“CAF ha apostado por quedarse de 15 a 25 años en una ocupación ilegal”CXT.es, 29 de septiembre de 2025 Un genocidio en marcha y solo sombras en el horizonte de una Palestina que ya no puede ni vivir bajo un cielo azul intenso. Maldita metáfora, comenta Esteban Beltrán (Madrid, 1962), director de Amnistía Internacional (AI) en España desde 1997. AI lleva décadas denunciando con todos los medios a su alcance las vulneraciones de los derechos humanos practicadas por los israelíes contra los palestinos. Ahora acaban de publicar un informe sobre la responsabilidad civil, y en algún caso también penal, de 15 multinacionales, entre ellas Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles, S.A. (CAF) con sede central en Beasain (Gipuzkoa), en la consumación de los crímenes que Israel está cometiendo en los Territorios Palestinos Ocupados. Beltrán, que además de su larga experiencia en los lugares más conflictivos de la Tierra tiene publicado un hermoso poemario sobre el deseo de vivir, siente punzadas de vergüenza. Sobre todo cuando escucha las justificaciones inamovibles de los directivos de CAF y de algún político desmemoriado sobre la legitimidad de sus multimillonarias inversiones en varios asentamientos de colonos judíos. “Espero que no tengan que retractarse de esto cuando termine lo que ahora está sufriendo Palestina”, sentencia. Tras la Conferencia internacional para la solución de los dos Estados celebrada hace unos días en la sede de la ONU son ya 155 países los que reconocen al Estado palestino. ¿Llega tarde este masivo reconocimiento? ¿Es suficiente? ¿Sirve de algo?
Yo creo que es algo muy importante, sobre todo para muchas personas palestinas, pero seguirá siendo una iniciativa en gran medida simbólica si no va acompañada de actuaciones claras por parte de los gobiernos que lo reconocen para acabar con el genocidio, la ocupación ilegal y el apartheid. Todo cobrará sentido si Israel frena el genocidio de Gaza y si abandona Cisjordania y Jerusalén Este. Estos gestos políticos simbólicos deben ir acompañados de medidas urgentes como la de presionar a Israel para que levante el bloqueo ilegal de Gaza y permita el acceso de ayuda humanitaria. Consideramos que estos países tienen la obligación legal de presionar al Gobierno israelí para que desmantele sus asentamientos ilegales en los Territorios Palestinos Ocupados pero también la de dejar de comerciar con aquellas empresas que contribuyan a la consumación de los tres crímenes que Israel está cometiendo. Por lo tanto, el reconocimiento como Estado es importante para Palestina pero, si no va ligado a esas medidas, quedará todo como una mera formulación retórica sin efecto real sobre el terreno.
¿Le incomoda ver cómo un país poderoso como Alemania entorpece la ruptura de los acuerdos comerciales de la UE con Israel, quizá por remordimientos o quizá por razones económicas?
Yo creo que hay dos gobiernos que bloquean la salida. Uno es el de Estados Unidos, que apoya incondicionalmente a Israel, que le provee de la mayoría de las armas, le nutre de información y de tecnología. Y hay otro gobierno europeo, el alemán, que todavía mantiene una relación comercial, de armas y de otro tipo de productos, y que se niega a entender que lo que está pasando delante de sus ojos es un genocidio. E Israel sabe que de la posición alemana depende la suspensión o no del acuerdo comercial que tiene con la Unión Europea. En estos momentos, Alemania se ha apartado de la mayoría de los Estados europeos que van camino de emprender sanciones individuales, suspender asociaciones bilaterales y explorar iniciativas destinadas a revisar el acuerdo con Israel. Pero Alemania juega un papel importante porque de su decisión dependerá el desbloqueo de las medidas más importantes que pueda tomar Europa.
¿Cómo influye la posición de Trump en el sentimiento de impunidad que siente el Gobierno de Israel en Gaza y Cisjordania?
Contribuye primero de forma directa porque hay dos multinacionales estadounidenses, Boeing y Lockheed Martin, que colaboran estrechamente con el envío de armamento a Israel. Pero esto no es todo. Hay empresas estadounidenses que están colaborando en inteligencia artificial, que suministran productos y servicios al ejército en operaciones militares ligadas a la destrucción de Gaza. Amnistía Internacional ha documentado el uso por parte del ejército israelí de bombas y de kits de guiado fabricadas por Boeing en ataques aéreos ilegales realizados en la Franja de Gaza que han causado la muerte de decenas de personas civiles, incluidos niños y niñas. La empresa Lockheed Martin, por su parte, suministra y mantiene los aviones F-16 y toda la creciente flota de aviones de combate F-35, que es la columna vertebral de su fuerza aérea. Es decir, EEUU tiene una relación directa con el genocidio a través de sus empresas lo que implica que, de cara al futuro, cuando avancen las investigaciones sobre lo que ahora están perpetrando en Gaza, pueda ser considerado un país cómplice de genocidio. Los planes compartidos entre Israel y EEUU tienen que ver con una Gaza ocupada convertida en resort.
Una flota internacional de casi 50 barcos con ayuda de emergencia se dirige hacia Gaza dispuesta a romper el bloqueo de hambre impuesto por el Gobierno israelí a sus habitantes. Netanyahu ha calificado a estos activistas de aliados de Hamás y desde hace varios días sufren el acoso de drones y otras medidas de intimidación. ¿Cabe la posibilidad de un ataque directo por parte de Israel?
Por supuesto que sí. Israel ya lo ha hecho en otras ocasiones, ¿no? Nuestra posición ante esta movilización internacional es bien clara. Amnistía Internacional considera que tienen todo el derecho de llevar ayuda humanitaria a Gaza, a intentar romper el bloqueo de forma pacífica y a ser tratados como civiles, que es lo que son. Por su parte, los Estados que tienen nacionales a bordo de los barcos deben asegurarse de que no serán atacados por el gobierno de Israel ni por ningún grupo ligado a Israel. Pese a todo, corren un riesgo enorme. Ya vimos hace años que Israel es capaz de atacar una flotilla y matar a varias personas. Por eso digo que estos activistas deberían enorgullecernos a todos como Humanidad. Son el tipo de gente que vale la pena.
El ministro de Defensa del Gobierno italiano, Guido Crosetto, ha anunciado el envío de una fragata para proteger a la flotilla ya que entre los tripulantes hay ciudadanos italianos. Sin embargo, este hombre fue consejero de la multinacional Leonardo S.p.A, uno de los grandes suministradores de armamento al régimen israelí. ¿Qué lectura hace de esto?
Desconozco ese caso concreto pero hay una cosa muy importante. Los gobiernos que tienen empresas operando en los Territorios Palestinos Ocupados apoyan, de alguna forma, el genocidio, la ocupación o el apartheid. Bien por infraestructura, bien por vigilancia, bien por armas, bien por turismo como Airbnb, Booking o TripAdvisor. Todos ellos – empresas, su personal y los miembros de sus juntas directivas– deben salir de los territorios palestinos si no quieren ser acusados de incurrir en delitos de responsabilidad civil y, en algunos casos, incluso de responsabilidad penal por complicidad con los crímenes que está cometiendo Israel. Deben suspender todas las ventas y entregas a Israel. Y los gobiernos deben prohibir a esas empresas invertir en los Territorios Palestinos Ocupados y participar en ferias comerciales, en reuniones con el gobierno, en contratos, en fondos de investigación y en actividades con entidades públicas como universidades. Esas corporaciones no merecen el apoyo de ningún gobierno y deben ser señaladas como aquellas que contribuyen a violar el Derecho Internacional.
¿Cree usted que señalar a empresas europeas y españolas por contribuir al genocidio palestino desvía equivocadamente la carga de la responsabilidad, como defienden algunos líderes políticos y varias corporaciones en España?
En el caso de España, nosotros no indicamos que haya una empresa española apoyando el genocidio. Lo que decimos es que hay una empresa española que apoya la ocupación ilegal. Es el caso de Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles, S.A. (CAF) con su apoyo al tren ligero en Jerusalén que facilita la expansión de asentamientos de colonos israelíes. En concreto, en un asentamiento donde hay 50.000 colonos. Para eso obtuvo un primer contrato de 1,8 millones de euros. Ahora está construyendo la línea verde de ese tren ligero desde Jerusalén oriental y ha apostado por quedarse de 15 a 25 años en una ocupación ilegal. Nosotros decimos que si CAF no sale de ahí y no renuncia a cualquier contrato en los Territorios Palestinos Ocupados, estará, de alguna manera, apoyando a un gobierno que promueve la ocupación ilegal, que es un crimen de guerra. El artículo 49 de la Convención de Ginebra es claro al respecto. Y es exactamente lo que CAF está haciendo en Israel. Y no solo eso, sino que además desoye una orden a través de una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia muy reciente, que indica que la ocupación es ilegal y que cualquier institución, empresa o gobierno que colabora con ella debe cesar de hacerlo.
Existe el precedente de Nuremberg donde se purgaron responsabilidades empresariales.
No solo en Nuremberg. Ha habido denuncias de Amnistía Internacional a empresas que operan en otros territorios ocupados. Por ejemplo, el de la petrolera anglo-neerlandesa Shell por participar en los abusos cometidos por el ejército nigeriano en el delta del Níger. Cuando se cometieron las atrocidades contra los rohingya en Myanmar, se suspendieron los envíos de combustible a empresas de aviación que eran cómplices del genocidio. Hemos denunciado a la empresa estadounidense Raytheon por fabricar la bomba guiada por láser que mató a decenas de civiles en Yemen y a corporaciones francesas que fabricaron vehículos blindados empleados en violaciones de los derechos humanos durante las protestas en Egipto. Y no es la primera vez. Y efectivamente, el tribunal de Nuremberg condenó a empresas como IBM y otras que colaboraron en la identificación de la población judía o en reprimirla.
¿Qué sentimiento le produce escuchar al consejero de Industria del Gobierno vasco decir que CAF “no exporta armas a Israel, sino trenes”?
Primero, no sé si diría lo mismo con las empresas que colaboraron con el régimen nazi en hacer las fichas que identificaban a los judíos. En el caso de CAF, con los trenes está cooperando para que las ocupaciones ilegales permanezcan durante 15 o 25 años sobre territorios ocupados a Palestina y que la población palestina desaparezca. En este asunto hay empresas que colaboran directamente con el genocidio porque construyen armas. Hay empresas que colaboran directamente con el apartheid facilitando sistemas de vigilancia para lograr reconocimiento facial de los palestinos y humillarlos y discriminarlos. Y hay empresas de infraestructuras como CAF, que lo que hacen es colaborar con la ocupación del pueblo palestino y de sus territorios a través de la construcción de trenes. Espero que no tenga este consejero que retractarse de esto cuando termine lo que ahora está sufriendo Palestina.
¿Considera que las sanciones son la única forma de ahogar a Israel?
Lo que es claro es que hasta ahora Rusia ha recibido 18 paquetes de sanciones por parte de la Unión Europea. El primero de ellos, el día después de su agresión a Ucrania. Nosotros no cuestionamos estas sanciones mientras no afecten a la población civil rusa. Pero en el caso de Israel no ha habido ninguna sanción que merezca tal nombre por parte de la UE. Se han anunciado algunas de carácter bilateral, como las del Gobierno español, el belga, el noruego o el esloveno mientras la Unión Europea debate si solo va a suspender parcialmente una parte del acuerdo comercial. Deberían tomarse en serio esta medida porque un genocidio no se para solo con palabras sino con acciones. No hay peor mensaje que tener ante nuestros ojos una masacre y permitir que las relaciones económicas, deportivas y diplomáticas con el perpetrador continúen sin ningún problema. Lo que estamos diciendo es que se deje de invertir y de importar productos de los Territorios Palestinos Ocupados. Ese es el primer paso que hay que dar. No puede ser que estén publicitando asentamientos ilegales de Israel en portales turísticos. Eso es un crimen internacional. No es posible que una empresa tenga el patrimonio del agua y la deje en manos de Israel para ahogar de sed a los palestinos. Esto simplemente no puede ser. Esas empresas deben retirarse de los territorios ocupados. Ya lo han hecho algunas corporaciones españolas. Por lo tanto, se puede hacer. Hay que presionar a un gobierno como el israelí que no se toma en serio las palabras.
Con la ONU bloqueada por el Consejo de Seguridad y EEUU convertido en un muro de protección para los devastadores objetivos israelíes, ¿dónde buscar algo de esperanza?
Yo creo que debemos defender los derechos humanos hoy más que nunca. Lo hemos hecho durante 80 años y eso al final deja un poso. Como decía Mark Twain, la historia no se repite pero rima. Esto no es la República de Weimar aunque alguno pueda llegar a ver elementos preocupantes de totalitarismo, de demolición y culpabilización. Antes fueron los judíos y hoy pueden ser los inmigrantes. Pero también es verdad que ahora existe una sociedad civil que no existía en los años treinta. Una sociedad civil mundial que tiene en el feminismo, en el ambientalismo y en la defensa de los derechos humanos elementos de confrontación y lucha mucho más fuerte que a mediados del siglo y eso al final deja un poso. Por lo tanto, creo que estamos en esa época de resistencia aunque, es verdad, nos enfrentamos a una situación muy peligrosa para el mundo y para cada uno de nosotras y de nosotros.
Y el resultado de Palestina, ¿puede ser determinante para conocer la dirección que toma el mundo?
Yo creo que hay tres lugares en estos momentos donde se está librando la batalla por el derecho internacional, la decencia y los derechos humanos. Uno es Gaza indudablemente. El segundo es saber si Rusia y Ucrania no cierran el conflicto de forma falsa convirtiéndolo en un negocio. Hay que conseguir que las víctimas ucranianas de la agresión rusa no queden excluidas del proceso de paz porque eso tendrá un efecto sobre el resto de conflictos armados en todo lo referente a la verdad, la reparación y la justicia. Y el tercer elemento importante es EEUU. Si la democracia se pone en riesgo, los derechos humanos perderán una parte de su protección. Si no nos movilizamos para lograr revertir la dinámica en marcha, entonces el mundo, tal y como lo entendemos ahora, será diferente y mucho peor.
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