no quiere a los colonos, se burla del Gran Israel y aspira a una solución de compromiso. Y luego, en medio, hay sin embargo una pequeña franja que se abstiene o vota por partidos de centro.
La gran asimetría entre estos dos sectores de la sociedad, es que la derecha está en el poder. Actúa, con una urgencia permanente, mientras que los moderados, que no pagan el precio de la colonización, viven despreocupadamente. La situación está tranquila, nada parece amenazar a Israel –hasta esta última crisis. La seguridad individual está garantizada, las bombas ya no estallan, Israel es una sociedad con resultados, su economía funciona: ¿porqué cambiar? Frente a esto, la derecha avanza. No es la ausencia de una oposición potencial, sino su anomia, su desestructuración, lo que plantea un problema.
En la manifestación de Tel Aviv del 2 de agosto, la mayoría de los participantes eran gentes típicas de Tel Aviv, totalmente “desideologizadas”, hundidas en el consumo. Eran, diría casi, los “bo-bos” (término francés, burgués-bohemio) de Tel Aviv. Se han movilizado por Gaza. Algunos de ellos tenían una lagrimita en el corazón. Habían visto fotos, aunque aquí para verlas hay que buscarlas. Pero ¿porqué se manifestaban, cuando lo hacen tan raramente? Porque sobre todo tienen miedo por su Israel, su Tel Aviv distendido, no ideológico, más bien de izquierdas que de derechas, que está severamente amenazado.
Ven emerger ya un país de asesinos ¡en el que Netanyahu se convierte casi en el centro! Como detonador, el asesinato de Mohammad Abu Khdeir, quemado vivo por tres ciudadanos israelíes. Por más que el gobierno diga que son tres iluminados… En absoluto. Están en la continuidad de una política. Son gente que viene de buenas familias de derechas, familias respetadas.
Son la expresión de una parte de Israel que se integra en un discurso racista, vota leyes racistas. Hace quince años no habríamos sido capaces de imaginar esto. Algunos se despiertan ahora diciéndose: “¡no es nuestro Israel!”.
Quince años no es un día, pero es un ritmo extremadamente rápido
Si, es muy rápido. El giro data de 2000. Es la reconquista, el fin del movimiento de la paz. Son las posiciones y los discursos de Ehud Barak quienes destruyen la paz. La gente ya no cree en ello. Así la mitad que no es de derechas sale desmovilizada, desorientada de esos años, ofreciendo un monopolio ideológico a la derecha.
En 2013, el partido de Yair Lapid (Yesh Atid, fundado en 2012, cuyo nombre significa “hay un futuro”ndlr) consiguió 19 escaños, el 10% de los votos, cuando es un poco como Beppe Grillo en Italia, “ni de derechas ni de izquierdas, ni por ni contra, ni ni”. Lapid tiene un hermoso rostro y pretende cambiarlo todo. Era una estrella en la TV, jamás tomó posición política antes de presentarse a las elecciones y de ser plebiscitado en Tel Aviv. Claramente tiene una ideología de derechas, racista, fuertemente posicionada contra los pobres. ¿Su programa? “Nosotros, en Tel Aviv, no queremos pagar por los menesterosos”.
Pero lo que es interesante, es ver a la juventud, los que tienen 30 años, cansada de la vieja política, no votar por nada o por algo que no quiere decir nada, que no se compromete a nada, y que por tanto es libre de hacer lo que quiere. La manifestación de Tel Aviv era la toma de conciencia de la clase media de que su Israel está sometido al riesgo de desaparecer. Estaba en uno de los cafés enrollados de la ciudad y su discurso era: “Nos largamos. Este país comienza a oler mal, no nos reconocemos ya en él. Nosotros no somos como Lieberman, Netanyahu o los colonos”. Ciertamente, no se irán. Pero esto les permite no asumir, no luchar. Están resignados en esta condición de rechazo, pero son incapaces hasta hoy de proponer algo diferente.
¿Qué respondéis a quienes dicen: ¿Porqué manifestarse tanto sobre este conflicto? ¡No se os oye tanto sobre Siria o sobre Boko Haram!
Primero, eso es una falacia. Pues son los mismos los que se movilizan por Siria, África, siempre los mismos. Que paren de reprocharnos estar solo comprometidos en el tema Palestina e Israel, pues es falso. Dicho esto, hay evidentemente una intensidad particular del compromiso sobre este conflicto, por razones históricas que explicaré luego.
El poder francés, y los editorialistas que cubren el conflicto, dicen querer evitar su “importación”. Es una palabra que no entiendo. Cuando hubo un inmenso movimiento de solidaridad con Vietnam, ¿se importaba aquel conflicto? No. ¡Se identificaba una gran injusticia y un gran combate! Y todo el mundo, o casi, era vietnamita. Lo mismo ocurre hoy con el conflicto israelo-palestino, tan emblemático como aquel. Se encuentra en la línea del frente del supuesto choque de civilizaciones.
Si se quiere verdaderamente hablar del riesgo de importación del conflicto, habría entonces que designar a las instituciones judías, que se autodenominan representativas de los judíos de Francia, de Suiza, de Alemania, y que están convertidas de hecho en embajadas de Israel, sus oficinas de propaganda.
Ellos, si, “importan” el conflicto afirmando, por resumir, que los judíos de Francia, son Tsahal (sobrenombre del ejército israelí ndlr). Muchos otros franceses, y en particular de origen musulmán, responden que si los judíos de Francia son Tsahal, los musulmanes de Francia son Hamas. En ese momento, se hace de un conflicto político extranjero, una lucha de comunidades en Francia. Pero en mi opinión, el 100% de esa responsabilidad recae, en Francia, sobre el CRIF (Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia) o, en otras partes, sobre organizaciones equivalentes.
¿En qué es emblemático este combate? ¿En qué, finalmente, concierne a Europa lo que está ocurriendo?
Europa, y la comunidad internacional, fueron quienes crearon este conflicto. Los europeos decidieron resolver el problema de los supervivientes de la Segunda Guerra Mundial y del genocidio de los judíos de Europa diciendo: “Os damos un estado, coged las llaves, veinte francos. Tendréis apoyo político, militar, etc.” decidiendo así hacer pagar a los árabes de Palestina por un crimen que les era extraño. Para Europa, fue una forma abyecta de desentenderse, a costa de los demás, de su responsabilidad en el genocidio.
¿Qué piensas del discurso que describe a Hamas como un movimiento terrorista?
Hamas es para mi ante todo un movimiento de resistencia. Su carta no me ha molestado nunca, porque la de la OLP (Organización de Liberación de Palestina, que negoció la puesta en pie de la Autoridad Palestina con Israel al comienzo de los años 1990, ndlr) era exactamente igual antes de la que OLP la cambiara. Una carta, es un pedazo de papel. La carta del Likud es el Gran Israel hasta Siria. Sin embargo, nadie habla de ella hoy. Es algo viejo, y no se deshace uno de algo viejo más que a cambio de otra cosa. Arafat volvió la carta de la OLP “caduca” al afirmar: “De acuerdo en suprimir esta carta, pero, ¿qué dais a cambio?”.
Es de notoriedad pública –Hamas lo ha dicho y repetido– que si Israel se retira de los territorios ocupados, sobre las fronteras de 1967, está dispuesto a una hudna (tregua) de duración ilimitada. Es exactamente este deslizamiento de la postura del “vamos a destruirlo todo” a “se puede hablar y negociar” el que había realizado la OLP. “No nos pidáis el reconocimiento, es algo imposible, pero se puede aceptar la existencia de hecho”: Hamas ha dicho que no sabotearía las discusiones con Israel, no se opondría a las tentativas del presidente Mahmud Abbas, pero ha predicho su fracaso. Hamas es una organización bastante desgastada, enraizada en el campesinado (en Cisjordania sobre todo), pero con una capacidad de resistencia increíble.
¿Te ha sorprendido esta capacidad de resistencia de Hamas?
No hay una sola guerra de la que Israel no salga con resaca, estupefacto por la fuerza de la reacción. ¡Sorpresa! Como si no se supiera. En Líbano no se sabía, en la guerra del Kippur tampoco. La primera Intifada, sorpresa; la segunda, también sorpresa. He escrito recientemente un texto en el reclamaba la devolución de mis impuestos pagados indebidamente a unos servicios de información de tres al cuarto, considerados sin embargo como los mejores del mundo, pero que siempre acaban sorprendidos.
No sabían que Hamas disponía de cohetes de tan largo alcance, cuando no era nada extraño que los tuvieran. Cuando se encierra a alguien, ¿qué hace? Intenta salir, por arriba y por abajo. Por arriba, los misiles; por abajo, los túneles. Lo aprendí del ghetto de Varsovia. Hay ejemplos históricos de cómo reaccionan los pueblos en estado de sitio. Hay esa necesidad de salir a cualquier precio.
Cavas y cavas, mandas lo que puedes al otro lado. Esto para un pueblo asediado es ya en si una victoria.
Israel resulta sorprendido siempre por el estado de preparación del enemigo. Nadie habría podido creer que Israel no llegaría a “limpiar” Gaza. Sin embargo, es un empate. Y un empate entre el equipo de Argelia y el de Alemania, es como una victoria para el equipo de Argelia.
Lo que habría permitido a Hamas salir ganador habría sido que Egipto hubiera permanecido neutral. Sin embargo, Hamas debe luchar a la vez contra Israel y contra Egipto. Nadie habría imaginado que la junta militar egipcia iría tan lejos en su colaboración con Israel para romper la resistencia de Hamas. Pienso que sin el Egipto colaboracionista, Hamas habría podido ganar. Sin embargo, Israel va a poder retirarse unilateralmente, sin aligerar el asedio. Habrá una retirada, pero un mantenimiento del bloqueo sobre un campo de ruinas.
¿Porqué Hezbolá no se mueve, porqué Cisjordania no se levanta? ¿Cuales son las razones de que no haya un segundo o un tercer frente?
Puede que eso llegue. Jerusalén, por ejemplo, vive microlevantamientos y enfrentamientos todos los días. Pero carece de una dirección política, alguien que diga: “Vamos”. Una instancia que coordine, de el ritmo, y no solo una banda de jóvenes, ligados al Fatah o a otra organización, que van a la confrontación, son golpeados o asesinados de forma desordenada.
En esto también Mahmud Abbas tiene una gran responsabilidad. Aquí tampoco juega su papel de representante de los palestinos, sino más bien el de representante de la ONU. Él es la ONU. Pero no es justo, está elegido para ser el presidente de los palestinos en lucha y para llevar esa lucha a su conclusión.
(Entrevista realizada por “Le Courrier”)
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR

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