La política de ocupación militar
progresiva por parte del Estado de Israel de territorios
reconocidos por las Naciones Unidas a los palestinos, es una de las
fuentes de luchas armadas y conflictos internacionales más
permanentes y dolorosas del mundo occidental.
Sumado a esto, la concepción del
movimiento sionista de Israel como Estado “judío” pone en
cuestión la consideración de Israel como un estado democrático y
liberal, porque liga ciudadanía a una confesión religiosa, y
excluye la posibilidad de un estado común, en igualdad de derechos,
para musulmanes, judíos o cristianos.
Un dato estremecedor: el 85% de los
ciudadanos de Israel estaban a favor de la expulsión militar de los
palestinos de Gaza. ¿Cómo se explica que un pueblo perseguido
se convierta en perseguidor?. ¿Qué papel ha jugado/juega el
judaísmo, la religión judía, en este hecho?.
El sionismo basa su ideología
nacionalista para justificar la lógica de la conquista de Palestina
en tres supuestos:
. La mayoría de los judíos modernos
son un pueblo étnicamente descendiente de los antiguos
hebreos.
. Los judíos fueron forzosamente
exiliados de su Tierra en el año 70 d.C. (o poco después)
. La Biblia es un texto que
justifica historicamente estos supuestos, y por tanto el derecho
histórico, e incluso el deber religioso, de reconquistar su Tierra
El sionismo pretende que todos
los judíos están dispersos por el mundo porque fueron expulsados de
su tierra, pero siguen formando un pueblo, la base de una nación,
e Israel es el estado de ese pueblo que recupera su tierra original.
La respuesta a estos supuestos que dan
algunos historiadores judíos no sionistas es demoledora para
doctrina oficial israelí, que identifica sionismo con el judaísmo,
y busca la legitimación en la religión judía del nacionalismo
sionista israelí, que presenta la ocupación de Palestina como la
recuperación por parte de la “nación” o “pueblo” judío de
la tierra histórica de Israel
Me parece clarificadores, entre otros,
los escritos de Shlomo Sand, profesor de historia en la
Universidad de Tel Aviv, y autor de varios libros, algunos de cuyos
títulos son demoledores para el predicamento oficial: “La
invención del pueblo judío”, y el último sobre los mismos
temas: “La invención de la Tierra de Israel. De Tierra Santa a
madre patria”.
Shlomo Sand hace un meticuloso análisis
te los textos bíblicos y de las tradiciones rabínicas para mostrar
que no hay un “pueblo” judio, ni una
“tierra de israel”:
- No existe un
PUEBLO judío, como no hay un pueblo
budista, o cristiano, o musulmán: hay un pueblo francés,
estadounidense o vietnamita…o israelita, pero no “judío”. El
único elemento común ha sido el religioso: ni componentes
etnológicos, ni lingüísticos, ni culturales.
No hubo un
pueblo judío que regresa a su lugar ancestral de origen. Israel es
fruto de la “intoxicación de la sociedad israelí por la
combinación de un poder militar con una religión nacionalizada”
(pg16).
El sionismo
falsifica la historia y el judaísmo: pretende borrar cualquier
recuerdo del judaísmo como una religión dinámica y proselitizadora
por lo menos entre el siglo II y el VIII, que buscó e hizo
prosélitos en todos los países y razas.
Hubo hasta reinos de confesión judía en Asia, en la India, en
Rusia… Incluso los primeros sionistas, como Ben Gurión “sabían
bien que nunca se había `producido el exilio y que por ello
consideraban a la mayoría de los campesinos del territorio como los
auténticos descendientes de los antiguos hebreos” (pg19)
- La Tierra
de Israel es
una invención:
“Mi
principal objetivo, dice S. Sand, en este libro es desmontar el
concepto del “derecho histórico” judío sobre la tierra de
Israel y sus asociadas narrativas nacionalistas, cuyo único
propósito era establecer la legitimidad moral para apropiarse del
territorio” (pg 35)
Las
expresiones bíblicas “tierra prometida”,“tierra Santa”, etc
de las tradiciones judías y cristianas nunca tuvieron un sentido
nacionalista, de territorio físico nacional
como pretende el sionismo. Para el judaísmo la tierra bíblica tenía
un sentido simbólico, religioso, contrario
a la idea nacionalista del sionismo de una patria. Solamente desde
principios del S.XX el sionismo tomo
prestado el término “Tierra de Israel” para desplazar al de
“Palestina”, que era el término
usado generalmente, incluso por las primeras generaciones de
sionistas. Los colonos cambiaron
sistemáticamente los términos, y convirtieron el término “tierra
de Israel” en el nombre exclusivo de la región.
En la Biblia se
dieron muchos nombres a ese
territorio, y bajo ese nombre no
incluía Jerusalén, Hebrón o Belén, es decir la tierra del reino
norte de Israel.
“En otras
palabras, concluye Sand, en todos los libros de la Biblia, la tierra
de Canaán nunca sirvió como patria para los hijos de Israel, y por
esa razón entre otras nunca se refirieron a ella como la “Tierra
de Israel”(91)
“En resumen,
dice este autor,
los judíos no fueron exiliados a la fuerza de la tierra de Judea en
el S.1 d.C, y no “regresaron” a la Palestina del S.XX, y
posteriormente a Israel, por voluntad propia…y soy plenamente
consciente del riesgo que tomo lanzando la hipótesis de que el mito
del exilio y del regreso – un tema tan caliente durante el S.XX
debido al antisemitismo que impulsó el nacionalismo de la era –
podría enfriarse durante el S.XXI. Sin embargo, eso solo será
posible si el Estado de Israel cambia su política y pone fin a las
acciones y prácticas que levantan la judeofobia de su letargo y
aseguran al mundo nuevos episodios de horror”.
¿Qué relaciones tiene el sionismo
con el judaísmo?. ¿Es lo mismo sionismo que judaísmo?. ¿Ser
crítico con el sionismo, con el nacionalismo sionista, es ser
antijudío?
“Desde el
inicio de su empresa de asentamiento, dice Slomo Sand, el sionismo
secular necesitaba unas vestimenta formal religiosa”, tanto para
considerar a los judíos de hoy como los descendientes de un pueblo
bíblico, como para asignar a este pueblo su antigua tierra.
“La expansión
territorial de Israel (después sobre todo de la guerra de 1967),
junto con la desaparición del sionismo socialista, hicieron que esta
vestimenta formal fuera todavía más esencial, reforzando hacia
finales del S.XX el estatus de los componentes ideológicos
etnorreligiosos de Israel dentro del gobierno y de los militares.”
“Pero no
debemos engañarnos por este proceso relativamente reciente. Fue la
nacionalización de Dios, no su muerte, la que levantó el velo
sagrado de la tierra transformándola en el suelo sobre
el cual la nueva nación empezó a caminar y a construir de a forma
que consideró conveniente” (35)
- El sionismo versus judaísmo:
Para el judaísmo histórico
Palestina, Jerusalén, era tierra santa para visitar, para
conocer, y para algunos un lugar privilegiado para vivir y morir.
Pero para la inmensa mayoría esta ilusión no significaba
desapego se su tierra y país donde habitaban desde generaciones, y
eran españoles, franceses, alemanes etc que profesaban la fe de
Moises (ver cita de Mendelson pg 187); y si fueron expulsados
por razones etnoreligiosas su afán era la vuelta a su patria de
nacimiento, no buscar refugio en Palestina.. Valgan como ejemplo los
judíos sefardíes que guardaron durante siglos las llaves de su casa
en España. De hecho una de las causas de la emigración de judíos
a Israel fue las leyes antiinmigración que Gran Bretaña o
Estados Unidos establecieron para evitar la entrada masiva de judío
a partir de la persecución nazi. Un dato significativo: a finales
del SXIX vivían en Palestina menos de 5000 judíos, y más de
250.000 cristianos y musulmanes. En ese periodo vivian en el mundo
2,5 millones de judíos, principalmente en Europa del este. Nunca
existió, concluye Sand, el anhelo de establecerse en la Tierra
Santa.
Esta transformación del judaísmo en
una ideología nacionalista, que considera Palestina como la Tierra
de una nación y un estado judío, no solo no tiene fundamento sino
que es profundamente contraria al judaísmo histórico .El judaísmo
histórico no era nacionalista, sino universalista. La salvación que
Dios anunciaba a Israel debería extenderse a todos los pueblos.
Para Sand existe “una profunda
brecha metafísica y psicológica entre el nacionalismo judío y el
judaísmo histórico”. Cita al respecto a Gudeman, uno
de los rabinos más relevantes de finales del SXIX, que en su
libro “National Judaísm” hace una crítica demoledora del
judaísmo nacionalista. Para él incluso aunque aun que los judíos
hubieran sido un pueblo en la antigüedad , desde la destrucción del
templo no eran más que una comunidad religiosa que tenía la
finalidad de extender por todo el mundo el monoteísmo y convertir a
toda la humanidad en un gran pueblo.
“El carismático rabino, dice Sand,
no ocultaba su temor a que un día un “judaísmo con cañones y
bayonetas invirtiera los papeles de David y de Goliat para
constituirse en una ridícula contradicción de sí mismo” (191)
El sionismo y la opción
ultraortodoxa del judaismo.
El sionismo me recuerda al
nacional-catolicismo: instrumentalización política
ultraconservadora del catolicismo, con el pacto tardío,
básicamente después de ganar la guerra de 1967, de mutuo interés
con una de las ramas más excluyentes del judaísmo.
El judaísmo ha tenido y tiene
muchas tendencias, o sectas (como el cristianismo, el islamismo…y
otros ismos incluso laicos). Señalo dos tendencias fundamentales:
La teología de la elección:
los judíos son un pueblo elegido, la salvación y la Tierra de
Israel es para los judíos. Los demás pueblos son infieles, etc).
La tendencia universalista,
profética, que es abierta y se dirige a todos los humanos, que son
igualmente llamados por Dios frente al odio y la injusticia
(Las teologías de la elección, o
del Deuteronomista, es una de las instrumentalizaciones de las tres
religiones monoteistas. “En lugar de hacer de Dios, como
hacen los profetas, un símbolo que desafía nuestros prejuicios, y
nos obliga a observar nuestros propios defectos, se sirven de él
para confirmar el odio humano egoísta y para hacerlo absoluto”.
(Karen Armstrong 82-83)
Las tres religiones monoteístas han
elaborado teologías semejantes para justificar sus guerras de
dominio y ocupación: las cruzadas, la colonización de América, la
conquista del Oeste o la guerra de Iraq …España, Estados Unidos…se
consideran pueblos
El sionismo del Estado de Israel ha
optado por la versión más ultraortodoxa del judaísmo, y
utilizan la literatura deuteronómica, la más excluyente, como
referencia política y moral. Se puede ver la actitud de la mayoría
de la población israelí que victoreaba la explosión de sus cohetes
en Gaza, en paralelo con algunos textos de la ultraortodoxia
religiosa:
En Deuteronomio 20,16 Moises
insiste: “Pero de las ciudades de estos pueblos quue el
Señor tu Dios te da por heredad, no dejarás con vida a nada que
respire”. Borrar, destruir y quitar a vida “de cualquier cosa que
respire” son claros imperativos de estos textos, y el más usado
para indicar la erradicación global de los habitantes es “destruir
por completo”.
Así en el libro de Josué que
narra la conquista de la Tierra Prometida se dice literalmente:
“destruyeron por completo al filo de la espada, todo lo que había
en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, bueyes, ovejas
y asnos” (Josué 6, 21). (S. Sand 79).
Hechos y textos así los hay en todos
los imperios, desde Roma, a USA, pasando por España o el Congo
cuando era belga.
Lo novedoso y terrible es que el
libro de Josue era hasta hace poco el texto favorito de muchos
círculos sionistas y de Ben Gurión. A pesar que judaísmo
talmúdico es contrario a una interpretación histórico literal de
la Biblia, todavía hoy los escolares judíos de nueve y diez años
estudian en las escuelas israelíes las campañas militares de Josué,
sin ninguna explicación.
Esta ideología ultra es una opción
del sionismo israelí, y supone una selección absolutamente sesgada
frente a los textos posteriores de la Biblia y el judaísmo
profético. A lo largo de los siglos Yahvé se convirtió en una
idea que ayudó a descubrir al judaísmo el respeto hacia los demás
seres humanos, a considerar la humanidad como algo sagrado. Para la
tradición rabínica “las ofensas contra otro ser humano eran
una negación del mismo Dios que había creado a hombres y mujeres a
su propia imagen. Equivalían al ateísmo, que era un intento
blasfemo de negar a Dios. Por eso el asesinato era el mayor de los
crímenes, porque era un sacrilegio” (Karen Armstrong ,
107)
Hans Kung dice que apenas
hay otro pueblo que disponga de una aportación a una ética común
de la humanidad como el judaísmo con sus diez mandamientos.
Slomo Sand afirma en consecuencia de
todo su largo análisis documental que a Biblia no es un texto
patriótico (…). Las masas de conversos al Judaísmo y sus
descendientes consideraban a Palestina como un lugar sagrado, “pero
nunca consideraron seriamente trasladarse allí y nunca lo hicieron.
El sionismo no era en absoluto la continuación del judaísmo sino su
negación, y por esa razón el judaísmo rechazó al sionismo en un
periodo anterior de la historia. A pesar de todo esto, el mito ha
calado en una cierta lógica histórica, que a su vez ha
contribuido a su parcial realización” (256)
La ocupación militar de Palestina
por el Estado de Israel no tiene ninguna legitimación ética, y la
acusación de antijudaísmo a la crítica de la política de
ocupación del Estado de Israel es pura falacia: es Israel quién
contraviene las mejores tradiciones de los judíos.
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